LA GENEROSIDAD DE ANAYA

Carlos Arce Macías

Según leemos en AM, el ingeniero Carlos Medina Plascencia, figura descollante del panismo y ex gobernador de Guanajuato, pide a Ricardo Anaya, ante su reciente reaparición, que: “regreses más maduro, más generoso, tratando de unir y construir con todos, y no de atropellar porque simplemente quiero cumplir mi proyecto, mi sueño, porque ese no es el escenario que enfrentará México”.

Que regreses más maduro

Medina reclama atributos de los cuales carece el político queretano. La angustia que domina a muchos mexicanos por el desempeño cada vez más locuaz, amenazante y peligroso del presidente de la República, incita a algunos a intentar agarrarse a un clavo ardiendo. Hay que tener cuidado, se puede errar el camino, y aunque no lo crean, acabar peor.

Hay que ser serios y encontrar el punto de quiebre de la problemática que nos agobia, entendiendo su génesis. La opción de cambio populista fue adoptada por un número muy importante de votantes, frente a un gobierno profundamente corrupto, liderado  por políticos antipáticos, petulantes y fatuos. Un ejemplo de ello es Ricardo Anaya. ¡Pero es del PAN! Sí, pero resulta que Anaya y su camarilla, construyeron una impensable simbiosis entre el gobierno peñista y la dirigencia azul. Con gran destreza, AMLO identifico el fenómeno y lo bautizó: PRIAN. 

En tanto se construían acuerdos políticos para obtener recursos (ramo 23) y así sostener campañas ganadoras en los sitios acordados con el priísmo gubernamental; Anaya se encargaba de demoler a su partido desde el interior. Primero corrompieron y neutralizaron a lo que debería ser un potente grupo parlamentario: la LXII Legislatura Federal, sumiéndola en el escándalo de los moches, luego apuntó en contra de sus posibles contendientes internos: Moreno Valle y Margarita Zavala. Al primero, de la misma madera de Anaya, lo alió con promesas, y a la segunda la combatió, cerrándole todos los caminos, hasta obligarla a salir del PAN. Traicionó a Calderón.

LXII Legislatura, los moches.

Acto seguido, el queretano se enfiló a construir una coalición amplia para vencer López Obrador. Fue un desastre y de poco sirvió. Pero también tuvo que pagar el precio interno por imponer esa alianza, lo que acabó debilitando más a Acción Nacional. La verdad es que poco le preocupó el costo que el panismo debiera saldar por su forzada candidatura. Hizo añicos todo, dejando al PAN con una dolorosísima derrota histórica. Lo inconcebible fue, que luego del rompedero de platos azules, uno de sus incondicionales, su dedo chiquito, hoy dirija el partido. ¡Increíble!

Anaya calculó su regreso. Aprecia un vacío combinado con una angustia atroz, que le permita acceder a una diputación, que con mayoría pueda reponer el esquema de distribución de dinero a través de legisladores, para construir así, una bolsa que le permita ser candidato en 2024. El fin justifica los medios.

Soy yo…

La decencia, la honorabilidad y la honradez, deben de ser atributos normales entre los ciudadanos, peroimprescindibles para los políticos, como recientemente manifestaba Fernando Gómez Mont, un tradicionalpolítico del blanquiazul. Eso hay que dejarlo muy claro. Para el PAN, la actuación de sus miembro bajos parámetros de probidad, se convierte en el mayor atributo de la marca, que tanto atesoró la gente que votaba por este partido, y que la generación de Anaya, vino a eliminar sin mortificación alguna.

Medina reclama generosidad, la virtud de dar, sin obtener nada a cambio. Allí no la habrá. Un narcisista como Anaya nunca la podrá ofrecer. Esa patología, equiparable a la del actual presidente, solo les permite, a quienes la padecen oír a su ego inmenso, inconmensurable. El “otro” no existe para ellos. Por eso es imperativo andar con calma. Como afirma Bravo Mena, no necesitamos más lobos esteparios, de esos que andan solos al acecho. ¡Cuidado! Podemos equivocarnos dos veces seguidas y acabar cambiando a Calígula por Nerón.

Caravaggio, Narciso extasiado en su imagen.
Anuncio publicitario

UNIDAD O IMPUNIDAD

Carlos Arce Macías

Inician las campañas por la dirigencia del partido Acción Nacional. Sus militantes deberán decidir entre dos alineaciones, la que encabeza Manuel Gómez Morín, el nieto del legendario sabio, fundador del PAN, y Marko Cortés, un dirigente michoacano miembro de la nomenclatura que actualmente dirige al blanquiazul.

El partido perdió gran parte de su potencia política, empeñado en una candidatura forzada y tocada por las imputaciones de corrupción  vertidas sobre su aspirante, Ricardo Anaya. Sin miramientos fue acusado de lavado de dinero y no pudo sacudirse de encima dicha inculpación. Y hubiera sido sencillo desecharla, bastaba la contratación de un despacho internacional especializado en esos temas (Como lo es el de Gregory Baldwyn, por ejemplo), que analizara el expediente y los hechos que fundamentaban la acusación, para, a través de un dictamen exculpatorio se desactivara la amenaza de la PGR.  Sospechosamente, esa vía nunca se intentó. ¿Algo había que esconder entonces?

El PAN, perdía credibilidad, más que por su encono interno, al forzar Anaya su postulación frente a Margarita Zavala, por el desdoro del escándalo de los moches, que no se atrevió a investigar, sancionando a los diputados que intervinieron en los sobornos a las administraciones municipales, a cambio de “bajarles” recursos. Coordinador de la LXII Legislatura de los diputados, Anaya estaba involucrado en esos hechos, por eso no se procedió a investigar el estridente caso, a través de la Comisión Anticorrupción del partido.

Esta concatenación de hechos, llevaron a la creación de un nuevo calificativo de desprestigio político, endilgado al partido: el PRIAN. Durante la campaña, fue imposible quitarse de encima el maldito epíteto. Automáticamente, a falta de investigación y sanciones ejemplares, las perversiones del priísmo fueron trasmutadas a Acción Nacional, quedando equiparado, en cuanto a corrupción, a la extendida fama de los políticos del PRI.

También muchos gobiernos panistas, nada hicieron para distinguirse, a través de atributos positivos, de los gobiernos de otros partidos. Casi todos han mantenido un comportamiento similar al PRI: opacos, ineficientes y con muchos síntomas de corrupción, especialmente en las áreas de contrataciones públicas. Los moches en todo su esplendor. Atrás quedaron las ejemplares, eficientes, e innovadoras administraciones de los municipios panistas, encabezados por personajes de la talla de Luis Álvarez, Francisco Villarreal, Pancho Barrio, Carlos Medina Plascencia, Gabriel Hinojosa, Eliseo Martínez y Héctor Osuna, entre otros. El impulso de cambio se acabó y resultó sustituido por administraciones anodinas, que se fueron pudriendo poco a poco. El impulso de cambio decreciente, de los gobiernos estatales, puede ser estudiado mediante el ejemplos de Baja California y Guanajuato, en donde se han ido degradando, desde las administraciones de Ruffo y Medina Plascencia, para rematar en los malos ejemplos del Kiko Vega y Miguel Márquez. El PRIAN, se ha estampado en el ánimo colectivo, con la ayuda de desleales gobernantes panistas.

