¿PAN A LA MOREIRA?

Carlos Arce Macías

Hace unas semanas el Partido Revolucionario Institucional, conformó su Consejo Político. Como miembro de este órgano, quedó uno de sus más conspicuos integrantes: Humberto Moreira. La sola inclusión de figuras tocadas por la corrupción y la mala fama, es suficiente para desacreditar, hoy en día, el funcionamiento honesto de uno de los órganos más importantes de un instituto político. Es poner a la Iglesia en manos de Lutero, como sentencia el refrán.

El día de hoy, el panismo guanajuatense elegirá a candidatos a integrar el Consejo Nacional y el estatal. Mucho cuidado deben de tener los militantes del blanquiazul, de no convertirse en el hazmereir ciudadano, integrando dentro de uno de sus más serios órganos de conducción, a personajes con cargas negativas, por no conducirse bajo los principios éticos, jurídicos o doctrinarios del panismo.

Y es que resulta curioso, pero en la sarracina que se está dando entre precandidatos a al gubernatura, con tal de ganar posiciones de poder, las alianzas más extrañas se pueden armar, con tal de potenciar la votación de cada grupo político. Así no nos extrañe el nombramiento como consejeros de personas que ya pasaron por el escándalo nacional y el señalamiento de conductas deshonestas.

Si no se cuida esta condición, se construirá el mismo escenario que ahora confronta el PRI. Muy mustios los consejeros de ese partido, codeándose con Moreira.

Espero que las ansias de poder y de control por las posiciones internas, no conduzca a Acción Nacional a convertirse en remedo tricolor. Por lo pronto llamo la atención de dos casos, el de los exdiputados federales involucrados en escándalos de moches y el de los actuales diputados que aprobaron un nuevo fondo para reeditar esa actividad gestora-mocheril, y que no conformes con eso, se auto asignaron un suculento bono anual, nomás porque les pareció muy propio, repartirse unos milloncitos más.

Con total descaro, con ánimos de Montana, alguno se apuntan para competir por una posición en los consejos, no obstante haber permitido ser coordinado no por su partido, sino directamente por el líder cameral priísta, comprometiendo votos y votaciones a favor de los intereses puntuales de Peña Nieto y del PRI. Y no suficiente con ello, se vio involucrado en el escándalo de los moches, percutido en Celaya.

Sin temor alguno del daño inferido por la creación de ese fondo presupuestal, creado ex profeso para que los diputados saluden con sombrero ajeno, y se enreden en malos pasos; los actuales diputados federales panistas, pertenecientes a la LXIII legislatura, con asombroso aplomo, no titubearon en aceptar el regalito que Hacienda les puso frente a sí. 18 millones de pesos por cabeza, fue suficiente para lograr la aprobación de uno de los presupuestos más complejos, por los recortes presentados, que se haya procesado en la Cámara de Diputados. Nadie discutió con profundidad y pasión los efectos de las disminuciones, las transferencias, los gastos innecesarios, etc. El interés solo se centró en cuanto de las migajas a distribuir, serían para cada diputado. Una vergüenza.

Pero los legisladores federales en funciones, no pararon ahí, salvo el diputado Bolaños, actual presidente de la Cámara, todos los demás panistas aceptaron el auto otorgamiento de un bono de $150,000 pesos que significará la erogación de 75 millones de pesos más, solo porque les vino en gana. Este monto se añade a su jugoso aguinaldo, por supuesto.

Y el tema no es menor, porque millones más, millones menos, lo que se mide en estas decisiones es la templanza de nuestros políticos profesionales y representantes. Ninguno, repito, ninguno, tuvo el coraje de negarse a aceptar las indignas e ilegales dádivas. Todos las aceptaron. Ni una voz en el desierto.

Considero que estas reprobables posiciones de nuestros exlegisladores y diputados actuales, los sitúan en condición de rechazo para acceder al cargo de consejeros, tanto nacional como estatal. No han actuado dentro de la rectitud planteada por la doctrina panista, no se han conducido con la dignidad a la que les obliga ser nuestros representantes. Espero que así lo considere la asamblea que hoy se reúne en León. Un milagro político podría darse, para convencer a los ciudadanos que el PAN, sigue siendo el partido de la gente recta y honesta, y no un PAN a la Moreira.

Twitter: @carce55

Editorial publicado en AM LEÓN el 11 de diciembre de 2016

 

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PAN: la clave está en los MOCHES

Carlos Arce Macías

En México constatamos que cada día, hay menos políticos y más delincuentes organizados dentro del poder. Basta una ojeada a las principales notas de los periódicos nacionales, para informarnos de las carretadas de fraudes, desvíos de fondos, expoliación de recursos y prevaricación, que desde los distintos niveles gubernamentales se llevan a cabo.

Luego de los escandalosos casos de varios gobernadores, el tema más paradigmático, se da en el Congreso Federal. Ambas cámaras ya han aprobado una Ley de Ingresos para 2017, mañosamente inflada, a fin de poder disponer de 37,000 millones de pesos para repartirlo entre los grupos parlamentarios. En sus cuentas aparece la distribución de 20 millones de pesos por diputado.

El pretexto resulta insostenible: el cumplimiento de promesas de campaña de cada legislador. En sencilla traducción, el método consiste en postularse, hacer campaña prometiendo ocurrencias ajenas a su función (canchas deportivas, caminos, escuelas, plazas, centros sociales, presas, etc.), al fin que ya apoltronados en su curul, contarán con varias decenas de millones de pesos por año, para cumplir con sus electores.

