VIDES, VINOS Y ECONOMÍA DE CUATES

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Carlos Arce Macías

Entre los políticos es muy usual acusarse de capitalistas o socialistas, derechas o izquierdas, con gran ligereza por los términos. En nuestro pedazo de mundo que habitamos, es muy obvio que el capitalismo es el modelo económico que ha probado su eficacia, quedando rezagado el socialismo a países como Cuba o Venezuela, cuyo objetivo es la producción de pobres, no el desarrollo.

El dilema no está ahí

Pero el problema serio que debemos enfrentar es otro. Está ubicado dentro del mismo capitalismo, se trata de un esquema previo y perverso, que ha sido enunciado como “capitalismo de cuates” (crony capitalism). El capitalismo moderno funciona bien en los países que han logrado garantizar mercados abiertos y una sana competencia entre los diversos jugadores de mercados como el inmobiliario, financiero, industria, y de servicios como la restaurantería. Reino Unido y Estados Unidos, son el ejemplo de ello. Va una muestra palpable: los mexicanos que emigran a USA, logran normalmente superarse y muchos se convierten en prósperos empresarios. ¿Saben por qué? Pues por la simple razón de qué allá los mercados están abiertos y el gobierno garantiza trámites sencillos para formar empresas, a diferencia de México en donde nos hemos estancado en la economía de amigotes.

La salsa que adereza esta perversión del capitalismo es la corrupción gubernamental y empresarial. Los gobiernícolas se resisten a entender, la recta prohibición de hacer negocios desde el gobierno. Si eres funcionario, tienes prohibido hacer negocios o influir para que amigos o familiares los hagan con tu ayuda como burócrata. Y esto va más allá de una ética rigurosa, es un postulado económico que permite que el mercado funcione con equidad. Si no, no habrá mercados abiertos ni competencia leal.

Por eso en Estados Unidos, se cuida fervorosamente el acceso de todos los individuos para iniciar negocios, y si no funcionan a cerrarlos sin gastos onerosos, y de la manera más sencilla posible. Los ciudadanos tienen el derecho a competir en igualdad de condiciones ante la ley, sin privilegios para nadie. Los oligopolios y monopolios están prohibidos.

Por desgracia en nuestro país el entresijo de políticos deshonestos y empresarios desleales ha creado una estructura complicada de rebasar. Pongamos un ejemplo: hay un par de malos funcionarios, encumbrados en el gobierno estatal que se alían a una empresaria dedicada a la promoción y comercialización de vinos. Utilizan como centro de operación una escuela dedicada a capacitar personal de restaurantería y sommeliers, así como a la proveeduría de bebidas de vid. Como funcionarios con altos conectes, tienen acceso a la tramitación de apoyos millonarios a empresas locales. Así, por medio del influyentismo, logran que el gobierno subsidie la escuela con el pretexto de que se trata de un apoyo al sector del turismo involucrado con la vinicultura. Obvio, es parte de un proyecto “estratégico” de largo alcance que promovieron ellos mismos desde el gobierno. Incluso maquinaron desde el Congreso del Estado, uno era diputado, una reforma a modo de la Ley de Turismo, para propiciar la certificación de productos y agregar como objetivo de la legislación al enoturismo y destilados, e incrustar como propósito, la promoción, apoyo y fomento del vino producido en la entidad. Solo alguien muy cercano al Ejecutivo estadual logra esta hazaña para concretar un substancioso presupuesto para su operación comercial.

La siguiente maniobra entre los dos influyentes funcionarios y su socia empresaria, ha consistido en potenciarla como la más influyente promotora y casi única vía para poder comercializar los buenos vinos de la zona. Así han realizado road shows por todos los restaurantes importantes, para hacerles saber, que ellos son los mejores comercializadores, y que cuentan con invitaciones con todo pagado (por el estado) para visitar los principales viñedos y venderles su producto. El secretario de Turismo no está pintado… también tiene (conflicto) intereses, pues parte de su negocio está en la industria del vino, y apoya incondicionalmente las tácticas del ambicioso grupo gobiernícola/empresarial y se beneficia de ellas.

La verdad es que son audaces. Su ambición no solo se concreta a la industria, sino que escala en la política para intentar imponer sucesores en los próximos gobiernos estatal y municipal, a elegirse en 2024. Pero no olvidan su amor por la vid. Y se lanzan al ruedo, apoyados siempre desde el gobierno al cual sirven, para aprovechar la inercia de la Feria Industrial de Hannover, con una ambiciosa exposición de vinos, “Vive el Vino”, que competirá en desigualdad de apoyos y condiciones con “Tinto Bajío”, esfuerzo realizado por los auténticos y esforzados empresarios del sector durante la misma temporada.

Así, entre cuates, se construyó una especie de “dumping local” que consiste en vender abajo del precio gracias a subsidios gubernamentales, para depredar el mercado y apoderarse de él, en beneficio de los negocios de los cuales son socios este par de angelitos gobiernícolas, mientras los demás empresarios se rascan con sus uñas y compiten en un plano inequitativo y desleal. Por eso la riqueza en México se concentra entre políticos corruptos y empresarios avorazados. El capitalismo es disfuncional, y el populismo se convierte de pronto en la salida falsa de los desilusionados. Después no nos quejemos.

