CASH PARA TODOS

Destacado

Carlos Arce Macias

La democracia debería permitir a cualquier ciudadano llegar a representar o dirigir a su comunidad. Sin embargo, esto no sucede en México. Para arrivar a un puesto de elección popular se requiere realizar primero una precampaña dentro del partido al que pertenezca el aspirante a candidato, y de obtener la añorada postulación, entonces avocarse a organizar una campaña electoral en forma. ¿Cuánto dinero se requiere para ello? ¿Usted, amable lector, tendría posibilidad de jugar una candidatura con opción a ganarla?

Las respuestas a las anteriores preguntas, es que se necesitan costales de dinero para estar en condiciones competitivas, y que, en sentido contrario a los postulados de la democracia, unos cuantos ciudadanos serían los que podrían tener opciones serias de disputar un puesto electivo. Por lo que debemos manifestar, que el juego genuinamente democrático, está muy lejano a nuestra realidad. Esto lo constatamos en cada votación.

¿Entonces como se le hace para ganar una elección? No se quiebren la cabeza. No se necesitan ideas innovadoras ni capacidades retoricas extraordinarias, solo se precisa dinero contante y sonante. Este se obtiene de tres formas: o del peculio personal (en el caso de los millonarios que aspiren a entrar en la política); el proveniente de los dineros que regentea el gobierno (Robo); o de las extorsiones a los ciudadanos para lograr el cumplimiento normativo de concesiones, permisos, horarios, autorizaciones y aprobaciones variopintas.

Cash para ganar

El alma de la corrupción, insistimos, está enclavada en el fenómeno electoral. El camino al poder, lo sabe muy bien los “políticos profesionales”, solo se obtiene robando y chantajeando. Hay muy pocas excepciones. De allí deriva el éxito de la corrupción.

Por eso no resulta sorprendente que de pronto se descubra la operación de moches a los empleados de las administraciones morenistas, a los que se les obliga a renunciar a parte de su sueldo como aporte a la campaña y organización del partido del actual presidente de la República. De hecho, resulta demasiado burda la estrategia de recolección de efectivo, sobres amarillos, mochilas y maletas, entregadas en la casa de MORENA. Son métodos ya superados.

Otros partidos más avanzados han encontrado formulas más sofisticadas y productivas. Los grandes contratos (obras públicas, computadoras, tecnologías de la información, uniformes escolares, mochilas, zapatos y servicios) con sobreprecios, que luego exigen el moche, en cash y por fuera, sin dejar rastro alguno. El blanqueo de dinero a través de empresas fantasmas, como la conocidísima Operación Zafiro del PRI en diferentes estados. O bien la vinculación informática de padrones de beneficiarios de programas federales, entre operadores electorales profesionales y secciones territoriales de votantes, como los que implementó en la última elección de Quintana Roo el Partido Verde.

Nuestras elecciones están forradas de cash. El ínclito INE y sus órganos estatales, tan orgulloso de organizar casillas, contar votos y recopilar documentación electoral, no reacciona ni protesta ante la derrama de cash en todo el territorio nacional, para envilecer a los electores comprándoles el voto. La derrama es grosera y no presenta límite alguno. En cada elección, el voto cuesta más y los montos aumentan. La estrategia conveniente para todos los partidos es que voten pocos, el plus, se obtiene por la compra y la clientelización de los sufragantes. Seamos claros, las elecciones son una simulación y un asco. Las fiscalías para perseguir delitos electorales son bellas durmientes, cuyo sueño no puede ser perturbado por ninguna denuncia.

¡Pruebas, pruebas, que presenten pruebas! Es la cínica respuesta de los ganadores ante los caudales de reclamos que puedan generarse por los derrotados, que seguro, también intentaron comprar votos.

Pues sí hay pruebas. La cantidad de dinero circulante en cash puede ser detectada sin problema por el Banco de México en sus mediciones técnicas llamadas M1, referente a los registros de base monetaria y dinero circulante. Así pudo comprobarse que, en la elección de 2018, la masa circulante se incrementó en ¡43,000 millones de pesos! (Reporte de BBC News, Darío Brooks, 16 de mayo de 2018). Allí está la fotografía de la corrupción que todos fingen no ver, que mantiene inmersos en la podredumbre a gobiernos, partidos políticos y zombis electorales (personas que venden su voto). Esa es la realidad que desnuda el cash.

43mil millones de pesos de cash

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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GUANAJUATO, CAMBIO O DERROTA

Carlos Arce Macías

Después de la reciente derrota electoral del pasado domingo, la oposición no encuentra respuestas a su fracaso. No quiere entender que su oferta, basada en el enfrentamiento con el presidente de la República, no ha dado resultado. Tampoco comprenden que no son buenos opositores, que no saben desempeñar ese papel.

Pongamos como ejemplo a nuestra pléyade de panistas guanajuatenses, que han vivido en tiempo de vacas gordas. ¿Qué condiciones tienen para enfrentar a López Obrador? Son políticos, salvo algunas excepciones, oportunistas y acomodaticios, acostumbrados a recibir y ejecutar órdenes del gobernador. Cualquier fracaso de estos incondicionales, es atemperado por el salvataje del gobierno estatal. Pierden una contienda municipal, y se los llevan de directores o subsecretarios al estado. No están acostumbrados al trapecio sin red. Van a la segura porque esa es la seguridad que les confiere su indigna sumisión.

