EN RIESGO LAS LIBERTADES

Carlos Arce Macías

“Lo que teme el político no es a la opinión, sino a la investigación”

Ricardo Raphael

Todo mundo corre peligro frente a un gobernante desbocado, enceguecido por la furia de haber sido desnudado por periodistas, en un reportaje de investigación, que exhibe su engaño y sus trampas para embabucar electores. Ese es el efecto político de haber descubierto las casas de Houston de uno de sus hijos y su involucramiento con PEMEX.

Mansiones, esposa y PEMEX

Una vez más, nos encontramos con la importancia del periodismo, especialmente el investigativo. A los políticos no les satisface ser monitoreados por medios y periódicos. Les gusta que publiquen sus inauguraciones, sus discursos en auditorios controlados, sus reuniones con camaradas, las felicitaciones de incondicionales, las giras programadas, etc. Pero les lastima profundamente las pesquisas de los costos de la contratación de medicamentos, los sobreprecios en la construcción de puentes con empresas cómplices, de computadoras y tablets en comercios patito, las donaciones de terrenos escolares a amigos fraternos, las transacciones en la compra de estadios, la numeralia de los homicidios dolosos, la cantidad de fosas clandestinas identificadas o los feminicidios. Eso no les gusta, los enmuína, los pone de mal humor y los hace emular al presidente de la República, para procurar convertirse en dueños de sus silencios.

Y es que, en el periodismo, particularmente en el que escudriña, se encuentra la simiente de la verificación de la honestidad de los gobernantes y el respeto de los derechos y de las libertades de los ciudadanos. Este fenómeno tomó auge al final del siglo XIX en Estados Unidos, con el surgimiento de los “muckrackers” (removedores de mierda) del cual fueron representantes grandes novelistas como Upton Sinclair, Graham Philips, o Ida Trabell, que denunciaron las injusticias sociales de su tiempo. Acompañaron la “Progressive Era” norteamericana, que introdujo la ética en el gobierno de sus grandes regiones y ciudades entre 1890 y 1910. El político más descollante de este movimiento fue el presidente Teodoro Roosevelt, que encañonó a los grandes monopolios (Carnegie, J.P. Morgan, Vanderbilt, Rockefeller) y expidió las leyes anti-trust, para construir mercados funcionales, que impulsaran la generación y distribución de riqueza en ese país. Los norteamericanos pasaron de la economía de compadres al libre mercado genuino, que resulta sagrado para que progresen todos.

Posteriormente el periodismo de investigación logró grandes victorias a mediados del siglo XX. Comenzó en 1968 con Ralph Nader, Jack Anderson, Seymour Hersh y sus investigaciones sobre General Motors, Richard Nixon y la matanza de My Lai en Vietnam, hasta recalar en el famosísimo Watergate, que provocó la renuncia del presidente de Estados Unidos.

Como se puede constatar, el periodismo cívico es vital para garantizar un ámbito de libertades. En México hemos testimoniado este fenómeno, con el golpe contra Excélsior de Echeverría, el “no pago para que me pegues” de López Portillo en contra de Proceso; pero luego vinieron los reportajes como el Pemxgate, la Estafa Maestra, Operación Zafiro, la Casa Blanca y ahora la Casa Gris, por el cual el presidente decide atacar pública y violentamente a Carlos Loret y a la organización “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”. Hoy, no solo intenta regresarnos a los tiempos de la obscuridad, sino conformar un ambiente de persecución a detractores, propios de una dictadura bananera. No lo podemos permitir.

Agresión continua a la prensa

Pero si así es en el ámbito nacional, a nivel estatal y municipal, el periodismo de investigación debe profundizarse y enraizar en la sociedad. Es imprescindible para la democracia, a fin de conocer el verdadero talante de nuestros gobiernos. En este terruño, las investigaciones no han dado los frutos deseados contra la impunidad, se siguen robando los dineros públicos para hacer cochinitos electorales y poner recursos en sus alforjas. Esta es una de las razones por las que el fiscal continúa en su cargo, él contiene y frena cualquier averiguación.

Mas les vale, de ahora en adelante a gobernadores y alcaldes, soportar la libertad de los ciudadanos a desplegar un pensamiento crítico, a sobrellevar la función de los periodistas de generar opinión algunos, e investigar otros. En el caso de Guanajuato, créanmelo, el nivel de tolerancia a la crítica e investigación es muy bajo, más cuando están refugiados en una torre de marfil, en donde solo se escuchan voces aduladoras y serviles, que subliman la soberbia del funcionario y causan su intransigencia. De continuar por esa senda, acabarán siendo los malos imitadores de un presidente en decadencia, abominado por la ciudadanía.

Dueño de su silencio

 

 

 

 

 

 

 

 

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