¡LES VALIÓ!

Carlos Arce Macías

El escándalo en la capital del estado se profundiza. Conforme se avanza en las investigaciones, más irregularidades se suman al intento de edificación de un nuevo museo de momias, mediante el endeudamiento del municipio por 70 millones de pesos.

Los capitalinos nos defendemos a través de la solicitud de un plebiscito, que tendrá como finalidad la consulta sobre la procedencia del empréstito, que significa comprometer toda la disponibilidad financiera del gobierno local, para hipotecarla en una ocurrencia del alcalde.

Resistencia contra el endeudamiento

Pero ahora resulta que los terrenos de la antigua estación del ferrocarril, en donde se construiría el museo combinado con centro comercial que exhibirá cadáveres momificados, está emproblemado. De acuerdo con la escritura del 18 de junio de 1999, se trata de una donación condicionada a que el terreno sea utilizado para la “prestación de servicios públicos a fines educativos, comprendiéndose dentro de estos la construcción de vialidades, y actividades culturales…”Es obvio que la pretendida edificación de un centro comercial con momias no concuerda con las condicionantes de la donación, lo cual constituye una irregularidad más del proyecto.

No obstante lo anterior, los problemas no se agotan ahí. Se denuncia ahora por la regidora Paloma Robles Lacayo, que el predio original, donado por ferrocarriles ha sufrido un importante menoscabo en su superficie original, ya que diversos ayuntamientos han vendido 21 predios a particulares. La última en 2019 al hotel Real de Minas. Dichas compraventas violentan el destino de la donación. La cuestión resulta más grave, ya que la cláusula tercer de la escritura, estipula la reversión del bien a Ferrocarriles Nacionales de México, concretamente a su órgano liquidador, por no ceñirse al destino establecido en el instrumento notarial. En pocas palabras, el terreno debería regresar a la propiedad del gobierno federal.

Total, que poco a poco, constatamos que el proyecto icónico del alcalde Navarro resultó un timo de cabo a rabo. Fíjense: el expediente no cuenta con autorizaciones del INAH, es más, cuando solicitó el permiso de endeudamiento ante el Congreso, ni siquiera había comenzado el tramite de autorización. Tampoco dispone de suficientes momias para exhibir, ya que la intervención de la Dirección de Antropología Física del Instituto decretó que aquellos cadáveres del siglo XIX no son patrimonio municipal sino monumento histórico mueble federal de acuerdo con la normatividad vigente (aproximadamente 78 de los 95 cuerpos áridos en exhibición en dos museos). Por si fuera poco, las momias no tienen permiso de ser reubicadas, debiendo permanecer, por lo pronto, en su sitio actual. Y para rematar, ahora aparece un oficio del Responsable del Proceso de Desincorporación de Ferrocarriles Nacionales de México en Liquidación, requiriéndole información precisa a Alejandro Navarro sobre el proyecto con vocación comercial, que transgrede la condición de la donación del terreno, en el que se desea construir el excéntrico centro comercial con momias. De locos.

Puntualicemos que desde diversos espacios se les advirtió, primero al ayuntamiento y luego al Congreso del Estado, que el proyecto estaba incompleto, carecía de permisos y debía contar con la autorización de la federación para ser construido en los terrenos donados por ferrocarriles. ¡Les valió! Especialmente al alcalde Alejandro Navarro, a los regidores Cecilia Pöhls y Carlos Chávez y a su socio en esta desventura el diputado Víctor Zanella Huerta, presidente de la Comisión de Hacienda y Fiscalización del Congreso. Ellos, que se reeligieron, deben responder por sus votos. ¡Vaya desfachatez! Aprobaron un proyecto que no tiene permiso del INAH, no tiene momias que exhibir, ni terreno donde construirse. ¡De escándalo!