¿Así piensan enfrentar a las huestes del oficialismo federal? ¿Con soldados sin temple y valentía, que no están dispuestos a arriesgar su carrera política? Bajo esas condiciones nunca serán piezas que puedan mellar el avance de un gobierno un poco más autoritario que el estatal. Porque finalmente, los dos actúan de manera similar. Controlan los poderes legislativo y judicial. Uno intenta ser el país de un solo hombre, el otro es la entidad estatal de un solo individuo. No nos engañemos, el ejercicio del poder los ha emparejado y cada vez se parecen más.

López Obrador puede derrotar al panismo de Guanajuato. Tiemblen. Pero así es en una contienda electoral, todo es posible. Los astros pueden alinearse a favor de los personeros de la 4T, si logran reclutar un puñado de buenos prospectos para competir. Y puede tratarse de algún político desilusionado o despreciado en la asignación de puestos. O de algún ciudadano harto de la soberbia panista, decidido a acabar con la hoguera de vanidades azules.

El deterioro de esta clase política que nos gobierna en el ámbito estadual se palpa. Amigos del Instagram, se solazan abrazándose en los restaurantes de moda y publicitándose en redes. Sus corrillos sociales y su sectarismo resultan chocantes e insulsos. Se debaten entre ser influencers o políticos. De verdad se sienten importantes, cuando solo son peones de un mal jugador de ajedrez.

¿Influencers o políticos?

En la meritocracia que debería de regir el riguroso acceso al poder, pocos cuentan con las cualidades necesarias para ostentar cargos relevantes, como los de representar a los ciudadanos o para conducir administraciones complejas. Su encumbramiento se debe solo a la obediencia y homenaje a su jefe. Con ese ejército la batalla será muy difícil de ganar, y la futura administración estatal, en caso de victoria, estará condenada a la incompetencia e ineficacia. Será peor que ahora ¿No se han fijado que, a partir de la segunda década de este siglo, los gobiernos de Guanajuato se han deteriorado a paso acelerado? ¿Qué medidas se tomarán para que las cosas cambien? No hay nada nuevo en el horizonte, solo diciplina ciega a la instrucción decretada desde la cima de un gobernante atrapado en su torre de marfil.

Algunos guanajuatenses aún soñamos. Pensamos que debemos exigir competencia electoral dentro de los partidos y recambio de los perfiles tradicionales de candidatos. No queremos héroes, solo ciudadanos competentes, comprometidos a trabajar con honestidad en un gobierno frugal.

No requerimos milagros. Solo la renuncia a conformar redes de corrupción dedicadas a esquilmar los presupuestos públicos. Queremos un gobierno sensible a las necesidades de los ciudadanos, capaz de implementar políticas públicas eficaces. Pero para eso, debemos de impedir que sea solo una persona, la que decida e imponga a quién nos gobierne, porque ese es el camino al fracaso y la continuación de un Guanajuato violento. Dos sexenios lo comprueban.

Pasión por mostrarse en redes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EN RIESGO LAS LIBERTADES

Carlos Arce Macías

“Lo que teme el político no es a la opinión, sino a la investigación”

Ricardo Raphael

Todo mundo corre peligro frente a un gobernante desbocado, enceguecido por la furia de haber sido desnudado por periodistas, en un reportaje de investigación, que exhibe su engaño y sus trampas para embabucar electores. Ese es el efecto político de haber descubierto las casas de Houston de uno de sus hijos y su involucramiento con PEMEX.

Mansiones, esposa y PEMEX

Una vez más, nos encontramos con la importancia del periodismo, especialmente el investigativo. A los políticos no les satisface ser monitoreados por medios y periódicos. Les gusta que publiquen sus inauguraciones, sus discursos en auditorios controlados, sus reuniones con camaradas, las felicitaciones de incondicionales, las giras programadas, etc. Pero les lastima profundamente las pesquisas de los costos de la contratación de medicamentos, los sobreprecios en la construcción de puentes con empresas cómplices, de computadoras y tablets en comercios patito, las donaciones de terrenos escolares a amigos fraternos, las transacciones en la compra de estadios, la numeralia de los homicidios dolosos, la cantidad de fosas clandestinas identificadas o los feminicidios. Eso no les gusta, los enmuína, los pone de mal humor y los hace emular al presidente de la República, para procurar convertirse en dueños de sus silencios.

Y es que, en el periodismo, particularmente en el que escudriña, se encuentra la simiente de la verificación de la honestidad de los gobernantes y el respeto de los derechos y de las libertades de los ciudadanos. Este fenómeno tomó auge al final del siglo XIX en Estados Unidos, con el surgimiento de los “muckrackers” (removedores de mierda) del cual fueron representantes grandes novelistas como Upton Sinclair, Graham Philips, o Ida Trabell, que denunciaron las injusticias sociales de su tiempo. Acompañaron la “Progressive Era” norteamericana, que introdujo la ética en el gobierno de sus grandes regiones y ciudades entre 1890 y 1910. El político más descollante de este movimiento fue el presidente Teodoro Roosevelt, que encañonó a los grandes monopolios (Carnegie, J.P. Morgan, Vanderbilt, Rockefeller) y expidió las leyes anti-trust, para construir mercados funcionales, que impulsaran la generación y distribución de riqueza en ese país. Los norteamericanos pasaron de la economía de compadres al libre mercado genuino, que resulta sagrado para que progresen todos.

