CAPTURAR LA ELECCIÓN

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Carlos Arce Macías

Lo peor para los partidos políticos que detentan el poder, es lidiar con la incertidumbre, que es la naturaleza de una elección. ¡Es tan bonito apropiarse del poder! ¡Aferrarse a él, asirlo sin posibilidad de que sea arrebatado! ¿A quién diantres se le ocurrió inventar eso de la democracia y establecer procesos para ratificar o despedir a los miembros de una organización política del ejercicio de su potestad? ¡Malditos atenienses, malditos ingleses y franceses con tan poca estima por sus monarcas absolutos! En la canija democracia se les sujeta al oprobio del voto ciudadano para mantenerse al frente de los gobiernos. Así piensa cualquier político encumbrado.

Democracia ateniense

Ante la determinación constitucional de dotar a los civiles de derechos para remover a gobernantes a su gusto, mediante el sufragio, los partidos políticos han ideado planes y estrategias para controlar la incertidumbre electoral y reducirla a su mínima expresión. Desde hace tiempo muchos mexicanos han sido sujetos de los experimentos ideados para no someterse a la voluntad de los gobernados y apropiarse por años del poder. Durante el siglo XX, el PRI tuvo la receta para instaurar la dictadura perfecta: el control de los órganos electorales incrustados en el gobierno, acompañado de la simulación de popularidad mediante la movilización multitudinaria y la manipulación de un sector del electorado, clientelizándolo y ofreciéndole dinero y dádivas.

Quienes fuimos testigos de este método, vimos el desfile de votantes que se trasladaban de casilla en casilla votando doble o triplemente. El retiro de credenciales en zonas no proclives a votar por el oficialismo, el acarreo masivo de votantes, la alteración de actas, la expulsión de representantes de otros partidos, el embarazo de urnas, así como su robo en caso de ser necesario. Para evitar todas esas tranzas, se creó el IFE que luego se rebautizó como INE. Pero todo este cúmulo de arbitrariedades fueron parte del plan para capturar la elección en juego y mantenerse eternamente en el poder.

Finalmente los periódicos y medios de comunicación, bien aceitados con fuertes planes de propaganda gubernamental, se encargarían de construir una buena narrativa, que sublimaría el amor del pueblo, bueno y sabio, por sus gobernantes. La oposición, conservadores trasnochados, habían sido derrotados una vez más. Así durante 70 años consecutivos.

Desde el gobierno se movilizaban a las personas de las zonas más deprimidas y a los miembros de sindicatos para que acudieran a mítines y marchas que glorificaran las proezas del grupo gobernante. Para ello no dudaban en ofrecer transporte gratuito, refrescos de sabor y tortas de queso de puerco. El evento multitudinario, sería amenizado por alguna banda o artista conocido, luego vendrían los aburridos discursos, que habría que aplaudir a la fuerza. Con ello el mensaje estaba enviado: la gente apoya, ferviente y mayoritariamente, al partido del gobierno.

Con anticipación en el campo y las zonas depauperadas de las ciudades, se repartirían escrituras de terrenos, láminas, cemento, varillas, gallinas, tractores y utensilios de labranza. El día de la elección ofrecerían un billetito para votar por el PRI, más una camiseta y una gorra. Todo sería pagado con recursos públicos sustraídos desde los gobiernos en el poder.

La transición a la democracia de los inicios del siglo XXI preveía un cambio profundo: partidos políticos responsables, elecciones limpias, fiscalización, rendición de cuentas y combate a la corrupción, entre otras acciones. Casi todo quedó inconcluso, creando una fisura para volver al pasado. Veintitrés años después, una nueva versión del vetusto y corrupto PRI, se propone capturar los próximos comicios, mediante una nueva elección de Estado.

Por lo pronto, han intentado regresar los órganos electorales al control directo del Ejecutivo Federal; ayer acarrearon ciudadanos, repartieron camisetas y cachuchas, tortas y frutsis para llenar el zócalo, en una fingida manifestación de apoyo incondicional al presidente, pagada con dineros públicos. Los gobiernícolas federales pretenden capturar la elección de 2024, no quieren constreñirse a la voluntad de ciudadanos libres. No desean la democracia, aspiran al autoritarismo. Habrá que vencerlos el próximo año y concluir la transición. Todo por el bien de México.

