LA BUFA, VERDE, VERDE,VERDE

Carlos Arce Macías

 

El presidente municipal de Guanajuato, señor Alejandro Navarro, agarra vuelo para intentar imponer sus sueños guajiros: construir un centro administrativo municipal con la mejor vista sobre La Bufa y cerros adyacentes. Ya se ve despachando en oficina de cristal, no por lo transparente de su gestión, sino para admirar la diversas facetas de las escarpadas montañas, según transcurre el día, hasta extasiarse con el disfrute del crepúsculo diario, que nos regalan a los guanajuatense los cerros circundantes. Les digo, ya se vio.

 

No obstante que el Programa Municipal de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Ecológico y Territorial(PMDUET) de la capital del estado, se encuentra en consulta pública, en donde se advierte claramente el interés de los capitalinos por preservar las montañas sureñas como zonas de preservación ecológica, nuestro aventurero alcalde, antes recio defensor de estos parajes, decide proponer cambios de uso de suelo en las áreas restringidas. Planea así, impactar el Acceso Diego Rivera, para luego, pretextando el trasiego que generen las oficinas públicas ahí instaladas, dar pie para múltiples cambios de uso de suelo, que tengan como resultado el desarrollo urbano en esa zona.

 

Los guanajuatenses de Guanajuato, no tenemos paz, desde que se construyó la Vía Diego Rivera, para comunicar la zona sureña de la capital, con La Presa de la Olla. Maldita la hora en que se realizó, con la mejor intención, esta carretera. Mejor hubiera sido no construirla. Las ambiciones de una empresa constructora, se desbordaron, la corrupción e intercambio de favores entre los miembros de un ayuntamiento de triste recuerdo, hicieron posible la intentona de cambiar el uso de suelo a diversas parcelas, para tantear establecer en ellas zonas comerciales y habitacionales.

 

Sin embargo, cuando se tomó la decisión de construir el nuevo acceso a la ciudad, el planteamiento fue congruente. Todo sucedió en Los Pinos allá por los años 2004 o 2005, en una comida con el presidente Vicente Fox, del gobernador Juan Carlos Romero Hicks, el presidente municipal Arnulfo Vázquez Nieto y José Luis Romero Hicks. Allí se definió el gran proyecto de perforar un largo túnel que desembocaría frente al edificio de la Escuela Normal, y una ancha carretera que iría desde la Glorieta Santa Fe, hasta el acceso del túnel. Cuenta José Luis Romero Hicks la sincera y explicable preocupación del presidente de la República por el impacto urbano que pudiera producir el proyecto. Ante su insistencia, las autoridades, tanto municipal como estatal, se comprometieron a garantizar que las áreas colindantes a la nueva carretera, quedaran preservadas de cualquier impacto urbano, conservando la vía como un acceso exclusivamente panorámico y escénico. Esa es parte de la razón por la que toda esa zona ha sido marcada como de preservación ecológica.

 

Y todo pintaba fenomenal. Los guanajuatenses y los visitantes, tendrían oportunidad de gozar de una vista fantástica sobre los cerros de La Mesa, La Lechuguilla, La Bufa, Los Picachos y el Hormiguero, que son parte integral del paisaje de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Bajo la tutela de buenos gobernantes, las cosas caminan bien, para todos. 

 

Pero pronto mudamos de gobernador. En 2006 llegó Juan Manuel Oliva, arribando con él, el compadrazgo a la gubernatura. La empresa constructora de la carretera, subrepticiamente había adquirido, de los antiguos propietarios de la Lotificación Granja La Bufa a precio de ganga, un área estratégica de 50 hectáreas. El cambio de uso de suelo, que se tramitaría ante el ayuntamiento presidido por el inefable Nicéforo Guerrero, lograría multiplicar el valor del terreno de forma estrepitosa; el negocio sería redondo, aparte de que se había cambiado el trazo de la carretera para que coincidiera con los terrenos adquiridos. No solo eso, el resague de los cortes de lomeríos, realizados para la construcción del camino, fueron depositados exactamente a la salida del túnel, formando un extenso terraplén, ubicado en la propiedad del voraz constructor, y que ha propiciado el azolve de la  presa de Pozuelos.

