ZÓCALO, LA VERDAD DESNUDA

Carlos Arce Macías

En 2007, en el Zócalo de la ciudad de México, el célebre fotógrafo norteamericano Spencer Tunick, especializado en presentar desnudos colectivos en escenarios icónicos del mundo, realizó una más de sus famosas instalaciones. Estas se han verificado en lugares famosos como un conocido puente de Amsterdam, la Opera de Sydney, el Puente de Brooklyn en Nueva York o el mismo Zócalo en la Ciudad de México. En esta última locación, fue en donde logro congregar al mayor número de personas dispuestas a desnudarse y posar para él: casi 20,000 individuos, representativos de ambos sexos, razas y estratos socioeconómicos.

El fotógrafo de desnudos multitudinarios

Desde las seis de la mañana del 6 de mayo de 2007, los convocados se despojaron de su ropa y fueron ordenados en el espacio que corresponde a la plancha central del Zócalo. Cada uno postrado en el suelo, hecho bolita, con el objeto de lograr una gran panorámica de la principal plaza del país, repleta de cuerpos sin ropa. Los alegres asistentes al happening fotográfico, en agradecimiento por su colaboración recibieron a cambio de su tiempo, esfuerzo y exposición de su intimidad, una imagen del evento, con el sello de Tunick. Por supuesto, hubo una lista con nombres y direcciones que permite saber con exactitud en numero de participantes.

Y allí quedó la foto repleta de gente en cueros, que paradójicamente nos permite conocer la verdad y evidenciar las arteras mentiras que muchas veces lanzan los políticos, intentando cubrir con pesados ropajes la verdad, para hacerla pasar por otras formas, figuras y cantidades.

Un ejemplo es el “zocalazo”, como bautizó Porfirio Muñoz Ledo, a la reciente manifestación llevada a cabo el pasado 1 de diciembre por los seguidores del actual presidente de México, los cuales fueron acarreados y congregados en el mismo espacio utilizado por Tunick, para ser fotografiados,video grabados y utilizados, para lanzar una gran mentira: ¡250,000 mexicanos se concentraron en la Plaza de la Constitución para aclamar al señor presidente de la República!

La fotografía de Tunick, desmonta el engaño. En la histórica foto del neoyorkino, solo hay menos de 20,000 personas, y la plancha central se muestra repleta. El área de toda la plaza apenas rebasa las cuatro hectáreas. Difícilmente podrán ubicarse allí, más de 50,000 personas. Todas las historias de grandes multitudes que han atestado el Zócalo de la ciudad de México quedan descubiertas por esta verdad que se ha desnudado para ser impresa en una foto. Se devela una mentira, maquinada para consumo de ignorantes e ingenuos. Allí solo hubo acarreados y unos cuantos miles de fanáticos del personaje aclamado. No se dejen engañar.

La verdad al desnudo

 

 

 

 

 

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FALSOS TESTIMONIOS

Carlos Arce Macías

 

“La justicia es la verdad en acción”

Joseph Joubert

Moralista francés  

 

Hay diferencias radicales entre la política y el sistema de justicia. Como lo verificamos a diario, para la actual política nacional, la consciencia de la verdad es totalmente ociosa, resulta un chiste. Nuestro presidente nos ha mostrado, hasta el hartazgo, la forma de mentir sin recato alguno, lanzando al aire cifras increíbles, hechos no constatados, historias falsas y acusaciones difamatorias. La verdad ha sido expulsada de la realidad política. Y como nadie la exige, ni los ciudadanos la castigan, se continúa la propagación al infinito de la falacia. ¡Viva la mentira!

 

Pero todo cambia cuando se trata de la materia de justicia, en donde operan dos componentes muy importantes:

 

o El aparato de investigación y persecución de los delitos, perteneciente al Poder Ejecutivo.  
o Y el mecanismo de evaluación de las personas sujetas a proceso, para juzgarlas y sentenciarlas, asignando, en su caso, castigos y penas. Esta función se realiza desde el Poder Judicial.

 

En el ámbito de la justicia, la materia prima, es el conocimiento de la verdad. Nada mas lesivo para este componente gubernamental, que el intento de manipular o alterar la verdad. Por eso las leyes previenen y sancionan el perjurio, la falsedad sostenida en un proceso, cuando se ha jurado hablar con veracidad.

 

Por esa razón los abogados, los testigos, los inculpados, los jueces, la policía, los investigadores, los peritos y especialmente los fiscales, son esclavos de la verdad. Mal hará aquél funcionario que falsee hechos o mienta, porque estará fracturando la confianza en la justicia, y con ello, provocando serios y profundos daños a la operación del Estado a favor de la sociedad.

