CAPTURAR LA ELECCIÓN

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Carlos Arce Macías

Lo peor para los partidos políticos que detentan el poder, es lidiar con la incertidumbre, que es la naturaleza de una elección. ¡Es tan bonito apropiarse del poder! ¡Aferrarse a él, asirlo sin posibilidad de que sea arrebatado! ¿A quién diantres se le ocurrió inventar eso de la democracia y establecer procesos para ratificar o despedir a los miembros de una organización política del ejercicio de su potestad? ¡Malditos atenienses, malditos ingleses y franceses con tan poca estima por sus monarcas absolutos! En la canija democracia se les sujeta al oprobio del voto ciudadano para mantenerse al frente de los gobiernos. Así piensa cualquier político encumbrado.

Democracia ateniense

Ante la determinación constitucional de dotar a los civiles de derechos para remover a gobernantes a su gusto, mediante el sufragio, los partidos políticos han ideado planes y estrategias para controlar la incertidumbre electoral y reducirla a su mínima expresión. Desde hace tiempo muchos mexicanos han sido sujetos de los experimentos ideados para no someterse a la voluntad de los gobernados y apropiarse por años del poder. Durante el siglo XX, el PRI tuvo la receta para instaurar la dictadura perfecta: el control de los órganos electorales incrustados en el gobierno, acompañado de la simulación de popularidad mediante la movilización multitudinaria y la manipulación de un sector del electorado, clientelizándolo y ofreciéndole dinero y dádivas.

Quienes fuimos testigos de este método, vimos el desfile de votantes que se trasladaban de casilla en casilla votando doble o triplemente. El retiro de credenciales en zonas no proclives a votar por el oficialismo, el acarreo masivo de votantes, la alteración de actas, la expulsión de representantes de otros partidos, el embarazo de urnas, así como su robo en caso de ser necesario. Para evitar todas esas tranzas, se creó el IFE que luego se rebautizó como INE. Pero todo este cúmulo de arbitrariedades fueron parte del plan para capturar la elección en juego y mantenerse eternamente en el poder.

Finalmente los periódicos y medios de comunicación, bien aceitados con fuertes planes de propaganda gubernamental, se encargarían de construir una buena narrativa, que sublimaría el amor del pueblo, bueno y sabio, por sus gobernantes. La oposición, conservadores trasnochados, habían sido derrotados una vez más. Así durante 70 años consecutivos.

Desde el gobierno se movilizaban a las personas de las zonas más deprimidas y a los miembros de sindicatos para que acudieran a mítines y marchas que glorificaran las proezas del grupo gobernante. Para ello no dudaban en ofrecer transporte gratuito, refrescos de sabor y tortas de queso de puerco. El evento multitudinario, sería amenizado por alguna banda o artista conocido, luego vendrían los aburridos discursos, que habría que aplaudir a la fuerza. Con ello el mensaje estaba enviado: la gente apoya, ferviente y mayoritariamente, al partido del gobierno.

Con anticipación en el campo y las zonas depauperadas de las ciudades, se repartirían escrituras de terrenos, láminas, cemento, varillas, gallinas, tractores y utensilios de labranza. El día de la elección ofrecerían un billetito para votar por el PRI, más una camiseta y una gorra. Todo sería pagado con recursos públicos sustraídos desde los gobiernos en el poder.

La transición a la democracia de los inicios del siglo XXI preveía un cambio profundo: partidos políticos responsables, elecciones limpias, fiscalización, rendición de cuentas y combate a la corrupción, entre otras acciones. Casi todo quedó inconcluso, creando una fisura para volver al pasado. Veintitrés años después, una nueva versión del vetusto y corrupto PRI, se propone capturar los próximos comicios, mediante una nueva elección de Estado.

Por lo pronto, han intentado regresar los órganos electorales al control directo del Ejecutivo Federal; ayer acarrearon ciudadanos, repartieron camisetas y cachuchas, tortas y frutsis para llenar el zócalo, en una fingida manifestación de apoyo incondicional al presidente, pagada con dineros públicos. Los gobiernícolas federales pretenden capturar la elección de 2024, no quieren constreñirse a la voluntad de ciudadanos libres. No desean la democracia, aspiran al autoritarismo. Habrá que vencerlos el próximo año y concluir la transición. Todo por el bien de México.

Debe ganar el voto libre

 

 

 

 

 

 

 

 

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¿ENCUESTAS?

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Carlos Arce Macías

Como un instrumento de la sociología, aparecieron hace muchos años los estudios demoscópicos. Primero recabando datos de forma desordenada y dispersa y posteriormente con metodologías muy sofisticadas. De hecho el uso de encuestas transformó a los partidos políticos. Veamos.

Contamos con el dato de que el primer sondeo de opinión se formuló por un periódico norteamericano en 1824 durante la campaña presidencial entre Andrew Jackson y John Quincy Adams, dando como ganador a Jackson, lo cual se corroboró en los comicios. Todo mundo se sorprendió.

Con la urbanización de la población, se hizo más fácil medir el “sentir” de la ciudadanía. Así en 1916 la influyente revista semanal Literary Digest, de Nueva York, se avocó a la realización de sondeos, muy importantes para indagar sobre la profundidad de la depresión económica y de las candidaturas presidenciales de esos tiempos. Poco a poco se mejoró la metodología de medición.

