NO HAY

Carlos Arce Macías

En tanto vamos descubriendo la verdad en cuanto a las condiciones de nuestro país, especialmente durante estas pandémicas fechas, constatamos que en varios lugares ya no hay servicios de salud para urgencias y que los servicios de emergencia están limitados. La Cruz Roja Mexicana, que vive de la caridad pública (increíble que no sea un servicio público obligatorio), no ha podido hacer su colecta anual y pronto empezarán a faltarle recursos. México adolece de servicios de urgencia y emergencia. Los avances paulatinos de la Secretaría de Salud, los demolió el actual presidente en unos cuantos meses. No hay.

Sin $$$$$

Un día nos despertamos y descubrimos también que nuestro país no cuenta con maestros de vocación y cuya profesión sea atesorada por la sociedad y el mercado laboral. Salvo algunos cuantos miles de estoicos mentores, perdidos entre una masa de grupos de choque y militantes de un sindicalismo destructivo yvoraz, tampoco tenemos docentes. No hay.

Pedagogos profesionales

Otro día nos hemos encontrado con que la seguridad y paz pública, son una aspiración perdida en un mar de acuerdos obscuros y renuncias a la acción policiaca. A nivel local, nuestros ediles han sido incapaces de construir, salvo unas cuantas excepciones, cuerpos profesionales, bien armados y capacitados para garantizar la paz comunitaria y evitar la acción de los cárteles a nivel municipal, que aprovechando la emergencia han decidido maquillarse de finísimas y bondadosas organizaciones, repartidoras de despensas. Sospechosamente, las fuerzas del orden siguen pasmadas. Si nos preguntamos por las policías, la respuesta es categórica: no hay.

A partir de la llegada del nuevo gobierno a operar la administración federal, han desaparecido los denominados tecnócratas. Se trataba de los funcionarios encargados de que el gobierno accionara y cumpliera sus funciones ordenadas y reguladas por la ley y reglamentos. Cuando vemos la torpeza y dificultad de la actual administración pública, sus imprecisiones y dislates, buscamos a los encargados de áreas totalmente técnicas como las de Hacienda, Comunicaciones y Energía y no los encontramos por ningún lado. Han sido sustituidos por personal sin pericia ni experiencia alguna. Por lo pronto, tecnócratas, que hagan funcionar bien el gobierno, no hay.

Los nuevos expertos de la 4T (CRE)

En muchas redes sociales no es extraño encontrar quejas por el pésimo desempeño de los políticos de oposición, incapaces de estructurar una respuesta eficaz en contra del actual gobierno, que evidencia un pésimo desempeño, carente de contrapesos a sus decisiones. Su verdadera obsesión es consolidar una base electoral construida desde sus clientelas sociales, receptoras de dinero público, y condicionadas a votar por Morena, para no perder su exiguo ingreso. Poco a poco se intenta cancelar toda posibilidad de oposición. Y es que para enfrentar a la transformación de cuarta, hay que poseer un atributo que muchos de los actuales políticos, calificados por el propio López Obrador como el PRIAN, no poseen: la honestidad. Más allá de su significado virtuoso, la honestidad soporta la posibilidad de confrontar sin temor a ser apabullado, a un adversario maniqueo. Y por ahora, sobran los dedos de una mano, para contar a los políticos que resulten funcionales, en esta situación, como Juan Carlos Romero Hicks, por ejemplo. Un Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa, Miguel Osorio Chong, Miguel Márquez, Luis Alberto Villarreal, Ricardo Anaya, Jesús Ortega, etc., constituyen una calaña impresentable, incapaz de liderar un proyecto para dotar de esperanza a los mexicanos. Están manchados, irían solo por negocios y a vender caros sus votos. Oposición por ahora, no hay.

¿Tan poquito?…

Nos queda solo la ciudadanía. Muy poca, articulada y afiliada a grupos organizados. Son estos, sobre quienes recae la única posibilidad de construir una salida a la desgracia en que nos encontramos sumidos. Posiblemente, solo allí encontremos algo. ¿Si hay?

Liderazgos
Anuncio publicitario

LA MALDITA TRANSPARENCIA

LA MALDITA TRANSPARENCIA

Carlos Arce Macías

La política de transparencia nos está amargando la vida a los mexicanos. Sin ella, bajo la opacidad todo parecía estar bien. No nos compungían las malas noticias sobre la realidad nacional, y el proceder descarriado de nuestra preclara clase política. Estábamos fatal, pero no nos dábamos cuenta. Ahora, respaldados por datos e informes, nos percatamos de pronto, que no tenemos policías, ingenieros, maestros ni funcionarios profesionales. Vamos pésimo.