 

Durante la semana pasada, en el programa televisivo del politólogo Leo Zuckermann, “La hora de Opinar”, se presentó una entrevista con Eduardo Guerrero, especialista en Seguridad Pública. En el programa, el famoso consultor explicó como, desde la clasificación de homicidios, se alteran a la baja las cifras de los homicidios dolosos, para incluirlos como homicidios culposos cometidos “con otro elemento”. Se trata de una nueva categoría, totalmente tramposa, utilizada para encubrir la verdadera cifra de homicidios dolosos. La mala noticia para los guanajuatenses es que el estado que más recurre a esta perniciosa práctica es el nuestro. Solamente entre enero y febrero, clasificó como culposos 140 homicidios que deberían estar cargados a la cuenta de los asesinatos realizados con dolo. Así los datos generados por la Fiscalía General del Estado, intentan alterar la percepción de la realidad del crimen en el estado. Tratan de engañarnos, apuestan por la mentira y traicionan la verdad.

 

Como hemos dicho, la naturaleza de los funcionarios que laboran en las áreas dedicadas a la justicia, deben de estar dotados de un temple especial, acrisolados en un compromiso total con la verdad. Por ello, un Fiscal General del Estado, que miente y altera los datos de delitos, traiciona su naturaleza y pierde, ipso facto, la confianza depositada en él. ¿Cómo podemos confiar en un procurador que miente, y asegurarnos que no ha obtenido testimonios bajo tortura o que no falsifica hechos para consignar a inocentes como chivos expiatorios? 

 

Una sociedad no es digna de un Fiscal que haya mentido, aún cuando se trate “solo” de la estadística criminal. Se convierte en un gigante con pies de barro. Se desplomará llevándose consigo a quienes en él confiaron y le otorgaron su voto temerariamente. Triste futuro le espera a Guanajuato con un funcionario mendaz.

 

Pero hay más. Pop Lab, una instancia periodística recientemente creada, publicó el resumen de un interesante estudio del investigador de la Universidad Iberoamericana de León, Fabrizio Lorusso, especializado en temas criminales y policiacos, focalizado en Guanajuato. Los cuadros estadísticos muestran el drama delincuencial de la entidad, originado por la pésima administración en materia de seguridad del anterior gobernador. Irresponsable y descuidado, decidió apostar por una brutal  y criminal militarización de la entidad, bajo la advertencia de académicos, que le previnieron sobre la proliferación de la violencia ante la intervención de las fuerzas militares. Allí donde están los soldados es precisamente donde el zafarrancho ha sido más sangriento.

 

Mientras construía cuarteles, la policía languidecía. En el “Índice de Paz”, desde 2015, Guanajuato decreció hasta ocupar el lugar 27 entre las 32 entidades federativas. Para 2017, el estado contaba con 43.5 policías por cada 100 mil habitantes, cuando la media nacional es de 176. En agencias del ministerio público, la entidad solo opera 1.82 agencias/100mil en Guanajuato, cuando el promedio nacional es de 3.53. 

 

Pero retornemos a la trampa de los homicidios cometidos con dolo, disfrazados de culposos “por otro elemento”. Según el estudio de Lorusso entre enero y mayo, Guanajuato ha enmascarado ¡451 homicidios dolosos como culposos! El Fiscal por cinco ocasiones consecutivas, ha rendido falsos testimoniosestadístico, trocando la verdad por mentira, para presentar un panorama decreciente de homicidios dolosos. Hay que denunciarlo con contundencia: el actual Fiscal no merece estar donde está, miente. A Guanajuato le urge otro Fiscal.

CONTRA LAS DICTADURAS PARTIDARIAS

CONTRA LAS DICTADURAS PARTIDARIAS

Carlos Arce Macías

A tan solo una semana de la jornada electoral más grande de la historia mexicana, en dónde serán electos un sinnúmero de cargos entre miles de candidatos participantes, una cosa queda clara y nítida: el sistema de partidos, en México, no funciona, se encuentra atrofiado, y no produce políticos potables para la ciudadanía.

Independientemente de los resultados, habrá que iniciar una profunda recomposición de los partidos políticos. El cinismo con que la partidocracia reinante actuó, no es tolerable, porque significa la renuncia a los métodos democráticos, frente al establecimiento de un régimen autoritario deplorable. Instalar desde las jerarquías partidistas procedimientos de designación a dedo, rompe toda posibilidad de un gobierno representativo y esfuma a la democracia.

