UN INE INEFICAZ

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Carlos Arce Macias

Un gran salto de la humanidad se fraguó con el nacimiento de la edad moderna en el siglo XIX y la invención de la representación política como el mecanismo para poder gobernar grandes conglomerados humanos. La evolución de la sociedad fue meteórica. La iniciaron los ingleses, especialmente bajo la sabiduría de Edmund Burke a partir de su celebre discurso a los electores de Bristol.

Burke y la representación política

En aquella ocasión el filósofo y político de origen irlandés sentenció: “El Parlamento es la asamblea deliberativa de una única nación, con un solo interés, el de la comunidad… en ella no deben de prevalecer los objetivos ni los perjuicios locales, ni estamentales, sino el bien general, que deriva de la razón general”. El Parlamento es el lugar donde se debate, pero también es el espacio para conformar la unidad de la nación, en torno al bien común.

La formación de la representación política se debe a que la decisión para el nombramiento de representantes emana de la voluntad de individuos “libres e iguales”, desde donde surge la selección de representantes de la sociedad. Dice Woldemberg, que esa voluntad, acompañada de la libertad de expresión, de prensa y de reunión, produce ventajas especiales:un mecanismo mediante el cual los poderes pueden ser observados y controlados, así como la construcción de un foro que actúe como contrapeso, en donde exista un espacio para ventilar, apoyar o controvertir las decisiones del gobierno. Si falla este mecanismo, todo se viene abajo y el sistema democrático y republicano se descarrila.

Habría que reflexionar, a partir de esto, sobre el poco aprecio de una parte de nuestra población por el Instituto Nacional de Elecciones (INE) y sus referentes estatales, como el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG). Y es que, si la representatividad no surge de la libertad e igualdad de los ciudadanos, el gobierno representativo no funciona. Y todo se va al caño, cuando la voluntad de las personas es comprada, condicionada y forzada por partidos y gobernantes. El desprecio por la libertad del voto, y el envilecimiento de grandes sectores de la comunidad de electores, a través de programas gubernamentales asistencialistas y del ofrecimiento de dinero en efectivo a cambio de la entrega del sufragio a un cierto partido, empieza a tener graves consecuencias, como el descrédito de las instituciones como el INE. ¿Alguna vez fuimos testigos de un posicionamiento serio y contundente de estos órganos en contra de las artimañas de los partidos y gobiernos para arrebatarles a los ciudadanos su libertad? Solo ha habido un silencio ominoso.

Si estas instituciones han permitido la formación de una categoría de “siervos electorales” al servicio de partidos y gobiernos envilecedores, no es de extrañar el desapego a un INE incapaz de proteger la libertad de los ciudadanos para votar. Organizar elecciones, contar bien los votos y definir ganadores, sin cerciorarse de que los sufragios hayan sido emitidos por personas en pleno ejercicio de sus libertades ha sido la gran omisión en su mandato.

Los partidos que hoy afirman su intención de defender al INE bien podrían acudir a él a suscribir un acuerdo en el que se comprometan a realizar procesos genuinamente limpios, sin compra de votos, sin clientelismo, ni cash. Así el desempeño del órgano electoral sería impecable del lado de la oposición. Si el aspirante a dictador decide seguir batiendo a sus huestes en la inmundicia, que asuma a plenitud esa responsabilidad. La mejor arma en estos tiempos es una conducta electoral ejemplar, sin trampas ni chicanadas. ¿Lo entienden?

¿Voto libe?

 

 

 

 

 

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ELECCIONES SUCIAS

Carlos Arce Macías

Se va el señor Mauricio Guzmán Yáñez. Cumple su período final al frente del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG), pero antes, nos sorprende con una reflexión brutal: es más fácil dirigir a los internos y custodios de un CERESO, que al IEEG. Habiendo sido director de reclusorios, posiblemente por la semejanza en los temas, arribó al Consejo General del Instituto. Funcionario de larga trayectoria en diversos puestos, relata como su trabajo lo llevaba a dormir muy poco, hasta llegar a pasar cuatro días seguidos en vela, resolviendo los agobiantes problemas que las elecciones le plantearon. Debemos de agradecer su atingencia y esfuerzo.