Posteriormente el periodismo de investigación logró grandes victorias a mediados del siglo XX. Comenzó en 1968 con Ralph Nader, Jack Anderson, Seymour Hersh y sus investigaciones sobre General Motors, Richard Nixon y la matanza de My Lai en Vietnam, hasta recalar en el famosísimo Watergate, que provocó la renuncia del presidente de Estados Unidos.

Como se puede constatar, el periodismo cívico es vital para garantizar un ámbito de libertades. En México hemos testimoniado este fenómeno, con el golpe contra Excélsior de Echeverría, el “no pago para que me pegues” de López Portillo en contra de Proceso; pero luego vinieron los reportajes como el Pemxgate, la Estafa Maestra, Operación Zafiro, la Casa Blanca y ahora la Casa Gris, por el cual el presidente decide atacar pública y violentamente a Carlos Loret y a la organización “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”. Hoy, no solo intenta regresarnos a los tiempos de la obscuridad, sino conformar un ambiente de persecución a detractores, propios de una dictadura bananera. No lo podemos permitir.

Agresión continua a la prensa

Pero si así es en el ámbito nacional, a nivel estatal y municipal, el periodismo de investigación debe profundizarse y enraizar en la sociedad. Es imprescindible para la democracia, a fin de conocer el verdadero talante de nuestros gobiernos. En este terruño, las investigaciones no han dado los frutos deseados contra la impunidad, se siguen robando los dineros públicos para hacer cochinitos electorales y poner recursos en sus alforjas. Esta es una de las razones por las que el fiscal continúa en su cargo, él contiene y frena cualquier averiguación.

Mas les vale, de ahora en adelante a gobernadores y alcaldes, soportar la libertad de los ciudadanos a desplegar un pensamiento crítico, a sobrellevar la función de los periodistas de generar opinión algunos, e investigar otros. En el caso de Guanajuato, créanmelo, el nivel de tolerancia a la crítica e investigación es muy bajo, más cuando están refugiados en una torre de marfil, en donde solo se escuchan voces aduladoras y serviles, que subliman la soberbia del funcionario y causan su intransigencia. De continuar por esa senda, acabarán siendo los malos imitadores de un presidente en decadencia, abominado por la ciudadanía.

Dueño de su silencio

 

 

 

 

 

 

 

 

EGO Y GOBIERNO

Carlos Arce Macías

Inmersos en las redes sociales, poco a poco hemos perdido conciencia de la intimidad, de hacer cosas que se guarden celosamente en el ámbito personal y que no tienen que ser conocidas por extraños. Pero a muchos ha alcanzado el reflejo inconsciente de compartir todo cuanto hacen. Ahora, de pronto las familias se ven expuestas en plataformas sociales; cuanto evento hay se fotografía y comunica… y más allá, se comentan públicamente hasta íntimos sentimientos, la mayor de las veces infestados de empalagosa cursilería. Pero esa es la nueva realidad que nos ha tocado vivir, y en ella estamos sumergidos. Se evaporó el recato que imponía la vieja sociedad.

Interesa por lo pronto explorar este fenómeno en relación con la vida personal de nuestros gobernantes y representantes, analizando algunos de sus efectos. Mientras una persona común desee desnudar su vida ante un público electrónico, allá ellos. ¿Pero que sucede con los políticos?

El éxito de algunas candidaturas ha llevado a una parte importante de la clase política ha intentar transformarse de personalidad pública a “influencer” mediático. Muchos hacen el más deplorable ridículo, unos pocos logran llamar la atención, y prácticamente nadie consigue comunicar cuestiones trascendentales por las redes sociales, aunque quisieran parecerse a los expertos en un campo de conocimiento específico, como los médicos frente a la presente pandemia, que en redes, han hecho maravillas.

Confundir la República con monarquía

Pero volvamos a los políticos, especialmente a aquellos que ocupan cargos ejecutivos o de representación. Los vemos montando a caballo, tomando una bebida a la orilla del mar, acompañados de sus parejas sentimentales, rodeados de sus hijos en ágapes familiares, de visita con sus progenitores, o de viaje en Las Vegas, etc. Tratan de compartirnos su vida que antes era privada para procurar despertar confianza, el alimento de la política, y simpatía, para lograr votos futuros.

Desde las campañas electorales, el conocimiento de una pequeña dosis de la vida familiar de un político ha sido recomendado por los expertos. Pero consideramos que se han cruzado límites que rayan en la exageración, al tratar de comunicarnos cada suceso que les acontece. Fotos y videos, que son crónicas de cada paso que dan día a día; que lo único que logran es el hartazgo ciudadano. ¿Para que necesita la gente común enterarse como comió o bebió café un funcionario? ¿Qué necesidad de avisar que ya ha llegado a la oficina o va saliendo luego de trabajar su jornada laboral, o qué marca de ropa y accesorios portan en cada jornada? El cúmulo de imágenes del rostro del funcionario, poco a poco sepulta el mensaje político y gubernamental que debería privilegiarse.

Porque todo este tropel de información y efigies que se vierten hacia la sociedad, requieren de un trabajo exhaustivo de los equipos de comunicación, que significa un alto costo al erario. ¿Acaso han visto una mala foto originada desde un departamento de comunicación social? Todos guapos, gracias al photoshop que altera la realidad (y de qué manera), siempre impecables, trabajadores enjundiosos, amables, abrazando infantes y desbordando simpatía.