No obstante la aplastante derrota sufrida en las últimas elecciones, los mexicanos no poseemos ninguna otra organización política que pueda reconstituirse como una oposición seria y funcional frente a la nueva hegemonía lópez obradorista. El PAN es el único que conserva cierta estructura para plantar cara al poderoso Morena. Pero resulta increíble que no se de cuenta que para hacerlo debe de desterrar las prácticas corruptas que lo mantienen secuestrado. Solo así puede constituirse en una opción digna de ser votada por los ciudadanos.

La única manera de lograrlo, es optando por un cambio radical en su dirigencia. La actual, configurada desde el anayismo, debería haberse ido tras el contundente descalabro electoral, con la cola entre las patas. Pero no, insiste en apoltronarse en el mando del partido. Ahora, ante la amenaza del gómez morinismo, dio un paso hacia el abismo: pactó la candidatura de Marko Cortés, el personero de Anaya, con los gobernadores que ya los habían traicionado, congraciándose con López Obrador unos días antes de los comicios. Les digo, hacen lo que sea, con tal de mantener una tajada de poder.

Pero los peligros no se acaban para el partido. El pacto con los gobernadores lleva su propia carga venenosa: el acuerdo consiste en que el PAN local quedará en sus manos y bajo su designio autoritario. Esto acarreará un peor desfiguro. La pulverización de Acción Nacional en una decena de feudos acomodados al gobernador en turno. Esto significará la renuncia a transformarse en una verdadera oposición, a cambio de la simplona negociación de beneficios presupuestales para los ejecutivos estatales. Por supuesto, ninguno podrá ser reconvenido por malas practicas o vicios en el desempeño de su gobierno, desde una debilitada dirigencia partidaria. El extravío se profundizará.

A los militantes panistas, muchos en busca de oportunidades de ascenso y participación política, les debe quedar claro, que si quieren mantenerse en el poder, o si desean conquistarlo, deben de entregarle a la ciudadanía hechos contundentes de enmienda de las malas prácticas adquiridas de los priístas. Un primer paso es el cambio de dirigencia por una nueva camada de panistas comprometidos con la erradicación de la corrupción, que hoy corroe las entrañas del partido.

Seamos claros. Al igual que Anaya, Marko Cortés está tocado por graves imputaciones. La primera consiste en las revelaciones del presidente de la Comisión de Ideología del PAN, Juan José Rodríguez Prats, que imputa a Cortés haber comentado que poseía, en 2011, 70 millones de pesos para su campaña a gobernador, obtenidos de empresarios a cambio de la promesa de negocios en su futura gubernatura. En aquél tiempo, Rodríguez Prats fungía como delegado del PAN en Michoacán. El asunto se discutió en el Comité Ejecutivo Nacional, existe (espero no lo hagan perdidizo) un reporte del propio delegado, y este documento fue la causa de que se le negara a Marko la candidatura michoacana.

Pero el asunto no queda ahí. Por el noticiero de Denise Mearker,  mediante una investigación denominada “La Caja Negra”, de la periodista Fátima Monterroso, nos enteramos de extraños manejos financieros del coordinador parlamentario panista de la LXIII Legislatura. Se trata de la entrega de remesas por un desconocido concepto, denominado “subvenciones”, por la cantidad de ¡650 millones de pesos! Este monto, tuvo un manejo opaco y discrecional, y fue recibido a cambio de la aprobación de iniciativas (sic). El coordinador, Marko Cortés, repartió solo una parte, entre sus diputados incondicionales, a razón de entre 150 y 300 mil pesos al mes para cada uno, otros no recibieron nada.  Ahora entendemos porque Cortés se ha desenvuelto como pez en el agua, dentro del estanque anayista.

En conclusión: la formación de una verdadera oposición requiere de honradez y valentía. La primera sirve para no ser capturado por su poderosa contraparte. La segunda, para encarar de frente, sin bajar la mirada, los enojos que provoquen los retos que se lancen contra el principal detentador del poder. El PAN solo cuenta en estos momentos con una alternativa: desechar la unidad artificial, en torno a la corrupción, que propone Marko Cortés; o decidirse por una verdadera unidad que no signifique impunidad. Al panismo le debe de quedar claro, o la bebe o la derrama.

@carce55

LA CLAVE ESTÁ EN LOS MOCHES II

Carlos Arce Macías

El 6 de noviembre de 2016 publiqué mi columna dominical que titulé : “PAN: la clave está en los Moches”. En ella concluía: “Solo si el PAN investiga satisfactoriamente el caso y ofrece a la ciudadanía y a la Procuraduría los datos de sus investigaciones internas, para que los culpables sean indiciados; este instituto político podrá plantear a los mexicanos la conveniencia de darle su voto para que regrese a Los Pinos. La próxima elección presidencial basculará sobre la decisión de partidos y candidatos para combatir la corrupción. ¿Se atreverá el PAN?”.

Pues ya vimos que no. El PAN no solo no investigó, sino que uno de los principales operadores de la red de los moches, resultó auto asignado como su candidato presidencial. ¿Por qué no se investigó? La respuesta institucional será que no hubo denuncia alguna. Esto es que todo mundo tuvo conocimiento de los moches pedidos a los alcaldes por “bajarles” presupuesto de obras públicas, menos Acción Nacional. Pero la verdad es que una investigación habría tocado a gran cantidad de alcaldes y a la dirigencia del grupo parlamentario de los diputados, enlodando al propio Ricardo Anaya.

El PAN ha sufrido un deterioro paulatino de su vida interna, que lo ha llevado al peor desempeño electoral de los últimos tiempos. Lo más grave es la pérdida de confianza que la ciudadanía tiene en él. Y no faltan razones, el desánimo del ciudadano ante un partido infestado por la corrupción, solo suscita una  respuesta: negarle el voto.

En lo interno la estrategia para cubrir a los corruptos, fue indignante: fingir que no pasó nada. Nadie se dio cuenta que la LXII Legislatura de diputados, de triste memoria, fue capturada fácilmente por Manlio Fabio Beltrones. Aprovechando la falta de templanza de Luis Alberto Villarreal, líder del PAN, se trocó la sobriedad y seriedad que se requería para asumirse como oposición frente a Peña Nieto, para convertirse, solamente, en el ridículo patiño del pastor priísta. Basta revisar las fotos de la época para darse cuenta de quién controlaba a la bancada del PAN: Manlio. El turbio político sonorense, terminó compartiendo sus constructoras con los panistas para hacer la obra pública que pactaban con los alcaldes guanajuatenses, como lo descubrió el periódico AM, en un interesante reportaje de investigación en ese año. ¡Vergonzoso!