Recapacitemos, nos sobran dedos para contar a los empoderados personajes, directivos de partidos, que se han transformado en factótum para decidir todo tipo de candidaturas en juego. Eso no puede ser un designio del pueblo. Se trata de dictaduras partidistas, que al eliminar las contiendas internas dentro de sus partidos, abandonan todo atisbo de participación ciudadana para elegir a los mejores candidatos de cada formación política. Los que ganarán la contienda interna son los incondicionales del líder, los que con actitud perruna, mueven la cola y lamen la bota, los siervos de la indignidad.

El sistema de partidos es el equivalente en la vida política a la función biliar en la fisiología humana. El hígado es el filtro del cuerpo, el laboratorio interno que elimina las toxinas y almacena nutrientes previamente purificados. Expulsa las substancias malignas y permite el paso del alimento convenientemente sintetizado. Lo bueno pasa, lo malo se criba y se elimina desde el interior de esta glándula.

Pues bien, los partidos son el hígado de un sistema político, pero en nuestro país no están realizando esa función: retiene lo bueno y franquean el paso a lo malo. Los prospectos políticos positivos son frenados en las entrañas partidistas, para postular a los precandidatos mentirosos, tramposos, traicioneros y corruptos. Pocas son las excepciones.

Y es que así no se puede sostener un sistema democrático. Los partidos que deseen sobrevivir, deben realizar ajustes radicales en varios flancos, el primero consiste en abandonar el modelo de partido catch-all (atrapa todo), que lanza por la borda toda su carga ideológica para vender candidatos simpaticones, que “enganchen” con el público, proclamando irresponsablemente promesas inviables, pero que a la gente le guste oír. Lo importante es ganar la elección a cualquier costo, incluyendo la sublimación de la mentira sobre la verdad.

Otro reto es el de confrontar, en el seno partidista, la desbordada corrupción que ahoga a las formaciones políticas.  No es casualidad que los partidos estén en el peor lugar de la confianza ciudadana, junto con la policía. La corrupción partidaria se bifurca en dos caminos: el inicial es la mentira. A los políticos no les importa mentir con tal de ganar un proceso electoral, un debate o la estridencia en las redes sociales. Han abandonado el sentido de responsabilidad y la obligación con la verdad. Dejan de lado la parresía, aquella obligación en la Grecia antigua, que obligaba a sus políticos a hablar apegados a la verdad. El filósofo francés Michael Foucault, la describe con su punzante pluma:

“En parresía, el hablante usa su libertad y elige la franqueza en vez de la persuasión, la verdad en vez de la falsedad o el silencio, el riesgo de la muerte en vez de la vida y la seguridad, la crítica en vez de la adulación y el deber moral en vez del auto-interés y la apatía moral”.

Quedamos, recapacitando en estas frases de Foucault, ante el big bang de la política, el origen de la actuación de un político serio, digno y responsable, sustentado en fundamentos morales. Sin estos atributos, no se puede hacer buen gobierno. Las contiendas internas quedan reducidas a compromisos de votos y respaldos mutuos entre manipuladores. Pura bazofia despreciable. Por eso es urgente implantar el método de competencia interna en los partidos, de forma obligatoria. Se trata del único camino que permitirá establecer entre los militantes virtudes cívicas importantísimas para lograr la postulación de los mejores candidatos de cada agrupación política. Los partidos políticos deben ser escuelas de ciudadanía y compromiso democrático.

El  segundo camino de la corrupción es la distorsión de la función legislativa. Su deber es contrapesar al ejecutivo. Para lograrlo se debe modificar la actual actitud sumisa de los legisladores hacia el Presidente de la República. Gran parte de los diputados y senadores son cohechados a través de fondos de gestión millonarios lo que les permite obtener pingües ganancias y “moches”. Se trata de la instalación de la corrupción rampante en el Congreso, para neutralizar a la oposición y controlar al grupo parlamentario oficialista. Se necesita prohibir la gestoría a los representantes, para que se concentren en las actividades legislativas, más, cuando ya podrán optar por la reelección. Es urgente esta medida porque las directivas de los partidos, también utilizan estos perversos mecanismos para manipular a sus legisladores, contribuyendo a la instauración del liderazgo personal partidista.

Es por todo esto, que las reformas legales que constriña a los partidos a realizar elecciones primarias y la veda de la gestoría, resultan urgentes para empezar a cambiar las condiciones de zahúrda que presenta nuestro ambiente político. Que se abra el debate entre precandidatos, que se digan sus verdades, que los falsarios acaben anzueleados por sus mentiras –el pez por su boca muere-, y la parresía reine entre todos, en tanto los congresistas se dedican a legislar y exigir la rendición de cuentas de los otros Poderes. Ese sería el albor de una mejor clase política mexicana.

@carce55