Durante los años treinta del pasado siglo, surge la figura de George Gallup, un periodista y estadístico que comenzó a medir audiencias de radio y televisión, así como prospectivas de intención del voto en diversas elecciones. Ya para los años sesenta el uso de las encuestas se aplicó a las campañas políticas. La primera en utilizar estos métodos fue la de John F. Kennedy. Pulsando opiniones, optimizó su campaña, dejando de presentarse en aquellos lugares que se preveía votarían contra él, para focalizar sus esfuerzos en los condados donde había votos por capturar. Así ganó la elección.

Con el tiempo, las encuestas se generalizaron hasta que en 1971, Pierre Bourdieu un destacadísimo sociólogo francés, lanzó su histórica declaración afirmando que “la opinión pública no existe”, ya que las apreciaciones de las personas sobre cualquier tópico son individuales, vastísimas y están sujetas a un sinnúmero de condiciones, resultando errático generalizarlas y atribuir los mismos significados a las diversas respuestas que pudieran existir en una pregunta cerrada. Aparte, durante el tiempo, se han amontonado muchas predicciones, basadas en escrutinios demoscópicos, totalmente errados.

Pierre Bourdieu, sociólogo

En México no era necesario el uso de estos instrumentos estadísticos, ante el poderío de un partido único, que controlaba totalmente las elecciones. Por ello, fue hasta 1988 cuando Miguel Basáñez realizó la primera encuesta independiente sobre la intención de voto en la Ciudad de México, dándole ventaja, en aquellos tiempos al candidato Cuauhtémoc Cárdenas frente a Carlos Salinas de Gortari. La respuesta a la incertidumbre de esa elección fue la caída del sistema, que operó Manuel Bartlett.

En 1994 diversos periódicos, revistas y empresas, hicieron ejercicios demoscópicos para obtener los resultados electorales de esa contienda presidencial. En aquel momento la elección se convirtió en un gran laboratorio de experimentación estadística. Ya para 2000, las encuestas estaban tan avanzadas, que Vicente Fox conoció su victoria a la una y media de la tarde del 2 de julio, de boca de su encuestador, Rafael Jiménez de la empresa ARCOP.

Los estudios de opinión llevaron a los partidos políticos a abandonar sus ideales y programas, al tener una vía para conocer con precisión los deseos de los votantes. Así, todos, se convirtieron en partidos “catch all”. La doctrina se fue de vacaciones, a cambio del pragmatismo electoral: al cliente lo que pida.

Desde los albores del siglo XXI, comenzó la moda de utilizar las encuestas para repartir, desde las partidocracias de las organizaciones políticas, sus candidaturas. Estupendo pretexto para fundamentar los dedazos. Esta práctica no ha podido ser técnicamente corroborada para los ejercicios demoscópicos, entre otras cosas por las críticas que inicialmente dirigió Pierre Bourdieu: la voluntad humana es muy frágil. Es pues dificilísimo entregar a un partido un estudio prístino, certero e indubitable que muestre que la voluntad del elector es favorable a tal o cual candidato.

El mejor ejemplo de la poca confiabilidad de las encuestas para definir candidatos es la propia elección. Una encuesta no puede substituir la voluntad de un ciudadano expresada formalmente ante la autoridad electoral en un voto. Si no fuera así, nos deberíamos de olvidar de hacer comicios para sustituirlos por un sistema de encuestas que definieran la competencia entre los partidos para designar al presidente del país, a los gobernadores, senadores, diputados o miembros de ayuntamientos.

Utilizar encuestas para definir candidaturas es una vacilada propia de un presidente locuaz, al cual, sorprendentemente, hasta sus adversarios políticos tratan de imitar. Seamos serios y elijamos en elecciones primarias, en todos los partidos a los candidatos por los cuales debamos votar. Tomemos la voluntad de los ciudadanos con seriedad y respeto, porque de otra forma, las encuestas también pueden ser utilizadas para remover gobernantes de forma práctica, rápida y sencilla, ¿o no?

Variación en el tiempo de la voluntad popular

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REBELIÓN EN LA GRANJA

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Carlos Arce Macías

En recuerdo de Doña Guadalupe Rivera Marín, política, historiadora y diplomática.

Habría que recordar fugazmente la novela de George Orwell, el genial escritor inglés, publicada en 1945. Se trata de una sátira de la lucha contra la tiranía (Stalin), de la complejidad para hacer imperar la sensatez ante las bajas pasiones de la clase política: la ambición, la traición y el engaño. Una estampa de los políticos que habitan nuestro planeta, descrita con crudeza.

Alegoría de la política

El enunciado de rebelión en la granja aplica al momento que vive nuestro estado, en contraste con la forma en que se tomaron las decisiones trascendentes de candidaturas hace seis años. Los invito a recordar que en 2017 el gobernador Miguel Márquez despertó un día, se miró al espejo, consultó con su efigie reflejada en la luna y decidió por sí y ante sí que Diego Sinhué Rodríguez sería el próximo gobernador de los guanajuatenses.

Tal juicio transportó a la política de uno de los estados más modernizados de México a los siglos XVII y XVIII, edad de oro del absolutismo, donde los Borbón iban formando a sus delfines, al igual que lo hizo el gobernador Márquez. No hubo reclamos, dóciles, los antes poderosos e influyentes grupos empresariales aceptaron el dictatum del gobernante originario de los pueblos del Rincón.

Y sucedió lo que acontece cuando las decisiones son resueltas bajo el criterio de la lealtad a toda prueba; las carencias difícilmente se detectan al principio, pero brotan, tiempo después, ante los diversos retos que van surgiendo día a día. La crisis de la conducción unipersonal estalla y las debilidades se evidencian hoy, al momento de intentar conducir el proceso de nominación de candidatos para una elección de alta complejidad, como será la de 2024.

