ALIANZA OPOSITORA, SOLO SIN PARTIDOS CÁRTEL

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CARLOS ARCE MACÍAS

El cambio de siglo trajo consigo una transformación profunda de las organizaciones políticas que no hemos sabido entender a plenitud. Ya los politólogos Richard Katz de la Universidad John Hopkins y Peter Mair del Instituto Universitario Europeo, desde 1995 identificaban los cambios profundos que estaban sufriendo los partidos políticos en su libro “Democracia y Cartelización de los Partidos Políticos”. En este texto, los autores desgranan los tipos de partidos existentes: partidos de cuadros, masas y catch-all (atrapa todo).

Mair y Katz

El partido de cuadros es el modelo que siempre tuvo, por ejemplo, el Partido Acción Nacional. Está organización procuró una cuidada selectividad de sus miembros, para convertirlo en ejemplo vivo de ciudadanía activa, decidida a llevar al poder a personas con alta preparación técnica (uno de los postulados más importantes de Gómez Morín) y de rectitud ética que garantizaran buenos gobiernos. Llama la atención que su fin principal no es ni siquiera la obtención del poder ganando elecciones, sino el reconocimiento de la eminente dignidad de la persona y por consecuencia, el reconocimiento de sus derechos fundamentales y la construcción del bien común.

Por otra parte, el partido de masas se propone organizar políticamente a amplios sectores de la sociedad. Se trata de una estructura de corte popular, construida para intentar mediar entre el Estado y la sociedad civil. Es el modelo seguido por el PRI y el PRD. Incluso recordemos los sectores tradicionales: campesino, popular y la clase trabajadora. El nacionalismo revolucionario fue la ideología sobre la que se sustentó el Revolucionario Institucional, durante setenta años.

Al paso del tiempo, los partidos se fueron escorando hacia las tácticas de la mercadotecnia y la comunicación política, con la finalidad de adaptarse a las aspiraciones de la sociedad, pulsadas hacia el momento de la elección. ¿Qué quería el partido? Lo que las encuestas marcaran como interés de la sociedad. Así se construyeron programas y se diseñaron las campañas. Lo importante era ser convincentes y atrapar al mayor número de votantes posible. Había zanahorias para todos. Esa es la táctica catch-all. Y allí quedaron posicionados todos. Escrutando los intereses de los votantes, para rápidamente prometerles la satisfacción de estos. Los principios de doctrina y programas de acción política acabaron en el bote de la basura, en aras de un empirismo galopante.

Pero los autores Katz y Mair identificaron un naciente fenómeno: el sistema de partidos cártel. Y aquí es dónde el asunto comienza a ponerse caliente el asunto. Los académicos se dieron cuenta que paulatinamente los partidos se fueron convirtiendo en una maquinaria electoral y administrativa, que fue siendo subsidiada desde el gobierno, de forma cada vez más profusa. Carretadas de dinero llegaron a los institutos políticos, para profesionalizar a sus cuadros y sustentar las campañas electorales. Se convirtieron en empresas electorales y de gestión del poder.

Esta burocratización partidaria fue produciendo cúpulas con capacidades presupuestarias cada vez más grandes. De esta manera, se fueron haciendo del control de los partidos, excluyendo a las militancias y consolidando una partidocracia inamovible. Hoy, los partidos políticos no necesitan militantes, y menos sus discretos recursos. Son autónomos de los ciudadanos, por eso hacen lo que les viene en gana.

Así la política del día a día, fue construyéndose a través de acuerdos cupulares entre los liderazgos de cada organización. Pronto se establecieron pactos entre los partidos, zonas de control específico, amistades, respaldo y negocios particulares entre la élite política. La definición de cártel es “el convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la producción, venta y precios de determinado campo industrial” (Diccionario RAE). Como en la industria, este fenómeno se implantó en la política mexicana. Los arreglos cupulares substituyeron a la frágil pauta democrática.

El momento estelar de la cartelización de los partidos se evidenció en la LXII Legislatura Federal. La legislatura de los moches y de los acuerdos inconfesables entre los principales partidos gobernantes. Donde la oposición se sustituyó por la negociación. La administración peñanietista repartió concesiones, privilegios y fondos a todos sus aliados.

La forma de romper esta sólida alianza, amalgamada por la corrupción, fue a través de un movimiento o partido, ajeno al cártel, con características populistas y contestatarias. Una organización dispuesta a prometer todo, sin mayor recato. Decidida a disponer de los fondos gubernamentales para repartirlos alegremente entre sus apoyadores y lidereada por un agitador social. Estas circunstancias y el hartazgo provocado por los abusos y corrupción de los partidos cártel provocaron los cambios de 2018.