 

Habiendo adoptado Oliva, a la compañía constructora como una de las favoritas de su gobierno (quién sabe cuantas tropelías más habrán armado) , ordenó a los regidores panistas del ayuntamiento que votaran a favor del cambio de uso de suelo y apoyaran la urbanización de La Bufa, en tanto el presidente municipal, conseguía el voto de los priístas. En una Semana Santa, cuando todo mundo está distraído, se intentó el cambio de uso de suelo, aprovechando el contubernio empresarial con autoridades municipales y estatales. Esta es una prístina historia de corrupción, pensamos que el novel Sistema Anticorrupción, haría bien en documentarla y mapearla paso a paso, para ejemplo de la ciudadanía. Vale la pena.

 

Hoy, los guanajuatenses de la capital,  debemos celebrar que luego de ocho años del conflicto desatado por la intentona de cambio de uso de suelo en los cerros de La Bufa, por fin, una autoridad estatal, ha hablado duro y contundente, para poner las cosas en claro. La secretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial, María Isabel Ortíz Mantilla, ha respondido a la pretensión de Alejandro Navarro de construir sus oficinas dentro del entorno de áreas verdes. Le advierte que el trámite que deberá realizar, para cambiar la categoría del suelo, será largo y tedioso, e implica cambios a planes estatales ya aprobados. Se ve difícil que lo consiga.

 

Y es que finalmente, el estado tiene en sus manos la resolución del problema nacido de actos de corrupción, que nos atribula cada trienio a todos los capitalinos. Si el gobernador y sus funcionarios lo desean, solo deben de declarar como vía escénica la carretera Diego Rivera, prohibiendo cualquier conexión a ella, como si esta no existiera. Así de golpe, eliminarían la cauda de ambiciones y abusos desatados por la plusvalía que el conflictivo camino, otorga a terrenos que deben de continuar siendo verdes, verdes, verdes.

 

Ojalá y así se procediera. Por lo pronto va nuestro agradecimiento a la secretaria Ortíz por su animosa y contundente declaración. Hacía mucho que los guanajuatenses no nos encontrábamos con un funcionario público estatal, que saliera a la defensa de nuestros cerros y crestones. Gracias.

 

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FRONTERA ECOLÓGICA, PRÓXIMA BATALLA

Carlos Arce Macías

 

El estado de Guanajuato, ha tenido un crecimiento acelerado y constante durante los últimos lustros. Eso se verifica en la progresión de las áreas urbanas que conforman una red de ciudades muy dinámicas, en una zona conocida como el corredor industrial del Bajío. Allí crecen León, Silao, Irapuato, Salamanca y Celaya. Ninguna entidad federativa presenta un fenómeno similar de urbanización explosiva como la vivimos, día a día, en esta región.

 

Conceptualmente, la ciudad moderna presenta un reto especial para ser gobernada, se trata de codificar una relación diferente entre los habitantes de localidades intercomunicadas, con sistemas de movilidad y una inmensa densidad de redes de toda índole, con los personajes encargados de la gestión gubernamental. Hoy, los gobernantes no generan confianza porque se encuentran más ocupados de sus carreras políticas, que por el buen desarrollo de su comunidad.

 

Frente a este fenómeno pernicioso, en el caso de la sustentabilidad citadina, es violentada constantemente, acicateada por gobiernos dedicados al botín, y no a la procuración de una buena interrelación con el medio ambiente. Guanajuato hoy, mantiene un inmenso déficit con la ecología. Y pocos pasos se dan para paliar esta carencia, que ya perjudica a todos.

 

Siendo la ciudad un “centro de civilización”, como lo definía el urbanista y geógrafo inglés Peter Hall, desde su cátedra en el University Collage de Londres; llama la atención que la comunidad urbana no reaccione convenientemente al deterioro del entorno de nuestra red de ciudades, atapadas en el vergonzoso record de metrópolis mexicanas con la peor calidad de aire y con ríos contaminados. Un asco.

