SAPIENS, NACIONALISMO DESTRUCTIVO

Carlos Arce Macías

Ver la historia como el relato del desarrollo de una especie sobre la faz de la tierra, nos proporciona un mejor entendimiento de cómo estamos evolucionando, que la pausada explicación tradicional, de hechos destacados, concatenados entre sí.

Hace 70,000 años, el género “homo”, tuvo una mutación que dio como resultado el desarrollo cognitivo de una nueva especie, calificada por los especialistas como los “sapiens”. Tal parece que el nuevo grupo de homos, se encargó de aniquilar a las otras categorías humanas menos evolucionadas, como la de Java y los Neandertales. Los sapiens los exterminaron a todos, adquiriendo la supremacía sobre todo el mundo animal existente.

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La revolución cognitiva que experimentaron, permitió conexiones neuronales complejas que otorgaron al sapiens acceso a la “imaginación”. A partir de ahí, todo cambió. El proceso civilizatorio avanzó a pasos agigantados, basados en el atributo único de crear ficciones, creaciones mentales que van desde cuentos y leyendas tribales, hasta intrincados sistemas religiosos, y la creación de organizaciones gubernamentales y sociales muy complejas, como la sofisticada administración de nodos urbanos en los que viven millones de especímenes, como lo cuenta el historiador israelita Yurval Noah Harari, en su libro “De animales a dioses” (Ed. Debate 2014).

Una de esas ficciones, es la nación. Se trata de la creación de una figura socio-jurídica que responde a cierto momento evolutivo de nuestra especie, con atisbos del clan y la tribu, en donde la cultura común y el lugar de nacimiento, conformaban a un grupo extenso de sapiens, que compartían una cierta organización social. El momento culminante de los Estados Nacionales, fue el siglo XIX, pues, con el advenimiento del XX, se dieron enormes matanzas entre miembros de esta especie, que terminaron con el uso de armas tan poderosas, que son capaces de destruir al planeta entero.

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Ante tal problema, la visión nacionalista, poco a poco, ha ido superándose para implantar sistemas de organización (ficciones) más adelantados, como el de organizaciones globales que permiten una movilidad de personas y mercancías a cualquier parte del globo terrestre. Los actuales sapiens pueden ser ciudadanos del mundo, y cuentan con herramientas tecnológicas para comunicarse a cualquier parte del planeta de manera instantánea.

Esta especie, ama y señora del planeta Tierra, y por lo tanto, responsable de su cuidado y preservación, vive un cambio de vértigo que todavía no acaba de procesar conceptualmente. La parte de su cerebro, con resabios de etapas evolutivas antiguas, provoca regresiones peligrosas en su conducta, que lo lleva a buscar cobijo en construcciones sociales superadas como el clan, el pueblo, y sobre todo la nación.

Ahora la especie, está viviendo una regresión civilizatoria, que intenta volver a colocar un tipo de organización socio-política, fincada en los miedos, temores y egoísmos de ciertos grupos, que rechazan la apertura, el diálogo y el intercambio global. El proceso civilizatorio se pone en pausa.

Este fenómeno reviste graves amenazas. La historia demuestra que el nacionalismo acaba provocando crueles enfrentamientos entre los sapiens. La primera y segunda guerras mundiales, lo constatan. Fueron conflagraciones entre naciones, en donde se sublimó el espíritu patriótico y la referencia de pertenecer a un territorio y raza concreta, lo que motivó sangrientos combates entre grupos humanos. Los resultados de las guerras entre sapiens, son devastadores, de 1700 a 2010, se calcula que han muerto, en estos hechos, 100 millones de seres, el 90% de ellos, en el siglo XX. Cada día, los sapiens cuentan con armamento más eficiente para liquidarse entre sí. Y los enfrentamientos bélicos, tienen como simiente las causas nacionalistas sustentadas en ficciones racistas insostenibles desde el ámbito científico.

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Como pueden ver, la perspectiva cambia, cuando el relato histórico se plantea desde la evolución de una especie, y nos permite una mejor visión del problema que actualmente confrontamos. Ante ello, los humanos debemos de ser muy cuidadosos de no envolvernos en las banderas nacionales, porque podemos propiciar conflictos de enormes proporciones. Ya lo hemos experimentado.

Para tratar de evitar estos males, hemos empezado a diseñar modelos de convivencia más avanzado, como lo es el diálogo institucionalizado entre casi todas las naciones del mundo en la ONU, y la creación de la Unión Europea. Con un avance menos significativo, porque solo se redujo a una integración económica, esta la región TLCAN, conformada por Canadá, Estados Unidos y México.

Members of the European Parliament take part in a voting session at the European Parliament in Strasbourg

Otras muchas zonas del mundo han formado agrupaciones regionales para relacionarse y comerciar libremente entre ellas y cuidar los intereses de sus extensos territorios. Este nuevo orden, ha permitido la reducción de los conflictos mundiales y evitado la mortandad generalizada de la especie, aunque no ha evitado las guerras regionales.

La inteligencia llama a refrenar los ánimos nacionalistas que pueden renacer en ciertas zonas en donde algunos especímenes de sapiens, han quedado anclados en momentos del desarrollo humano claramente aventajados. Mientras menos “nacionales” nos sintamos, habremos migrado a un estatus que permita una convivencia más armoniosa entre los individuos de nuestra especie.