Ahora, confrontar al movimiento populista, requiere un replanteamiento total para una alianza partidaria de oposición. Lo primero que hay que garantizar es que no vuelva a reconstruirse el sistema de partidos cártel que terminó en una red de corrupción de alcance nacional. Para ello es necesaria la intervención de grupos externos a la clase política, de ciudadanos organizados, que impidan el renacimiento del cártel y garanticen la reconstrucción democrática de la vida pública de México. Significa una lucha frontal contra la demagogia y la corrupción. Esto le saca alergia a la clase política tradicional. Los enemigos están adentro y afuera.

¿Como construir confianza?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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LA MEJOR ÉPOCA

Carlos Arce Macías

Aunque muchos no lo crean, la especie humana vive su mejor época sobre el planeta que habita. Los números que Steven Pinker, el famoso científico cognitivo de la Universidad de Harvard, aporta en su participación en una videoconferencia ante el Movimiento Mundial Federalista, así lo corroboran. Las guerras han decrecido en las últimas décadas. Durante los siglos XVI al XVIII, en el 80% de los años hubo combates entre las grandes potencias. Entre los siglos XIX y XX, solo el 25% de los años se generaron escenarios bélicos, mientras que desde el último tercio del siglo XX a nuestro días, en pleno siglo XXI, las grandes conflagraciones mundiales han cesado. Esto no significa que no haya conflictos, pero su impacto en muertes y destrucción ha sido significativamente reducido.

Menos guerras

Pero no solamente eso, existe otro dato más venturoso. No se ha producido la Tercera Guerra Mundial, que tantos futurólogos predecían. El mundo ha controlado su inmenso poder autodestructivo. Claramente la posibilidad del uso de armas nucleares, y la capacidad de ellas para borrar a nuestraespecie entera de la faz de la tierra, ha sido un factor determinante, que ha evitado un conflicto de grandes dimensiones.

Llama la atención, que desde el final de la guerra entre Irak e Irán, las naciones han dejado de pelear entre sí. Ha habido acciones de la comunidad mundial contra algún país rebelde, pero no luchas entre naciones concretas.

Poder destructivo

Otra circunstancia es que no obstante el aumento en la capacidad letal de nuevas armas de fuego, la cantidad de bajas habidas en los últimos decenios, en nada se comparan con los decesos de las dos grandes guerras mundiales.

Bajo estas circunstancias, el ser humano en general ha logrado mejorar sus estándares de vida exponencialmente. Hay pobreza, sí, pero en muchas partes se asume con normalidad, como en la India, y en otras hay avance lento pero constante. Lo que es cierto es que, proporcionalmente,nunca había habido tan pocos pobres. Las guerras globales habían multiplicado hambre y pobreza, y con ello la muerte.

Menos guerras, menos muertos

¿Qué se ha hecho para lograr pacificar a los humanos? Ya Emmanuel Kant había concebido en 1795, la idea de “La Paz Perpetua”. Y esta apunta a lograrse gracias a los siguientes factores señalados por Pinker: Democracia, comercio mundial y gobernanza global. Ahora hay más países del mundo, que nunca antes, afiliados a regímenes democráticos, aunque estos sean imperfectos. La estabilidad de los mercados económicos y la necesidad de resguardar rutas comerciales y proveeduría del extranjero, han impactado en la reducción de guerras en esta época. Las acciones de los organismos internacionales, concretamente del Consejo de Seguridad de la ONU, que no justifica el estallido de un conflicto internacional unilateral sin ser tratado ante esa instancia, ha motivado que la diplomacia mundial accione y controle cualquier amenaza que aparezca en el horizonte.

Democracia extendida

En contraposición a los datos contundentes que se aportan, corre el discurso de los que no apuestan por la libertad y la democracia. Son los políticos que intentan extender la oscuridad sobre la humanidad para regresar al egoísmo nacionalista que termina siempre mal. Son aquellos que intentan imponer a los ciudadanos una narrativa pesimista, haciéndoles creer exactamente lo contrario a lo que los datos fríos arrojan: que estamos en mejores condiciones que nunca. 

Por eso resulta importante frenar a los populismos radicales, de derecha o izquierda, que llevaron a los humanos a masificar la matanza entre individuos de la misma especie. Por eso había que vencer democráticamente a DonaldTrump. Y también debemos acotar pronto a nuestro presidente, cada vez más aislado, pero siempre peligroso para la paz del país, para nuestra libertades, para la joven democracia que hemos ido construyendo y, finalmente, para la unidad de la nación. Por lo pronto, hay que desarmarlo legislativamente en el 21´.

Populistas peligrosos