Debemos hacer hincapié en las responsabilidades de Zanella Huerta, quién ya debería ser removido de su presidencia de comisión. Optó por la obediencia, renunciando a su obligación de representación ciudadana. Así las cosas, el líder del Congreso, Luis Ernesto Ayala, se ubicará en una incómoda y delicada posición si no toma decisiones prontas y expeditas: remover al diputado irresponsable, revocar la autorización del empréstito, reconvenir al ayuntamiento de Guanajuato por su solicitud fraudulenta, poner en conocimiento del Ejecutivo estatal las irregularidades detectadas en el proyecto y dar vista de los hechos a la fiscalía del estado. ¿Quiere combatir en serio la corrupción?

Hora de decidir

 

 

 

 

 

 

 

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UN MUSEO MUY LEJANO

Carlos Arce Macías

El paquete completo, acordado por el PAN-Tapadera para hacer más cómoda la gestión del pícaro presidente municipal de Guanajuato, consideraba aparte de la expulsión de las filas del partido de un crítico incómodo, la ejecución del proyecto de tercer museo de momias para Guanajuato. Un negociazo que podría distribuir rentas a todos los participantes, a través de contratos con sobreprecio y adjudicación privilegiada de locales comerciales.

Negociazo

Brindar cobertura a una red de corrupción política tiene sus beneficios. Uno de ellos consistió en la reelección del alcalde, mediante la clientelización profusa y descarada para condicionar votos y así ganar la capital estatal, utilizando métodos vergonzosos, siempre combatidos por Acción Nacional, donde se suponía que militaban los “místicos del voto”. Otro, el comercial, supone la asociación de los gerentes de la franquicia partidista con el alcalde atrabiliario, para convertirse en posibles socios en diversos negocios. El despertar post COVID de la capital, puede presentar buenas oportunidades personales. En seguimiento de estos planes, se encuentra la necesidad de mantener el control absoluto de los datos hacendarios de la administración, sumida en la opacidad. Por eso a uno de los síndicos del cabildo se le despojo arbitrariamente de su función, bajo el silencio cómplice de Eduardo López Mares, el gris presidente del PAN estatal.

Pero he aquí, que los planes parecen venirse abajo. El proceso de expulsión del crítico está en el limbo azul; mientras, los equilibrios en el interior del ayuntamiento capitalino han cambiado. Alejandro Navarro, en la cima de su ladrillo, calculaba que su reelección por aclamación significaba un cheque en blanco de la ciudadanía para avalar cualquier ocurrencia que propusiera. Y decidió construirse un Nuevo Museo de las Momias.

En perfecta coordinación con el grupo mayoritario del Congreso del Estado, gracias a la intervención de los dirigentes estatales panistas, se gestionó, en tiempo record la autorización para endeudar al municipio en toda su capacidad de financiamiento. Es oportuno recordar que esta solicitud ya había sido rechazada por la mismísima Alejandra Gutiérrez, hoy alcaldesa de León, por su notoria improcedencia. La entonces diputada, resistió todas las presiones que desató Navarro en su contra, y mientras fue presidenta de la Comisión de Hacienda, la demanda del alcalde no transitó. Los capitalinos debemos reconocer y agradecer la firmeza de la legisladora.

Pero en esta ocasión la Comisión de Hacienda ya estaba presidida por un diputado, Víctor Zanella, incondicional del grupo, risueño, fotogénico y ambicioso, quién recibió encantado la misión de aprobar la deuda de 70 millones de pesos, para que un grupo de bribones pudieran enriquecerse con el centro comercial, disfrazado de museo, que contempla, como tienda ancla, la exhibición de cadáveres áridos. Suculentos bisnes.

El diputado fotogénico

Y todo parecía marchar sobre ruedas, sincronizados por Navarro en el ayuntamiento con sus síndico y regidores incondicionales, y en el Congreso por el acuerdo del PAN-Tapadera con Zanella para asegurarle la aprobación. Pero el proyecto ha encallado. Las gestiones de la regidora Robles Lacayo, férrea defensora de la dignidad de los cuerpos áridos, llegaron hasta la Presidencia de la República, desde donde se ordenó la intervención directa de las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las cuales quedaron estupefactas al conocer las deficiencias y locuras consideradas en la propuesta del alcalde de Guanajuato, negando que se cuente con autorización alguna de esa instancia federal.

