EL PRIMER SERVICIO PÚBLICO
Carlos Arce Macías
¿Se han puesto ha pensar en alguna ocasión cual es el primer servicio público que se le debería prestar a una comunidad? Reflexionen un poco y saquen conclusiones de cual es ese servicio, tan pero tan imprescindible, que debería de primar sobre cualquier otro. ¿Lo tienen?
A los que llegaron a la conclusión de que el servicio de auxilio y de emergencia es el primer servicio que debe de ofrecerse a una sociedad, mis congratulaciones, han acertado.
La posibilidad de la muerte, el dolor intolerable, la angustia por lo imprevisto, la ignorancia de los primeros auxilios, son situaciones que nos merodean continuamente. Un accidente cualquiera, un evento cardiovascular, un apéndice inflamado, una parturienta en apuros, un brazo roto, un esguince jugando fut bol, son incidentes que suceden a diario en nuestro entorno. Las personas pueden morir si no son atendidas oportunamente, o su vida puede cambiar fulminantemente si no reciben los cuidados necesarios.
En México, increíblemente no existe una instancia gubernamental que atienda esta clase de emergencias. Dependemos los mexicanos, casi exclusivamente, de las estoicas labores de los cuerpos de auxilio, formados por voluntarios, tanto de la Cruz Roja, como de los Bomberos.
Particularmente la Cruz Roja, la organización humanitaria fundada por Henry Dunant, ante el aumento de poder de fuego de los ejércitos confrontados en la batalla de Solferino (1859), entre franceses y piamonteses contra austriacos, en donde quedaron más de 40 mil soldados heridos y muertos; ha dedicado en nuestro país enormes esfuerzos para proporcionar auxilio en las emergencias.
Esta labor, no es precisamente la principal acción de la Cruz Roja, promotora de los famosos acuerdos de Ginebra (1864), para pactar la posibilidad de asistir a los soldados caídos en las confrontaciones entre ejércitos. También dedica gran parte de sus desvelos a asistir a los desplazados por los conflictos armados, a los refugiados que huyen de la violencia y sobre todo al cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario, vigente a través de los acuerdos de Ginebra, signados entre las naciones en 1949.
En todos los países avanzados, los gobiernos, especialmente los ámbitos más cercanos a los ciudadanos, como lo son el municipio o los condados, han asumido la función de auxilio para situaciones de emergencia. Así los presupuestos públicos son aplicados, con prioridad, a este vital servicio. Por lo general no se escatima en los gastos gubernamentales que deben de efectuarse por salvar alguna vida, o bien asistiendo a víctimas de toda clase de fenómenos naturales, casos fortuitos o delitos. La emergencia siempre es prioritaria.
Ahora bien, analicemos nuestro pequeño mundo estatal y municipal. Salvo una pequeña dirección de Protección Civil, casi toda la actividad se encuentra concentrada en el voluntariado de la Cruz Roja. Durante décadas mis padres colaboraron apasionadamente con la organización, trabajando con denuedo para conseguir patrocinios, donaciones y ayudando a dirigir correctamente sus afanes. Lo que recuerdo, era su continuo malestar por los abusos que de cuando en cuando se cometían en contra de la benemérita corporación. La transparencia y una contabilidad confiable, nunca han sido su prioridad. Deben de apostar por ella.
Por otra parte, solventar tanta carencia y las presiones de una actividad urbana a la alza, así como monitorear los miles de traslados carreteros, que se hacen todos los días por caminos cada vez más congestionados, han impreso a la vetusta formación humanitaria una carga excesiva e imposible de realizar con la sola intermediación de la buena voluntad.
Los guanajuatenses aportamos en promedio $2.00 pesos por año a la Cruz Roja. El voteo que se realiza durante la tradicional colecta anual, apenas capta 2 millones de pesos. Por otros medios, se logra ingresar 10 millones. Con estas migajas, sobreviven 24 delegaciones municipales que atienden a 46 municipios. El presupuesto es insuficiente, el gobierno estatal aporta aproximadamente 8 millones de pesos al año y los municipio donan sumas variables, pero insuficientes para solventar el funcionamiento de un servicio eficiente y efectivo. Somos unos irresponsables todos, que reconocemos nuestra desidia hasta que nos vemos en alguna terrible encrucijada.
Vayamos a Estados Unido. Allá no encontraremos a la Cruz Roja operando en sus condados. Hallaremos el famoso número telefónico 911, el de las emergencias, y verificaremos que si se utiliza, en menos de 5 minutos, una ambulancia y su equipo de paramédicos, estará auxiliando a la víctima convocante. Se trata de un servicio gubernamental muy bien organizado y dependiente del financiamiento público.
Dejemos de hacernos tontos, y busquemos que nuestros diputados reformen la Constitución del Estado, a fin de incluir como servicio público, el servicio de auxilio a emergencias. Seguramente los guanajuatenses lo agradecerán, más que el reparto de uniformes escolares, despensas o computadoras súbitamente caducas. Esa sería una gran acción, que permitiría a la Cruz Roja de Guanajuato dedicarse a otro tipo de acciones humanitarias.
Buenas ambulancias, paramédicos profesionales y vidas a salvo, gracias a la oportunidad de un servicio bien organizado y profesional, es lo que la sociedad requiere, no demagogia. Va la vida en ello.
Twitter: @carce55