Carlos Arce Macías
Una buena pregunta: ¿Cuándo ha habido elecciones limpias en México? La respuesta debe de ser contundente… ¡nunca!

Pues bien, considero que este es el argumento fundamental para evaluar el papel de las instituciones encargadas de organizar y procesar la voluntad del pueblo, a la hora de escoger a las personas que ocuparán los cargos de gobierno y representación, y que están encargadas de velar por la autenticidad y efectividad del sufragio.
Y el obscuro panorama que plantea la pregunta inicial, se convierte en un potente ariete para atacar y criticar al Instituto Nacional Electoral (INE) y sus órganos estatales correspondientes, como el Instituto Estatal Electoral de Guanajuato (IEEG), aparte de conocer los miles de millones de pesos que mal gastamos en organizar elecciones. Un drama, que después de tanto tiempo, los comicios no sean limpios y por lo tanto confiables.
No seamos avestruces que enterramos la cabeza en un hoyo, para evitar ver la realidad. Nuestras elecciones están tocadas de nulidad, si se llevaran a cabo las investigaciones necesarias. Carretadas de dinero, identificadas por los controles de circulante del Banco de México, que detectan el incremento substancial de dinero en efectivo en circulación durante los periodos de elecciones, tan solo 62,150 millones de pesos más entre marzo y mayo de este año. Eso es real, conocido y comprobable (El Economista 19 de mayo).
En multitud de localidades puede detectarse desde semanas antes de la jornada electoral, el trasiego de dinero y diversos productos para condicionar, coaccionar, comprar y evitar emitir votos. Las rifas de calentadores solares, la distribución de despensas, la entrega de vales, la repartición de láminas y sacos de cemento, el condicionamiento de obras públicas futuras para la obtención del voto. Pura tranza electoral, que todos ven y muchos padecen, con excepción de los órganos encargados de garantizar la certeza y la legalidad de las elecciones.

Por supuesto, las zonas en donde habitan los grupos más vulnerables de la sociedad son aquellas en donde los traficantes de votos sientan sus reales, los llamados “operadores”, como es el caso de Ludovico Mata en el municipio de Guanajuato, encargado de amenazar y embaucar electores para obtener votos ilegítimos de ciudadanos violentados en su dignidad. Desde posiciones de poder gubernamental como el ayuntamiento y el sistema municipal de agua (SIMAPAG), acompañado por personajes como un tal Arrieta y “El Cuino,” o el delegado municipal en San José de Llanos, estos despreciables individuos infestan la zona rural guanajuatense con dádivas, ofrecimientos y coacciones, en tanto el candidato beneficiado, coordinador de toda la operación, transita en estado de gracia por una elección, a todas luces ilegal, tan solo por el uso de programas gubernamentales y por superar con creces los gastos de campaña. La doctora María Aparo Casar en su libro “Dinero Bajo la Mesa”, afirma que, en una elección mexicana, por cada peso, se invierten veinticinco más en dicho proceso, superando con creces los límites de campaña autorizados.
Esta cuestión hiere de muerte a la democracia; sobre todo cuando se trata de una reelección, ya que se controlan a plenitud los recursos gubernamentales. Más cuando ni siquiera se dispone de un contralor municipal, como es el caso de Guanajuato Capital. ¡El paraíso del mapachismo! La caja abierta, para ganar la elección usando el dinero público.

Continuemos. Nueva pregunta: si no ha habido elecciones limpias ¿para que se necesitan el INE y el IEEG? La trampa está tendida por el presidente de la República para desconocer los resultados si no le son favorables, y si sale victorioso, podrá llevar a cabo su intención de eliminar los órganos autónomos electorales. Son prescindibles y “el pueblo” lo avalará. Conoce bien las trampas, ya que son los sujetos de ellas.
La tragedia es la tranza electoral a la que están acostumbrados los partidos políticos. Esa tranza que se alimenta de enormes cantidades de dinero, que también producen grandes fortunas para los pillos que se dedican a “operar”. El IEEG sabe, en Guanajuato, quienes son, conoce sus nombres porque son famosos y legendarios. Si les permiten maniobrar a sus anchas, luego no se quejen cuando les caiga la guillotina cuatrotera y liquiden la institución. Están prohijando el golpe definitivo a la contrahecha democracia electoral mexicana. El modus operandi de candidatos y partidos, es insostenible. Van derecho a la trampa.