A diferencia de 2018, en la granja hay alboroto. La primera reflexión: imposible volver a imponer un candidato a un colectivo de seis millones de habitantes, muchos políticamente activos, con diversas perspectivas, con altas potencialidades empresariales, con mano de obra calificada, con profesionistas de alto rango y centros universitarios reflexivos. ¿De verdad intentarán imponer un candidato único? Ni lo piensen. La clase política actual, posee menos talento que la ciudadanía comprometida con la construcción de una mejor comunidad.

Esto explica que al partido oficialista, que ha concentrado por varias décadas los hilos del poder, ya se le hayan rebelado diversos personajes que buscan abanderar la siguiente elección. El actual senador Erandi Bermúdez, tiene ya tiempo encampañado, buscando ser la opción. Sus expectativas giran en rededor de su voluntad personal, sin contar con la bendición del gobernador. Tiene derecho a buscar la candidatura. Lo acredita su confianza en sí mismo y no requerir ningún tipo de ayuda oficialista.

La secretaria de Gobierno estaba destinada a solo ser parte del equipo de Jesús Oviedo, el amigo, supuestamente designado por el gobernador para ser su sucesor. Sin embargo el lanzamiento de este personaje resultó anticlimático y la biografía del postulado tan insulsa, que el señor Oviedo se convirtió en una pifia monumental. Mal comienzo que ahora obliga a buscar nuevos caminos más plausibles. Y estos han conducido a Libia Denise García Muñoz Ledo, un cuadro formado en las lides parlamentarias, que ha superado a sus colegas y que muestra madurez y espíritu de cambio. La acción para liberar a nivel administrativo el matrimonio de personas del mismo sexo, ha sido una buena carta de presentación en un ambiente viciado por un ultraderechismo despistado. Ahora tendrá que modernizar y poner en orden el Registro Público de la Propiedad y a los notarios, como cereza del pastel.

El líder del Congreso del Estado, Luis Ernesto Ayala, también se apunta en la lista de candidateables. Con una larga trayectoria en puestos públicos, siente que es su momento de lanzarse al ruedo, luego de convertir el parlamento local en agencia de viajes para solaz y esparcimiento de los diputados turistas. Sin procesar los temas álgidos como la despenalizacióndel aborto ordenada por la Suprema Corte de Justicia, la aprobación ilegal de un endeudamiento autorizado por el diputado Zanella, y perdiendo cuanto amparo le presenta la agrupación “Amicus”, añora tomar la estafeta de la gubernatura.

La alcaldesa de León es una figura que ha ido construyendo su candidatura a través de un desempeño recto y adecuado de cargos administrativos y de la brega parlamentaria. Diputada federal y local, ha construido alianzas sólidas a nivel nacional y estatal. Pero en su horizonte hay borrasca. Entregar resultados positivos en año y medio que le queda de gestión, no es cosa sencilla, requiere de un equipo de trabajo bien aceitado y mucho sentido común, lo que generaría la construcción de una administración eficaz y de alta frecuencia. No debe perderse en el laberinto de una mercadotecnia política fútil. Su apuesta debe de ser por entregar buenos resultados. Está a tiempo.

En tanto los precandidatos del oficialismo avanzan en sus sueños, la realidad limitará sus aspiraciones. Esta consiste en la confianza que sean capaces de generar hacia los ciudadanos, que son quienes deben tener la última palabra, y no una militancia domesticada dentro de la burocracia. A los guanajuatenses no se nos impondrá una vez más un candidato. Ya entendimos la dolorosa lección. Hoy la ciudadanía deberá estar dispuesta a imponerle la mejor opción al oficialismo. La partidocracia debe autocontenerse, porque la ciudadanía no está jugando, finalmente sabe que hay otros caminos. Así funciona la democracia.

Empoderamiento ciudadano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALIANZA OPOSITORA, SOLO SIN PARTIDOS CÁRTEL

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CARLOS ARCE MACÍAS

El cambio de siglo trajo consigo una transformación profunda de las organizaciones políticas que no hemos sabido entender a plenitud. Ya los politólogos Richard Katz de la Universidad John Hopkins y Peter Mair del Instituto Universitario Europeo, desde 1995 identificaban los cambios profundos que estaban sufriendo los partidos políticos en su libro “Democracia y Cartelización de los Partidos Políticos”. En este texto, los autores desgranan los tipos de partidos existentes: partidos de cuadros, masas y catch-all (atrapa todo).

Mair y Katz

El partido de cuadros es el modelo que siempre tuvo, por ejemplo, el Partido Acción Nacional. Está organización procuró una cuidada selectividad de sus miembros, para convertirlo en ejemplo vivo de ciudadanía activa, decidida a llevar al poder a personas con alta preparación técnica (uno de los postulados más importantes de Gómez Morín) y de rectitud ética que garantizaran buenos gobiernos. Llama la atención que su fin principal no es ni siquiera la obtención del poder ganando elecciones, sino el reconocimiento de la eminente dignidad de la persona y por consecuencia, el reconocimiento de sus derechos fundamentales y la construcción del bien común.

Por otra parte, el partido de masas se propone organizar políticamente a amplios sectores de la sociedad. Se trata de una estructura de corte popular, construida para intentar mediar entre el Estado y la sociedad civil. Es el modelo seguido por el PRI y el PRD. Incluso recordemos los sectores tradicionales: campesino, popular y la clase trabajadora. El nacionalismo revolucionario fue la ideología sobre la que se sustentó el Revolucionario Institucional, durante setenta años.