Lo que ahora se sabe es que muchos diputados recibieron “favores” muy suculentos de parte del Ejecutivo Federal, por su disposición para signar el famoso “Pacto por México”. No generalizo, en todas las bancadas hubo representantes honestos cuya honradez es indiscutible. Pero un buen grupo, entre ellos los dirigentes azules, se vieron, de pronto, cargados de dinero, listo para distribuirlo entre sus incondicionales. No había frenos, sobre todo institucionales. En otro tiempo, un escándalo de esa magnitud, habría terminado en una denuncia ante los órganos internos del partido. En cualquier reunión del Consejo Nacional, hubiera ardido Troya, la indignación por la conducta de muchos diputados, hubiera sido castigada y el coordinador parlamentario y su equipo removido. No sería tolerable, poner la probidad panista en entredicho.

Pero en lugar del grito estridente, en el seno de Acción Nacional, solo hubo una reacción: silencio. Unas cuantas voces denunciaron el mal uso de recursos del propio grupo parlamentario, del cual se extrajeron 20 millones de pesos para la campaña de Anaya a la presidencial nacional. Las diputadas Raquel Jiménez y Concepción Ramírez denunciaron el hecho, pero sus reclamos fueron gritos en el desierto panista. Así llego el grupo más corrupto del que haya habido memoria en el PAN, a dirigirlo y a apoderarse de la candidatura a la presidencia de la República. Nadie los iba a poder parar.

Muchos pensamos que la pesadilla terminaría con el derrumbe del PAN en las elecciones presidenciales. Que por fin, ante la derrota y el fracaso, podríamos empezar, desde una nueva dirigencia, renovada y diferente, a rescatar los restos del partido. Pero seguimos de sorpresa en sorpresa. A diferencia de cualquier equipo partidista que es derrotado contundentemente en una elección, los actuales dirigentes ni se inmutan y decide continuar al timón del partido blanquiazul contra toda lógica. Para ello pactan con un grupo de gobernadores, en los que sobresalen algunos de pura cepa priístas como Moreno Valle, Carlos Joaquín y José Rosas Aispuru y un selecto grupo del Yunque, que posiciona a un incómodo Héctor Larios (vean su rostro en las fotografías) como candidato a secretario general.

Los panistas, los cuales pensamos que el rescate del partido se antepone a cualquier prioridad, con el fin de construir una verdadera oposición al nuevo régimen definido en la elección de julio, decidimos, encabezados por Manuel Gómez Morín, nieto del fundador del partido, iniciar una campaña entre los militantes, para arrebatarles, a este agrupamiento de políticos prianistas, lo que nos pertenece: el PAN, el verdadero PAN.

La tarea no es sencilla, pero tampoco imposible. La contrahechura  de Acción Nacional que pretenden sostener, no sirve más que a su impresentable dirigencia. No le sirve tampoco a los ciudadanos, porque para construir una verdadera oposición, hay un requerimiento: no tener cola. La debilidad de la planilla de Marko Cortés es esa. Su historia política está manchada por los moches, por el pacto de impunidad que sobre la corrupción, en el seno de los grupos parlamentarios han engendrado estos dirigentes. Óiganlo bien, sin probidad y rectitud en su carrera política, no hay posibilidad alguna de enfrentar con éxito al gobierno de López Obrador.

Seamos claros, lo que pretende esta nuevo cartel directivo, es negociar mendrugos presupuestarios para ellos y sus gobernadores patrocinantes, mientras que a México le urge una verdadera oposición, capaz de encarar, sin el lastre de la corrupción, el duro reto político que hay que enfrentar con convicción y valentía.

Concluyo. No se requiere poseer dotes adivinatorias para otear el futuro. Un simple análisis lógico, permite concluir, como en el caso de los moches y la corrupción interna, que la vida funcional del PAN terminará, si no hay un golpe de timón el próximo 11 de noviembre con la elección de una nueva dirigencia, basada en ideales y valores. Un PAN sin Gómez Morín no sirve, es un pato al agua.

@carce55

VIEJO CUÑO

Carlos Arce Macías

Esta semana, un grupo de panistas de “viejo cuño”, curtidos en las batallas por la democracia del último tramo del siglo pasado, acudimos a manifestar nuestro apoyo a la coalición “Por México al Frente”, conformada por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano. Muchos nos encontrábamos alejados de la actual campaña presidencial, luego de los problemas internos habidos al interior de nuestro partido. Explico las razones que nos llevaron a dar varios pasos hacia un proceso de conciliación, que creemos resulta más que oportuno en estos momentos.

Primero cabe aclarar, que a quienes conforman el grupo, no les mueve la consecución de cargo alguno. Bastante tuvieron con los que ostentaron en diversos gobiernos. Posen la serenidad de la experiencia, que  pesadamente se  acumula día a día. No se cocinan al primer hervor. Pero sobre todo, tienen las manos limpias. No los acechan los fantasmas de la corrupción. Viven y han vivido de acuerdo a su esfuerzo, talentos y medios, muchos aún trabajan para sostenerse económicamente, y no amasaron patrimonios inexplicables en su paso por el poder. Actúan sin doblez, con aplomo, pero aún conservan la pasión de su amor por la política seria, sin marrullerías ni traiciones.

La fractura partidista aún está a la vista. Sin embargo, la declinación de Margarita Zavala propició cierta distención, propiciada por la gallardía con que enfrentó el duro pasaje y la prudencia del mensaje final a sus seguidores. A partir de ahí muchos pudieron cavilar su posición frente a la próxima elección.

Los que por otros motivos se alejaron, especialmente por el abandono de las prácticas democráticas internas, las escandalosas postulaciones de personajes impresentables y la crónica ausencia de los principios que rigen al panismo; también han pensado en su retorno, al cerciorarse de las inusitadas condiciones de esta nueva batalla electoral.

Este batallón de veteranos piensa que ha llegado el momento de dejar atrás la muina y la frustración producto de una vida partidista cada día más imperfecta, para sumarse al respaldo de la opción frentista. Muchas cosas están en peligro hacia el futuro, pero preocupa fundamentalmente la reedición de un partido oficial que reine, sin frenos ni contrapesos, sobre la vida pública mexicana. Esa situación la enfrentó este grupo, sosteniendo una larga y dura lucha que se necesitó para quebrar el férreo monopolio político del PRI. El intento para substituirlo está a la vista. El pacto entre el Revolucionario Institucional y Morena, es un hecho.