Debe ganar el voto libre

 

 

 

 

 

 

 

 

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ALIANZA OPOSITORA, SOLO SIN PARTIDOS CÁRTEL

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CARLOS ARCE MACÍAS

El cambio de siglo trajo consigo una transformación profunda de las organizaciones políticas que no hemos sabido entender a plenitud. Ya los politólogos Richard Katz de la Universidad John Hopkins y Peter Mair del Instituto Universitario Europeo, desde 1995 identificaban los cambios profundos que estaban sufriendo los partidos políticos en su libro “Democracia y Cartelización de los Partidos Políticos”. En este texto, los autores desgranan los tipos de partidos existentes: partidos de cuadros, masas y catch-all (atrapa todo).

Mair y Katz

El partido de cuadros es el modelo que siempre tuvo, por ejemplo, el Partido Acción Nacional. Está organización procuró una cuidada selectividad de sus miembros, para convertirlo en ejemplo vivo de ciudadanía activa, decidida a llevar al poder a personas con alta preparación técnica (uno de los postulados más importantes de Gómez Morín) y de rectitud ética que garantizaran buenos gobiernos. Llama la atención que su fin principal no es ni siquiera la obtención del poder ganando elecciones, sino el reconocimiento de la eminente dignidad de la persona y por consecuencia, el reconocimiento de sus derechos fundamentales y la construcción del bien común.

Por otra parte, el partido de masas se propone organizar políticamente a amplios sectores de la sociedad. Se trata de una estructura de corte popular, construida para intentar mediar entre el Estado y la sociedad civil. Es el modelo seguido por el PRI y el PRD. Incluso recordemos los sectores tradicionales: campesino, popular y la clase trabajadora. El nacionalismo revolucionario fue la ideología sobre la que se sustentó el Revolucionario Institucional, durante setenta años.

Al paso del tiempo, los partidos se fueron escorando hacia las tácticas de la mercadotecnia y la comunicación política, con la finalidad de adaptarse a las aspiraciones de la sociedad, pulsadas hacia el momento de la elección. ¿Qué quería el partido? Lo que las encuestas marcaran como interés de la sociedad. Así se construyeron programas y se diseñaron las campañas. Lo importante era ser convincentes y atrapar al mayor número de votantes posible. Había zanahorias para todos. Esa es la táctica catch-all. Y allí quedaron posicionados todos. Escrutando los intereses de los votantes, para rápidamente prometerles la satisfacción de estos. Los principios de doctrina y programas de acción política acabaron en el bote de la basura, en aras de un empirismo galopante.

Pero los autores Katz y Mair identificaron un naciente fenómeno: el sistema de partidos cártel. Y aquí es dónde el asunto comienza a ponerse caliente el asunto. Los académicos se dieron cuenta que paulatinamente los partidos se fueron convirtiendo en una maquinaria electoral y administrativa, que fue siendo subsidiada desde el gobierno, de forma cada vez más profusa. Carretadas de dinero llegaron a los institutos políticos, para profesionalizar a sus cuadros y sustentar las campañas electorales. Se convirtieron en empresas electorales y de gestión del poder.

Esta burocratización partidaria fue produciendo cúpulas con capacidades presupuestarias cada vez más grandes. De esta manera, se fueron haciendo del control de los partidos, excluyendo a las militancias y consolidando una partidocracia inamovible. Hoy, los partidos políticos no necesitan militantes, y menos sus discretos recursos. Son autónomos de los ciudadanos, por eso hacen lo que les viene en gana.

Así la política del día a día, fue construyéndose a través de acuerdos cupulares entre los liderazgos de cada organización. Pronto se establecieron pactos entre los partidos, zonas de control específico, amistades, respaldo y negocios particulares entre la élite política. La definición de cártel es “el convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la producción, venta y precios de determinado campo industrial” (Diccionario RAE). Como en la industria, este fenómeno se implantó en la política mexicana. Los arreglos cupulares substituyeron a la frágil pauta democrática.

