VIEJO CUÑO

Carlos Arce Macías

Esta semana, un grupo de panistas de “viejo cuño”, curtidos en las batallas por la democracia del último tramo del siglo pasado, acudimos a manifestar nuestro apoyo a la coalición “Por México al Frente”, conformada por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano. Muchos nos encontrábamos alejados de la actual campaña presidencial, luego de los problemas internos habidos al interior de nuestro partido. Explico las razones que nos llevaron a dar varios pasos hacia un proceso de conciliación, que creemos resulta más que oportuno en estos momentos.

Primero cabe aclarar, que a quienes conforman el grupo, no les mueve la consecución de cargo alguno. Bastante tuvieron con los que ostentaron en diversos gobiernos. Posen la serenidad de la experiencia, que  pesadamente se  acumula día a día. No se cocinan al primer hervor. Pero sobre todo, tienen las manos limpias. No los acechan los fantasmas de la corrupción. Viven y han vivido de acuerdo a su esfuerzo, talentos y medios, muchos aún trabajan para sostenerse económicamente, y no amasaron patrimonios inexplicables en su paso por el poder. Actúan sin doblez, con aplomo, pero aún conservan la pasión de su amor por la política seria, sin marrullerías ni traiciones.

La fractura partidista aún está a la vista. Sin embargo, la declinación de Margarita Zavala propició cierta distención, propiciada por la gallardía con que enfrentó el duro pasaje y la prudencia del mensaje final a sus seguidores. A partir de ahí muchos pudieron cavilar su posición frente a la próxima elección.

Los que por otros motivos se alejaron, especialmente por el abandono de las prácticas democráticas internas, las escandalosas postulaciones de personajes impresentables y la crónica ausencia de los principios que rigen al panismo; también han pensado en su retorno, al cerciorarse de las inusitadas condiciones de esta nueva batalla electoral.

Este batallón de veteranos piensa que ha llegado el momento de dejar atrás la muina y la frustración producto de una vida partidista cada día más imperfecta, para sumarse al respaldo de la opción frentista. Muchas cosas están en peligro hacia el futuro, pero preocupa fundamentalmente la reedición de un partido oficial que reine, sin frenos ni contrapesos, sobre la vida pública mexicana. Esa situación la enfrentó este grupo, sosteniendo una larga y dura lucha que se necesitó para quebrar el férreo monopolio político del PRI. El intento para substituirlo está a la vista. El pacto entre el Revolucionario Institucional y Morena, es un hecho.

Los panistas de cepa, también otean las posibilidades de que se abandonen aquellas políticas públicas, que favorecedoras de la libertad de mercados y emprendedurismo de los ciudadanos, puedan ser remplazadas por los designios burocráticos más aberrantes de control social. Manejar las cuestiones económicas desde Los Pinos, otra vez, puede arrojarnos a los abismos más profundos de la bancarrota y ocasionar la pérdida de millones de patrimonios personales y familiares, que empobrecerán a todos por varias generaciones.

No hay duda, se debe actuar frente a una apuesta irresponsable que ha imbuido a gran parte de la ciudadanía en narrativas falsas, pero seductoras. Una de ellas es que todo en México está mal. No hay nada bueno, solo se ve el deterioro por doquier. Eso no es verdad, existe un México de contrastes, pero la afirmación resulta falsa al integrar al desastre a toda la realidad mexicana. Otra, los gobiernos del PAN resultaron iguales a los del PRI, es el gobierno del PRIAN. Una falacia más. Basta revisar la numeralia final de cada sexenio, para darse cuenta de la responsabilidad con que se actuó durante los doce años de gestión azul. Otra vez, hubo errores y malas decisiones, sí, pero también buenos éxitos y el desarrollo del país continuó, no obstante la desigualdad económica que padecemos. Esta, por cierto, no es motivada por la globalización y la aplicación de un modelo liberal, sino por resistirnos a implementar el esquema completo de liberalización de la economía. Se debe al mantenimiento de grandes espacios monopólicos y el ejercicio de la “economía de compadres”, que captura instituciones y privilegia a pseudoempresarios asociados con la casta en el poder, fenómeno que produce la concentración de la riqueza en unas cuantas manos.