Pero los efectos de este tipo de comunicados no son muy halagüeños, porque requieren mucha energía diaria y tiempo desperdiciado en la hoguera de vanidades, en donde arden recursos públicos. El Estado de Guanajuato gasta a diario un millón de pesos en medios y parte de estos costos son en imagen del gobernante. Absurdo.

¿Han visto a Ángela Merkel abrazada amorosa de su marido o rodeada de amigos en festejos familiares? ¿A Macrón? ¿A Biden? Deberíamos tomar buenos ejemplos y hacer razonar y cambiar a nuestros dirigentes. La comunicación descriptiva de cada paso que dan por la vida es tóxica; mejor hay que transformarla en una herramienta de gobierno para informar de manera clara y transparente las decisiones que se toman y los riesgos que se encaran en el desempeño de la función pública.

Debemos reflexionar más a cerca de la sobre exposición de los políticos. ¿Qué no tienen trabajo? Los ciudadanos no quieren ver a sus gobernantes a toda hora, solo se les exige que tomen las decisiones correctas y honestas, que se requieren para construir un buen gobierno.

Gobernadores en cuaco, mostrándonos sus dones en equitación, los diputados en fiestas de disfraz con sus parejas, algún alcalde transformado en Rey Mago o Robocop, resultan patéticos. Mejor hagan bien su chamba. Entiendan, solo nos importa la calidad del gobierno que encabezan. Su ego agravia.

Sobre exposición en redes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PRESUNCIÓN DE CULPABILIDAD

Carlos Arce Macías

Como lo hemos advertido desde esta columna semanal, la clase política opera bajo el criterio del Pacto de Impunidad, el cual se traduce en la posibilidad de desviar dineros públicos para pagar campañas electorales costosísimas, que incluyen, aparte de dadivas, la compra de votos en áreas estratégicas.

No todos somos iguales ante la ley

Bajo esta cobertura abusiva, los políticos se pueden aprovechar de circunstancias muy benéficas para ellos. Las áreas gubernamentales que deberían de cumplir la función de controlar la corrupción, se encuentran neutralizadas. Basta echar un vistazo a las contralorías municipales, la Secretaría de Transparencia y Rendición de Cuentas, la Auditoría Superior, las fiscalías especiales de delitos electorales y anticorrupción, para constatar que nada les pasará, que el acuerdo funciona a las mil maravillas.

Ahora bien, así las cosas, cuando los grupos ciudadanos preocupados por un ambiente de corrupción desbocado, deciden intervenir y poner la mirada sobre las condiciones éticas de los candidatos, y construir un filtro ciudadano para orientar el voto a los diferentes puestos en disputa para 2021, deben de cuidarse de que la clase política no se escude en el Principio de Presunción de Inocencia. Hay que aplicarles un nuevo paradigma: el Principio de Presunción de Culpabilidad. Lo explicamos.

La mecánica bajo la cual debe de operar este principio, corresponde a una ecuación sencilla: si tu eres político y te has desempeñado como tal, has accionado bajo la cobertura del Pacto de Impunidad vigente, por ello los ciudadanos pueden presumir la utilización de métodos deshonestos. Todos pondrán cara de sorpresa. Incluso fingirán indignación ante tal atrevimiento.

Hay que dejarlos sufrir un poco. Sacarlos de su zona de confort. Que se sientan señalados y juzgados por la ciudadanía, después de tantos años impunes, lo merecen. Y luego, que se preocupen. Porque hay formas de corroborar su actuación impía, su torcido comportamiento, su mal fario. Solo revisemos sus desempeño en campañas anteriores, sus gastos, su publicidad, las dádivas continuas a los electores clientelizados, y busquemos información sobre la compra de votos el día de su elección.

Dádivas clientelares

Pero también está la fama pública. En las ciudades y los pueblos, conocemos de cerca de las personas y su entorno. Es sencillo saber su condición económica al entrar y salir del cargo. Las facilidades que pueden lograr al hacer negocios, contando con información privilegiada, tráfico de influencias y con tolerancia para no cumplir requisitos regulatorios a plenitud, por el solo hecho de desempeñarse en el mundillo político.

Todos los políticos en activo que aspiran a la posibilidad de reelegirse, así como los que intentan cambiar de puesto, están sujetos a la evaluación del desempeño en los cargos públicos que ocupan. A mostrarnos los resultados de su gestión, su congruencia y, en su caso, el cumplimiento con la representación de sus electores. De allí se desprenden datos que nos pueden brindar certidumbre para juzgarlos.

Estamos seguros que aquellos políticos serios y honestos, disculparán las duras formas que empiecen a aplicar los ciudadanos para calificarlos. Claro que hay personajes que han actuado con total rectitud y nada deben de temer, al contrario, bajo un escrutinio severo, serán revalorados, apreciados y votados.

Total, que esta nueva perspectiva, al no caer en el engaño de aplicar el Principio de Presunción de Inocencia, mientras rige el Pacto de Impunidad que los protege, propiciará un voto más certero a favor de la honestidad y la ética, en la conducta de los servidores públicos. A los candidatos hay que evaluarlos y juzgarlos, antes de votar por ellos. Si no lo hacemos, luego no nos quejemos.

Los nuevos políticos..