CERESO

Hace treinta años, luego del batidillo de la elección de 1991, el problema más crítico que tenía enfrente el gobernador Medina Plascencia era el de dotar a Guanajuato de una institución que garantizara elecciones limpias y organizadas profesionalmente. El Congreso de Guanajuato y el gobierno, se dieron a la tarea de tomar referencias internacionales para replicar buenas prácticas en la futura legislación electoral. Fue así como el politólogo americano, que estuvo siguiendo la campaña de Vicente Fox, Andrew Reding, del World Policy Institute, recomendó no tomar como referencia a los Estados Unidos (“somos muy malos para hacer elecciones” sentenció.) en cambio propuso que se volteara a ver a centro y sudamérica. Y eso se hizo.

En 1997 se estableció contacto con el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, que dirigía Doña Sonia Picado, destacada política costarricense. Desde ahí, con la colaboración del Tribunal Electoral de Costa Rica, dirigido por Don Rafael Villegas Antillón, se preparó una visita a los órganos electorales de Costa Rica, Chile y Uruguay. Estos tres cuerpos administrativos operan de forma ejemplar la organización y fiscalización de elecciones en sus respectivos países. De esa gira se obtuvieron bibliografía, asesorías y conocimiento de buenas prácticas en materia electoral, que luego se refrendaron en un importante congreso sobre el tema, para recalar, finalmente, en una legislación electoral de avanzada. El objetivo era entregar a los ciudadanos de Guanajuato procesos electorales incontrovertibles y limpios. Y así sucedió en 1995. Las elecciones, organizadas por un Consejo Ciudadano, a cargo del nuevo Instituto, resultaron exitosas. Medina, el PAN y muchos ciudadanos involucrados en ese esfuerzo como el ingeniero Hugo Villalobos, quién presidía el órgano electoral, organizaron unas elecciones impolutas, sin mácula. Había valido la pena el esfuerzo.

Mientras el órgano electoral estuvo a cargo de ciudadanos, que interponían la honra personal como garantía de un desempeño impecable, el modelo funcionó. Pero la reforma electoral de 2014, que “profesionalizó” los órganos electorales, alejó a los ciudadanos y cinchó a los institutos electorales a estar a cargo de “especialistas” formados dentro de las propias burocracias internas. Así llegó el señor Guzmán al IEEG.

Ya desde antes todo comenzaba a cambiar. Las elecciones se salieron de cauce, los comicios de 2012 fueron un festín de compra y condicionamiento de voto, las televisoras adoptaron al copetudo candidato priísta y lo posicionaron como héroe de telenovela, en el ánimo de los electores. En Guanajuato, el gobierno decidió inyectar recursos para comprar votos y competir con las mismas armas, convirtiendo los comicios en un herradero. Ganó quien más recursos, extraídos de las arcas públicas, aplicaba a su organización, campaña y adquisición de voluntades.

Ahora, la fiesta continúa. Las dádivas se distribuyen sin freno. Las administraciones solo son la fuente de recursos ilegales para ganar elecciones a como sea. En tal desorden, en donde los contratos llevan sobreprecios y los gastos se dirigen a empresas fantasmas que luego suministran el combustible para operar campañas a punta de dinero, la democracia languidece y los partidos se corrompen a niveles inéditos. En ese trafique nos encontramos.

Las nimiedades con que tropezó Guzmán, y que le hicieron perder horas de sueño, fue tan solo el registro de candidatos; no la compra de votos, la distribución de calentadores solares, estufas ecológicas, sacos de cemento, láminas, varillas y despensas, en las colonias suburbanas de Puentecillas, allí en las cercanías del propio IEEG. De eso no se percató nunca, durante varios lustros y con la experiencia de haber organizando seis elecciones consecutivas. Y mientras él se preocupaba por registrar candidatos, los partidos políticos, continuaban, eufóricos, constituidos en una enorme red de corrupción, negociando resultados electorales, ofreciendo puestos, capturando opositores y nulificando la verdadera voluntad ciudadana. La democracia se nos fue al diablo.

 

Sin verdadera democracia

 

 

 

 

 

 

 

 

COMPRAR LOS VOTOS

Carlos Arce Macías

Una buena pregunta: ¿Cuándo ha habido elecciones limpias en México? La respuesta debe de ser contundente… ¡nunca!

Tranza electoral

Pues bien, considero que este es el argumento fundamental para evaluar el papel de las instituciones encargadas de organizar y procesar la voluntad del pueblo, a la hora de escoger a las personas que ocuparán los cargos de gobierno y representación, y que están encargadas de velar por la autenticidad y efectividad del sufragio.