Por si no fuera suficiente, la misma regidora ha logrado la decisión de la UNESCO para intervenir en el caso, atendiendo a la categoría de “Ciudad Patrimonio de la Humanidad” de Guanajuato. El proyecto presenta inconsistencias que nunca se estudiaron ni por el ayuntamiento ni por el Congreso. Ambos, como se advirtió en su momento, fueron indolentes y dolosos, y estuvieron a punto de inferir a los guanajuatenses un profundo daño económico. Hacer negocios con el dinero público, tiene como consecuencia responsabilidades administrativas y políticas. Por lo pronto, la oposición se merendará a Zanella en el Congreso por negligente, y su conducta será negativamente evaluada por el Observatorio Legislativo. La regidora Robles Lacayo equilibrará, por sí sola, la supuesta fuerza política del omnipotente alcalde en el ayuntamiento capitalino. El Comité Ciudadano del Sistema Anticorrupción deberá registrar estas maquinaciones como actos de corrupción. Y los verdaderos panistas, los que repudiamos un partido dedicado a respaldar la deshonestidad de nuestros gobiernos, deberemos encargarnos de hacer añicos al florero que dirige al PAN estatal. Por lo pronto, el museo les ha quedado muy lejano.

Paloma Robles vs Navarro

 

 

 

 

 

 

 

DESENTERRAR PARA EXHIBIR

Carlos Arce Macías

Muy enferma debe de estar una sociedad que decide exhumar a sus muertos para exhibirlos y así engordar el presupuesto municipal. Envilecidos también se encuentran los empresarios que ven, sin chistar, que los muertos son extraídos de sus tumbas para exponerlos en vitrinas, para cobrar a turistas morbosos por ver el rictus mortuorio con el cual partieron de este mundo. Negocios son negocios, dicen.

Queremos reconocer, que en el tratamiento del ya célebre “Museo de las Momias de Guanajuato”, nos habíamos estacionado en el fenómeno del surrealismo y de la chocarrería propia de Jorge Ibargüengoitia para juzgar a sus coterráneos. Sin embargo, el tema presenta flancos más profundos que debemos estudiar. Para ello hemos de trasladarnos al “Museo de La Plata”, en Argentina, creado en 1884. En una edificación que compite con los más celebres museos europeos y norteamericanos de ciencias naturales, en plena era del positivismo, este complejo cultural congregó muchas momias, desde egipcias hasta sudamericanas.

Museo de La Plata

Los museos son las catedrales de la ciencia, cuentan las historias del pasado, a través de la exhibición de objetos. Muchos de esos “objetos”, fueron los recolectados luego de la llamada “Conquista del Desierto”, de ahí la colección de más de 8000 momias y restos descubiertas en diversas localidades de sudamérica: tehueluches, araucanos, guaranís y tiahuanacos. Pero las cosas cambiaron, cuando las asociaciones de comunidades originarias reclamaron la exhibición de muchos de estos cuerpos, que no objetos. Carmelo Sardinas Ullupu, uno de sus lideres profirió así su reclamo: “Nosotros no somos piezas de arqueología para que nuestros abuelos estuvieran en las vidrieras como muestras, nos cusa mucho dolor, mucha indignación”. Resultado: la expedición de la Ley 25217 que prohíbe la exposición de restos humanos. El gran museo dejó de presentar momias y las retornó a sus comunidades para ser inhumadas conforme a sus usos y costumbres.