FILTRO CIUDADANO

Carlos Arce Macías

El tema del momento es el planteamiento de una alianza multipartidaria para hacer frente al oficialismo mesiánico que pone en peligro la viabilidad del desarrollo del país, y con ello el progreso y las posibilidades de mejora de los mexicanos en general.

Pero antes de esto hay que volver el rostro al pasado y puntualizar que el fenómeno electoral de 2018 se debió al hartazgo ciudadano, desgraciadamente mal encaminado, para liquidar un modelo de gobierno profundamente corrupto. Este prototipo, evidenciado por personajes como César Duarte, Javier Duarte, Roberto Borge, Guillermo Padrés, Emilio Lozoya y Rosario Robles, entre otros, se debe a lo que se ha denominado como “Pacto de Impunidad”. Un acuerdo para evitar procesos penales condenatorios a los políticos.

No nos hagamos daño

Este pacto, es consecuencia de la mecánica electoral generalizada, consistente en un irracional gasto de campaña que supera todos los topes establecidos, una fiscalización anodina, y la tolerancia a la compra-venta de votos, así como la clientelización electoral de los ciudadanos a través de dádivas y amenazas. Como casi todas las organizaciones partidarias asumen estas conductas, acordaron entre sí no perseguirse por transgredir la regulación electoral, y con ello no castigarse penalmente por sustraer dinero de las arcas públicas para asignarlo ilegalmente a las campañas electorales. Y en eso estamos.

Difícilmente encontraremos políticos y funcionarios fuera de esta nefasta dinámica. Los presupuestos públicos se ven menguados por los sobre precios de la contratación de obras y servicios con empresas fantasmas o reales, dispuestas a entregar moches a sus patrocinadores. Es parte de la vida diaria y principal motivo del hartazgo ciudadano.

De tal manera, la pregunta pertinente sobre las alianzas es identificar con que convicción se construyen: para reformular la acción electoral llevándola a un contexto legal y de honorabilidad, o bien para reivindicar y perfeccionar el modelo de corrupción total, que sigue operando sin freno y control.

Y en el contexto de una alianza opositora, es muy fácil conocer la verdadera intención de esta: “por sus candidatos los conoceréis”. Si se trata de políticos que han actuado de conformidad con los cánones de la corruptela actual, o bien personas confiables, sin antecedentes de deshonra y oprobio. Son los aspirantes que postule esa alianza, los que darán la confianza a la ciudadanía para emitir un voto consciente, en contra de un gobierno descarriado y sin rumbo firme, que no signifique, a su vez, la convalidación del anterior esquema político.

Pero como los institutos políticos están dirigidos por una partidocracia, hasta ahora inmune al fracaso, resulta muy complicado que se aparten del patrón de camarilla, para favorecer a sus incondicionales con las próximas candidaturas a diputaciones, gubernaturas y ayuntamientos. Todo apunta a la repartición de zonas de influencia, con el objetivo de intentar reconstruir el anterior modelo.

Solo habría un pequeño hueco para intentar mejorar las postulaciones partidarias. Y es a través del establecimiento de un “FILTRO CIUDADANO”, construido desde las organizaciones de la sociedad civil, para ponderar la viabilidad de las postulaciones que pretendan las sórdidas dirigencias de los partidos.

Solo candidatos que aseguren desempeño honesto del cargo

Movimientos como “Sí por México”, las organizaciones y los medios locales, podrían favorecer el análisis de los perfiles de los candidatos, estableciendo semáforos para advertir a los ciudadanos sobre la pertinencia de cada candidatura, y sobre todo para obligar a los partidos a abstenerse de postular a personajes impresentables, por su cúmulo de agravios y mala fama en los cargos que han ocupado. Pero hay que advertir con claridad que para estos efectos, aducir el principio de presunción de inocencia, no es válido, ya que los actuales político funcionan bajo la protección del “pacto de impunidad. Basta la mala fama pública para descartarlos. No seamos ingenuos.

Repitamos: El pacto de impunidad, invalida la presunción de inocencia.

Este no…

CORRUPTOS HONESTOS

Carlos Arce Macías

Esta semana ha sido muy enriquecedor en el debate político sobre la realidad de nuestro país. En diversos programas y en el mensaje al alba, que nos receta diario el presidente, se develó la realidad de la política mexicana. Con crudeza se ha descrito la condición de nuestra casta gubernamental, que en los diversos ámbitos gobierna el país. Como siempre, habrá algunas excepciones.

En pocas palabras: para ser político habrá que ser corrupto. La única forma de acceder a los puestos públicos y de permanecer en ellos, es transigiendo y aceptando la deshonra. La cantidad inmensa de dinero que se demanda para sostener campañas electorales (María Amparo Casar afirma que el gasto es veinticinco veces mayor al reportado ante el INE en cada campaña), condiciona a los políticos a robar dinero a los contribuyentes, saqueando las arcas públicas. Todo esto para atesorar fardos de dinero en efectivo, difícil de rastrear, que serán utilizados para la compra de votos y clientelización de los ciudadanos. Así la principal función de nuestros políticos consiste en sumergir a las personas en la indignidad.

De todos los colores.

La forma de extraer el dinero, presenta dos caminos: el primero, mediante los famosísimos moches, en donde se alteran precios de obras públicas y concesiones, o bien se condicionan permisos y licencias, o se otorgan privilegios para transgredir la normatividad a cambio de dinero; y segundo, a través de contratos ficticios con empresas fantasmas, en donde se pagan grandes cantidades por servicios que no se cumplen o por productos cuyo precio es inflado de manera escandalosa, para luego transferir las ganancias a los políticos patrocinadores del negocito (como la Operación Zafiro ).