Al paso del tiempo, los partidos se fueron escorando hacia las tácticas de la mercadotecnia y la comunicación política, con la finalidad de adaptarse a las aspiraciones de la sociedad, pulsadas hacia el momento de la elección. ¿Qué quería el partido? Lo que las encuestas marcaran como interés de la sociedad. Así se construyeron programas y se diseñaron las campañas. Lo importante era ser convincentes y atrapar al mayor número de votantes posible. Había zanahorias para todos. Esa es la táctica catch-all. Y allí quedaron posicionados todos. Escrutando los intereses de los votantes, para rápidamente prometerles la satisfacción de estos. Los principios de doctrina y programas de acción política acabaron en el bote de la basura, en aras de un empirismo galopante.

Pero los autores Katz y Mair identificaron un naciente fenómeno: el sistema de partidos cártel. Y aquí es dónde el asunto comienza a ponerse caliente el asunto. Los académicos se dieron cuenta que paulatinamente los partidos se fueron convirtiendo en una maquinaria electoral y administrativa, que fue siendo subsidiada desde el gobierno, de forma cada vez más profusa. Carretadas de dinero llegaron a los institutos políticos, para profesionalizar a sus cuadros y sustentar las campañas electorales. Se convirtieron en empresas electorales y de gestión del poder.

Esta burocratización partidaria fue produciendo cúpulas con capacidades presupuestarias cada vez más grandes. De esta manera, se fueron haciendo del control de los partidos, excluyendo a las militancias y consolidando una partidocracia inamovible. Hoy, los partidos políticos no necesitan militantes, y menos sus discretos recursos. Son autónomos de los ciudadanos, por eso hacen lo que les viene en gana.

Así la política del día a día, fue construyéndose a través de acuerdos cupulares entre los liderazgos de cada organización. Pronto se establecieron pactos entre los partidos, zonas de control específico, amistades, respaldo y negocios particulares entre la élite política. La definición de cártel es “el convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la producción, venta y precios de determinado campo industrial” (Diccionario RAE). Como en la industria, este fenómeno se implantó en la política mexicana. Los arreglos cupulares substituyeron a la frágil pauta democrática.

El momento estelar de la cartelización de los partidos se evidenció en la LXII Legislatura Federal. La legislatura de los moches y de los acuerdos inconfesables entre los principales partidos gobernantes. Donde la oposición se sustituyó por la negociación. La administración peñanietista repartió concesiones, privilegios y fondos a todos sus aliados.

La forma de romper esta sólida alianza, amalgamada por la corrupción, fue a través de un movimiento o partido, ajeno al cártel, con características populistas y contestatarias. Una organización dispuesta a prometer todo, sin mayor recato. Decidida a disponer de los fondos gubernamentales para repartirlos alegremente entre sus apoyadores y lidereada por un agitador social. Estas circunstancias y el hartazgo provocado por los abusos y corrupción de los partidos cártel provocaron los cambios de 2018.

Ahora, confrontar al movimiento populista, requiere un replanteamiento total para una alianza partidaria de oposición. Lo primero que hay que garantizar es que no vuelva a reconstruirse el sistema de partidos cártel que terminó en una red de corrupción de alcance nacional. Para ello es necesaria la intervención de grupos externos a la clase política, de ciudadanos organizados, que impidan el renacimiento del cártel y garanticen la reconstrucción democrática de la vida pública de México. Significa una lucha frontal contra la demagogia y la corrupción. Esto le saca alergia a la clase política tradicional. Los enemigos están adentro y afuera.

¿Como construir confianza?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POLÍTICA, UN RAYO DE ESPERANZA

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Carlos Arce Macías

Comienza el año de manera ajetreada. Los políticos mexicanos se pusieron nerviosos y decidieron rápido pasar a la actividad, unos desesperados intentando imponer a su candidata y otros proclamando a los cuatro vientos su unión. El futuro está por alcanzarnos a todos, la hora de la verdad se acerca y conviene poner los puntos sobre las íes, para no acabar engañados por nuestra insigne clase política.

Nuestra clase política

Hacia el 2024 la Cuatro Te promete continuar con su cauda de programas y acciones suicidas para terminar con los despojos de gobierno federal que aún subsisten. Su plan es la construcción de una utopía ideológica totalmente locuaz, de un México feliz, sostenido por las dádivas gubernamentales para los pobres, en tanto nuestro barco se hunde, porque así no funciona la economía del siglo XXI.

En la otra esquina se anuncia el pacto oposicionista(Va por México) de reconciliación entre sus tres fuerzas electorales, cuya imagen provoca desánimo. Identificar a los tres líderes, uno emocionado de que le presten el micrófono, otro sonriendo de ladito y el tercero con cara de enfado, no anticipa buenas expectativas. El llamado PRIAN es un acertijo inescrutable. Plagado de intereses inconfesables, que han sembrado discordias y mala fama en casi toda su clase política. Muy pocos se salvan.

Sin organizaciones ciudadanas

Bajo tan desalentadora perspectiva, si seguimos así, frente a frente quedarán las efigies del Peje y Peña, como próximos destinos a elegir en México. ¿Cuál prefieren? Refrendar el desgobierno o revivir los negocios sucios y los moches, o ambos, revueltos entre unos y otros como las únicas opciones al voto libre de los ciudadanos.

Pero sin embargo en la alianza opositora, hay una tenue esperanza todavía. Se trata de Unidos, una coalición de organizaciones civiles dispuestas a participar y romper el círculo vicioso que ha consistido en designar candidatos impresentables en todas las opciones, para que el ciudadano no tenga motivos para votar (abstencionismo), y si vota, de todas maneras, el que resulte ganador será una pifia, y finalmente todo se decida por la compra de votos y las tranzas. Todo mundo jodido, menos ellos.