Los panistas de cepa, también otean las posibilidades de que se abandonen aquellas políticas públicas, que favorecedoras de la libertad de mercados y emprendedurismo de los ciudadanos, puedan ser remplazadas por los designios burocráticos más aberrantes de control social. Manejar las cuestiones económicas desde Los Pinos, otra vez, puede arrojarnos a los abismos más profundos de la bancarrota y ocasionar la pérdida de millones de patrimonios personales y familiares, que empobrecerán a todos por varias generaciones.

No hay duda, se debe actuar frente a una apuesta irresponsable que ha imbuido a gran parte de la ciudadanía en narrativas falsas, pero seductoras. Una de ellas es que todo en México está mal. No hay nada bueno, solo se ve el deterioro por doquier. Eso no es verdad, existe un México de contrastes, pero la afirmación resulta falsa al integrar al desastre a toda la realidad mexicana. Otra, los gobiernos del PAN resultaron iguales a los del PRI, es el gobierno del PRIAN. Una falacia más. Basta revisar la numeralia final de cada sexenio, para darse cuenta de la responsabilidad con que se actuó durante los doce años de gestión azul. Otra vez, hubo errores y malas decisiones, sí, pero también buenos éxitos y el desarrollo del país continuó, no obstante la desigualdad económica que padecemos. Esta, por cierto, no es motivada por la globalización y la aplicación de un modelo liberal, sino por resistirnos a implementar el esquema completo de liberalización de la economía. Se debe al mantenimiento de grandes espacios monopólicos y el ejercicio de la “economía de compadres”, que captura instituciones y privilegia a pseudoempresarios asociados con la casta en el poder, fenómeno que produce la concentración de la riqueza en unas cuantas manos.

Dirigir un país, no es igual a gestionar los servicios fundamentales de una gran ciudad. El gobierno federal es la zona del Estado, donde se acrisolan las políticas públicas, que bajo un buen diseño, impulsaran al país hacia delante. Cuando se yerra, los costos son extraordinarios. Aunque no guste a los políticos, la administración pública federal es el paraje natural de expertos y tecnócratas. La técnica debe de acotar el impulso primario de políticos despistados, que sustentan sus acciones en un temerario voluntarismo. Cada resolutivo mal tomado por el mando presidencial, puede ser el dramático fin de muchos sueños y aspiraciones de los mexicanos. Eso ya lo vivimos también durante los últimos lustros del siglo XX.

La amenazante situación requiere de una comprometida participación. La generosidad, que ha sido divisa usual del verdadero panismo, permitió  plantear el acercamiento con los responsables de la campaña del Frente, para trabajar en unidad, olvidando filias y fobias, para poner el destino de México por delante. Pero también se congregan estos antiguos militantes, porque han decidido intentar el reencauzamiento, posterior a la elección, de la vida interna del PAN, para regresarla a los valores y principios. De asueto doctrinario y  pragmatismo corruptivo, ya estuvo suave. Vienen cambios, es tiempo de manos limpias.

@carce55

PITUFEO

Carlos Arce Macías

Vivir para fregar al prójimo, y sobre todo a los que menos tienen, a la parte más vulnerable de la sociedad, no es una buena cosa. Y eso es algo que ha venido sucediendo, desde tiempos inmemoriales, con nuestra “clase política”, constituida por un amplio grupo de personajes, que viven de las actividades que deberían de ser las más honorables y dignas:  el manejo de los asuntos públicos y de la organización y dirección de nuestra sociedad.

Sin embargo, es esta misma “clase política”, la que se ha sofisticado, cada día más, en desfalcar las arcas públicas, para, con diversos procedimientos más o menos complejos, robarse el dinero y la esperanza de la gente. Son unos patanes.

En la extensa “industria” de utilizar la posición política para enriquecerse por diversos caminos, todos ilegales, la clase política mexicana ha encontrado el acceso a enormes “ganancias”. Esta lucrativa actividad, es realizada desde todas las organizaciones políticas. El funcionariato, tienen un gran pretexto para comportarse de esa manera: todos lo hacen y se requiere meter la mano al cajón, para mantenerse en la cima; esto es, para ganar y detentar el poder, dentro de un sistema democrático, que requiere ganar elecciones a cualquier precio. Así es usual que la gran mayoría, sin escrúpulos, haga negocios desde el poder, obteniendo recursos de procedencia ilícita para utilizarlo en campañas políticas y enriquecerse.

Una vez que han expoliado los recursos del Estado, comienzan un largo y sinuoso camino en donde coinciden con otras organizaciones criminales: terroristas y narcotraficantes. Se trata del lavado del dinero sucio, para introducirlo a mercados formales, y que desde allí pueda ser utilizado sin ningún riesgo.

Ese fue el problema que enfrentó la mafia americana en los años treinta del pasado siglo, para formalizar sus utilidades, originadas por el trasiego de alcohol y extorsiones. El camino que encontraron fue el de comprar un gran número de restaurantes que simulaban obtener enormes ganancias. Pero una investigación del FBI, ideó que la manera de calcular el número de comensales que acudían a estos negocios, era mediante el análisis de la cantidad de manteles que eran enviados a la lavandería. Así se evidenció que los ingresos eran falsos, y en ese caso, Al Capone fue encarcelado por fraude fiscal. De ahí derivó la expresión “lavado de dinero”.

Sin embargo, la practica de lavado, no fue penalizada sino hasta 1986 en Estados Unidos. Los fiscales de Miami, iniciaron entre 1982 y 86 la “Operación Greenback”, en donde intervinieron diversas agencias del gobierno federal americano, para atacar y desfondar el trasiego de los narcotraficantes colombianos, logrando incautar decenas de millones de dólares. Durante esa operación, un asistente del fiscal, Gregory Baldwin, ahora reconocido especialista, a nivel mundial, en lavado de activos ilegales, se refirió al procedimiento utilizado por los cárteles colombianos, como “pitufeo”. El término se relacionaba con los conocidos enanitos azules, pertenecientes a una comunidad secreta muy trabajadora, ilustrados por el artista belga Pierre Culliford, conocido como “Peyo”.

Pitufear, significa fraccionar substanciosos depósitos de dinero, en pequeñas cuentas que no llamen la atención del sistema bancario. Si a ello agregamos la transferencia de esas cuentas a bancos de diversos países y paraísos fiscales para diluir el origen de los recursos, y finalmente triangularlo entre empresas “fantasma”, que solo se utilizan para reintegrar los fondos al mercado, operadas por prestanombres, conseguiremos tener el mapeo completo de un sofisticado método de lavado de dinero.