El remate del método criminal es el lavado de dinero, industria muy en boga durante los últimos tiempos. Descubrimos cómo se “pitufean” recursos ( pequeños depósitos a cuentas para no provocar alertas bancarias), redes de transferencias internacionales de fondos, depósitos desde paraísos fiscales ( como Andorra e islas Cayman, a donde viajaba el hermano de nuestro presidente) y compra de inmuebles pactadas con lavadores profesionales, como bodegas industriales y centros comerciales ( como el caso de un excandidato presidencial).

Como todos están inmersos en estas maniobras, y casi nadie se salva, se estableció lo que se ha denominado como el “Pacto de Impunidad”, consistente en un acuerdo mafioso para no descobijarse entre delincuentes políticos, independientemente de colores partidistas. Allí entran todos (lo vimos con Ricardo Monreal cuando se le descubrió dinero en efectivo al subirse a un avión en Chiapas, evitando la consignación a la Fiscalía.).

Pero el asunto va más allá, gracias a una excepción, la del gobernador de Chihuahua Javier Corral, que en su búsqueda de “Justicia para Chihuahua”, ha podido mapear con precisión la operación de estas intrincadas redes de corrupción política. Se trata de una red interna, en el gobierno, manejada muchas veces desde la propia Secretaría de la Función Pública o desde los espacios hacendarios (Luis Videgaray, por ejemplo). Pero luego se crea una amplia red secundaria, de cobertura, para que ninguna filtración o error trascienda. En ella están incorporados periodistas, políticos de la oposición, empresarios privilegiados e incluso altos miembros de las iglesias. Un día Corral comentaba: “estamos peleando contra el mundo”, al descubrir la enorme extensión de la red criminal.

Operación Zafiro

Pero ahora, todo se publicita y aclara, cuando el propio presidente explica que los dineros sustraídos para su movimiento, de las arcas del pútrido gobierno chiapaneco que encabezó Manuel Velazco, no era dinero robado, sino simples “aportaciones”. Porque cuando la causa lo justifica, todo se purifica. 

Por supuesto, el argumento presidencial desemboca en el patético refrán de que “el fin justifica los medios”. Así, si el agobiado pueblo requiere la conducción redentora de un alcalde, diputado, senador, gobernador o presidente de la República, corromperse está permitido por usos y costumbres, así lo hacen todos y entre todos se protegen. Ser ladrones está bendecido.

“Solo son aportaciones…”

Pero lo más grave, es que aunque sean corruptos, se asuman como honestos. Son pillos y rateros, pues, traidores al pueblo. Por eso hay que identificarlos y señalarlos, porque van encarrerados rumbo al 2021.

¿CÓMO GANAR ELECCIONES SIGLO XXI?

Carlos Arce Macías

 

Así lo viví. Faltaban minutos para las dos de la tarde del dos de julio del dos mil, cuando el candidato Fox había recibido la batería de encuestas de diversos medios, que confirmaban su triunfo inobjetable. Una de sus primeras reflexiones, recuerdo, fue esta:

 

 De ahora en adelante, ningún candidato que no traiga un buen montón de votos tras de sí, podrá ganar una elección.

 

Efectivamente la primera contienda presidencial del siglo XXI, cancelaba las tradicionales trampas electorales, en donde los candidatos del partido oficial realizaban prestidigitaciones extraordinarias, para que urnas vacías, aparecieran retacadas de votos a su favor, en el momento del cómputo. En otros casos, las actas de casillas consignaban datos inconsistentes, que normalmente eran respetados, y acababan dando el triunfo al candidato tricolor.

 

Ahora, en el momento culminante de una lenta y penosa transición democrática, el pensamiento del nuevo presidente, indicaba que se acababan los triunfos sustentados en votos de mentira, fantasmas, nunca emitidos. Desde los albores de una nueva democracia para México, Vicente Fox oteaba la necesidad de obtener votos reales, verdaderamente emitidos, de cada candidato en contienda. Los electores, desde ahora contarían y serían el elemento definitorio del triunfo de cualquier postulante a puestos públicos. Nacía así el mercado de votos en nuestro país. Parecía que la democracia entraba, radiante, a nuestro terruño. Nos equivocamos.

 

Ahora, en momentos de plena democracia electoral ¿cómo se gana una elección? Encontramos dos caminos, los explicaré.

 

PRIMERA RUTA: El candidato debe de poseer una ambición desmedida, que lo convierta en una persona dispuesta a todo, con tal de salir triunfante en la contienda política. No debe de reparar en estrategias, ni recular en echar mano de cualquier forma de obtener recursos para sostener una campaña triunfadora. El fin justifica los medios.

 

Si ya se es funcionario público, cualquier método de captación de recursos es válido. Recuerden: todos lo hacen. De tal forma, que si no lo haces tú, quedaras en desventaja en la batalla y perderás.

 

No hay lugar a indecisiones. Desde el primer día en un puesto electivo, se deberá conformar una sesuda estrategia para recaudar fondos con el fin de sufragar los gastos de la siguiente campaña, aunque falten años para que esta inicie. Como buen gubernamentalista, la sabia sentencia que pontifica que: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, debe de asumirse a plenitud. Hay que garantizar, al costo que sea, mantener una posición en el gobierno, seguir extrayéndole rentas, expoliando los presupuestos públicos y recibiendo pagos extraoficiales. Esto no es para timoratos, menos para ilusos y románticos de la democracia y sus virtudes. Esto es la guerra y hay que ganarla al precio que sea.