Habrá que resistir los embates de la regresión nacionalista, que no es otra cosa, sino un llamado al egoísmo y a los miedos atávicos del hombre, frente a la conformación de un nuevo modelo más avanzado de organización, que logre expandir mejores formas de vida, a nivel global, para un mayor número de personas.

Un señalamiento final muy importante. Las secuencias de ADN humano, revelan que existe una sola raza: homo sapiens. Así, las divisiones raciales tradicionales, negro, blanco, mestizo, criollo, etc., son pura ficción social, sin apoyo científico. Por lo tanto, establecer categorías y diferencias con base en ello, resulta ridículo.

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Artículo publicado el 29 de enero en AM LEÓN.

Twitter: @carce55

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NEUROCIENCIA, todo está en el cerebro

Y EL CEREBRO CREÓ AL HOMBRE

Carlos Arce Macías

Hanna y Antonio Damasio, son una pareja excepcional de científicos portugueses, ganadores en 2005, del premio “Príncipe de Asturias de Investigación Científica”. Hanna estudió neurología en la Universidad de Lisboa, y ha trabajado intensamente en la obtención de imágenes con tomografía axial computarizada y resonancia magnética nuclear. Dirige el “Centro Dornsife de Imagenología para la Neurociencia” de la Universidad del Sur de California.

Antonio, esposo de Hanna, es también neurólogo por la Universidad de Lisboa, y ha realizado trabajos sobre neurología del comportamiento. Es maestro de psicología, neurociencia y neurología en la Universidad del Sur de California, y dirige el “Instituto de Estudios Neurológicos de la Emoción y la Creatividad” del mismo centro universitario. Sus líneas de investigación son las emociones, la memoria, el lenguaje, la cognición y el movimiento. Es miembro de número de las academias de Artes y Ciencias, tanto estadounidense como europea. En sus más recientes investigaciones, se avoca a un tema novedoso: el neuro-psicoanálisis. También es un gran divulgador de la neurociencia, lanzando al mercado un libro de frontera: “Y el cerebro creo al hombre” (Ed. Planeta, México 2015). Su lectura es indispensable para entender el avance implacable de la ciencia, en relación con el cerebro. Los descubrimientos cierran discusiones legendarias, y abren nuevos cuestionamientos sobre el hombre y la vida.

Estudiar el cerebro había sido un reto monumental para los científicos. Otros órganos del cuerpo, podían estudiarse diseccionando cadáveres e inspeccionando los despojos. La anatomía se encargó de documentar puntualmente la descripción de cada componente del cuerpo. Pero un cerebro muerto, poco podía aportar al conocimiento científico. La fisiología nos proporcionó el conocimiento de las funcionalidades de los órganos, pero en el caso de la masa encefálica, casi no se podía avanzar. No ha sido sino hasta finales del siglo XX, cuando se han producido grandes avances en el desarrollo de la neurología, y posteriormente de la neurociencia en general. Los modernos aparatos de imagenología, como los que posee el sofisticado laboratorio de los doctores Damasio, pueden estudiar al cerebro vivo. Así registran intercomunicaciones, redes, actividades, puntos de excitación y alteración, permitiendo mapear e identificar su actividad. De pronto, el estudio de este órgano amplió inconmensurablemente las fronteras de la ciencia.

Partamos del hecho de que la evolución de la especie humana nos ha dotado, de tres tipos de cerebro dentro de nuestro espacio craneal: el reptiliano o primitivo, que controla los impulsos más básicos, como los de sobrevivencia; el intermedio o límbico, identificado con el de los mamíferos en general, que maneja y regula el subconsciente, las funciones del cuerpo y las emociones; y por último la parte superior del órgano, la llamada corteza cerebral o zona racional, propia del homo sapiens, que ejecuta las conexiones neuronales más complejas, en las que se produce la razón, y a partir de esta el avance científico. Este logro de nuestra especie, razón y ciencia, tienen una consecuencia: la desmitificación de creencias ancestrales, basadas en mapeos imprecisos y tergiversados de la realidad.

Los últimos descubrimientos a los que nos acerca el matrimonio Damasio, es al conocimiento de cómo el cerebro toma conciencia de sí mismo. Los millones de conexiones de neuronas de la corteza cerebral, escanean las regiones del tronco encefálico y el tálamo, estratos arcaicos del cerebro, encargados de que el cuerpo y sus órganos funcionen. De esa forma, el software cerebral, la mente, constata sus propias funciones y operaciones. Este automapeo, es lo que produce la sensación interna, de encontrarnos encapsulados en un cuerpo, aparentemente ajeno. Y lo único que está sucediendo es que nuestra corteza cerebral esta tomando “conciencia” de sus propias funciones y realiza su autobiografía. Es la manera, explica Damasio, como se produce el “yo”.

Considero que este fenómeno, documentado por la neurociencia, permite obtener nuevos ángulo de vista, a lo que antes se le nombraba como “alma” o ser. La conclusión es que todo esta en el cerebro, y que estas extrañas sensaciones no podían explicarse por las carencias de conocimiento del funcionamiento cerebral. Ahora, todo empieza a develarse.

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