Organizaciones como Poder Ciudadano, Sociedad Civil México, Sí por México, Unidos por México y Causa Común, pugnan por imponer un freno a las oligarquías partidarias que tan nefastas han sido para nuestro país. Intentan establecer un filtro ciudadano que logre disciplinar las ambiciones de personajes que han poblado de deshonra el páramo nacional, para abrir cauce a nuevos prospectos, responsables, comprometidos con la vida democrática y decididos a participar por la alianza opositora y a ganar contiendas electorales limpiamente y sin trampas. La fórmula: la movilización de las clases medias, preocupadas por su destino y decididas a librar una batalla crucial para restablecer instituciones, e impedir abusos y corrupción de las diversas redes políticas que venían actuando hasta antes de 2018.

Parece complicado, pero esta sinergia cívica fue la impulsora de la victoriosa marcha en defensa del INE, dentro de la cual, los políticos tradicionales fueron neutralizados y desbordados por el llamado de las organizaciones civiles. Partidos políticos chiquitos frente a agrupamientos civiles potentes, activos y sin complejos.

Pura fuerza ciudadana

No suena mal, menos si es posible replicar el modelo a niveles estatales, Poder Ciudadano ya lo intenta en Coahuila, pero también municipales. La problemática citadina, especialmente los problemas de las ciudades mexicanas, crisol de las clases medias, es el espacio propicio de actuación de estas nacientes formaciones, con capacidad para impactar en la vida política. Su primera exigencia: no a la corrupción. Veremos que sucede, la moneda está en el aire.

Movilizar a las clases medias

 

 

 

 

 

 

 

 

LA HORA CIUDADANA

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Carlos Arce Macías

Resultó una casualidad que dos hechos se conjugaran, dos marchas multitudinarias una en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) y otra en apoyo del presidente López Obrador. Fue una curiosa conjunción en la que quedó claro el valor que hoy representan las personas que se asumen ciudadanas, es decir, los individuos que asumen a plenitud sus derechos políticos.

Marcha en defensa del INE

Aún cuando no queramos, la condición ciudadana otorga una categoría superior a los sujetos que deciden portarla. De tal manera, que debe de ser tarea prioritaria de nuestra sociedad, incorporar a esta condición a todo el pueblo. Deberíamos de empezar por proteger a los ciudadanos de aquellos políticos que, desde su miseria, intentan arrebatarles a los grupos sociales más vulnerables, su jerarquía de ser miembros de pleno derecho de su comunidad. A estos grupos se les violenta acarreándolos a marchas, informes o actos, a través de coacción, de amenazas o de entrega de dádivas. De esa forma son despojados de su libertad para asistir o no a actos inventados por políticos amorales.

El acarreo, lo definió Jesús Silva Herzog Márquez en un reciente editorial: “no es un servicio de transporte: es un desplazamiento bajo presión…Quienes se rehúsan se atendrán a las consecuencias”. Es también el preludio de la compra de votos, ya que primero se necesita simular un gran apoyo popular, para así justificar los miles de votos que algún impresentable candidato obtiene mediante la clientelización y la entrega directa de cash a las personas. Estas dos figuras son los perversos siameses de los delitos electorales, que nunca son investigados por los abúlicos fiscales federales y estatales. Si todo siguiera igual, Brenda Canchola, presidenta consejera del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEGG), se conformará con integrar las mesas de votación, recibir a ciudadanos y acarreado a emitir su voto, libre unos y comprado los otros; y contarlos finalmente para aclamar a los ganadores. Tantán, así dormiría tranquila y satisfecha la presidenta, aunque la calidad de nuestra democracia sea pésima.

Pero hay atisbos de que las cosas cambiarán. Por el momento, las dos marchas arrojan un contraste determinante: una fue de ciudadanos que voluntariamente y por sus medios, decidieron salir a manifestarse en defensa de una institución. La otra, organizada desde el poder, se nutrió de una enorme masa de acarreados, que fueron transportados en 1787 camiones (el periódico Reforma los contó uno por uno) desde diversos puntos de origen. De un lado, lo queramos o no, había ciudadanos, del otro un conglomerado de individuos dotados de trescientos pesos, un refresco, una torta y pasaje de ida y vuelta gratuito.

La sola verbalización del comparativo entre ambos grupos es durísima, incompasiva, pero es la expresión exacta de lo que pasó. Su crudeza debería de convertirse en el acicate para que los políticos dejaran de acarrear gente y mercadear sufragios, so pena de ser señalados, despreciados y expulsados de las boletas electorales.

Habrá que señalar que el acarreo es una práctica común entre la clase política de todos los signos, que debería de ser denunciada, combatida y penada. ¿Saben por qué lo necesitan? Porque nuestros partidos políticos son estructuras vacías de ciudadanos. Requieren simular la presencia de multitudes, obligando a la gente a asistir a sus eventos. Si no hubiese acarreo, solo estarían presentes sus incondicionales y aduladores. Su carencia de ideales y sus prácticas poco éticas no seducen a nadie. Son camarillas solitarias.

Sin el acarreo, será muy difícil justificar los votos traficados con dinero. El teatrito se cae. Y solo entonces, los verdaderos políticos tendrían posibilidades de reaparecer utilizando el talento y las ideas para convencer a los ciudadanos de sus propuestas. Sería un historial limpio el que acredite su postulación a un puesto público. Solo así las administraciones ya no serían utilizadas para expoliarlas. La corrupción política, tan extendida en nuestra obscura realidad, perdería brío y sustento.