El momento estelar de la cartelización de los partidos se evidenció en la LXII Legislatura Federal. La legislatura de los moches y de los acuerdos inconfesables entre los principales partidos gobernantes. Donde la oposición se sustituyó por la negociación. La administración peñanietista repartió concesiones, privilegios y fondos a todos sus aliados.

La forma de romper esta sólida alianza, amalgamada por la corrupción, fue a través de un movimiento o partido, ajeno al cártel, con características populistas y contestatarias. Una organización dispuesta a prometer todo, sin mayor recato. Decidida a disponer de los fondos gubernamentales para repartirlos alegremente entre sus apoyadores y lidereada por un agitador social. Estas circunstancias y el hartazgo provocado por los abusos y corrupción de los partidos cártel provocaron los cambios de 2018.

Ahora, confrontar al movimiento populista, requiere un replanteamiento total para una alianza partidaria de oposición. Lo primero que hay que garantizar es que no vuelva a reconstruirse el sistema de partidos cártel que terminó en una red de corrupción de alcance nacional. Para ello es necesaria la intervención de grupos externos a la clase política, de ciudadanos organizados, que impidan el renacimiento del cártel y garanticen la reconstrucción democrática de la vida pública de México. Significa una lucha frontal contra la demagogia y la corrupción. Esto le saca alergia a la clase política tradicional. Los enemigos están adentro y afuera.

¿Como construir confianza?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA FIESTA DEL DEDAZO

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Carlos Arce Macías

Trataré de sintetizar las dos formas que se han inventado para designar representantes de los ciudadanos a un congreso o parlamento. La reciente propuesta de reforma electoral del presidente de la República contiene la eliminación del método de mayorías para adoptar un esquema de representación proporcional puro para elegir diputados y senadores, reduciendo también su número.

Una forma de elegir un representante es dividir el territorio en distritos electorales, en los cuales se establece una competencia entre diversos candidatos. El que saca más votos, gana. A este procedimiento se le llama de mayoría, y es utilizado en Inglaterra y Estados Unidos. Este diseño tiene efectos en el sistema de partidos, porque normalmente conduce al bipartidismo. Si usted desea implementar una competencia que elimine organizaciones partidarias, use el sistema de mayoría, que terminará produciendo un enfrentamiento entre solo dos fuerzas. Estados Unidos tiene a demócratas y republicanos, Inglaterra a liberales y conservadores.

La otra opción es conformar circunscripciones territoriales por cada estado de la República, en donde cada partido presente una lista de candidatos. En la elección se vota por cada partido, y entrarán como representantes el número de postulados que les de el porcentaje obtenido en la votación. Si las posiciones son 10, y tres partidos sacan el 30% cada uno habrá ganado tres diputados y un último representante se asignará para el que obtenga el resto mayor, que pudiera ser un cuarto partido. Matemáticamente se distribuyen los escaños y se garantiza la representación de todas las fuerzas contendientes. Su efecto en el sistema de partidos es el multipartidismo. Muchos países europeos utilizan esta fórmula.

El método de representación proporcional pura es el qué menos distorsiones presenta. Cuando se afirma que por los diputados de representación proporcional nadie vota, estamos ante una gran mentira, porque votamos por listas plurinominales impresas al reverso de nuestra boleta.

Por otra parte, el problema más serio que presenta el sistema mayoritario es que si la votación es muy cerrada y finalmente un solo partido se llevara la mayoría de las posiciones, se dejaría sin representación a un enorme porcentaje de la población. Miren, si un partido gana con el 51% de los votos en cada uno de los distritos, al final quedaría sin representación el 49% de los electores.

Para evitar estas distorsiones se han inventado métodos híbridos que combinan a los sistemas de mayoría con los de representación proporcional, para matizar las deformaciones que se presentan en el esquema de mayoría pura. Es el caso de México en el que se combinan ambos sistemas: 300 diputados por mayoría y 200 plurinominales, distribuidos en cuatro circunscripciones.