 

La creación de una Secretaría del Medio Ambiente, aún no da testimonio de sus delicadas y vitales funciones. Las presiones de la expansión industrial y urbana, continúan sin ser reguladas con efectividad, su contención se advierte cada día más distante. No hay punch ni presencia política significativa. No bascula dentro de la agenda del nuevo gobierno, y los problemas continúan acumulándose.

 

El respeto a las áreas restringidas al crecimiento urbano, sufre la desenfrenada ambición de unos pocos individuos, decididos a comprar voluntades gubernamentales, a través de cualquier medio, incluso apoyando campañas políticas. Corrupción descarada. Por eso, en esta columna, describía, la semana pasada, como se ganan las elecciones. Un estercolero.

 

¿Dónde queda pues el carácter creativo, innovativo y culto de un centro urbano? ¿No suponían los científicos sociales, que las propias ciudades irían generando las soluciones de gobierno y sustentabilidad por sí mismas? Pues parece que todo está fallando, por lo menos en Guanajuato.

 

Y en su capital (no estamos seguros que aún lo sea), inmersa en una profunda cañada, rodeada de zonas de protección ambiental y paisajística, en sincronía con su calidad de ciudad Patrimonio de la Humanidad, padecemos uno de los peores gobiernos de su historia, que ya es decir. Nuestra red de organizaciones sociales, tendrá que librar, próximamente, una batalla trascendental para garantizar una parte de la frontera ecológica del estado: el respeto a los cerros de La Bufa, Los Picachos y El Hormiguero, así como la exigencia de conformar un área natural protegida, en el corazón mismo del estado de Guanajuato. Una acción de conservación, buena para toda la región.

 

La combinación de un gobierno corrupto con un puñado de ambiciosos, decididos a urbanizar el área más significativa y preciada para los guanajuatenses, pondrá en pié de lucha, una vez más, a muchos habitantes  de la capital. Mientras el gobierno estatal, mira impasible como la convivencia se deteriora y la confrontación de ánimos se extiende por las callejuelas de la ciudad. El gobernador ni se inmuta, tampoco la secretaria del medio ambiente y menos el secretario general de gobierno, interesado apenas en su ciudad de origen: León.

 

Esperamos, por lo menos, el acompañamiento de la Universidad de Guanajuato, que teniendo una corresponsabilidad con la ciudad y siendo centro de pensamiento crítico y científico, presenta rasgos positivos como la propuesta de formar una área natural protegida, los análisis de lixiviados de un criminal tiradero de basura a cielo abierto, el impacto de los jales producidos por la industria minera y la propuesta técnica del nuevo Programa de Ordenamiento Ecológico y Territorial (POET). ¿Tendrá consciencia la universidad de su trascendente posición política en la batalla que se avecina?¿U optará por dejar sola a la ciudadanía? Ya veremos.

 

La consulta ciudadana al POET, está marcada por una estrategia del gobierno local, sincronizada con los intereses de los pretensos urbanizadores, con el objeto de permitir la devastación de los cerros, y empezar a asentar fraccionamientos y  oficinas administrativas en las faldas de La Bufa. Habrá que frenarlos. La red de organizaciones sociales, deberá reaccionar a la acechanza e impedir cualquier intento de comercializar terrenos tradicionalmente ecológicos.

 

Los guanajuatenses, si no cuentan con la UG, irán solos a esta justa, no hay temor. Con el gobernador no contamos, ni siquiera se para ya en Guanajuato, ha trasladado sus oficinas al Puerto Interior de Silao, lo que significa que su prioridad son los parques industriales, no el tema ambiental. La secretaria de Medio Ambiente, no considera que el tema requiera de su interés, quizás ni lo conoce. Le vale. En tanto el secretario de gobierno, parece haberle cedido amablemente la franquicia política de Guanajuato Capital, al patético alcalde que obscurece nuestro futuro. Lanzas en ristre.