Otro caso aconteció en el “Museo Arqueológico de la Alta Montaña”, en Salta, también en Argentina, en donde se han concentrado momias producto de la criopreservación en alturas superiores a los 6000 metros, como los niños de Llullaillaco, descubiertos en 1999. Se trata de infantes sacrificados en ceremonias religiosas hace 500 años. Listos para exhibirlas en una vitrina acondicionada, Américo Castilla, director nacional de Patrimonio y Monumentos argumentó: “Hoy no está considerado ético exhibir restos humanos. Los museos ya no deben ser sitios en donde se exhiben trofeos. Mostrar las momias como si fueran objetos, en todo caso tiene que ver más con una visión mercantilista y de espectáculo, que científica”. Los grupos indígenas se han puesto en pie de lucha a fin de que sean retornados los restos áridos a sus lugares sagrados. Las momias no son objetos, sino sujetos, se afirma entre los especialistas.

Dr. Américo Castilla

El otro caso es la exhibición en museos europeos, de un supuesto guerrero africano, llamado “El Negro”, que fue disecado y presentado en la “Exposición Universal”de Barcelona en 1888, y ubicado hasta 1983, en el museo de Bañolas en Cataluña. Tras la denuncia de Alfonso Arcelin, un doctor español, al diario El País, frente a proximidad de los Juegos Olímpicos, y contando con el respaldo del reverendo Jesse Jackson, Kofi Annan y “Magic” Johnson, luego de bautizar la exposición como repulsiva e insensible, “El Negro” debió ser regresado a Botswana, su país de origen, para ser inhumado. Solo quedaba una piel craquelada, el cráneo y algunos huesos.

El arquitecto Ciro Caraballo Perichi, coordinador de cultura en UNESCO México, ya ha dado el aviso de alerta sobre el “Museo de las Momias de Guanajuato” y su mercantilización, en el texto “Momias o Cadáveres”, un trabajo de 2014, compendiado en el libro “Catrina y Sepulcro”, editado por la Universidad Autónoma Metropolitana. Obvio, protesta por el trato de fenómenos que se les da a los cuerpos, al exponerlos en público.

En el mundo, la antropología y arqueología combinados con la reflexión ética transitan hacia la cancelación de exhibiciones de restos humanos, cuando no exista un motivo de gran trascendencia para hacerlo. En Guanajuato, ofuscados por la obtención de recursos fáciles para pagar el gasto público, desenterramos cuerpos para exhibirlos a la vista de turistas morbosos, e intentamos construir un museo más de momias. Conclusión: el ayuntamiento de Guanajuato es el promotor, los diputados estatales sus cómplices y la ignominia su calificativo común.

¿Diputados por la ignominia?

 

 

 

 

 

 

 

LAS MOMIAS EN LEÓN

Carlos Arce Macías

 

“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo quién está en ustedes?”

San Pablo, Corintios 6:19

El artículo 77 del Reglamento de Panteones del Municipio de Guanajuato, instruye que la utilización de restos humanos áridos (momias) solo se hará para fines culturales. También establece un extraño trámite para los deudos de ese tipo de cadáveres, los cuales se pueden inconformar para impedir que vayan a ser expuestos en algún sitio. En caso de proceder la solicitud, los descendientes están obligados a la incineración del cuerpo. Esta exótica norma, quizás única en México, provoca una reflexión profundísima: ¿por qué se obliga a incinerar el cadáver momificado? 

Entre las muchas anécdotas que se desgranan en torno a “Las Momias de Guanajuato”, hay una poco conocida. Hace años, una mujer acudió ante un síndico municipal, a fin de solicitar, que le fuera entregada la momia de su ancestro. El deudo manifestó que su domicilio se encontraba situado en el callejón del Calvario, muy utilizado por los turistas, que suben a pie al monumento al Pípila; por lo cual había pensado montar un exhibidor que pudiera mostrar el cadáver, previo cierto pago, utilizando de esa manera a su antepasado para obtener un ingreso extra. Cosas que solo pueden acontecer en un exacerbado surrealismo.