Dirigir un país, no es igual a gestionar los servicios fundamentales de una gran ciudad. El gobierno federal es la zona del Estado, donde se acrisolan las políticas públicas, que bajo un buen diseño, impulsaran al país hacia delante. Cuando se yerra, los costos son extraordinarios. Aunque no guste a los políticos, la administración pública federal es el paraje natural de expertos y tecnócratas. La técnica debe de acotar el impulso primario de políticos despistados, que sustentan sus acciones en un temerario voluntarismo. Cada resolutivo mal tomado por el mando presidencial, puede ser el dramático fin de muchos sueños y aspiraciones de los mexicanos. Eso ya lo vivimos también durante los últimos lustros del siglo XX.

La amenazante situación requiere de una comprometida participación. La generosidad, que ha sido divisa usual del verdadero panismo, permitió  plantear el acercamiento con los responsables de la campaña del Frente, para trabajar en unidad, olvidando filias y fobias, para poner el destino de México por delante. Pero también se congregan estos antiguos militantes, porque han decidido intentar el reencauzamiento, posterior a la elección, de la vida interna del PAN, para regresarla a los valores y principios. De asueto doctrinario y  pragmatismo corruptivo, ya estuvo suave. Vienen cambios, es tiempo de manos limpias.

@carce55

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ROMERO HICKS

 Carlos Arce Macías

La disputa en el PAN se ha trabado entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya. El resultado de esa contienda está generando más divisiones y enconos, que beneficios, toda vez que la condición de la lucha, no podrá ser resuelta por un mecanismo democrático y equitativo. El desempeño imprudente de la actual dirigencia blanquiazul, ha promovido el conflicto, y utilizado su posición privilegiada como presidente de ese instituto político, para posicionarse injustamente, como candidato. El árbitro se volvió jugador.

 De esa forma, hacia el futuro, no se avizora solución alguna, ya que el reclamo de la grey de Margarita a cada momento se trona más punzante y radical. La unidad del PAN, frente a la carrera presidencial de 2018, se advierte lejana e improbable. Sin esta condición, resulta muy difícil salir avante, frente a lo cerrado de la pelea. Todo supone una competencia a tercios, en donde no habrá lugar para titubeos, y en la cual, la pérdida de unos cuantos puntos porcentuales de intención de voto, significará el desplome del partido y su candidato.


 Por eso, la noticia que ahora se filtra, sobre la posible postulación en el PAN de un nuevo precandidato, en la persona del senador Juan Carlos Romero Hicks, nos hace albergar esperanzas de que el PAN pudiera presentar un candidato muy sólido, que logre conjuntar el apoyo de amplios sectores de esa organización partidista, y que neutralice la radicalización actual de la competencia interna, que está siendo devastadora.

 Juan Carlos, posee atributos únicos, que lo hacen ver como un candidato casi ideal, para estos momentos. Enumero y comento estas condiciones. Primero, su trayectoria está bien cimentada en la administración pública. Ha sido rector universitario, gobernador de un estado y parlamentario de alto perfil. Con mano de seda, ha sido crítico y duro, sin necesidad de agraviar con grosería. En el desempeño de los cargos públicos, siempre ha impuesto el diálogo como la forma de operación política, para lograr resultados. Su gubernatura, fue calificada como positiva, fomentando el hiper desarrollo industrial de la entidad.

 En muy poco tiempo, logró el respeto de funcionarios gubernamentales y de senadores de otros partidos, gracias a su conducta tolerante y el cumplimiento puntual de acuerdos. Su palabra vale, y eso es muy importante para un político que se precie de serlo. No traiciona, y eso, en los momentos que vive el país, resulta de gran valía; esa es una rara virtud que difícilmente florece en nuestro entorno.


 Pero destaca también el carácter binacional de su persona. Y creo que esa es una circunstancia que debe de evaluarse con minuciosidad. Hijo de madre americana, y casado con estadunidense, ha mostrado su desempeño político en Estados Unidos, sin complejo alguno. Esta consideración es sumamente significativa. El conocimiento de la psique norteamericana, de la cultura de nuestros vecinos del norte, de sus reacciones y fobias, en estos momentos de la relación entre México y los Estados unidos, ubican a Romero Hicks, en una posición privilegiada. Surge de pronto, un liderazgo político, que puede hablarse de frente, y en su mismo idioma, con Donald Trump y su gobierno. Su reciente discurso, ante el senado de Arizona, fue una muestra de ello. Fue serio y convincente.


 Independientemente del anuncio, de su nuevo empeño, la identificación de un nuevo personaje en la búsqueda de la presidencia, de las características morales y éticas de Juan Carlos Romero Hicks, descubren a un nuevo actor, difícil de encontrar, en el páramo de la clase política actual. Esta es una buena noticia.