Y el obscuro panorama que plantea la pregunta inicial, se convierte en un potente ariete para atacar y criticar al Instituto Nacional Electoral (INE) y sus órganos estatales correspondientes, como el Instituto Estatal Electoral de Guanajuato (IEEG), aparte de conocer los miles de millones de pesos que mal gastamos en organizar elecciones. Un drama, que después de tanto tiempo, los comicios no sean limpios y por lo tanto confiables.

No seamos avestruces que enterramos la cabeza en un hoyo, para evitar ver la realidad. Nuestras elecciones están tocadas de nulidad, si se llevaran a cabo las investigaciones necesarias. Carretadas de dinero, identificadas por los controles de circulante del Banco de México, que detectan el incremento substancial de dinero en efectivo en circulación durante los periodos de elecciones, tan solo 62,150 millones de pesos más entre marzo y mayo de este año. Eso es real, conocido y comprobable (El Economista 19 de mayo).

En multitud de localidades puede detectarse desde semanas antes de la jornada electoral, el trasiego de dinero y diversos productos para condicionar, coaccionar, comprar y evitar emitir votos. Las rifas de calentadores solares, la distribución de despensas, la entrega de vales, la repartición de láminas y sacos de cemento, el condicionamiento de obras públicas futuras para la obtención del voto. Pura tranza electoral, que todos ven y muchos padecen, con excepción de los órganos encargados de garantizar la certeza y la legalidad de las elecciones.

Calentadores solares por votos

Por supuesto, las zonas en donde habitan los grupos más vulnerables de la sociedad son aquellas en donde los traficantes de votos sientan sus reales, los llamados “operadores”, como es el caso de Ludovico Mata en el municipio de Guanajuato, encargado de amenazar y embaucar electores para obtener votos ilegítimos de ciudadanos violentados en su dignidad. Desde posiciones de poder gubernamental como el ayuntamiento y el sistema municipal de agua (SIMAPAG), acompañado por personajes como un tal Arrieta y “El Cuino,” o el delegado municipal en San José de Llanos, estos despreciables individuos infestan la zona rural guanajuatense con dádivas, ofrecimientos y coacciones, en tanto el candidato beneficiado, coordinador de toda la operación, transita en estado de gracia por una elección, a todas luces ilegal, tan solo por el uso de programas gubernamentales y por superar con creces los gastos de campaña. La doctora María Aparo Casar en su libro “Dinero Bajo la Mesa”, afirma que, en una elección mexicana, por cada peso, se invierten veinticinco más en dicho proceso, superando con creces los límites de campaña autorizados.

Esta cuestión hiere de muerte a la democracia; sobre todo cuando se trata de una reelección, ya que se controlan a plenitud los recursos gubernamentales. Más cuando ni siquiera se dispone de un contralor municipal, como es el caso de Guanajuato Capital. ¡El paraíso del mapachismo! La caja abierta, para ganar la elección usando el dinero público.

Contra el INE

Continuemos. Nueva pregunta: si no ha habido elecciones limpias ¿para que se necesitan el INE y el IEEG? La trampa está tendida por el presidente de la República para desconocer los resultados si no le son favorables, y si sale victorioso, podrá llevar a cabo su intención de eliminar los órganos autónomos electorales. Son prescindibles y “el pueblo” lo avalará. Conoce bien las trampas, ya que son los sujetos de ellas.

La tragedia es la tranza electoral a la que están acostumbrados los partidos políticos. Esa tranza que se alimenta de enormes cantidades de dinero, que también producen grandes fortunas para los pillos que se dedican a “operar”. El IEEG sabe, en Guanajuato, quienes son, conoce sus nombres porque son famosos y legendarios. Si les permiten maniobrar a sus anchas, luego no se quejen cuando les caiga la guillotina cuatrotera y liquiden la institución. Están prohijando el golpe definitivo a la contrahecha democracia electoral mexicana. El modus operandi de candidatos y partidos, es insostenible. Van derecho a la trampa.

Todo bajo control

EQUIVOCARSE OTRA VEZ

Carlos Arce Macías

 Comienza la temporada electoral, en que se renovarán miles de cargos públicos, incluyendo la presidencia de la República. Los cuerpos electorales, pomposamente denominados Organismos Públicos Locales (OPLES), serán los encargados de hacer cumplir la puntual normatividad estatal, en el caso de las elecciones para gobernador, diputados estatales y ayuntamientos. Tendrán que procurar una muy atenta y puntillosa administración y supervisión de los próximos comicios, que auguran alta conflictividad.

