ABASTO

Carlos Arce Macías

Normalmente no utilizo referencias autobiográficas al escribir un editorial. Resulta chocante. Pero en esta ocasión lo haré, porque tomaré como ejemplo la experiencia personal que tuve en una área de la administración pública federal, que seguramente, desarrollará en los próximos meses, funciones delicadas y trascendentales por la pandemia que nos amenaza.

Durante mi desempeño como Procurador Federal del Consumidor, me tocó enfrentar diversos casos de emergencia por desastres naturales. Tanto en la península de Yucatán como en Chiapas, las cosas se pusieron feas. Un brutal huracán, el Wilma, devastó gran parte de la costa de Quintana Roo en 2005, mientras que el Stan, durante 2006, generó torrentes y deslaves sobre la costa chiapaneca, en la zona del Soconusco, incomunicando toda la región por la caída de puentes en diversos tramos carreteros.

Huracán Stan

Estos fenómenos naturales encendían las alertas del gobierno federal, para prever la contingencia y adelantar acciones de mitigación. La PROFECO, por ejemplo, envió inspectores a la zona de impacto de los huracanes, antes de la llegada del fenómeno. Su función era evitar el acaparamiento y la carestía, porque cuando se desataba la demanda por agua y artículos de primera necesidad, los precios empezaban a incrementarse en forma abrupta.

La emergencia provocada por Stan fue muy crítica, por el aislamiento en que quedó Tapachula y sus alrededores, sin posibilidades de recibir ayuda y abastecimiento. Los primeros aviones militares aterrizaron, sorteando todavía peligrosos vientos huracanados, cargados con despensas, pero insuficientes para paliar el hambre de los habitantes de la zona. El presidente Fox y parte de su gabinete involucrado en la emergencia llegamos en el TP-01, apenas unas horas después de pasado el meteoro. Para eso, entre otras cosas, sirven los transportes aéreos oficiales. Tomen nota.

En Tapachula

La preocupación comenzó a crecer por las condiciones desastrosas en que encontramos la zona. El presidente me pidió que me comunicara con la Asociación de Tiendas Departamentales y de Autoservicio (ANTAD), para verificar las condiciones de abasto de los supermercados de Tapachula. La respuesta de Vicente Yáñez, el histórico y eficiente director de la ANTAD fue contundente: “No escasearán los víveres, las cadenas están dispuestas, de ser necesario, a volar su mercancía. El abasto lo garantizamos.” Y no faltó efectivamente comida y productos de primera necesidad. La emergencia amainó cuando el barco de la Marina, el Usumacinta, pudo atracar en Puerto Chiapas con toneladas de alimentos.

Siempre, en cada evento crítico, la ANTAD ha respondido sin condición alguna en circunstancias adversas, ayudando a contener la especulación y el alza inmoderada de precios. “Somos el departamento de compras de las familias mexicanas” me aclaraba Yáñez en alguna ocasión. Y efectivamente, la red de supermercados y tiendas ha operado con eficiencia, evitando el pánico en los momentos más obscuros de duros trances.

Vicente Yáñez, ANTAD

Hoy el mundo enfrenta un reto descomunal. La pandemia produce afectaciones en todas direcciones. Una de ellas es la logística y el abasto. La odiada y vilipendiada por el actual régimen, empresa privada, jugará un importantísimo papel en estos momentos, al convertirse en la principal vía de abasto de las familias mexicanas. Imaginen ustedes el problema que se generaría en el caso de que su supermercado no estuviera abastecido. Pasaríamos a una dimensión diferente del problema.

Sin embargo, el gobierno puede acrecentar la complicación, en lugar de resolverla. No extrañaría que, desde el miope castrismo ideológico, que manifiesta con mayor virulencia en cada determinación que toma últimamente, se decida implantar control de precios, sobre todo para productos como maíz, frijol y arroz. Una medida así, solo provocaría desabasto automático y la generación de un mercado negro de productos, que seguramente quedaría en manos de la delincuencia organizada. Mas vale que las autoridades eviten esa tentación, porque ante las inéditas circunstancias que vivimos, seguro que varios tipos de mercancías, con referentes internacionales de precio, se incrementarán sin remedio. No hay forma de evitarlo.

Y es que una cosa es gobernar y otra administrar. La política es la encargada de dirigir la nave, en este caso, la voluntad del presidente; pero la administración pública es la encargada de operar las funciones otorgadas por ley al ejecutivo. El actual presidente, al expulsar violentamente a la mayoría de mandos superiores y medios de la administración pública federal, eliminó de tajo las capacidades de operación de su gobierno. Se dio un tiro en el pie. Hoy la Federación está postrada, perdió a sus mejores ejecutores: directores generales, adjuntos y subdirectores. Reconstruir ese tejido, llevará muchos años. Con criterios ideológicos estúpidos en solo 12 meses demolieron la estructuras con las aptitudes necesarias para avalar un buen desempeño administrativo.

¡Fuera!