Esta combinación de sistemas enfrenta un problema: la posibilidad de sobre representación de un partido, cuando gana muchas mayorías. Es el caso legendario del PRI y ahora de Morena. Dicha situación la resolvió Guanajuato de forma científica en 1994, mediante un modelo matemático propuesto por los investigadores del Centro de Investigaciones Matemáticas (CIMAT). La ecuación resolvía el problema de la sobrerrepresentación. Pero los intereses egoístas de los partidos, necios en asegurar un escaño para su líder, eliminaron tontamente esta legislación. El tema, un tanto olvidado, se puede consultar en esta liga: https://redaccion.nexos.com.mx/por-que-plurinominales-una-historia-personal-de-la-democracia-en-mexico/

La propuesta que el gobierno ofrece en su reforma electoral elimina de plano el método de mayoría para sustituirlo por uno de representación proporcional pura. El problema que se evidencia es que el sistema de partidos mexicano tiene bloqueada la democracia interna de los institutos políticos. En lo doméstico, la dirigencia de cada partido tendría capacidad de formar sus listas plurinominales a contentillo de su camarilla autocrática. Sería una vía para engordar, aún más, las partidocracias actuales que enseñorean a las organizaciones partidarias. ¡Cuidado! La fiesta del dedazo quedaría garantizada.

Debemos defender a la institución con la cual se ha avanzado para mejorar las elecciones en nuestro país. Incluso hay que marchar en su defensa. Sin embargo, hay que ser conscientes y reconocer que las votaciones en México no son limpias. Su legitimidad está comprometida por culpa de partidos y gobiernos que condicionan y compran votos descaradamente, sin que las fiscalías conformadas para perseguir delitos electorales los investiguen, persigan y castiguen. Ese es el gran tema pendiente y es también el generador de la corrupción que nos carcome.

El dedazo anula la democracia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA PEOR OPCIÓN

Carlos Arce Macías

A finales de los años ochenta del siglo pasado, resultaba muy fácil para los estrategas del Partido Acción Nacional (PAN) en Guanajuato, determinar cuáles serían los movimientos futuros del Partido Revolucionario Institucional (PRI), porque esencialmente, se trataba de las instrucciones que dictaba el gobernador del estado, Rafael Corrales Ayala. Irlos emboscando y cerrándoles el paso a sus tácticas de partido del gobierno, era totalmente predictivo. Muchos años después revelaremos la forma en que se hacía.

El “Señor Gobernador”

El antecedente principal es que, frente a la oposición, se presentaba un partido unido, gigantesco, casi sin fisuras. Un verdadero gigante electoral, que arrasaba a placer en aquellos lugares que eran de su interés, permitiendo alguna efímera victoria para que se pudiera alardear de que se vivía en un sistema democrático.

El partido era el gobierno, ya fuese estatal o municipal. En épocas electorales la burocracia gubernamental se transformaba en militancia tricolor, organizada y con recursos cuantiosos para mantener una operación territorial fundamentada en un clientelismo populachero y la violación, de ser necesaria, de los paquetes electorales, trampa que se realizaba en las mismas oficinas de los consejos estatales o municipales, embarazando urnas o alterando actas. Todo funcionaba en torno al designio priísta, es decir, bajo el deseo y voluntad del “señor gobernador”.

El día a día del gobierno, se sincronizaba desde el Palacio de Gobierno, sede del poder ejecutivo en aquellos tiempos, en los que la ciudad de Guanajuato era el asiento de todos los poderes estaduales. El gobernador giraba órdenes, hacía nombramientos en todas las áreas, independientemente que pertenecieran a los poderes legislativo o judicial. Así era antes. Ni soñar en una república funcional.

Pero no contaban con la capacidad del PAN, principal partido de oposición en aquél entonces, que demandaba el establecimiento de una vida democrática plena, división de poderes y gobierno profesional que garantizara buenas administraciones públicas, con sentido humanista y concentradas en el logro del bien común.