A partir del caso Chihuahua, el gobernador Corral ha expuesto el fenómeno de triangulación de recursos ilegales para aterrizarlos en partidos políticos. La llamada “Estafa Maestra”, ha desnudado  múltiples acciones para limpiar cerca de 8,000 millones de pesos de dinero sucio desde el gobierno Federal. Recientemente el caso Robles, ha identificado los métodos que en SEDESOL y SEDATU se utilizaron para transferir, fraccionar e integrar al mercado 2,130 millones de pesos utilizando 126 empresas fachada. Puro blanqueo.

Y la larga mano del lavado de capitales ha tocado una fibra sensible en esta campaña electoral: al candidato del Frente por México. Hasta ahora solo existen señalamientos políticos sobre su involucramiento para lavar más de 50 millones de pesos a través de una red bien organizada y que opera especialmente en España. Por cierto, el país ibérico se ha caracterizado por los múltiples casos de corrupción política, y especialmente de lavado de activos, que han llevado acabo políticos deshonestos, utilizando Andorra y Gibraltar para perder el rastro de la procedencia de dineros. Mala referencia.

El señalamiento es gravísimo, amplificado por la utilización indebida de la maltrecha Procuraduría General de la República (PGR), para atacar a un adversario político del actual gobierno. A ello se aúna el uso de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF), con fines electorales. Pronto será la hora de repensar la ubicación de esta estratégica entidad, de como reasignar sus funciones y establecerle obligaciones de aportar información al Sistema Nacional Anticorrupción, para combatir seriamente las redes que operan en el país.

Pero más allá de esto, y de que los antecedentes del candidato frentista no son los mejores, por su participación en el escandaloso caso de “los moches” en la trágica LXII Legislatura Federal; para poder limpiar su honra, debería acudir con algún bufete externo, especializado en lavado de dinero, para que proporcione una opinión experta e independiente sobre el caso. Gregory Baldwin, podría ser una buena opción, sabe de pitufeos, está en Miami y es un experto mundialmente conocido.

@carce55

Columna dominical de AM LEÓN, publicada el 4/03/2018.

GUANAJUATO ENFRENTE

Carlos Arce Macías

La decisión de conformar una coalición electoral, denominada “Por México al Frente”, conformada por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, tendrá repercusiones en nuestro estado. La amplia ventaja obtenida por Acción Nacional en tierras del Bajío sobre sus adversarios políticos, ha llegado al extremo de convertir a los últimos gobiernos panistas en un mecanismo de control gubernamental, muy cercano al autoritarismo.

Aunque el gobernador Márquez, respaldado por su biografía clerical, se resiste a admitirse como un gobernante poco demócrata y republicano, muchos guanajuatenses hemos podido constatar como su gestión ha devenido en acciones claramente contrarias al funcionamiento del orden republicano. Su comportamiento paulatinamente se ha ido modificando hasta presentar acciones propias de un autócrata, como el apabullamiento de la legislatura para conseguir nombramientos a su gusto; el involucramiento en las elección del próximo presidente del Supremo Tribunal de Justicia; pero sobre todo, la insistencia para designar un delfín o heredero político que, sin merecimientos ni méritos suficientes, guie a nuestro estado por aguas procelosas que se otean en el horizonte.

Bajo estos parámetros claramente antidemocráticos, en donde un poder señorea a los demás, es imposible la construcción de un Estado de Derecho constitucional, como lo mandata la más alta legislación, y lo exige un contorno democrático y de respeto a las libertades.

Pero henos aquí, padeciendo el sistema construido por el gobernador Oliva, de triste memoria, réplica al carbón del mecanismo partidario que controla, exitosamente el Estado de México. Se trata de una versión azul, del efectivo mecanismo de control gubernamental, en todos los ámbitos de la vida pública que tengan impacto sobre una futura elección, para afianzar desde el poder estatal, los resultados comiciales. Nos encontramos ante la burocracia panista disfrazada de partido político, un esperpento muy lejano a los planteamientos originales de Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna, sobre el funcionamiento gubernamental.

Más ahora el esquema previsto para la próxima confrontación se ha visto alterado. El acuerdo para signar una alianza intrerpartidaria, hace que en un entorno colonizado a plenitud por el panismo presidencialista, se deban ceder candidaturas a los nuevos aliados. Esto no le viene bien, a una institución empachada de tantos triunfos y plagada de exigencias partidarias por puestos relevantes. Siempre habrá más candidatos que candidaturas. Y en esta ocasión, los perdedores pueden emigrar a otras opciones, ávidas de capturar operadores políticos que les aseguren votos.

Una curiosidad que acarreará este proceso, será ver en el estado, ahora juntos y de la mano, a panistas y perredistas, antes enemigos irreconciliables. Este es un territorio ultraconservador, en donde se nos ha  consagrado al Señor, oficiosamente por el gobernador, y se amenaza con prohibir la celebración del Halloween en las escuelas, por tratarse de una conmemoración pagana. Veremos como queda la agenda de género, el matrimonio gay, la adopción por parejas del mismo sexo y el aborto, en esta extraña fusión abajeña, que nos presenta una conjunción traumática de militancias, con profundas diferencias ideológicas.

Pero también la próxima lisa electoral en Guanajuato, expone otras curiosidades. El joven Anaya, despreocupado e irresponsable, decidió atacar a los anteriores gobiernos panistas de Vicente Fox y de Calderón, acusándolos de no haber hecho bien su trabajo y ser tolerantes con el PRI. Esto puede tener repercusiones serias en Guanajuato. Atacar a Fox no es buena idea. La bravuconada anayista puede activar una intensa campaña de promoción de Meade en nuestro estado; no hay que pasar por alto que si alguien sabe y olfatea bien el campo electoral es el expresidente. No deberíamos olvidar que a su lado colaboró Jose Luis Romero Hicks, uno de los probables candidatos del PRI a la gubernatura estatal.

En el ocaso del siglo XX, las hazañas guanajuatenses en contra del autoritarismo asfixiante, fueron lideradas por dos importantes políticos: Vicente Fox y Carlos Medina. Incluir a jóvenes inexpertos en un ajedrez político cada día más complejo, es una temeridad que solo puede explicarse por la necesidad de protección a una administración como la de los Duarte en Veracruz y Chihuahua o Borge en Quintana Roo, no en el caso de una gestión seria y profesional como la que se presume en Guanajuato. Fox está tranquilo en San Cristóbal, pero las impertinencias de Anaya lo pueden acicatear para respaldar activamente a un candidato de su confianza. Por su parte, Medina Plascencia se ha retirado de su puesto en el ayuntamiento leonés y ha desatado todo tipo de especulaciones, las encuestas lo ubican como un candidato consistente, experimentado y ganador. Posee un capital político muy importante por la experiencia acumulada, y su solvencia moral es intachable. Todo esto lo convierte en el candidato ideal para Guanajuato. Márquez lo sabe, pero titubea al sentir que perderá el control de la trama política. De todas formas lo perderá. ¿Optará por un candidato bisoño, vulnerable y débil, sobre uno seguro, fuerte y experimentado? En la política, como en la guerra, los errores se pagan caros.

