Carlos Arce Macías
Dentro del capítulo de ingresos que cobran los gobiernos, se encuentran las contribuciones, y relativas a estas, aparecen los impuestos, los derechos y las contribuciones de mejoras. No lo digo de memoria, sino repasando los apuntes de Derecho Fiscal de uno de mis mejores maestros de la Universidad de Guanajuato: el doctor Miguel Ángel García Domínguez. Pues él nos enseñó que los impuestos tienen como objeto, la búsqueda de signos de riqueza. Se trata de una acción justiciera, en la que se identifican condiciones que revelan un caudal monetario y por lo tanto, un situación de prosperidad de ciertos grupos, por encima de otros contingentes de la sociedad. Los que exteriorizan una mayor riqueza contribuyen solidariamente al bienestar de toda la comunidad, cobrándoles impuestos.
El más conocido es el Impuesto sobre la Renta (ISR) que afecta el capital de una persona, también el famoso IVA, que grava el consumo. Quién más compra, más rico se estima que es, y, por lo tanto, más contribuye. En el nivel municipal, el impuesto más popular es el predial, referido a las propiedades que una persona posee. Es un síntoma obvio de riqueza, y por lo tanto se ve afectado por un impuesto que cobra el municipio y que contribuye de manera directa a solventar los gastos generales de la administración local.
Pues bien, resulta que, sorprendentemente, se devela que el club social y deportivo más exclusivo de la ciudad de León, el Campestre, cotiza para efectos de ese impuesto con valores ridículos, por haberse hecho pasar como un predio agrícola. Me dicen los que saben, que la diferencia entre pagar lo correcto y la trampa maquinada para defraudar al municipio, significa una cantidad ridícula al año para cada uno de los socios, todos personajes descollantes de la sociedad leonesa, ahora expuestos a la burla pública.

Quien diseñó la estafa, debe de ser un pícaro. Quién la permitió desde el municipio, un corrupto que debe de ser sancionado de forma ejemplar. Y esto significa no solo analizar oficios y sus firmas, sino identificar órdenes e instrucciones precisas, giradas por algún funcionario, para llevar a cabo el timo.
Pero el momento es esperanzador, pues se da justo al inicio de una nueva administración. Urge pues que despejen dudas e inicie el esclarecimiento del enredo y se aplique la sanción para los que sean culpables. ¿Se dan cuenta que con hechos como este corroboran el discurso justiciero de AMLO? ¡Vaya manera de darse un tiro en el pie! Cualquier día puede haber opinión de esto en la mañanera. Morena se los debe de agradecer.
La administración del impuesto predial es delicada. Su finalidad no solo es recaudatoria sino también regulatoria. El gravamen es utilizado para evitar la especulación y propiciar la baja de los precios de los bienes inmuebles en beneficio de los consumidores. Permitir que en zonas estratégicas de las ciudades permanezcan grandes extensiones de predios baldíos, capitalizando la urbanización de la ciudad, y obligando a extender la mancha citadina innecesariamente, concede un beneficio injusto para unos cuantos terratenientes. Hacia allá debe dirigir sus esfuerzos el nuevo cabildo.
Pero en esto de los prediales, en todas partes se cuecen habas. Como es el caso de Guanajuato Capital, en donde el cavernario alcalde que padecemos, ha ordenado hacer avalúos de gabinete, para ilegalmente aumentar el próximo impuesto predial a los capitalinos.
Para imponer un nuevo valor a un terreno se deben cumplir los siguientes requisitos: ordenar el avalúo; hacerlo, mediante una visita al predio de los valuadores municipales; formular una propuesta; notificar esa propuesta al propietario; y si no hay inconformidad que despejar, alterar los valores vigentes, para que, en el siguiente cobro, se haga con fundamento en el nuevo avalúo.
Pues he aquí que el celebérrimo munícipe decidió elevar los valores hasta en 400% en sus pseudoavalúos chafas, lo cual se verá reflejado en los cobros de enero del impuesto predial. Algo debería hacer la oposición en el ayuntamiento, pero más el Congreso al revisar la Ley de Ingresos del municipio, no solo inspeccionando la tasa impositiva, sino el incremento de valores fiscales del suelo. Otra deshonestidad más, del gobierno-botín que padecemos.

Para terminar, ahora que la animosidad se cierne sobre el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción, el cual pienso que comienza a hacer un buen trabajo, no sería mala idea que gestionaran un estudio detallado del comportamiento de los municipios en la aplicación del impuesto predial. Podrían comenzar por León y Guanajuato. Habría muchas sorpresas, y los ciudadanos lo agradecerían.