En mi largo trayecto por la administración pública local, estatal y federal, puedo asegurar que no hay mayor reto que conducir la organización federal. Se requiere experiencia y conocimientos técnicos acreditados – véanlo en el caso de salud, que solo se aprenden estando en áreas específicas de la administración, como en los sectores energético, de transporte, comunicaciones, comercio exterior, puertos y aeropuertos, regulación sanitaria; solo por dar algunos ejemplos. Pero cual modernos Atila, todo lo destruyeron.

Hoy, el pueblo de México será quién padezca la atrabiliaria e irresponsable decisión de descabezar a los funcionarios mejor preparados del gobierno; si había corrupción, habría que haber tomado medidas draconianas en contra de ellos, sin necesidad de prescindir de todos. Ahora estamos inmersos en un problema, que pagaremos con vidas, no solo con perdidas económicas. 

Habrá que cuidarse de no utilizar un esquemas de control de precios, mal concebido y peor ejecutado por novatos ideologizados, que no conocen la sofisticada y delicada operación de las cadenas de abasto. Pueden provocar un drama por ignorantes, echando gasolina al fuego. Ya lo han hecho en otras áreas, pero en este momento, sería desastroso.

Control de precios causa desabasto
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LO IMPORTANTE NO ES SUBIR, SINO BAJAR SANO Y SALVO

LLEGAR A LA CIMA
Carlos Arce Macías

El pasado jueves asistí al mensaje que dio el gobernador Miguel Márquez con motivo de la entrega de su segundo informe de gobierno. Su mensaje fue directo, bien construido y prudentemente corto, bien adaptado a la personalidad sencilla y sin dobleces que ha tratado de imponer el ejecutivo guanajuatense.

Como todo acto de éste tipo, nos encontramos rodeados de presidentes municipales, miembros del gabinete, diputados, funcionarios públicos y viejos políticos perseverantes en continuar en la brega. Aparecían también gobernadores de otros estados e invitados especiales. Por suerte, me tocó la vecindad de dos personajes interesantísimos: Laura González y Yuri Contreras. Ambos son himalayistas. Ella, es la primera latinoamericana en conquistar dos veces el Everest, escalándolo por dos rutas diferentes, la sur, nepalesa y la norte, china. El, ha hecho cumbre cuatro veces en la montaña más alta del mundo, ascendiendo por las dos rutas. Son dos atletas de alto rendimiento.

Así, de pronto, mi interés de interactuar un poco con la conocida clase política guanajuatense, se trasladó a extraer sumariamente las experiencias de los montañistas en sus conquistas de los picos más altos del mundo. La pareja se desempeña en el selecto grupo de grandes escaladores, en los que sobresale antes que nadie el italiano Reinhold Messner, conquistador, sin ayuda de oxígeno, de las 14 cumbres mayores a los 8,000 metros de altura; también Jerzy Kukuczca, el polaco que en solo ocho años conquisto los mismos catorce picos; y el gran Carlos Carsolio, mexicano, uno de los miembros más joven del club 14+8000. Laura y Yuri ya han logrado hacer cima en ocho de éstas desafiantes montañas situadas en las cordilleras del Himalaya y del Karakorum, y este año acometerán dos retos, nuevamente el Everest, pero sin oxígeno, y la montaña más peligrosa y complicada de escalar, el impresionante K2.

En emocionada y desgraciadamente corta charla, los montañistas señalaban su convicción de cómo enfrentar el reto de escalar las cumbres más altas de nuestro planeta. El éxito, comentan, no se logra cuando se llega a la cima, sino cuando regresas al campamento base. Normalmente, al llegar a la cúspide el escalador se drena, nos decían, y si no está bien administrado, no podrá enfrentar la parte más complicada y peligrosa del trayecto, el descenso. Así parece haberle ocurrido en 1924 al legendario alpinista inglés, George Mallory, presuntamente el primero en conquistar el Everest. Pero nunca bajó.

Lo curioso aquí es que la receta se aplica igual en la política. El problema no es llegar, sino salir bien del cargo. Nuestro joven gobernador esta en el culmen de su carrera política. Ya ha llegado a la cima. Ahora sus afanes deberán centrarse en controlar y conducir adecuadamente a su administración para poder hacer un buen gobierno. Según el aplausómetro del evento, el tema más sentido por los ciudadanos es el de la corrupción. Los guanajuatenses exigimos poner coto a moches, diezmos y tranzas. El mecanismo de la corruptela anida en las administraciones gubernamentales, y los países más avanzados nos han enseñado que se puede contener y minimizar. Como lo externó el gobernador “se vale meter la pata, pero no la mano”. Estamos de acuerdo. Ahora habrá que descender con cuidado, organizando bien a la administración, hasta llegar al campamento base.

Para rematar, Laura y Yuri nos comentaban que las malas decisiones en la alta montaña, se basan en la soberbia. También eso sucede en política, sobre todo cuando se logra la cima. Por eso hay que controlar el ego y ser sordo al canto de las sirenas. Edmund Hillary, el vencedor del Everest lo decía: “la escalada completa de una montaña supone llegar a la cima y volver abajo sano y salvo”.
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