 

Actuando con la crudeza recomendada, aumentarán las posibilidades de lograr un cargo público o bien de conservar el que se posee. Eso, es vivir en la gloria. Es la posibilidad de continuar en ascenso, de relacionarse con gente importante, que permita crecer en los negocios que se gestan a la vera de la administración pública. Porque hacer amigos, es una de la principales funciones de un político. De esa forma, no hay que olvidar que los favores se pagan, y uno no sabe cuando hay que cobrarlos.

 

El plan es siempre tener una enorme bolsa de efectivo, de dinero contante y sonante, para ser utilizada en la siguiente campaña. Hay que pagar a los “operadores electorales”, esas finísimas personas, dedicadas a identificar y liderar grupos de votantes, dispuestos a vender su voto y su alma al diablo, si es necesario. Ya “convencidos” ($), los deberán conducir a las urnas, y verificar el cumplimiento del compromiso, para de inmediato pagar la suma convenida. En recientes elecciones, cuenta la leyenda urbana, que se ha saldado, en ciertas zonas, hasta $5000 pesos por voto, en contiendas muy cerradas.

 

Fox tenía razón, ahora el voto es necesario. Lo que no se avistó entonces, es que el método más usual y práctico, sería el mercadeo del voto, por dinero. En ese resbaladizo espacio, entre las clases depauperadas, se puede, incluso, ir midiendo a los contendientes, para ver quién es el que da más ¡Que suban las apuestas! Quien más recursos invierta, porque es una inversión seria, tendrá más chance de ser el ganador.

 

Lo bueno es que el órgano regulador de las elecciones, siempre llega tarde y nunca identifica irregularidades, porque comprar el voto está prohibido por la ley ¿eh? La autoridad nunca ha podido evitar la venta de votos. La impunidad es total. Hay incluso una figura dentro de las fiscalías, denominada pomposamente “Fiscal Especializado en Delitos Electorales” (FEPADE), que nunca ha atinado a identificar, perseguir y sancionar ejemplarmente el trafique de votos, a cambio de dinero. La impunidad está garantizada.

 

SEGUNDA RUTA. Hay otra manera, inusual, exótica y muy extraña de intentar ganar elecciones. Está en desuso. Su referente son legendarias teorías que rememoran patrones democráticos, hoy en el olvido. Me refiero a algo muy asombroso: convencer a los ciudadanos de que den su voto a un candidato, para ocupar un puesto público, con base en su idoneidad. Algo insólito.

 

Se trata de conducir a los electores a convencerse, de que, quién se postula, realmente posee los atributos requeridos para desempeñar bien su función. Algo también rarísimo se evalúa: la honestidad. Se trata de una curiosa característica, referente a quién se conduce con decencia y rectitud. Explora la conducta de las personas, privilegiando las cualidades morales que estas poseen. Una verdadera extravagancia, en esta época.

 

Quien ya desempeña un puesto público, debe de ser refrendado por sus resultados. Hay que juzgar su gobierno por su orden, planeación, sujeción al marco normativo y sobre todo por el cuidado en invertir el dinero que han puesto los ciudadanos en sus manos, de forma razonable y apegada a las reglas vigentes.

 

Se invita a valorar la conducción gubernamental con base en la construcción de ciudadanía que se haya propiciado en ese gobierno, de la gobernanza y participación de la comunidad en las decisiones torales. Por su proclividad a transparentar toda su gestión y rendir cuentas; valorando una conducta sujeta a la congruencia y a parámetros austeros y de moderación, en el desempeño del cargo. Que los dineros públicos hayan sido cuidados más que los propios. Que se haya gobernado sin mentir, siempre hablando con la verdad.

 

Como pueden constatar, se trata de una forma de intentar elegir un futuro gobernante por demás ingenua  y naif, propia de románticos. Es un método poco práctico, farragoso, lento e inseguro. Por eso, ha quedado prácticamente descontinuado en México. Se prefiere ser prácticos y corruptos. Ese es, hasta ahora, nuestro negro porvenir.

 

URBANISMO NEGRO

Carlos Arce Macías

 

Para mi maestro Don Eugenio Trueba en su 99 aniversario.

 

Manuel Castells es un gran sociólogo español, sucesor del connotado maestro francés Alain Touraine. Es uno de los académicos más citado en el campo de las ciencias sociales. Exiliado durante el franquismo, luego de terminar sus estudios en Barcelona de Derecho y Ciencias Económicas, estudió Sociología en la Universidad de París, en donde se convirtió en el profesor más joven. Luego se trasladó a Estados Unidos. Después de una larguísima carrera docente, es profesor visitante en las más altas instituciones de excelencia académica como el MIT, Oxford, Cambridge y actualmente profesor en Berkeley y en Barcelona. Mantiene desde hace décadas una productiva relación con académicos mexicanos, incluso es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y visitante distinguido en la UNAM.