El resultado de esa gestión es la norma que ordena la cremación de la momia, ya que, de otra manera, quienes tengan parientes momificados pudieran llevárselos a casa y comercializarlos. El artículo 77 establece de forma contundente que los restos humanos áridos descubiertos en los panteones del municipio, deben utilizarse exclusivamente para acrecentar el Patrimonio Cultural del Municipio.

Ahora bien, parte de la colección de cuerpos momificados que tanto sainete le han provocado a Guanajuato, serán exhibidos en un stand de la Feria de Verano de León. Se cobrará la entrada y el tenebroso alcalde de Guanajuato anuncia que con el billete se entregaran “cuponeras” de descuento para restaurantes y bares de la capital estatal. Hace meses algunas momias fueron utilizadas como atracción en la Calle Subterránea, en la celebración de tremendo guateque antrero. También las trasladaron a Zacatecas a una reunión de alcaldes. No faltaron tampoco como mudas testigos de la salida del rally anual que se corre en las calles del pueblo. Total, que la exhibición de cadáveres, que poco tiene de “cultural” y mucho de morboso, continúa de la seca a la meca, promocionando sobre todo la imagen chacotera del alcalde capitalino.

Exhibidores de cadáveres

El uso que se les está dando a los cuerpos áridos es comercial y de promoción mercantil. No estaría nada mal, a fin de llevar al extremo el asunto, convenir con la Feria de León una exposición fija de las momias. Quizás sería una buena idea, en lugar de construir centros de inteligencia policiaca en el espacio ferial, edificar un gran museo de momias, que superaría con creces al de Guanajuato, y que podría contener una buena cantidad de zapaterías, locales de venta de productos orientales y una sección de fritanguerías. León es el primer destino turístico del estado. Sus flujos son superlativos. Los recursos que le generarían al municipio de Guanajuato serían muy importantes, pudiendo destinar alguno de ellos a un programa general de exhumación de cuerpos, que permita identificar más momias, que a la vez sean exhibidas en otras latitudes. Un museo en Dallas o Los Ángeles no estaría mal. Guanajuato cimentaría sus finanzas públicas en la exhibición de los rostros de la muerte. Pero dinero es dinero y negocios son negocios.

Sin embargo, ante este virulento y desbocado mercadeo, hay dos pequeños problemas que solucionar: la comercialización privada de momias guanajuatenses y la opinión de la Iglesia. La primera se soluciona con la derogación del articulo 77 del Reglamento de Panteones. Si el municipio se lanza a comercializar cuerpos, los descendientes de vestigios áridos tienen el mismo derecho de hacer su respectivo negocio. Con buena suerte, una familia podría conformar un buen patrimonio de dos o tres momias en exhibición. Se formaría, incluso, un mercado secundario de cadáveres exhibibles, que podrían utilizar los inversionistas para armar nuevos museos. Un panorama prometedor para generar buenos ingresos.

Meterse con la Iglesia no es cosa menor. Uno de los pilares de la religión consiste en la creencia de que habrá una resurrección de la carne que dará vida a los cuerpos mortales (Catecismo de la Iglesia Católica Segunda Sección, Capítulo Tercero, artículo 11: “Creo en la Resurrección de la Carne”). La carne, aunque árida. tiene un sentido místico para los creyentes. Por lo tanto, no resulta compatible con la comercialización soez que se pretende hacer de personas fallecidas. Admira la falta de caridad de los políticos negociantes. Habrá que ver que opina el Obispo de León al respecto. Hay que escuchar al Pastor.

Resurrección

Finalmente, consideramos que más allá de posiciones religiosas, la dignidad humana se proyecta respetando a los muertos. Siempre como referencia de nuestro lugar de origen está en aquel pedazo de tierra en donde se encuentran enterrados nuestros padres y abuelos. De ahí la necesidad de preservar y embellecer los camposantos. Es un reconocimiento al lugar en donde yacen nuestros muertos. Pero no todos piensan así, el ayuntamiento de Guanajuato no ve problema en mancillar tumbas y abrir féretros.