Así las cosas, resulta que los picudísimos dirigentes del partido albiazul, habían descifrado el código madre del actuar priísta. Esa feliz circunstancia, otorgaba en ese tiempo una invaluable ventaja estratégica al PAN. La fórmula era genial por su sencillez… la revelaremos ahora, pero guarden el secreto celosamente, no lo compartan con nadie. Va: el PRI actuaba siempre en contra de la lógica más elemental. Siempre tomaría la peor opción. La equivocación estaba cantada. Los escogidos serían los peores candidatos, cargados de mala fama. Todo procesado en un tortuguismo ineficiente que impedía al gigante moverse con agilidad, pues todo dependía del designio de una pequeñísima camarilla que rodeaba al gobernador. Casi en todos los afanes, se cruzaban los intereses perversos dirigidos a hacer negocios inconfesables, que torpedeaban cualquier iniciativa que permitiera hacer las cosas con corrección y bien. Cada movimiento y decisión era predecible con mucha anticipación. La “Ley de la Peor Opción”, se cumplía inexorablemente. Ese era el secreto.

Elegir el peor camino

Y es que así sucede cuando los gobiernos no abrevan de las fórmulas democráticas, que permiten la oxigenación y el saneamiento constante de la vida pública, eso le pasó al PRI. Poco a poco, todo lo pudre la corrupción, si es tolerada y fomentada. Sin darse cuenta, se esfuman los espacios para una acción positiva, porque todo queda encadenado a los siniestros intereses de gobernantes que traicionan impunemente a la sociedad, robándole los presupuestos públicos.

Recordando estas viejas historias, hoy nos congratulamos que los gobiernos modernos que hemos elegido en procesos prístinos y legales se alejen del obscuro pasado que acabamos de relatar. Es bueno que la conducción con sentido de gobernanza, sin dedazos autoritarios, bajo parámetros democráticos de alta calidad y respetuosos de la división de poderes, haga imposible que acabemos atrapados por la Ley de la Peor Opción. Son otros tiempos ¿verdad? Porque da escalofrío pensar que al actual gobierno le sea aplicable esta tremenda ley. Si así fuera, en una confrontación directa con el presidente de la República, el resultado sería fatal para Guanajuato. De antemano sabrían en Palacio Nacional que su adversario escogerá siempre la peor opción. ¡Glup!

Confrontación.

 

 

 

 

 

 

 

 

GUANAJUATO 88’

Carlos Arce Macías

Para los que vivieron estos hechos

Hace treinta y tres años el Partido Revolucionario Institucional sentía encontrarse en el apogeo de su poder. Aún cuando había pequeñas señales que predecían su caída, en su interior, alrededor de la figura hierática de Rafael Corrales Ayala, la camarilla tricolor se sentía invulnerable.

Rafael Corrales Ayala

Las estratagemas desde el poder, los instrumentos gubernamentales, los premios y castigos que se distribuían desde la cúspide, los negocios que se sustentaban desde el tráfico de influencias parecían garantizar la permanencia del vetusto partido político, jamás abierto a la competencia interna, carcomido, por un revoltijo de intereses de toda calaña. Lo único que lo mantenía en el poder, era la creencia de que no podía ser derrotado precisamente porque el largo tiempo de permanencia en el gobierno, así lo corroboraba.

Cuando el poder se concentra, teniendo incluso la posibilidad de nombrar a un sucesor a modo, poco a poco se construyen los cimientos de una enorme torre de marfil en donde se recluye el gobernante absolutista, del cual depende el poder legislativo, ejecutivo, judicial, y cualquier otro. Nada se mueve si no pasa a través de la voluntad del ejecutivo mandón. Frente a tal aglutinación de poder, cualquier intento de crítica se nulifica. De esa forma, los consejeros áulicos no expresan mas reflexiones que aquellas que el gobernante quiere oír. El puesto les va en ello.

Consejeros áulicos

De tal manera, muy pronto las fuertes murallas concebidas como defensa se transforman en cárcel. Adentro se vive una realidad alternativa, que poco tiene que ver con la vivencia diaria del resto de la sociedad. Todos los ámbitos políticos entran en crisis, no hay operadores decentes, fuertes y con autoridad, solo incondicionales y aduladores. El barco hace agua.