Twitter: @carce55

 

 

¿JODER AL PAN? Los panistas lo pueden lograr

Carlos Arce Macías

Los astros parecen alinearse para echar por la borda toda posibilidad del Partido Acción Nacional para disputar, con ventajas, la próxima elección para presidente de la república. Sus liderazgos, súbitamente, parecen haber perdido rumbo, dejando a un lado el sentido común para entregarse al impulso primitivo de la obsesión.

No hay necesidad alguna, de acciones perniciosas del actual ejecutivo federal, que voluntariamente o no, logra mágicamente las decisiones y consecuencias más perniciosas y nefastas, en aquellas circunstancias en las que se involucra. En el PAN, se puede prescindir de Enrique Peña Nieto, se bastan solos para pulverizar una muy probable victoria en el 2018, incitados por bajas pasiones y torpezas fundadas en emociones arcaicas.

La ingeniería de tan maravillosa circunstancia, que beneficiará sin duda alguna al sempiterno candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador, consiste en lo siguiente:

a) El sueño obsesivo del principal dirigente del PAN, por obtener la candidatura a presidente de la república. Como expresa cotidianamente la conseja popular, “ya se vio”. Esta obcecación, ha producido la alteración de toda la estructura partidista, presta a secundar las ambiciones personales del novel dirigente. Tal parece que el contemplarse en los miles de anuncios propagandísticos de su partido, difundidos por la televisión, se le percutió el mismo trauma que al joven Narciso, que terminó enamorándose de su propia efigie. La locura que produce tal fascinación, anidó, cruelmente, en el interior del cerebro del dirigente blanquiazul, al tiempo que su camarilla de incondicionales, encabezada por su consejero áulico cargado de viejas rencillas intrapartidistas, terminaron de completar el drama, impidiendo cualquier forma de lucidez que permita actuar con inteligencia.

b) Un gobernador, manufacturado en los moldes de otra formación partidista, que no ha logrado asimilar los principios del PAN y los requerimientos de recto proceder que han consignado su fundadores y sus más conspicuos dirigentes históricos. Para él, el uso de recursos de económicos, la prebenda, el pago de campañas de promoción de imagen y la compra de voluntades, conforman la clave para imponerse en la elección interna. No para en mientes, la obsesión por el poder, lo justifica todo. Eso, unido a la cólera acrisolada por la traición del actual dirigente partidista, su antiguo socio, motivan la preparación de una campaña interna de tal nivel de intensidad, que prefigura un enfrentamiento fratricida, que solo desencadenará victorias pírricas, desastrosas para todos.

c)Una candidata que adelantó los tiempos de la competencia, y que está dispuesta a lograr su meta, incluso fuera del PAN, como candidata independiente. Como tragedia griega, ella y sus seguidores ahora enfrentan a los jóvenes políticos que se formaron durante el gobierno de su esposo, y que tomaron el inmoral ejemplo de un joven secretario de gobernación, convertido en favorito presidencial. Este obscuro personaje marcó el deslinde del funcionariato panista, de los viejos principios de honestidad y rectitud que se proclamaban, trocándolos por la populachera máxima del “aiga sido como aiga sido”. De esa manera los jóvenes panistas, asumieron el mal ejemplo, y emprendieron sórdidas carreras a lomo del pragmatismo más ramplón. Paradoja de la vida: “cría cuervos…”.

No queda, por ahora, más que los dioses de la razón construyan un milagroso escenario en dónde las súbitas ambiciones se atemperen, la cólera se aplaque, la fidelidad partidista se imponga y el sentido común reine por fin.

Pero esto no sucederá, si para comenzar, la dirigencia nacional no asume su responsabilidad a plenitud, expulsando del partido a un buen número de corruptos, limpiando así el escenario, para garantizar una contienda interna, transparente, equitativa e imparcial. Que no les tiemble la mano para desterrar a personalidades que hayan detentado cargo prominentes dentro de la institución, y cuya conducta haya sido infame.

Una advertencia final: estas profundas desavenencia, no se arreglan a través de comisiones; solo se construyen soluciones, cuando los involucrados pueden verse directamente a los ojos, permitiendo a sus mentes abrirse a la razón, y con ella, al diálogo constructivo. No se hagan tontos, ni esperen más. México peligra.

Twitter: @carce55

Articulo publicado el domingo 30 de octubre de 2016 en AM LEÓN.