Mal habla de los ciudadanos de Guanajuato Capital, el convertir en deporte local la exhumación de cadáveres para exhibirlos de feria en feria. Aunque no sorprende las intenciones, siempre mercantiles, de gobernantes de baja calaña. Ahora los leoneses se unirán, alegres y festivos, al circo mortuorio que les han montado.

Atracción en la feria.

DESTINO: LAS MOMIAS

Carlos Arce Macías

Desde la corta visión de Alejandro Navarro, alcalde de Guanajuato, el destino de la capital del estado solo son las momias; no la ciudad, no su cultura, no su entorno mágico y menos su historia. Lo explico.

Un fenómeno natural, descubierto hace años y publicitado en una película del héroe de la lucha libre, El Santo, convirtió una exhibición de cadáveres momificados del cementerio de Santa Paula, en supuesto “museo”, para satisfacer el morbo de cierto tipo de visitantes, que arribaba a la ciudad.

Muérase de miedo

Pero la vocación turística de Guanajuato deviene de otras circunstancias que debemos revalorar, para no acompañar la ignorancia de su gobernante en turno. Esta entidad federativa responde al influjo de centros urbanos, que no pertenecen a Guanajuato. Al oriente, toda la zona de La Laja orbita en rededor de Querétaro. El norte guanajuatense responde a la dinámica de San Luis Potosí. El sur siempre se ha alineado a Morelia y el occidente mantiene fuertes lazos con Guadalajara. Como auténticamente guanajuatense solo queda la zona correspondiente a Irapuato, Silao y la propia ciudad de Guanajuato, que gracias a su potencial minero, se consolidó como una de las ciudades novohispanas con mayor auge. Así lo vio con claridad el polímata Alexander Von Humboldt, una de las mentes más ilustres de su época, al visitar la región más rica y próspera de América.

Humboldt, el sabio

En la ciudad de Guanajuato acaeció el gran evento de la primera parte del movimiento de insurrección de 1810: la toma de la Alhóndiga de Granaditas. Luego de la masacre de españoles, todo cambió y el movimiento de Miguel Hidalgo marcó el inicio de la independencia. En sus callejuelas y plazoletas, se entreveran leyendas, sucesos históricos y se descubren expresiones arquitectónicas de incalculable valor, que llevaron a la UNESCO a declararla “Ciudad Patrimonio de la Humanidad”. Nada más y nada menos.

Esta ciudad extendió su nombre a toda una región, constituida por una enorme diversidad social y ha sido importante testigo de la historia de nuestro país. Quiéranlo o no, ninguna otra localidad del Bajío, la iguala en prosapia. Pero aún hay más, su caprichosa ubicación la hacen uno de los asentamientos urbanos más singulares del mundo. 

Una condición que revolucionó a Guanajuato, haciéndola diferente a los pueblos y villas circundantes, fue el establecimiento a partir de 1732 del Colegio de la Santísima Trinidad, luego, en 1785 el Real Colegio de la Purísima Concepción, en 1870 el Colegio del Estado y en 1945 la Universidad de Guanajuato. Bajo su auspicio se formaron una gran biblioteca (Biblioteca Armando Olivares), una colección de mineralogía excepcional, un museo de Historia Natural (Alfredo Dugés), un archivo histórico y una pinacoteca de gran valía. 

Desde la propia Universidad, se abrió un espacio cultural invaluable, que ha logrado el reconocimiento de la ciudad como “Capital Cervantina de América”, lo que devino en uno de los eventos artísticos más espectaculares del siglo XX: el Festival Internacional Cervantino, que ha contado con la presencia de grandes compañías teatrales y de danza, las mejores orquestas del mundo, y solistas extraordinarios.

Empieza el FIC

Esta es la ciudad, para rematar, de Diego Rivera y José Chávez Morado. El primero tiene como museo la casa en donde nació; el segundo hizo suya la propia Alhóndiga de Granaditas y fundó “El Museo del Pueblo”.