EL CORAZÓN VERDE DE GUANAJUATO

Carlos Arce Macías

Guanajuato es un estado que se ha hiperindustrializado. Basta subir al cerro del Cubilete, para darse cuenta de cómo ha cambiado el paisaje del Bajío. Las tierras de labrantío, han cedido su lugar a enormes extensiones de naves industriales. Las armadoras de vehículos se extienden en el horizonte. Pululan fraccionamientos para la industria. El verdor o los colores ocres de las tierras surcadas por los arados, han sido substituidas por largas techumbres blancas.

La industria ha multiplicado los empleos disponibles para los guanajuatenses y los mexicanos en general. El crecimiento económico de la región, puede compararse con el de las potencias asiáticas. Pero como en todo el mundo, el desarrollo fabril tiene un costo: el medio ambiente.

En los primeros meses de una nueva administración estatal, se ha instituido una nueva secretaría, la del Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial. Se trata de una apuesta por el fortalecimiento de políticas públicas que venían postergándose, ante el ímpetu de la atracción de inversiones y las facilidades empresariales para ubicar empresas en el entidad y la expansión desordenada de las ciudades. Llevamos veinticinco años en un esquema constante de gran permisividad en materia medioambiental y urbana. La normatividad en estas materias ha sido, por decir lo menos, laxa. La fuerza política de las áreas de desarrollo económico y los poderes fácticos citadinos, han primado sobre los requerimientos de las disciplinas ecológicas y de sustentabilidad.

Cobra pues sentido, pensar en grande, para favorecer acciones que contribuyan a balancear el rezago medioambiental. Un impulso importante es la conservación de las sierras que hacia el norte, contienen el explosivo desarrollo urbano del rosario de ciudades que conforman el corredor industrial. Se trata de preservar, frente a las ambiciones de fraccionadores voraces y líderes sociales irresponsables, diversas áreas cerriles, que resultan apetecibles para desarrollar vivienda de alto rango, o bien propicias para que instalar campamentos precaristas. Así el desorden urbano se ha ido extendiendo por toda la región.

El Corazón Verde de Guanajuato, que la autoridad planificadora de Guanajuato ha preconcebido, es una extensa zona, susceptible de ser declarada como Zona de Reserva Ecológica. Bordeando el cinturón de ciudades, desde Celaya hasta Irapuato, todas las serranías hacia el norte deben ser protegidas. Sin embargo el punto más crítico se encuentra en el noroeste, exactamente en los bordes serranos con la ciudad de Guanajuato.

En el 2010, Guanajuato Capital vivió una tragedia urbana. Mediante una audaz y tramposa maniobra, explicable solo a través de actos de corrupción descarados, el ayuntamiento cambió el uso de suelo de terrenos, que son parte de las bufas que circundan a la ciudad en su cara sur. Irresponsablemente el cabildo generó una presión urbana sobre esos terrenos, que de inmediato quisieron ser aprovechados por sus orondos propietarios. Apareció entonces un emotivo e imprevisto movimiento ciudadano que paró en seco la iniciativa empresarial. Se realizó un plebiscito, que fue contundente: no al desarrollo urbano en La Bufa, Los Picachos y El Hormiguero. Luego siguió el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), realizado por la UNAM, y por lo tanto blindado contra las presiones que intentaron ejercer los poderes fácticos de Guanajuato Capital. Toda la zona en disputa se pintó de verde.

Pero la ambición ciega y vuelve sandios a los humanos, y en este caso, a los directivos de una empresa constructora que es dueña de buena parte de los terrenos litigiosos, que no ceja, trienio tras trienio, en su obsesión por fraccionar los emblemáticos cerros guanajuatenses. Ahora, en connivencia con el nuevo alcalde, en una acción desesperada, intentan retomar el temerario plan,  que, de seguir esa ruta, acabará políticamente con el obcecado edil. Debemos advertir con contundencia y claridad: los guanajuatenses no son acreedores del apoyo millonario que el constructor realizó a la campaña del aspirante ganador, y por ello, se aprestan a la defensa de áreas que siempre fueron reserva ecológica. Se advierte también  al ofuscado constructor, que apoyar candidaturas a cambio de negocios futuros resulta altamente riesgoso cuando la ciudadanía está activa y organizada. Duro aprendizaje.