Las marchas del 13 y 27 de noviembre, nos dejan una moraleja: la política solo se construye con ciudadanos reales. Los partidos, todos, están rebasados y desacreditados. Hoy, solo los ciudadanos a través de sus redes organizadas podrán hacer viables las próximas candidaturas. Los acarreadores y operadores electoreros no están invitados a la próxima contienda. Su sola contratación por algún partido o candidato significará descrédito y exclusión, no votos. Entiendan: es la hora ciudadana.

Marcha en apoyo al presidente

 

 

 

 

 

 

 

UN INE INEFICAZ

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Carlos Arce Macias

Un gran salto de la humanidad se fraguó con el nacimiento de la edad moderna en el siglo XIX y la invención de la representación política como el mecanismo para poder gobernar grandes conglomerados humanos. La evolución de la sociedad fue meteórica. La iniciaron los ingleses, especialmente bajo la sabiduría de Edmund Burke a partir de su celebre discurso a los electores de Bristol.

Burke y la representación política

En aquella ocasión el filósofo y político de origen irlandés sentenció: “El Parlamento es la asamblea deliberativa de una única nación, con un solo interés, el de la comunidad… en ella no deben de prevalecer los objetivos ni los perjuicios locales, ni estamentales, sino el bien general, que deriva de la razón general”. El Parlamento es el lugar donde se debate, pero también es el espacio para conformar la unidad de la nación, en torno al bien común.

La formación de la representación política se debe a que la decisión para el nombramiento de representantes emana de la voluntad de individuos “libres e iguales”, desde donde surge la selección de representantes de la sociedad. Dice Woldemberg, que esa voluntad, acompañada de la libertad de expresión, de prensa y de reunión, produce ventajas especiales:un mecanismo mediante el cual los poderes pueden ser observados y controlados, así como la construcción de un foro que actúe como contrapeso, en donde exista un espacio para ventilar, apoyar o controvertir las decisiones del gobierno. Si falla este mecanismo, todo se viene abajo y el sistema democrático y republicano se descarrila.

Habría que reflexionar, a partir de esto, sobre el poco aprecio de una parte de nuestra población por el Instituto Nacional de Elecciones (INE) y sus referentes estatales, como el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG). Y es que, si la representatividad no surge de la libertad e igualdad de los ciudadanos, el gobierno representativo no funciona. Y todo se va al caño, cuando la voluntad de las personas es comprada, condicionada y forzada por partidos y gobernantes. El desprecio por la libertad del voto, y el envilecimiento de grandes sectores de la comunidad de electores, a través de programas gubernamentales asistencialistas y del ofrecimiento de dinero en efectivo a cambio de la entrega del sufragio a un cierto partido, empieza a tener graves consecuencias, como el descrédito de las instituciones como el INE. ¿Alguna vez fuimos testigos de un posicionamiento serio y contundente de estos órganos en contra de las artimañas de los partidos y gobiernos para arrebatarles a los ciudadanos su libertad? Solo ha habido un silencio ominoso.

Si estas instituciones han permitido la formación de una categoría de “siervos electorales” al servicio de partidos y gobiernos envilecedores, no es de extrañar el desapego a un INE incapaz de proteger la libertad de los ciudadanos para votar. Organizar elecciones, contar bien los votos y definir ganadores, sin cerciorarse de que los sufragios hayan sido emitidos por personas en pleno ejercicio de sus libertades ha sido la gran omisión en su mandato.

Los partidos que hoy afirman su intención de defender al INE bien podrían acudir a él a suscribir un acuerdo en el que se comprometan a realizar procesos genuinamente limpios, sin compra de votos, sin clientelismo, ni cash. Así el desempeño del órgano electoral sería impecable del lado de la oposición. Si el aspirante a dictador decide seguir batiendo a sus huestes en la inmundicia, que asuma a plenitud esa responsabilidad. La mejor arma en estos tiempos es una conducta electoral ejemplar, sin trampas ni chicanadas. ¿Lo entienden?

¿Voto libe?

 

 

 

 

 

PELÉ Y LA POLÍTICA

Carlos Arce Macías

Me referiré al interesante documental sobre la biografía de Pelé, el mejor futbolista de todos los tiempos, que se puede ver en la plataforma Netflix, el cual aborda los retos que tuvo que enfrentar el inventor del “jogo bonito” para triunfar sin discusión, en su carrera deportiva.

El documental

El magnífico guion se basa en la consecución de los tres títulos mundiales de Brasil, y por consecuencia la obtención de la histórica copa Jules Rimet. Remata con la participación en el campeonato mundial de 1970, en México, del que hace una descripción pormenorizada de los momentos claves que les permitieron llegar a la final y levantar el trofeo mas preciado del orbe futbolístico.

Eso me lleva a rememorar la enorme suerte que tuve de ser testigo directo de parte de esa hazaña, ya hace cincuenta años, en el Estadio Jalisco. Los emotivos juegos que presencié contra Checoslovaquia, Inglaterra y Rumanía. Los cuartos de final contra el Perú de Cubillas y Chumpitáz y la durísima semifinal contra el más temido adversario: Uruguay con Mazurkiewicz, Matosas y Esparrago. El documental no refleja a plenitud el ambiente mexicano a favor de los brasileños y Pelé. Pero recuerdo las prácticas del equipo, semanas antes, en la cancha Nieto Piña de la ciudad de Guanajuato. También el partido amistoso jugado contra el Irapuato, en donde ganó Brasil por un discreto 2-1. La afiliación popular a la simpatía que irradiaba el Rey Pelé, siempre sencillo y alejado de escándalos mediáticos. Un jugador profesional en toda la línea.