Hace mas de treinta años, el 4 de diciembre de 1988, Corrales Ayala, perdía el municipio más importante de Guanajuato: León. Una sociedad harta de la primacía de un partido autista, ensimismado, cuya acción solo se entendía revisando la cauda de favores de su camarilla, resultaba vencido por una nueva generación de políticos, decididos a cambiar la forma de gobernar, evitando los múltiples abusos que se cometían a diario. Había que democratizar la vida pública. Abrir las ventanas y ventilar el espacio comunitario, para luego compartirlo con todos.

Dentro del sistema imperante, se materializaba la peor pesadilla del gobernador Corrales Ayala. Ahora debería enfrentar a una nueva casta, formada sólidamente en los valores democráticos. Los combates serían a campo abierto, sin robo y embarazo de urnas. Los altos muros del palacete ya no lo resguardarían del golpeteo diario, de una nueva forma de hacer política, contraria al claustro y a los acuerdos inconfesables.

Corrales Ayala, perdía presencia frente al vigor de nuevos políticos acompañados por viejos y pacientes luchadores. Era el principio del fin. Se posicionaba un liderazgo diferente frente al representante de un vetusto sistema. Un gigante con pies de barro, tambaleante, grosero e insostenible, por la incondicionalidad requerida entre su membresía para accionar y moverse. Sería cuestión de solo dos años para que la torre de marfil priísta se desmoronara totalmente. Es el destino de los partidos políticos que no solo no se adaptan al cambio, sino que persisten en gobernar desde las soledades del salón del trono, rodeados de voluntades torvas, acotados por intereses y negocios.

La potencia de un alcalde de oposición, desde la ciudad más importante del estado, acompañado por un ayuntamiento competente, bien dotado, con un gobierno que se despoje de los intereses urdidos en su entorno y que inicie una cruzada, seria y verdadera, en contra de la corrupción y los abusos, no puede ser resistida por un gobernador en conserva, rodeado de arlequines y bufones, dispuestos a hacer reír y agradar al soberano.

Jaque mate, el PRI perdió el poder el 3 de noviembre de 1991. Esa es la historia, ojalá sirva de ejemplo.

Corrales, Salinas y Medina

LOS FANTASMAS DE LA CORRUPCIÓN

Carlos Arce Macías

El 1 de febrero de 2017, el abogado fiscalista Luis Manuel Perez de Acha, publicó en la revista “Nexos” un interesante texto denominado “Los Cárteles de la Corrupción”, en dónde se evidencia la estructuración de un eficiente sistema para defraudar al fisco por medio de empresas ficticias. Pero también aprovecha para denunciar con singular claridad: “las empresas fantasma también se emplean para cometer actos de corrupción y financiar campañas políticas. Al igual que sucede con la evasión fiscal, todas esas actividades se instrumentan a través de estructuras sofisticadas y bien organizadas, en las que no solo participan funcionarios públicos, sino también empresarios, asesores profesionales, notarios y ejecutivos bancarios. Se trata de verdaderos cárteles a la manera del narcotráfico”.

El texto del experimentado fiscalista, tiene como antecedente la escandalosa revelación del sitio “Animal Político”, que desde el 21 de mayo de 2016, había denunciado “Las empresas fantasmas de Veracruz”, que no es otra cosa, que uno de los más importantes mecanismos para extraer el dinero público y utilizarlo para colmar las alforjas personales y los llamados “cochinitos” para campañas políticas. El gobierno de Javier Duarte, había desplegado esa estrategia mediante la creación de 21 empresas “fantasmas”.

Al transcurso de los meses, se conoció que en Chihuahua, tras el cambio de gobierno y la ascensión a la gubernatura de Javier Corral, se iniciaba la persecución de exfuncionarios del sexenio del gobernador César Duarte, los cuales habían devastado los fondos estatales. Se comenzaron investigaciones para dar con los responsables de los delitos, que contribuyeron a vaciar las arcas del estado norteño.

El nuevo gobierno chihuahuense fue paciente, y poco a poco acumuló en los expedientes de las indagatorias, una importante variedad de pruebas, incluidos los testimonios de secretarios y subsecretarios de la anterior administración, que en conjunto configuraron la reina de las pruebas: la indicial, que vincula todos los hechos para conocer la verdad: el delito de peculado agravado, en perjuicio del pueblo de Chihuahua .