Pero también debemos señalar que las responsabilidades del gobierno del estado, se encuentran más presentes que nunca. El gobernador Diego Sinhué Rodríguez debe afrontar el reto con prontitud. Una buena señal sería decretar el acceso Diego Rivera como una “carretera escénica”, cuya finalidad exclusiva es la conexión directa entre el casco antiguo de Guanajuato, con el desarrollo de la zona sur, a la vez que permite admirar los cantiles de los cerros que circundan la ciudad. Como consecuencia de ello, se establecería la prohibición de cualquier conexión de otra vía con dicha carretera. El decreto ordenaría la colocación de una  cerca perimetral para garantizar la condición escénica de la carretera. De esta forma, se suprimiría, de plano, la plusvalía que esta obra generó sobre los terrenos adyacentes. Justicia, no divina, sino administrativa, que los guanajuatenses agradecerían, de corazón, al nuevo gobernador.

Debemos profundizar en la reflexión, el mensaje principal es entender que lo importante del tema trasciende al municipio de Guanajuato y a la mezquindad de su alcalde; la problemática no se ubica solo en unos cuantos terrenos, sino en la contención general de todos aquellas zonas que intentan expandirse sobre la Sierra Norte guanajuatense, que constituirá el Corazón Verde de Guanajuato hacia el futuro. El área que forma este espacio dedicado a compensar el deterioro sufrido por la agresiva industrialización y urbanización, no se limita a 3,900 hectárea de preservación ecológica, sino a muchas más, necesarias para ordenar sustentablemente el territorio que habitamos.

Recapacitemos, el Ejecutivo del estado, bastante ocupado estará con su interrelación con el nuevo entorno político nacional, para volver a abandonar Guanajuato, como sus antecesores, y permitir el incendio social que le acarrearía enormes costos a él y a su partido. El gobernador debe de serenar los ánimos del novel alcalde. Mientras esto sucede, los cuevanenses se aprestan a librar una nueva batalla desde La Bufa, no solo para proteger el honroso titulo que posee la ciudad como Patrimonio de la Humanidad, sino desde la perspectiva de sustentabilidad y de gobernanza urbana. Por lo pronto, como condición para este logro, se requiere la eliminación del sistema de gobierno-botín, que hasta ahora ha operado en el municipio, poniendo en riesgo el legado cultural, escénico y ahora medio ambiental de la zona. Poner un alto definitivo a políticos y empresarios insaciables, será la primera acción.

@carce55

DIEGO Y LOS CERROS

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  • DIEGO Y LOS CERROS

Carlos Arce Macías

 

Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, es sin lugar a dudas una de las figuras señeras de las artes plásticas mexicanas. Es precisamente uno de esos personajes de los que se habla en presente, porque de varias formas, continúa estando vigente entre nosotros a través de su biografía, sus coloridas pinturas, sus majestuosos murales, base de la historia oficial mexicana, así como por las anécdotas y leyendas de su vida.

 

Diego Rivera, ya sin tantos nombres, es un guanajuatense de excepción, nacido en la capital del estado el 8 de diciembre de 1886. Fue hijo de un inspector escolar miembro del partido liberal, Don Diego Rivera Acosta, masón en grado 33 y combatiente contra el imperio de Maximiliano; recibió una educación tradicional por parte de su madre, Doña María Barrientos, pero acendradamente antirreligiosa por la vía paterna. El activismo político de Don Diego, su belicosidad frente a las injusticias cometidas en contra de los maltratados mineros y la edición de su periódico “El Demócrata”, provocaron la ira de la burguesía guanajuatense de fines del siglo XIX, el encono con el gobernador Joaquín Obregón, y la advertencia, de su amigo el hacendado Ignacio James, para que de inmediato abandonara Guanajuato, “ya que una turba, azuzada por los curas lo buscaba para ahorcarlo y castigar a su familia por irreverentes, masones y judaizantes” (Relato de Guadalupe Rivera Marín en su libro “Un Río, Dos Riveras”).