Pero nada de esta larga saga histórica y cultural es importante para el peor alcalde que haya tenido este municipio. Insiste en endeudarnos y convertir el linaje histórico y cultural de una gran ciudad, en una experiencia turistera, dedicada a la observación morbosa de cadáveres momificados, la borrachera, el desmadre y a la compra de charamuscas. Lo repito: Navarro es indigno de gobernar esta comunidad.

Oferta turística: momias y charamuscas

SURREALISMO MOMIFICADO

Carlos Arce Macías

 

En la ciudad de Guanajuato estamos llegando al culmen del surrealismo. Precisamente de esa vanguardia del pensamiento, que inició André Bretón en 1924 con su Primer Manifiesto Surrealista. Se trataba de un movimiento contrario al racionalismo, enraizado en los experimentos de Sigmund Freud sobre el subconsciente y las posibilidades de alterar la realidad a través de una imaginación desbordante. Consiste en convertir la locura en costumbre, en entregarse al desenfreno del ensueño. Su influencia en el arte ya forma parte de la historia, especialmente en México, a donde arribó Bretón en 1938 para encontrarse con León Trotsky. Sobresalen en el campode la pintura Rufino Tamayo, Leonora Carrington, David Alfaro Siqueiros, María Izquierdo y Remedios Varo, entre otros. En el cine destacaron Luis Buñuel, Jean Cocteau y Alejandro Jorodowski, mientras que en la literatura aparecieron escritores de la talla de Carlos Fuentes, Octavio Paz y Juan Rulfo.

 

Lo curioso es que decenas de años después de su apogeo, en pleno siglo XXI, la ciudad de Guanajuato parece autoproclamarse la patria del “Neo-surrealismo. Toda la realidad se encuentra trastocada, al revés, carente de razón y lógica: un gobierno que desgobierna todo, un alcalde promotor del turismo que desinvita a visitar la ciudad, que de ecologista militante, hoy promueve la urbanización agresiva de áreas de gran valor ecológico y paisajístico; de un ayuntamiento que renuncia a ser el gobernante de la comuna para transformarse en el apoyador de ocurrencias del dictadorzuelo local; un gobierno patrocinador de una obra hidráulica denominada La Presa de la Tranquilidad, que todos saben que nunca se llevará a acabo y que acabará siendo “La Presa de la Intranquilidad, un barril sin fondo, en donde cantidades millonarias acaban en los bolsillos de otro cacique pueblerino. 

 

Pero lo más significativo para una caprichosa ciudad desplantada en un espacio irreal, dónde nadie construiría un centro urbano, es el caso de Las Momias de Guanajuato. Por condiciones climáticas, geológicas y biológicas especiales, algunos cadáveres logran momificarse de manera natural. En el vetusto Panteón de Santa Paula, desde mediados del siglo XIX se empezaron a embodegar cuerpos en estado de momificación. A algunos morbosos, intrigados por enfrentar el rostro de la muerte cara a cara, les llamó la atención bajar por una estrecha escalerilla al sótano donde se apilaban los cuerpos, para realizar un tétrico paseo. El punto culminante para publicitar la siniestra experiencia llegó hasta 1970 con la película dirigida por Federico Curiel: El Santo contra Las Momias de Guanajuato, convertida hoy en día en película de culto. 

 

A partir de ese momento, y con la creación del “Museo de la Momias”, la experiencia de encontrarse con la muerte, ha convertido a la tenebrosa exposición en el museo más visitado de la ciudad. Se dice que su taquilla llega a recabar el 30% de los ingresos propios del municipio. Y total que tenemos como visitantes en la histórica ciudad Patrimonio de la Humanidad, a una inmensa cauda de insanos viajeros, en busca de una torcida oportunidad de ver y revisar a fondo las últimas expresiones de un montón de cadáveres momificados. Mientras que en todas las culturas se inhuma a los muertos y se les trata de dar digno reposo, en Guanajuato los exhumamos, los exponemos y comercializamos. Surrealismo puro.