Vino para cuates

 

 

 

 

 

 

 

 

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ECONOMÍA DE CUATES

Carlos Arce Macías

 Turbulenta semana para Ricardo Anaya, publicitadísimo presidente de un partido político, y conocido por muchos mexicanos, a través de 1.4 millones de spots televisivos, utilizados para promover su imagen; y así, rodeado de sus “operadores incondicionales”, tratar de lograr la candidatura a la presidencia de la República.

 Un periódico de fama progobiernista, publicó un extenso y minucioso reportaje sobre el rápido aumento de la riqueza de la familia política del dirigente partidista. Los resultados que nos presentan, son que, coincidentemente con los 14 años de vida pública del joven Anaya, su familia cercana pasó de poseer un patrimonio de 6 inmuebles con valor de 21 millones de pesos, a 33 propiedades con un monto (supongo que catastral) de 308 millones.


 En el reportaje, solo se evidencia el desenvolvimiento del patrimonio de esta familia queretana. No hay acusaciones, solo información, que se deja maliciosamente a la opinión de los habitantes del zoológico político para que despedacen al autopublicitado dirigente.

 Por principio hay que poner en claro, que salvo que se pudiese comprobar trafico de influencias o uso de información privilegiada, estamos ante un caso de crecimiento patrimonial, aparentemente basado en una inteligente toma de decisiones, para comprar terrenos que luego pudiesen ser susceptibles de especulación inmobiliaria, transformándolos, en plazas comerciales, bodegas, hoteles, restaurantes y fraccionamientos residenciales.

 A la actividad, primero discreta a través de cuatro sociedades, desarrollada por esta familia de exitosos empresarios, correspondió luego la constitución de 17 empresas dedicadas a los siguientes giros: comercialización, arrendamiento, desarrollo inmobiliario, construcción, explotación de hoteles y de restaurantes. Una gama importante de actividades empresariales propias de una ciudad en explosivo crecimiento, como ha sido el caso de Querétaro en los últimos veinte años.

 Más la sobrerreacción del político, a la información propagada, resultó singular. Dirigentes y mandatarios de su partido, se aprestaron diligentemente a protestar por el artero ataque enderezado en contra de Ricardo. “Es una infamia”, espetó ante los medios, acusando al periódico de presentar, como propia, una investigación realizada por el gobierno para desprestigiarlo. El escándalo tomó, como lo esperarían sus adversarios, notoriedad declarativa, erosionando profundamente la cuidada imagen del joven dirigente partidario.


 Ahora bien, el relato periodístico, resulta ser la crónica normal, del desempeño de muchos políticos mexicanos, pertenecientes a todos los partidos. Consiste en lo que los economistas han denominado como “Crony Economy”, o economía de cuates. Esta se basa en la complicidad entre políticos y empresarios, para favorecerse mutuamente, eliminando los riesgos y el cumplimiento de la complicada tramitología de muchos proyectos empresariales convenencieramente apoyados “desde arriba”. El gran movimiento progresista, encabezado por Teodoro Roosvelt, a finales del siglo XIX en Estados Unidos, tuvo entre otros objetivos, demoler este sistema que permitió la operación de poderosos monopolios, y en las comunidades más pequeñas, el afianzamiento de oligarquías citadinas dueñas de la política y la economía del lugar, que impedían la expansión de los mercados y la mejor distribución del ingreso.

 El relato del desarrollo exitoso de empresas en México, no se explica, generalmente, sin el toque mágico de la política. Ahí está Slim, beneficiado con la venta de un monopolio por Salinas de Gortari. Pero en lo local, también se tejen historias de éxito, gracias a la divina intermediación de políticos, que desde puestos estratégicos y utilizando sus influencias, logran remover con facilidad las barreras de entrada a los mercados, normalmente bloqueados para los ciudadanos comunes y corrientes: licencias de alcoholes, usos de suelo, permisos de construcción, licencias de anuncio, aprobaciones de traza, permisos de venta, extensiones de horarios, etc.


 Por lo tanto, el reto que tiene México, no es regresar al estatismo y socialismo ineficiente de los años 70 del siglo pasado, sino el tránsito, hacia un capitalismo funcional, basado en el artículo 28 de la Constitución, que decreta la competencia leal y la libre concurrencia a los mercados para los ciudadanos. El ejemplo del joven Anaya, sirve para demostrar que las políticas de desregulación económica y mejora regulatoria, deben de ser llevadas hasta sus últimas consecuencias, especialmente en las ciudades mexicanas, con la finalidad de evitar la “concentración de éxitos empresariales” en unas cuantas manos, gracias a las amables recomendaciones de parientes, cuates o patrocinadores, posicionados en un puesto político; todo ello sin olvidar, que quienes han sublimado este método, elevándolo a la altura del arte, ha sido la tribu de políticos originarios de Atlacomulco, en el Estado de México. Frente a ellos, palidecen los queretanos y cualquier otro grupo de mexicanos. Son los amos y detentadores del grueso de la economía de cuates.

 Finalmente, resulta penoso, que sobre todo los jóvenes que empiezan a acceder a puestos destacados de la política, tanto a niveles nacionales como locales, no entiendan algo muy sencillo: a la política no se va a hacer negocios, ni para ellos, ni para sus familiares. Solo se va a servir, acatando el mandato establecido en leyes. Así de fácil y así de difícil.


@carce55