@carce55

Artículo publicado en AM LEÓN el 16/12/2017

DRAMA SHAKESPEARIANO

Carlos Arce Macías

Los hechos ocurrían apresuradamente, en tanto las horas  transcurrían inexorables. Los planes armados con mucho tiempo de anticipación, trataban de ceñir las diversas situaciones a lo preestablecido. Había que forzar a los partidos a jugar el rol que había sido preconcebido para cada uno de ellos, con la finalidad de entronizar, prácticamente sin competencia alguna, al todavía presidente del partido Acción Nacional, como candidato a la Presidencia de la República. Sería con un Frente, conformado por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, o sin él; de cualquier manera Ricardo Anaya será candidato presidencial.

Sin embargo, el oráculo ya ha signado el destino. Se anticipa una dura contienda nacional para elegir al próximo presidente, 128 senadores, 500 diputados 8 gubernaturas y el jefe de gobierno dela Ciudad de México y un gran número de diputaciones estatales y ayuntamientos.

El Sumo Sacerdote de la izquierda populista, desde que perdió la última contienda en 2012, inició su campaña hacia el 2018. Tesonero, como es su carácter, recorrió una y otra vez el país para conformar su propio partido, y desde ahí apoyar una candidatura totalmente asegurada por la vía unipersonal y absoluta.

Por su parte, el partido oficial, el PRI, enfrenta una peligrosa situación. A diferencia de otras confrontaciones similares, en donde lo que iba en juego era refrendar la posesión del poder presidencial, ahora lo que se disputa es la futura libertad del actual presidente y su camarilla más cercana. Ha sido tal el saqueo realizado desde el Ejecutivo a las arcas públicas, que resulta claro que, de no vencer en la próxima elección, el grupo puede acabar en la cárcel, dada la rapacidad con que acometieron los dineros públicos. En esta elección va en juego su cabeza.

El PAN, que parecía tener el viento a favor, con una candidata puntera, que anticipaba una interesante ventaja sobre sus adversarios, sacrificó la unidad interna y botó por la borda la solidez moral de su dirigencia, a lomos de la más absurda ambición de su dirigente nacional para erigirse como candidato. Con dolosos manipuleos, el ahora “sorpresivo” precandididato, evaneció las ventajas en la competencia, para mágicamente convertirlas en menoscabos. Lo que parecía fácil, la mano de Anaya lo trocó difícil.

Y mientras todo esto ocurre a nivel nacional, en ese océano proceloso, navegan otros actores políticos como el gobernador del estado de Guanajuato. Él sabe que la situación es delicada y que las decisiones a tomar, serán definitorias del destino de la entidad federativa, de su futuro político y su desarrollo económico y social.

Como muchos gobernadores, urdió una cuidadosa trama, para obtener el favor del señor de los dineros federales, mediante un trato empático y lisonjero. Sabía que cualquier relincho, podría tener consecuencia en el reparto de fondos para su estado. Pero siempre su relación con el entonces secretario de Desarrollo Social y luego de Hacienda y Crédito Público, fue de confianza y amistad. Se lleva bien con él y nunca se le ha escuchado crítica alguna hacia el bisoño candidato tricolor.

Por otro flanco, la alineación partidista  del Ejecutivo guanajuatense al grupo de torvos jóvenes que se apoderaron del PAN, se ha debido al interés por que se le permita designar a su delfín o sucesor desde el CEN panista. A diferencia de lo que marcaría el proceder democrático de su partido, en dónde la propia institución debía haber tomado en sus manos las decisiones sobre la candidatura del PAN a la gubernatura del estado, el señor gobernador decidió erigirse en Gran Elector. Remata su proceder, con la confianza que genera la cercanía de su delfín a las obscuras personalidades de la dirigencia partidista, cuando este formó parte de la hedionda Legislatura LXII, batida por el escándalo de los moches, resentidos directamente en Guanajuato, y hasta ahora no esclarecido por las instancias anticorrupción del partido blanquiazul.

Pero ahora Miguel Márquez se encuentra en un difícil dilema, al que la maquinación palaciega y la falta de transparencia y democracia partidista, inducida por el propio ejecutivo, lo ubica con crueldad ejemplar: ¿Con quién juega y a quién apoya el gobernador de Guanajuato? ¿Con Meade, su empático apoyador financiero o con Anaya y su frágil frente electoral, que le concederá la gracia del nombramiento a dedo de su sucesor?

La respuesta no se obtiene declarando a los cuatro vientos fidelidad partidista o respeto a una relación amable y profesional, sino paradójicamente, con la propia designación del candidato del PAN a la gubernatura del Estado. Miren, el planteamiento consiste en la aplicación del principio del máximo rendimiento. Lo explico: si el gobernador de Guanajuato apoya a su partido y al candidato Anaya, deberá impulsar aquella candidatura que propicie los más altos rendimientos electorales, sea quién fuere. La contienda será muy competida, y el Frente requerirá la mayor cantidad de votos posibles en aquéllos estados que domina a plenitud, como Guanajuato.

Todos sabemos que su delfín no levanta más entusiasmo que el de sus propios compañeros burócratas y apoyadores interesados, a los que ya se les ha ofrecido algún puesto. Si insiste en mantener como candidato oficial a su pupilo, estará manifestando su apoyo a Meade, ya que a sabiendas del bajo potencial de su incondicional, no le importará restar votos valiosísimos a su partido, y hacer más ceñida la elección guanajuatense. Ello beneficiará sin duda al tricolor y a su candidato. Sintetizando la paradoja: si postula al delfín, favorecerá al PRI; si busca al candidato que más altos rendimientos electorales garantice estará con el PAN.

Poco habremos de vivir, aquéllos que no alcancemos a ver el desenlace de este shakesperiano drama político. Prevemos días de agobio para el gobernador Márquez.

@carce55

EL PRIMER ERROR

Carlos Arce Macías
En diez días el PAN ha quedado descoyuntado en su versión nacional, en el momento más inoportuno, a solo cinco minutos de comenzar la verdadera competencia por la Presidencia de la República. En estos instantes, un inesperado golpe de mano, acaba de suceder en el Senado, cuando, en contra de la dirección del grupo parlamentario de Acción Nacional, las demás fuerzas políticas nombraron como presidente de esa cámara al senador panista Ernesto Cordero. La ruptura partidista, quedó a la vista.

 Un viejo dicho en el argot político reza así: “En política solo se comete un error, lo demás son consecuencias”. Hay que identificar ese error primigenio, que acabó desmembrando a Acción Nacional, ubicándolo en una profunda crisis.