Miren, por obra y gracia de la transparencia, en unos cuantos años, hemos constatado que nuestra policía no sirve para protegernos de los criminales y prevenir los delitos. Nos dimos cuenta, gracias a los índices de impunidad y el registro delictivo preciso, que los agentes policiacos de nuestros pueblos y ciudades, estaban organizados para bolsear borrachos y lidiar con vecinos rijosos. Un día nos despertamos con la noticia de que la ciudad se la disputan varios cárteles, y nuestra policía es incompetente para enfrentar organizaciones criminales corruptoras, infiltradas en los gobiernos, y armadas hasta los dientes. Simplemente no tenemos policía.

Ahora, la ocurrencia de los políticos quiere vendernos la pócima mágica: el mando único. Verdadera disparatada, que promoverá la irresponsabilidad de las autoridades locales respecto a la seguridad pública, y pondrá en manos de los gobernadores, casi todos priístas a las “fuerzas del orden”. Se trata de una efectiva fórmula para liquidar la autonomía municipal, y controlar a aquél gobierno comunal que ose tratar de gobernar en contra de la línea del Ejecutivo estatal. Les podrán administrar el crimen local a contentillo. Es una tontería, contraria al auténtico municipalismo y la democracia; pero presentada como si todos los gobernadores hubieran demostrado eficacia en la materia. La situación de Guerrero, Michoacán, Tamaulipas y Veracruz develan la ineptitud.

También por culpa de la transparencia, se nos informa recurrentemente sobre las transas en la contratación de obras públicas. En México, resulta imposible planear una obra pública, formular un proyecto ejecutivo, presupuestarlo, ejecutarlo, entregarlo en tiempo, y pagar solo lo que se presupuestó. Los costos están manipulados, las licitaciones arregladas, las asignaciones comprometidas, la competencia entre constructoras simulada, y la decencia profesional de los ingenieros liquidada. Ahora, parte de la obra pública esta ligada a la delincuencia y a políticos corruptos que imponen moches. La ingeniería civil mexicana, está en decadencia y la mala calidad de sus obras, quedan a la vista de los ciudadanos de inmediato. Nadie ha iniciado una seria incursión para poner coto a la complicidad entre gobernantes y constructores deshonestos. Los ejemplos menudean por doquier.

Otro día transparente, nos amanecemos con la noticia de que la lideresa de los profesores ha sido encarcelada, y que en realidad ¡sorpréndanse! no tenemos verdaderos maestros. Las pruebas de competencia laboral nos presentan un obscuro panorama. La profesión de la enseñanza es indigna para muchos mexicanos. ¿Cuántos padres quisieran que sus hijos estudiaran para ser normalistas? Muchísimos de los actuales maestros carecen de capacidades para educar. No enseñan nada, son una vergüenza, son los primeros reprobados en los exámenes de conocimiento. Pero el problema no solo se limita a la educación pública, muchas escuelas particulares están convertidas en pingües negocios, que también estafan a los negligentes padres de familia, que no se organizan para presentar un frente común y exigir una educación de calidad. En algunos centros escolares, hasta los niños quedan expuestos a las perversiones de sus maestros, y el silencio y la discreción son la respuesta. En realidad los padres de familia hemos sido los verdaderos culpables de la situación por no reaccionar y permitir tanto abuso.

Finalmente otra perla que nos evidencia la transparencia: la carencia de información de muchísimas administraciones gubernamentales. Sabemos que estas, no documentan con precisión las funciones, facultades y atribuciones de sus burócratas, impidiendo la rendición de cuentas. Son gobiernos de chiste, con las arcas abiertas para utilizarlas en provecho de los impúdicos funcionarios. Los casos de los gobernadores Granier, Medina, Moreira y Duarte lo evidencian.

Así, la construcción de sistemas anticorrupción, se convertirá en castillos de naipes, que se desbaratan de un soplido. No hay administración, no hay instrucciones y órdenes documentadas y firmadas por los responsables, y por lo tanto, los tranzas seguirán estando a buen resguardo de la ley, mientras los mexicanos gastamos más dineros públicos en aparatos burocráticos ineficientes, que darán palos de ciego tratando de cazar ladrones, blindados de impunidad.

Pensamos que quizás, la transparencia ha resultado una acción gubernamental demasiado cruel, que nos muestra una realidad nacional devastadora: pésimos gobiernos, cada día más cínicos; pero ciudadanos estáticos, pasmados, que no estamos reaccionando adecuadamente, organizándonos y enfrentando los problemas. De seguir así, sin duda, seguiremos mereciendo los gobiernos que tenemos.

Twitter: @carce55