Con las órdenes de aprehensión libradas, varios funcionarios cayeron en prisión, incluyendo al exsenador Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, alias “La Coneja”, secretario adjunto del PRI con Manlio Fabio Beltrones y presunto operador del mecanismo para extraer dinero público, enviado para programas a Chihuahua desde la Secretaría de Hacienda, para luego extraer esas sumas, por medio de empresas “fantasma” creadas para fingir prestación de servicios inexistentes, tal como lo había descrito Perez de Acha en su artículo de la revista “Nexos”. Así el PRI se agenció 246 millones de pesos del estado. En las pesquisas se supo que este “modus operandi” era conocido como “Operación Zafiro” (New York Times y Proceso 23/12/2017) e incluía aparte de Chihuahua, tácticas similares en Nayarit, Quintana Roo, Aguascalientes, Veracruz y Tamaulipas, entre otras entidades estatales. Se trataba de conformar una bolsa de más de ¡1500 millones de

pesos!

Así, el año de 2018, pinta pésimo para el PRI. Todos los mexicanos intuimos el uso de dinero público para pagar la operación de acarreo y compra de votos que realiza a escala multitudinaria el Revolucionario Institucional, cada vez que hay elecciones. Sin embargo, esta certeza nunca se había probado fehacientemente. Hoy, gracias al puntilloso trabajo de la Fiscalía General de Chihuahua, contamos con los datos pormenorizados para mapear con precisión milimétrica la ruta del peculado articulado desde el PRI nacional, para abastecerse de millonadas de pesos, y así enfrentar con ventajas a sus adversarios. Las pruebas llegaron por fin al conocimiento de todos.

El PRI Gate”, desvela para el nuevo sistema nacional Anticorrupción todo un tema, pero también pone en jaque al PRI, a la Secretaría de Hacienda, de donde proviene su candidato, y en general a todo el aparato federal. Enciende las alarmas en el Instituto Nacional Electoral (INE), especialmente ante el inoportuno nombramiento, en el área de fiscalización, de Lizandro Núñez Picazo, un personaje cercano a la Secretaría de Hacienda. Pero en realidad, este estruendoso peculado, debe exacerbar los ánimos de todos los buenos ciudadanos mexicanos, que deseamos la operación plena de la república, federalista y con separación de poderes real, así como el reinado de la democracia como forma de expresión de la voluntad de los ciudadanos.

Trampear las elecciones, robándose el dinero de los contribuyentes a través de empresas “fantasmas” constituidas para tal fin, y luego triangularlo al PRI, es una de las agresiones más groseras e indignas de un grupo de torvos gobernantes, en contra de todos los ciudadanos, no únicamente de los chihuahuenses.

Especialmente, a César Augusto Peniche, fiscal de Chihuahua, debemos de agradecerle la oportunidad que está brindando a los mexicanos, de conocer con detalle la trama del delito cometido por los priístas. Al gobernador Corral, habrá que reconocerle la valentía de plantar cara a la corrupción ¡por fin alguien lo hace!, exponiéndose a toda clase de embates. Ese es el tipo de conducción política que requiere nuestro país, para emerger del lodazal en que lo tiene hundido, la clase política más depredadora que haya padecido México, en muchos años. Esperamos que este sea el principio del fin a la impunidad.

@carce55

Editorial publicado en AM LEÓN el 7/1/2018

ELECCIONES SIGLO XXI

  Carlos Arce Macías

 Demos por sentado que la ciudadanía, conceptualizada como el conjunto de ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones, y en busca del desarrollo armónico de su comunidad, es letra muerta. Aceptemos que esa sociedad ha sido fulminada por un sistema de gobierno, al cual solo interesa la conservación del poder, sin importar nada más. Por eso, propongo que analicemos, desde este nuevo hecho, lo que ahora ocurre en nuestro país. Va.

 Algunos mexicanos, aún no entienden como el PRI pueda resultar ganador, cuando presenta un enorme lastre de tropelías, opacidad gubernamental y corrupción expansiva. Se trata de una decisión electoral francamente irracional, que no encuentra asidero lógico.