 

Si bien Diego, el pintor, debe de haber tenido fuertes resentimientos en contra de los reaccionarios guanajuatenses, que a punto estuvieron de linchar a su familia, creo que en su visión todavía infantil, se llevó consigo la imagen de una ciudad, sembrada de pequeñas casas cúbicas en las empinadas cuestas de los cerros. Más allá, desde Valenciana, a donde acompañaba a su padre para visitar a su amigo Don Antonio Alcocer, dueño de la famosa mina, contemplaba la lejana planicie del Bajío, y enfrente, los enhiestos cerros de La Bufa, Los Picachos y El Hormiguero. ¿Cuántas imágenes habrán quedado grabadas en la memoria del gran artista? ¿Hasta dónde el cubismo, que luego abrazó, se incubó en los contornos de la ciudad que lo vio nacer?

 

¿Y que pensaría el “enfant terrible” de la pintura mexicana, de ver heridos, mas de un siglo después sus cerros por un serpenteante tajo, que soterra cañadas y configura inusitadas explanadas para uso comercial? Se trata de una carretera denominada “Acceso Diego Rivera”, construida ex profeso para que algunos guanajuatenses, entren con sus autos a una ciudad sin estacionamientos, y los burócratas pueblen La Presa y sus tradicionales jardines de automóviles aparcados por doquier. ¿Cómo vería esta agresiva acción urbana el joven Diego y otros muchos pintores que han hecho de los espectaculares cerros que circundan la zona sur de la ciudad, su tema?

 

 

De los maestros guanajuatenses como Jesús Gallardo y Javier Hernández “Capelo”, inferiría el desazón que les produjo ver quebrar rocas para construir una inútil carretera. Del gran grabador, Francisco Patlán recibí su opinión, al visitarlo en su casa y mostrarnos como estaban por terminar la indignante obra, que cernía sobre el cielo guanajuatense las amenazas de un desarrollismo urbano irracional y doloso, sobre las faldas de los esplendorosos cerros. Patlán lloró.

 

No creo que el desterrado Diego Rivera, hubiera permitido que se impusiera su nombre a la vía, que tantos problemas le ha causado a la ciudad, dejando en evidencia un acto de corrupción, clarísimo, entre gobierno y empresa. Rivera, el luchador social, el comunista, ya estaría ondeando banderas rojas contra el voráz constructor Marcoccio. Nunca permitiría la construcción de un solo cimiento en las faldas de La Bufa, sobre todo, en aquellas que miran a la ciudad. El pintor Rivera, el muralista de Palacio Nacional, advertiría a la familia Rodríguez y a su influyente senador, que los terrenos heredados de su ancestro siempre tuvieron como finalidad la restauración arbórea de la zona, y a eso hay que dedicarlos. La congruencia los compromete.

 

A Diego Rivera, atento discípulo de José María Velasco, como a otros muchos pintores, le encantaría seguir pintando los monumentales cerros guanajuatenses, conservando la imagen bucólica del paisaje. El cubismo puede ser reinterpretado en los declives poblados de la ciudad, respetando siempre, las áreas aún inhabitadas. Los cerros del sur, deben de ser preservados y cuidados a su máxima extensión, más de 3000 hectáreas, impidiendo todo tipo de construcción sobre ellos.

 

El arte requiere de la naturaleza, expulsarla de nuestro entorno cercano, sacrificándola en el altar de la codicia humana, equivale a arrojarla fuera de Guanajuato, como lo hicimos con Diego en su momento. Simplemente: ¡no!

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DERECHO A LA INFORMACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE OBRA PÚBLICA

DESDE POZUELOS SE VE LA BUFA

Carlos Arce Macías

 

En las últimas semanas se ha informado sobre la intención de proseguir el proyecto, de la anterior administración municipal, de construir una vía que comunique la Glorieta de Pozuelos con el acceso Diego Rivera.