En el estadio Jalisco el apoyo a los brasileiros era incondicional. Estaba acompañado de la “Torcida do Brasil”, que apoyaba a su selección en los momentos más intensos de los encuentros, con el ritmo cadencioso de sus tambores. Parecía como si marcara el ritmo del equipo. Era entonces cuando la pantera número 10 comenzaba a mover espectacularmente al conjunto, utilizando los ataques como ráfagas de sus ofensivos: Jairzinho y Rivelino, mientras Tostao enervaba a las defensas enemigas y Gerson amagaba con fuertes disparos de media distancia. Un concierto de futbol ofensivo, jamás antes visto, cuyo recuerdo resulta un gozo para aquello que tuvimos la suerte de presenciarlo directamente en el estadio.

El equipo del “jogo bonito”.

El documental toca un tema delicado, la relación del fútbol con la política. El regreso triunfante de la verde esmeralda a Brasil y el apoteótico recibimiento a los dueños de la copa mundial, frente al oportunismo del sangriento dictador Emilio Garrastazu Médici, con el fin de aprovechar la victoria deportiva para ganar popularidad y apoyar su cruento gobierno.

Siempre sucede. Los políticos, intentan utilizar a los dioses del estadio, para manipular a la ciudadanía, urgida de triunfos y victorias. Nada nuevo bajo el sol, la misma receta del circo romano. Intentan entender la mecánica del futbol, la verdadera religión popular, que no ofrece el paraíso, pero si parte de la gloria que concede Niké, la diosa griega de la victoria. 

El deporte le pone alas a la casa comunal, y acredita a la localidad como algo valioso, especialmente para los depauperados. Para una urbe, poseer un equipo destacado es invaluable; veamos el caso de Münich, Mánchester, Londres, Madrid o Barcelona, sus equipos son su principal símbolo y representantes globales.

Pero el olfato de los políticos por ganar adeptos y utilizar al deporte como un acicate para obtener simpatizantes y ganar elecciones fallan. Como es el caso de Brasil 1970, y el intento del dictador de utilizar a Pelé y a los campeones del mundo, como apoyos solidarios. De nada sirvió, pues el pueblo sabe que los partidos los ganan los jugadores, no los gobernadores ni los políticos oportunistas. Los dioses del estadio son autónomos y se comunican directamente con el aficionado, son más prácticos que la religión institucional. El Club León, Davino, Tita, el Chapo Montes, y menos la Tota Carbajal, representan hoy a ningún partido político y menos el voto por quien pueda disponer irresponsablemente, en tiempo de una mortal pandemia, de 735 millones de pesos para adquirir un estadio con fondos públicos, que fue arrebatado por la mala, al pueblo de León.

Los dioses del fútbol

Es tiempo de dignidad y valentía, de poner en su lugar a los políticos de cualquier signo que intenten manipular a los ciudadanos a través de los divinos símbolos deportivos. Los dioses futboleros son otra cosa, más vale que los respeten, porque pueden convertirse en enemigos terribles y llevarles la destrucción a sus organizaciones políticas, por abusivas. Mejor vayan con cuidado.

Quiere comprar, en el peor momento.

NUESTROS CANDIDATOS, ¿LOS MERECEMOS?

Carlos Arce Macías

El filósofo francés Joseph de Meistre, ante la bataola provocada por las turbas durante la Revolución Francesa (1786), emitió la famosa sentencia: “Los pueblos tienen los gobiernos que merecen”. Hay que extraer la conseja del cajón de la historia, para preguntarnos si las postulaciones a cargos de elección popular que nos están recetando los partidos políticos, todos, responden a la convalidación de la famosa frase.

Joseph de Meistre

Deplorable debe de ser la condición existencial de los guanajuatenses y mexicanos, para ser maltratados de violenta manera, para endilgarnos la postulación a los cargos públicos que los diversos institutos políticos han anunciado. No hay consideración alguna hacia los ciudadanos; muy pocos candidatos pasan la prueba inicial, que sería un filtro ético, para corroborar, su honorabilidad y buena fama.

Y hay que decirlo sin rodeos, nos encontramos ante una clase política depredadora de los puestos públicos, que mantiene capturados la totalidad de las posiciones en disputa. Ni en la desesperación provocada por la emergencia nacional que estamos viviendo, acosados por una brutal epidemia, una violencia desbocada y una crisis económica fustigada por un gobierno nacional deplorable, los partidos políticos son capaces de ofrecer perfiles de nuevos personajes ciudadanos, que nos procuren la posibilidad de cambiar nuestro cruel entorno. 

Los partidos solo reciclan a su camarilla, manifestación del sistema de “cartelización” dentro del cual actúa nuestro sistema político. Las posiciones de gobierno son acaparadas siempre por los mismos. La democracia interna ha sido desterrada, hasta de la organización que la proclamaba como estandarte: Acción Nacional. Ahora se rige a punta de dedazos, negando su historia y ensombreciendo su conducta bajo el nubarrón de la incongruencia y la negación de sus principios de doctrina.

Los principios, por los suelos

Una señal clara de un partido cártel es su acendrada partidocracia. Porque este tipo de partidos, estudiados a partir de 1995 por los profesores Richard Katz y Peter Maier(“Democracy and the Cartelization of Political Parties”, Oxford Press), ha tomado carta de naturalización en México, en donde el fenómeno de la cartelización se da en diversos ámbitos, algunos muy lóbregos y tenebrosos.