 Y esto nos parece muy raro. Pero planteo que reflexionemos y revisemos cuantas veces tomamos decisiones irracionales y equivocadas. Veamos: ¿cuántas ocasiones compramos productos que no necesitamos? ¿Por qué comemos cosas que nos dañan o continuamos fumando no obstante el conocimiento generalizado de que el cáncer acecha nuestra salud?¿Cómo seguimos creyendo ciegamente en mitos probadamente falsos? Examinemos con atención y veremos que nuestra vida está plagada de decisiones contrarias a la razón. Ante ello, no nos asombremos de que haya millones de personas votando por el PRI.


 Valorando estas curiosas contradicciones, el famoso lingüista del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Noam Chomsky, el acérrimo critico del actual sistema capitalista, ha comentado respecto a nuestra sociedad: “el punto está en crear consumidores (votantes) desinformados que van a tomar decisiones irracionales. De eso es lo que se trata hoy en día la publicidad”. “Si puedes fabricar deseos, haz que obtener cosas que están a tu alcance sea la esencia de la vida”.

 Traducir estos conceptos a la política no es cosa sencilla, pero los avances científicos como el internet y el mapeo de conexiones cerebrales que permite el neuromarketing, pueden lograr progresos espectaculares. A través del internet operan las redes sociales, y con ellas un sinnúmero de datos individuales quedan al descubierto para los expertos en analizar grandes cantidades de datos (Big Data).

 Las campañas modernas, a partir del Brexit y luego Trump, utilizaron esta tecnología para lograr el triunfo. Primero se realiza el mapeo completo de los posibles electores, mediante paquetes de información disponible; no sin razón, se afirma que con un “like” dado en Facebook, quien obtenga nuestros datos puede conocernos; con dos, nos conocerá muy bien; y con tres, sabrá de nosotros, más que uno mismo. Luego viene la psicometría, la técnica de segmentar votantes de acuerdo a su personalidad: sincero, concienzudo, extrovertido, afable, neurótico (Modelo OCEAN). Y finalmente el targeting, la creación de mensajes especiales para cada objetivo, midiendo las reacciones neuronales para ubicar los reactivos más potentes, especialmente el miedo y la necesidad de seguridad familiar. Estas emociones anidan en el cerebro límbico, en dónde se produce la dopamina, la cual incrementa la frecuencia cardiaca y la presión arterial, impactando las conexiones motivacionales. De esta manera el votante se decide por la opción que le ofrezca la utilidad más inmediata: tarjeta rosa, tarjeta roja, compra de voto, programas asistenciales, desechando las propuestas abstractas y de largo plazo más valiosas. Lo irracional, sorprendentemente, se transforma en racionalidad pura. ¡Magia electoral!


 El PRI, para estas elecciones, contrató a una de las empresas internacionales más destacadas en el análisis de datos de potenciales electores. Aparte de sus viejos trucos, diseñó con precisión quirúrgica su campaña, y utilizó todas las maniobras necesarias para lograr el triunfo. No reparó en gastos para completar su modelo estratégico.

 Los demás partidos, especialmente el PAN, continuaron en la vieja estrategia de finales del siglo pasado, de enviar mensajes generalizados de cambio y hartazgo, que están desgastados, que ya no inspiran a los electores y solo funcionan para ciertos sectores. Acción Nacional se ha anquilosado reproduciendo, incluso, algunos formatos del PRI, como el acarreo, el regalo de chácharas y las designaciones de candidatos por dedazo; pero también padeciendo una escasez preocupante de ideas renovadoras que permitan la construcción de agendas innovadoras, que impacten y motiven a los ciudadanos. Por el momento ha perdido su llama inspiradora.

 Y por si esto no fuera suficientemente crítico, la actual dirigencia panista ha estado muy ocupada en la obtención de la candidatura presidencial de su presidente. Sospecho que esto les impidió concentrarse en el diseño de estrategias de alta sofisticación, que presentan requerimientos estadísticos y organizacionales muy complejos. Han preferido centrarse en el control político de las dirigencias locales, para intentar asegurar su éxito en la contienda interna que se aproxima. Así no se pueden ganar elecciones en el siglo XXI. Ni modo, quedarán rebasados por la competencia.


 Twitter: @carce55