 Lo hemos repetido en múltiples ocasiones, y lo seguiremos haciendo: a diferencia de los estados y la federación, en los que existe un diseño de división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), en el caso de los municipios, no se da tal separación, sino que son gobernados por un ente unitario y colectivo denominado ayuntamiento.


Esta significativa diferencia, nos conduce a reflexionar sobre las responsabilidades de los gobernantes. Va un ejemplo acerca de esta problemática: ¿quién es el responsable de la seguridad pública en los estados y la federación? La respuesta no se presta a dudas: los gobernadores y el presidente de la República, que son los titulares del poder ejecutivos en ambos ámbitos de gobierno. ¿Pero quién responde por la seguridad pública en los municipios? El primer personaje que viene a la mente de los ciudadanos y los medios de comunicación es el alcalde, y yerran, porque siendo un gobierno dirigido por una junta de representantes de la ciudadanía, es el ayuntamiento, en su conjunto, quién finalmente debe rendir cuentas de los resultados de esta función.

 Dentro de un ayuntamiento se presentan diversos niveles de responsabilidad entre los miembros del cabildo, analicemos: un miembro de esta junta, que no pertenece a la comisión de seguridad, y que ve esta cuestión solo en las votaciones llevadas al pleno, sólo enfrenta una responsabilidad relativa. La cuestión cambia, entre los miembros que constituyen la Comisión de Seguridad, quienes tienen línea directa con los asuntos más importantes sobre la paz pública de su localidad. Y por último el alcalde, que al ostentar el puesto de ser quién preside el ayuntamiento, carga sobre sus hombros el compromiso de dar resultados en la lucha frente a los criminales que asuelan su municipio.


 Así, cuando se incrimina a un alcalde, imputándolo como el directo responsable de los asuntos de seguridad de la comunidad, habría también que enderezar, directamente, las críticas y los obuses, en contra de los miembros del cuerpo edilicio que conforman la Comisión de Seguridad y especialmente sobre quiénes presiden este cuerpo gubernativo. Porque resulta muy cómodo, endilgarle todos los problemas y fracasos en la sensible materia de la seguridad al presidente municipal, cuando es todo el ayuntamiento, en diversos grados, el responsable.

 Luego viene el asunto de la reelección, y se empieza a barajar la posibilidad de la postulación de diversos regidores, síndicos y alcaldes, para repetir en el cargo. En la situación actual, se descalifica, especialmente por los problemas de seguridad pública a muchos presidentes municipales. Opinamos, que casi en el mismo nivel de responsabilidad, deberían señalarse a los demás miembros del ayuntamiento, pero especialmente a los síndicos y regidores que integran la Comisión de Seguridad de un municipio.

 ¿Y qué ha provoca esta confusión? La respuesta está en el hecho de que el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEGG), convertido en OPLE por las recientes reformas constitucionales y legales, permitió, en la pasada contienda local en Guanajuato, que los partidos políticos engañaran a la ciudadanía, permitiendo la promoción de la elección de ayuntamientos, como una simple elección de alcaldes.


 En el pecado llevaron la penitencia los presidentes municipales, tan conspicuos y felices por la publicidad lograda en spots y carteleras, borrando de la publicidad al resto de los miembros del ayuntamiento. Pero ahora padecen las críticas feroces de la ciudadanía, que está desesperada por el incremento de la criminalidad en su entorno vital. En la soledad de su despacho, muchos alcaldes ven con agobio la falta de acompañamiento de su cabildo. Otros se mortifican ante la crítica de sus pares, que reclaman airadamente la rectificación de planes y programas, en el seno del ayuntamiento. La verdad es que la responsabilidad es de todos los ediles, con excepción de los que han sido críticos propositivos, y sus voces han sido despreciadas y ninguneadas por sus pares. Esos salvan cara.

 Finalmente, mal hará el OPLE guanajuatense, si permite que los partidos políticos continúen publicitando la contienda municipal, como si se tratara de la de gobernador o presidente de la República. No es una elección de alcaldes, sino de ayuntamientos. ¿O el candidato a presidente municipal se comprometerá, el solito, a arreglar el rudo e intrincado asunto de la seguridad pública en su municipio? El órgano electoral, de no actuar en consecuencia, y disciplinar a los partidos políticos para que no engañen a los ciudadanos, puede volver a equivocarse otra vez. Sería un mal inicio.


@carce55