Haciendo un rápido recorrido por los sucesos que marcan el deterioro panista, hay que partir del momento en que Margarita Zavala trocó su participación como candidata a dirigir el PAN, para externar su intención de ser candidata a la Presidencia del país; propiciando el arribo de Ricardo Anaya al timón del blanquiazul. Consideramos que el primer error, el fundamental, se dio en esa elección. Paso a las consideraciones del caso.


Se ha hecho famosa una caricatura de Pepe Gómez de 2011, aparecida en el Diario de Querétaro, en donde se dibuja al joven Anaya abandonando la plaza rumbo a una posición en el gobierno federal, mientras deja un desastre tras de sí, en todos los puestos ocupados, representados por coches estrellados contra postes en el camino. La caricatura tiene como base el negativo desempeño político del queretano como secretario particular del gobernador, coordinador de campaña a la gubernatura, diputado estatal y presidente del PAN-Querétaro. En cada una de las posiciones tuvo descalabros. Hizo manejos discrecionales de fondos desde la secretaría particular, que provocaron fuertes críticas al gobierno de Garrido Patrón. Se perdió la gubernatura, bajo su coordinación, en 2009. Como líder de su grupo en la LVI legislatura estatal, dividió al grupo parlamentario en dos mitades (sic). Ya en la presidencia estatal de Acción Nacional, el partido sufrió profundas divisiones, provocadas por sus maquinaciones y juegos de intereses. Sus coterráneos lo conocen muy bien.


Pero en lo personal corrió con suerte y tuvo el talento de evitar, a través de la intriga palaciega, que el fracaso lo alcanzara. El hecho de que un joven político, en lugar de ser víctima de sus errores, sea premiado con un puesto tras otro, hasta ser elevado a la diputación federal, propicia una peligrosa pérdida del sentido de responsabilidad. Sus actos no constituyen consecuencias negativas para él, labrando un liderazgo proclive a la temeridad y sobre todo irresponsable. Se puede, pues, actuar a contentillo, en pos de las más caras ambiciones personales, sin pagar el costo de los dislates.

Durante la elección del 2015 para elegir presidente del PAN, se dio la oportunidad de ubicar en el puesto a un personaje maduro, bien templado en las andanzas políticas y electorales: Javier Corral. Sin embargo las estructuras estatales, manipuladas desde el Comité Ejecutivo Nacional, así como la utilización de una maquinaria operativa muy costosa, presuntamente fondeada desde el grupo parlamentario del Acción Nacional en la Cámara de los Diputados, propiciaron una contienda totalmente dispareja e inequitativa. Anaya arrasó, sin tener los méritos suficientes para acceder a un cargo que presupone una enorme templanza y sentido de responsabilidad.


El nuevo dirigente, en poco tiempo, se olvidó de la complejísima operación que requiere la conducción de un organismo tan intrincado, como lo es una organización partidista. Conjuntó un grupo de incondicionales, y estos se dedicaron a aglutinar directivos y operadores estatales, a cambio de prometer candidaturas y puestos. Ahora el PAN tiene ante sí un cuerpo de dirigentes ambiciosos, decididos a beneficiarse de los cargos públicos que puedan conseguir.

Finalmente, la intención del nuevo dirigente nacional, quedó develada: ser el candidato del PAN a la Presidencia de la República. Una pretensión que exigía el inmediato abandono de la dirección del PAN. Distorsionar la democracia, para intentar poseer todas las canicas en juego, y lograr así el control total de la contienda, augura casi siempre algún tipo de rompimiento interno en las organizaciones. Pero se decidió correr el lance, sin importar mancillar el delicado proceso para designar al candidato más adecuado para representar a Acción Nacional en la contienda por el ejecutivo federal.

Hoy, el problema se agiganta, ya que el PAN no posee un mecanismo capaz de garantizar una buena conducción. Su dirigente nacional está inmerso en la contienda interna, y no hay a la vista un personaje con el señorío necesario para poner orden interno, todos están abocados a la contienda intrapartidista, transformada en guerra de lodo. ¿Dónde está el Don Luis Álvarez o el Carlos Castillo, capaz de disciplinar a los rijosos? El presidente del PAN es el principal actor de la refriega.


Sin vacilar podemos identificar que en ese nombramiento se encuentra “el primer error”. La consecuencia es haberse otorgado la venia, de seguir a pie juntillas, el ejemplo del PRI en 2006: la autoimposición de Roberto Madrazo desde la presidencia misma de ese partido, como candidato a la Presidencia de la República. El PAN parece decidido a seguir los mismos pasos, predestinados al fracaso. Nadie ha podido, hasta ahora, atemperar las desbordadas ambiciones del joven Anaya, que lanzarán al caño, los esfuerzos y sueños de miles de leales militantes. Conocemos el resultado del experimento.


@carce55

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ECONOMÍA DE CUATES

Carlos Arce Macías

 Turbulenta semana para Ricardo Anaya, publicitadísimo presidente de un partido político, y conocido por muchos mexicanos, a través de 1.4 millones de spots televisivos, utilizados para promover su imagen; y así, rodeado de sus “operadores incondicionales”, tratar de lograr la candidatura a la presidencia de la República.

 Un periódico de fama progobiernista, publicó un extenso y minucioso reportaje sobre el rápido aumento de la riqueza de la familia política del dirigente partidista. Los resultados que nos presentan, son que, coincidentemente con los 14 años de vida pública del joven Anaya, su familia cercana pasó de poseer un patrimonio de 6 inmuebles con valor de 21 millones de pesos, a 33 propiedades con un monto (supongo que catastral) de 308 millones.


 En el reportaje, solo se evidencia el desenvolvimiento del patrimonio de esta familia queretana. No hay acusaciones, solo información, que se deja maliciosamente a la opinión de los habitantes del zoológico político para que despedacen al autopublicitado dirigente.

 Por principio hay que poner en claro, que salvo que se pudiese comprobar trafico de influencias o uso de información privilegiada, estamos ante un caso de crecimiento patrimonial, aparentemente basado en una inteligente toma de decisiones, para comprar terrenos que luego pudiesen ser susceptibles de especulación inmobiliaria, transformándolos, en plazas comerciales, bodegas, hoteles, restaurantes y fraccionamientos residenciales.

 A la actividad, primero discreta a través de cuatro sociedades, desarrollada por esta familia de exitosos empresarios, correspondió luego la constitución de 17 empresas dedicadas a los siguientes giros: comercialización, arrendamiento, desarrollo inmobiliario, construcción, explotación de hoteles y de restaurantes. Una gama importante de actividades empresariales propias de una ciudad en explosivo crecimiento, como ha sido el caso de Querétaro en los últimos veinte años.

