Carlos Arce Macías
¡Malditos neoliberales! Intentan echar a perder los cambios que el pueblo, bueno y sabio, en consulta directa determina. Con rapidez inusitada, los mercados reaccionan a cualquier medida que los toque, por pequeña e insulsa que esta sea; no importa, se genera un estrépito nacional que termina trascendiendo fronteras. Las empresas calificadoras de riesgos intimidan, los análisis económicos infunden desconfianza, las inversiones titubean, el entorno de negocios se desanima. Bajo esta perspectiva se dificulta consolidar un cambio paradigmático que privilegie a la política sobre los mercados… ¡malditos mercados!
Pero ¿que son los mercados? Intentaré dar una explicación sencilla. Se trata del ambiente social que propicia las condiciones para el intercambio de bienes y servicios en una comunidad.
En los últimos años he interactuado, para diversos proyectos con un destacado colega del ámbito académico, doctor en operaciones por la prestigiada Universidad de Stanford. Su especialidad es una compleja mezcla entre ingeniería, economía y matemáticas. Uno de sus temas de trabajo son los procesos de optimización y la matemática financiera. Durante varios años estuvo elaborando un sofisticado software para evaluación de proyectos, entendiendo, visualizando y simplificando entornos complejos e inciertos para la toma de decisiones de financiamiento e inversión. Aplicando su método se puede calcular en muy poco tiempo cuánto vale un negocio, proyecto o idea, así como que riesgos conlleva. Calcula el beneficio potencial de toda la inversión de capital que se desee realizar.
De verdad tardé en entender en toda su amplitud, la aplicación específica de su innovador sistema. Las largas charlas así como la infinita paciencia de mi amigo, lograron al final un milagro: que yo entendiera a cabalidad los beneficios de su complejísimo software. Gracias a ello también adquirí la capacidad para ver como la mezcla de datos y algoritmos, pueden atisbar el futuro, y con razonable certeza, deducir los beneficios de una futura inversión, y con esos datos calcular un precio para un negocio en un lapso sorprendentemente corto.
Hoy los mercados financieros son computadoras, como lo dice la experta Patricia Armendariz. Luego de constatar, como ya lo describí, como un sistema de cómputo puede proyectar el futuro, comprendo como funcionan las bolsas de valores, los grandes fondos de pensiones, las financieras, los bancos y las aseguradoras, entre otros agentes económicos. Más que una perniciosa conspiración de mezquinos y voraces empresarios, de acuerdo a la tradicional narrativa de izquierda, los mercados son procesos matemáticos y algoritmos que logran inferir el comportamiento de una economía.
De esa manera, conociendo la calificación de riesgo de un país, proyectando los daños que causan decisiones como la cancelación de mega proyectos, cambios regulatorios al sistema bancario e intenciones de gasto que puedan causar sobre endeudamiento, los entes interesados en este análisis económico, puede extraer y simular con gran precisión, el comportamiento de la economía de un país, y recomendar, por lo tanto, como invertir y bajo qué tasa de interés, para compensar los riesgos asumidos. Hay mucha ciencia de datos, estadística y algoritmos complejos para lograr esos resultados.
La izquierda estridente que triunfó el primero de julio, podrá meterse a nadar en la post verdad y advertir de conspiraciones malévolas en contra del confuso cambio que ellos proponen. Pero deben de saber que frente a sus ocurrencias, los mercados, frías computadoras realizando cálculos matemáticos, advertirán a los inversionistas si vale la pena iniciar un negocio en México o no y cuánto cobrar de interés por arriesgarse a hacerlo bajo el próximo gobierno. Así de claro y contundente, sin miramientos. Entiéndanlo, los mercados no tienen sentimientos.