 

Pero he aquí, que una ciudadana, decidió ejercer su derecho a la información y solicitó a las autoridades el proyecto de la obra multianunciada. El desconcierto se apoderó de los funcionarios, no atinando a resolver la solicitud y decidiendo no entregar la información. En los archivos no había nada, dijeron, aún cuando ante medios, el presidente municipal hablaba del proyecto, su construcción y su conveniencia para los guanajuatenses. La agraviada ha presentado un recurso de revocación, en espera de que se le haga efectiva su petición, y le entreguen sin pretextos la información del proyecto.

 

Sépanlo señores funcionarios, los archivos de gobierno no son de su propiedad, sino de los ciudadanos. Y por mandato constitucional tenemos el derecho a requerir y recibir la información documental que en ellos obra. La tienen que entregar.

 

Por otra parte, se justifica que los habitantes de ésta ciudad conozcamos los proyectos que se pretenden realizar. Se anuncia que la obra costará cerca de 30 millones de pesos, pagados con nuestros impuestos. ¿Cómo ha tomado el Ayuntamiento esa decisión? ¿Dónde está el estudio costo-beneficio?¿Podrían explicarlo?

 

Y es que a primera vista, lo que se observa es que una inversión de ese monto, seguirá plus valuando los terrenos que se pretenden adquirir para convertir a Los Picachos y La Bufa en zona natural protegida. Quizás los venturosos dueños de esas áreas, no quedaron satisfechos con la construcción de un túnel, una carretera y un contrato multimillonario de obra pública, y ahora requieren una nueva vía a Pozuelos, cuya licitación podrían ganar, que de acceso a un estacionamiento que el propio Ayuntamiento les concesione, más otras calles (no se ha dicho todavía), que conecten el acceso Diego Rivera con la carretera Panorámica. Negocio redondo.

 

Pero, pensándolo bien, quizás no debamos desperdiciar la oportunidad de construir el ramal Pozuelos-Diego Rivera. La ganga puede seguir vigente. Y me refiero a la emocionada declaración del anterior alcalde, Nicéforo Guerrero, sobre éste proyecto: “esta obra se conseguirá con el apoyo del Gobierno del estado y con la cooperación de la familia Marcoquio (sic) quién donará al municipio los terrenos por donde pasará la vialidad”. Los terrenos amablemente cedidos, informaba Nicéforo, equivaldrían a 15 o 20 mdp. (http://www.quanaxhuato.com/anuncian-nueva-vialidad-de-pozuelos-al-accedo-diego-rivera/ ) ¡De celebrarse la gentil y desinteresada donación en beneficio de la ciudad… y de sus propios terrenos!

 

 

Reflexionando, hay cosas que parecen no entender las autoridades. La primera es el asunto de la información, la cual debe de socializarse, compartirse, y entregarse. En ella deberán contenerse los estudios que se requieren para asignar el presupuesto racionalmente, y no por ocurrencias o necedades autoritarias. Gobernar no es fácil, y depende más de capacidades técnicas y de afinada visión política, que de habilidades grillezcas y proclividad a la tenebra.

 

Por lo pronto existen necesidades más urgentes de atender en la zona sur de la ciudad, como el nudo vial en la glorieta Santa Fe. La zona esta urgida de inversión. No en balde, fue identificada como el área de crecimiento explosivo por el Programa de Ordenamiento Territorial generado por la UNAM. Urge un libramiento sur, que comunique a las carreteras de cuota y libre, con la salida a Juventino Rosas, desfogando parte del tráfico que congestiona la glorieta Santa Fe.

 

Entendamos, los autos no van a ningún lado en el casco antiguo de la ciudad, hay que desalentar su uso. En tanto, hay que privilegiar la infraestructura urbana en la zona sur, porque ahí es donde se esta generando la ciudad moderna. carlos.arce.macias@gmail.com

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 Nicéforo Guerrero, exalcalde de Guanajuato y el cerro de La Bufa

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