 Más la sobrerreacción del político, a la información propagada, resultó singular. Dirigentes y mandatarios de su partido, se aprestaron diligentemente a protestar por el artero ataque enderezado en contra de Ricardo. “Es una infamia”, espetó ante los medios, acusando al periódico de presentar, como propia, una investigación realizada por el gobierno para desprestigiarlo. El escándalo tomó, como lo esperarían sus adversarios, notoriedad declarativa, erosionando profundamente la cuidada imagen del joven dirigente partidario.


 Ahora bien, el relato periodístico, resulta ser la crónica normal, del desempeño de muchos políticos mexicanos, pertenecientes a todos los partidos. Consiste en lo que los economistas han denominado como “Crony Economy”, o economía de cuates. Esta se basa en la complicidad entre políticos y empresarios, para favorecerse mutuamente, eliminando los riesgos y el cumplimiento de la complicada tramitología de muchos proyectos empresariales convenencieramente apoyados “desde arriba”. El gran movimiento progresista, encabezado por Teodoro Roosvelt, a finales del siglo XIX en Estados Unidos, tuvo entre otros objetivos, demoler este sistema que permitió la operación de poderosos monopolios, y en las comunidades más pequeñas, el afianzamiento de oligarquías citadinas dueñas de la política y la economía del lugar, que impedían la expansión de los mercados y la mejor distribución del ingreso.

 El relato del desarrollo exitoso de empresas en México, no se explica, generalmente, sin el toque mágico de la política. Ahí está Slim, beneficiado con la venta de un monopolio por Salinas de Gortari. Pero en lo local, también se tejen historias de éxito, gracias a la divina intermediación de políticos, que desde puestos estratégicos y utilizando sus influencias, logran remover con facilidad las barreras de entrada a los mercados, normalmente bloqueados para los ciudadanos comunes y corrientes: licencias de alcoholes, usos de suelo, permisos de construcción, licencias de anuncio, aprobaciones de traza, permisos de venta, extensiones de horarios, etc.


 Por lo tanto, el reto que tiene México, no es regresar al estatismo y socialismo ineficiente de los años 70 del siglo pasado, sino el tránsito, hacia un capitalismo funcional, basado en el artículo 28 de la Constitución, que decreta la competencia leal y la libre concurrencia a los mercados para los ciudadanos. El ejemplo del joven Anaya, sirve para demostrar que las políticas de desregulación económica y mejora regulatoria, deben de ser llevadas hasta sus últimas consecuencias, especialmente en las ciudades mexicanas, con la finalidad de evitar la “concentración de éxitos empresariales” en unas cuantas manos, gracias a las amables recomendaciones de parientes, cuates o patrocinadores, posicionados en un puesto político; todo ello sin olvidar, que quienes han sublimado este método, elevándolo a la altura del arte, ha sido la tribu de políticos originarios de Atlacomulco, en el Estado de México. Frente a ellos, palidecen los queretanos y cualquier otro grupo de mexicanos. Son los amos y detentadores del grueso de la economía de cuates.

 Finalmente, resulta penoso, que sobre todo los jóvenes que empiezan a acceder a puestos destacados de la política, tanto a niveles nacionales como locales, no entiendan algo muy sencillo: a la política no se va a hacer negocios, ni para ellos, ni para sus familiares. Solo se va a servir, acatando el mandato establecido en leyes. Así de fácil y así de difícil.


@carce55

ROMERO HICKS

 Carlos Arce Macías

La disputa en el PAN se ha trabado entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya. El resultado de esa contienda está generando más divisiones y enconos, que beneficios, toda vez que la condición de la lucha, no podrá ser resuelta por un mecanismo democrático y equitativo. El desempeño imprudente de la actual dirigencia blanquiazul, ha promovido el conflicto, y utilizado su posición privilegiada como presidente de ese instituto político, para posicionarse injustamente, como candidato. El árbitro se volvió jugador.

 De esa forma, hacia el futuro, no se avizora solución alguna, ya que el reclamo de la grey de Margarita a cada momento se trona más punzante y radical. La unidad del PAN, frente a la carrera presidencial de 2018, se advierte lejana e improbable. Sin esta condición, resulta muy difícil salir avante, frente a lo cerrado de la pelea. Todo supone una competencia a tercios, en donde no habrá lugar para titubeos, y en la cual, la pérdida de unos cuantos puntos porcentuales de intención de voto, significará el desplome del partido y su candidato.


 Por eso, la noticia que ahora se filtra, sobre la posible postulación en el PAN de un nuevo precandidato, en la persona del senador Juan Carlos Romero Hicks, nos hace albergar esperanzas de que el PAN pudiera presentar un candidato muy sólido, que logre conjuntar el apoyo de amplios sectores de esa organización partidista, y que neutralice la radicalización actual de la competencia interna, que está siendo devastadora.

 Juan Carlos, posee atributos únicos, que lo hacen ver como un candidato casi ideal, para estos momentos. Enumero y comento estas condiciones. Primero, su trayectoria está bien cimentada en la administración pública. Ha sido rector universitario, gobernador de un estado y parlamentario de alto perfil. Con mano de seda, ha sido crítico y duro, sin necesidad de agraviar con grosería. En el desempeño de los cargos públicos, siempre ha impuesto el diálogo como la forma de operación política, para lograr resultados. Su gubernatura, fue calificada como positiva, fomentando el hiper desarrollo industrial de la entidad.

 En muy poco tiempo, logró el respeto de funcionarios gubernamentales y de senadores de otros partidos, gracias a su conducta tolerante y el cumplimiento puntual de acuerdos. Su palabra vale, y eso es muy importante para un político que se precie de serlo. No traiciona, y eso, en los momentos que vive el país, resulta de gran valía; esa es una rara virtud que difícilmente florece en nuestro entorno.


 Pero destaca también el carácter binacional de su persona. Y creo que esa es una circunstancia que debe de evaluarse con minuciosidad. Hijo de madre americana, y casado con estadunidense, ha mostrado su desempeño político en Estados Unidos, sin complejo alguno. Esta consideración es sumamente significativa. El conocimiento de la psique norteamericana, de la cultura de nuestros vecinos del norte, de sus reacciones y fobias, en estos momentos de la relación entre México y los Estados unidos, ubican a Romero Hicks, en una posición privilegiada. Surge de pronto, un liderazgo político, que puede hablarse de frente, y en su mismo idioma, con Donald Trump y su gobierno. Su reciente discurso, ante el senado de Arizona, fue una muestra de ello. Fue serio y convincente.


 Independientemente del anuncio, de su nuevo empeño, la identificación de un nuevo personaje en la búsqueda de la presidencia, de las características morales y éticas de Juan Carlos Romero Hicks, descubren a un nuevo actor, difícil de encontrar, en el páramo de la clase política actual. Esta es una buena noticia.

Twitter: @carce55