 

Pues he aquí que el ilustre sociólogo, ha dictado cátedra magistral, el pasado 5 de abril, bajo el tema La Corrupción del Estado en América Latina, que precede a un libro, próximo a aparecer. Su alocución no tiene desperdicio, y bajo ese titulo, puede descargarse de YouTube. Muchos temas abordó el maestro, pero en este caso, solo me concentrare en uno de los ejes generadores de la corrupción en nuestros países: la explosión urbana y el crecimiento de las ciudades. Los otros son los procesos de inclusión en la globalización, por medio del Estado.

 

Castells expone la dinámica actual de la ciudad como concentradora de la población, luego de que el campo, mecanizado, ha dejado de requerir mano de obra. Se ha multiplicado a lo largo del mundo la concentración de grandes conglomerados humanos, conformando zonas metropolitanas enormes, con alta densidad de habitantes por kilómetro cuadrado. El constante crecimiento de la economía, también ha cooperado para agudizar el incremento acelerado de las ciudades.

 

El modelo urbano, ha producido que el territorio aumente de valor, dependiendo de los servicios que la planificación urbana va decidiendo. Ante ello, las empresas dedicadas a la construcción de infraestructura han reaccionado a la búsqueda de utilidades, a través de influir para que la inversión pública beneficie áreas especulativas que mantienen dentro del polígono de la ciudad. 

 

Por su parte, el gobierno intenta definir los rumbos propicios para el crecimiento de la mancha urbana. Construye avenidas y calles, introduce alumbrado, agua y drenaje, y también expande las redes de transporte público y vigila que haya paz y orden en las nuevas zonas citadinas. 

 

Toda vez que la decisión gubernamental es definitoria para el éxito de la operación inmobiliaria, ubicada en terrenos comprados a muy bajo precio, que por el solo hecho de encontrarse en la zona de crecimiento de la ciudad adquieren un valor jamás soñado; hace que el empresariado dedicado a la construcción de infraestructura y desarrollo inmobiliario ponga el ojo en los funcionarios y políticos locales y en los estatales. Su intervención y resoluciones son fundamentales para garantizar el boom del negocio. Se necesita controlar a los controladores.

 

Hablando ex cátedra, nos informa el sociólogo de Berkeley, que al percatarse de la importancia de estas decisiones de inversión pública, los emprendedores más voraces y menos preocupados por cuestiones éticas, han decidido comprar políticos y administradores. Esa es una de las fuentes primigenias de la corrupción actual, que desangra a nuestras naciones. Los gobiernos no han sabido, no han querido o no han podido controlar el fenómeno corruptor. La más acabada manifestación ha sido el famoso caso Odebrecht, escándalo de corrupción que ha hecho caer ya a cinco gobiernos, solo en América del Sur. Todo por la inusitada práctica de sobornos a funcionarios, de una poderosa empresa familiar brasileña.

 

Cierro la claridosa explicación de Castells, y planteamos una extensión al diagnóstico del problema, para señalar que el estado en que actualmente se encuentran los partidos políticos, también favorece que, sin mecanismos democráticos internos, se elijan a candidatos propicios a alentar agendas urbanas que respondan a intereses privados. Se neutraliza así el bien público, se vacía de contenido la democracia y la planeación se dirige a beneficiar a miembros de una oligarquía empresarial que intenta dirigir, a su antojo, los destinos de la ciudad. Eso es corrupción.

 

El caso de Guanajuato Capital, se pinta solo. Una empresa constructora, beneficiada con la asignación de una obra de infraestructura, logró: cambiar el trazo de la vía primaria en su beneficio, construir sobre el cause de un rio, una gran explanada con el material excedente de la construcción, comprar los terrenos anexos a la carretera contratada que eran zona de conservación del medio ambiente, cambiar en el ayuntamiento el uso de suelo para volverlo urbano, e intentar la autorización para comercializar una gran zona, que provocaría la afectación del paisaje guanajuatense. La empresa se ciñó al modelo explicado por el sociólogo Castells, al pie de la letra. Cooptaron a las autoridades locales, lograron la complicidad del gobernador en turno, y mantienen en vilo a la población, ya que en cada cambio de administración, intentan capturar las voluntades de los futuros gobernantes, apoyando campañas electorales y fomentando las carreras de políticos de pacotilla.

 

Ahora bien, si los guanajuatenses no logramos recuperar las ciudades primando el bien común sobre los intereses privados, no podremos despejar de corrupción la vida pública local. Nuestras comunidades seguirán padeciendo malos gobiernos. Y volvemos a recordarles: los malos gobiernos no crean buenas policías. Adiós a la posibilidad de recuperar la seguridad y a la paz, que hemos perdido.

 

Por eso es tan importante poner freno a las intentonas de captura de instancias de planeación urbana, como ha sido el caso de la designación en la capital, de un Consejo Consultivo del IMPLAN a modo. También importa controlar los procesos de expedición de licencias de desarrollo urbano, a fin de que se ciñan a las disposiciones legales y a los planos de ordenamiento vigentes. Allí entra la mejora regulatoria, la simplificación y mecanización de procesos, que eliminan la corrupción a través de tecnologías de punta. Por allí hay que empezar.

 

En quince días, expondré en este mismo espacio, como la tecnología contribuye para extirpar la corrupción en una administración pública, siempre y cuando haya voluntad política… ¡lo más difícil de lograr! Hoy hay por lo menos un municipio en Guanajuato que lo puede hacer, convirtiéndose en ejemplo nacional. Obvio, no se trata de nuestra capital. Acá vamos de mal en peor. 

@carce55