 

Pero la historia no termina ahí, continúa. Resulta que conforme se exhuman más cuerpos, el acopio de momias aumenta, rebasando las capacidades de la exhibición montada en el museo. El gobierno municipal guanajuatense meditó  que hacer con tan preciado fiambre. Una de sus primeras acciones fue la de conformar una nueva feria carroñera. Pero se originó un violento conflicto con todos los vendedores que circundan el museo, ya que otra exhibición produciría un descenso en el flujo de turistas. Los comerciantes lugareños amenazaron con impedir esta muestra a como dé lugar.

 

Pero nuestro ingenio surrealista no tiene límites, ante el fracaso para establecer un nuevo sitio de exposiciones, se decidió rentar el acerbo de nuevas momias para que salieran de viaje y fueran presentadas en diversos lugares no solo de México, sino principalmente de Estados Unidos. Así esta nueva colección empezó a denominarse “Momias Viajeras”. Anduvieron circulando por diversos puntos de la Unión Americana, pero en algún momento el empresario contratado dejó de cumplir sus compromisos pecuniarios con  el municipio y la exposición fue abandonada en Dallas, cuando se encontraban en una gira denominada Accidental Mommies of Guanajuato, que eufemísticamente pretendía que el público americano  conociera la ciudad de Guanajuato  a través de la Ciencia y la Cultura (sic). Y allá quedaron arrumbadas por tres años, hasta que pudieron ser repatriadas en 2013. El retorno fue triunfal. Se organizó gran jolgorio para dar la bienvenida a la viajeras, al son de las mandolinas de la estudiantina, mientras el pleno del ayuntamiento, conmovido, manifestaba su complacencia por el feliz regreso. Bretón hubiera enloquecido con la historia, pero más Jorge Ibargüengoitia, fallecido en 1983, pues una divertidísima novela hubiera estado a su alcance.

 

Pero la saga continúa. Los diversos alcaldes creen que los ahora llamados cuerpos áridos les pertenecen. Y para acompañar algunos eventos, les ha parecido muy oportuno exhibir cadáveres, pues da mucho caché. Así las momias continúan viajando, el munícipe Navarro las ha llevado a San Luis Potosí y a Zacatecas. También las “prestó” para exhibirlas durante un festival en la Calle Subterránea , en la Feria de León y la última noticia: darán la bienvenida al Rally México” el próximo mes. Con todo este trance, Guanajuato parece aventajar a la Comala del “Pedro Páramo” de Juan Rulfo. Nuestro surrealismo es sólido como nuestros cerros peñascosos y profundo como el azul del cielo cuevanense.

 

Lo que ya no tiene nada de surrealista es el tema de la rendición de cuentas al que está sujeto el presidente municipal, en relación con  los ingresos por concepto de visitas al museo y alquiler de momias viajeras. Nadie sabe y nadie supo. Paloma Robles Lacayo, ex directora de ese museo y activista social acosada por las autoridades municipales, ahora clava una dolorosa banderilla y denuncia y reclama cuentas claras y cumplimiento del Acuerdo del Cabildo de octubre de 2018 que establece los fines en que deberán usarse los recursos generados por las momias.

 

Pero regresamos al surrealismo que es terco y pegajoso. El municipio de Guanajuato se encuentra sumido en una peligrosa crisis de seguridad pública. No cuenta con policía profesional, bien pagada, pertrechada, equipada y certificada. Dispone sus deshechos sólidos de manera irresponsable, en un tiradero a cielo abierto, contrario a las normas medio ambientales. Pero eso sí, el insensato alcalde quiere endeudar al municipio por 66 millones de pesos para construir un nuevo museo para momias, rodeado de un moderno centro comercial. Otra vez, surrealismo puro. Así estamos en la cañada, mientras Buñuel suspira desde el paraíso bretoniano en el que seguro mora fumando.