Hay que asumirlo para entender el tiempo que vivimos: nuestros partidos no necesitan a los ciudadanos. Solo se bastan con su dirigencia y camarilla de leales escuderos, hambrientos de alguna migaja que les esparzan los amos. Y es que el diseño esta manufacturado para que cada institución tenga tal cantidad de dinero a través de subvenciones públicas y de recursos ilegales tolerados mediante el “Pacto de Impunidad”, que se dedican a hacer costosísimas campañas electorales en donde los ingredientes primordiales son la compra de voto y la clientelización de los ciudadanos más vulnerables.

Eso explica que no les interese la participación de los electores libres. Mientras menos participen, menos votos se necesitan comprar para ganar una elección… y más dinero acabará en las alforjas particulares de los políticos. No piensan en convencer con ideas y propuestas, esas son antiguallas. Dinero contante y sonante para ofrecer a los pobres, quinientos pesitos por su voto, laminas, calentadores solares, cemento, despensas, o una beca para el abuelito o el nini. Indignos todos.

Comprando el voto, desterrando la libertad de los ciudadanos

Y para ilustrar como se materializan estos infaustos fenómenos, pronto escribiré sobre un ejemplo real, relativo a uno de los politicastros más impresentables de la región, cuyo partido no le vio inconveniente alguno para lanzarlo como candidato, no obstante el caudal de agresiones, estafas y desgobierno que haya provocado con su actuación deshonesta, ya convertida en leyenda local.

Pero nuestros partidos continúan en lo mismo, arrojando bazofia. Parecen pensar que nos la merecemos, cuando lo único que exigimos es la construcción de buenos gobiernos, que produzcan buenas policías, acomedidos servicios de emergencia y un plan de reactivación económica medianamente factible. Por lo pronto, la mayoría de los candidatos, no los que merecemos y necesitamos, no nos sirven para gobernarnos bien.

No los merecemos.

EL ANTÍDOTO PERFECTO

Carlos Arce Macías

Demoledora para Guanajuato, resultó la reciente encuesta  sobre Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Los datos fueron funestos, resultó ser el estado con mayor aumento percibido de corrupción entre 2017 y 2019; el crecimiento fue del 80%.

Regresión peligrosa

La zona con mayor percepción de corrupción , resultó ser la policía (82%), seguida de los partidos políticos con el 78%, los diputados y senadores con  el 70%, el gobierno estatal con 65% y los municipales con 61%. Los datos arrojan el siguiente aserto: no estamos bien, las cosas no caminan correctamente, y lo que es peor, no se ven hasta ahora, verdaderos afanes por combatir con seriedad a la corrupción para mejorar nuestros gobiernos y diferenciarnos de la paupérrima administración federal. 

Como nos hemos cansado de sentenciarlo, los malos gobiernos son incapaces de crear buenas policías. El cauce en pos de la paz pública, se aleja cada día más de nuestra comunidad. Y es que el arreglo a tan trágica condición, depende esencialmente del saneamiento y compostura de los partidos políticos, también sumidos en una deshonestidad galopante, que evita la construcción de oposiciones efectivas y mejores administraciones públicas.

Sin embargo hay un buen augurio  que pudiera servirnos. Javier Corral, gobernador de Chihuahua ha lanzado su iniciativa PASO* que busca cercenar, de una vez por todas, la partidocracia que ha propiciado la zahúrda en que se han convertido los institutos políticos. Se trata de una iniciativa que establece la apertura de las candidaturas a los ciudadanos, quebrando de un solo golpe el pactismo y contubernio que actualmente se da dentro de los partidos, especialmente, en el caso guanajuatense, en el PAN.

Corral va a fondo. Propone que las candidaturas de todos los partidos sean votadas libremente por los ciudadanos interesados en cada opción. Todos a la vez, en una sola jornada electoral, organizada por la autoridad estatal. Nadie podrá asegurar candidaturas sin el verdadero apoyo de la ciudadanía; tan solo acordando, en lo obscurito, con los “liderazgos partidarios”, comprometiéndose a la entrega de canonjías, monopolios y privilegios, cuando se llegue al poder. Una secta política, por ejemplo, no podría ser, bajo este esquema, quién decrete el destino de todo un pueblo.

Un gran PASO

Se trata pues, de una reforma política que obligue a la celebración de elecciones primarias, la cualfortalecería a los ciudadanos y debilitaría las estructuras autoritarias que han propiciado la autocracia que hoy, desgobierna al país. La fórmula contra la pócima de la dictadura es sencilla: más democracia, mucha democracia, harta democracia.

La iniciativa del gobernador chihuahuense tiene otra gran ventaja: al reconstituir el tejido político de los partidos, permitiendo que los ciudadanos premien las virtudes cívicas contra las perversiones de los abusivos y ventajosos; el establecimiento de una verdadera política anticorrupción quedaría garantizado. Por otra parte, la ciudadanía se haría responsable directa, en su caso, de llevar a un impresentable a un puesto público. Para que después no se quejen.

Si Guanajuato de verdad quiere manifestarse como una sociedad moderna, digna de un gobierno eficiente y honesto, debería de exigir una reforma política, con elecciones primarias obligatorias, ahora. Solo así podrán seleccionarse los candidatos más potables para gobernarnos, y también para enfrentar a la dictadura que nos amenaza. Solo tenemos esta oportunidad. Hagámoslo sin titubeos. Es el antídoto perfecto para el veneno que tragamos en 2018.

*PASO (Primarias abiertas, simultáneas y obligatorias)

Partidos políticos corruptos