Así, con gran descaro, se tergiversa la elección de representantes y se apalea la democracia. Los poco educados electores, votarán por quién más prometa, y no por el candidato más apto para representarlos en la compleja función legislativa. Bajo esta dinámica, el candidato más irresponsable, se impondrá en la contienda; y con ello el objetivo primario de su desempeño, no será el análisis de las leyes que se propongan, ni la rendición de cuentas de los otros poderes, sino la negociación de su voto por una tajada cada vez más substanciosa del presupuesto.

Ya con la mesa servida y con el voto aprobatorio comprometido por unas migajas presupuestales, la representación popular se liquida, en aras de una dotación de dinero para repartir a voluntad, y sin control alguno. Se sabe de las instrucciones directa en el interior de la SHCP, de no perturbar el desempeño distributivo de los legisladores. Al fin, salen baratos.

Y lo que evidencia todo este perverso trance, es la calaña de gran parte de los diputados electos. Todos, con excepción de los de Morena, están felices ante la inminente creación del popularmente llamado “fondo para los moches”. Y en tanto los lopezobradoristas son congruentes, el PAN, el llamado partido de la gente decente, salvo algunas excepciones como la del senador Ernesto Cordero, apoya entusiasmado el fondo de reparto.

Los panistas ven venir la tormenta y se quedan impávidos. No obstante la paliza sufrida esta semana por su dirigente nacional, con revelaciones que ponen en duda su honestidad y el origen claro de su fortuna; parece no caerles el veinte de que la decisión de restablecer el “fondo para moches”, acabará con los restos de prestigio y decencia que le podrían quedarle. En tanto el priísmo sonríe.

Tampoco toman nota de que los ojos de las organizaciones civiles, estarán enfocados sobre el manejo de los dineros del infame fondo, y su probable utilización para la precampaña presidencial de su dirigente nacional. El PAN está metido en un enredo, sobre todo si a esto sumamos el antecedente de opacidad y nula rendición de cuentas, de la bancada albiazul de la LXII legislatura, cuando el actual dirigente era su coordinador. El panorama se oscurece aún más.

Por eso, ante tal embrollo, la Comisión Anticorrupción del PAN, debe de iniciar, cuanto antes, la investigación del sonadísimo caso de los moches, que finalmente, ha sido el que más a afectado la imagen de Acción Nacional ante la ciudadanía. La Comisión, debe de llamar a cuentas a los involucrados y expulsar a los culpables. Ahí están las grabaciones que exponen el modus operandi. ¿Qué más necesitan?

Sabemos del condicionamiento a muchos alcaldes, por parte de diputados, para “bajarles” recursos a cambio de substanciosas comisiones, o contrataciones amañadas de constructoras dispuestas a compartir utilidades con los propios legisladores promoventes. Esta corrupción descarada debe de exponerse y castigarse.

Solo si el PAN investiga satisfactoriamente el caso, y ofrece a la ciudadanía y a la Procuraduría, los datos de sus investigaciones internas, para que los culpables sean indiciados; este instituto político podrá plantear a los mexicanos la conveniencia de darle su voto, para que regrese a Los Pinos. La próxima elección presidencial basculará sobre la disposición de partidos y candidatos para combatir la corrupción. ¿Se atreverá el PAN?

Twitter: @carce55

Artículo publicado en AM LEÓN, el 6 de noviembre de 2016

¿DIPUTADOS DISTRITALES O FEDERALES?

¿DIPUTADOS DISTRITALES O FEDERALES?

Carlos Arce Macías

 

¿Sabe usted que es un diputado federal y cuáles son sus funciones? Esto lo pregunto, porque el escándalo, fundado y cierto, del manejo discrecional de por lo menos una partida presupuestal federal, y las acusaciones de que se extorsiona a los alcaldes con el fin de que puedan contar con dineros extras del presupuesto, provoca que reflexionemos más sobre el diputado y su función.

 

La palabra diputado viene del latín “deputare”, que significa “el que reflexiona” o bien “el escogido”. Pero también procede del verbo castellano diputar, que significa “escogido o evaluado para representar”. El diputado pues, es aquélla persona que es evaluada, y en una democracia elegida para asumir la función de representarnos. Recordemos que México es una república representativa (Art. 40 de la Constitución).

 

Y resulta muy importante explicar, que de los 500 diputados federales, 300 son elegidos por distritos electorales, pero no representan a los ciudadanos de éstos, sino a la nación entera (art. 51 de la Constitución). Esta sutileza normalmente es ignorada. Todo mundo piensa que el diputado representa a su distrito, y que la representación nacional está fraccionada como si fuese un gran rompecabezas. Pero eso no es así. Hay que poner en claro que la representación de cada diputado es omnicomprensiva, esto es, que representa al todo y no a una parte. Y así debe de ser, porque de otra manera, estaríamos ante una perversa pugna de intereses particulares entre distritos, que desvirtúan la representación nacional.

 

Así, cuando los diputados federales actúan como distritales, la representación nacional naufraga en mezquindades, problemas y situaciones privativas de cada demarcación. Por eso, quién inventó el “Fondo de Pavimentación, Construcción de Espacios Deportivos y Alumbrado Público”, ahora con 10,000 millones de pesos, y lo ató a un anexo en el que se señala cuánto se destinará a cada uno de los municipios seleccionados, hace que los diputados abdiquen a su calidad federal, para circunscribirse solo a una representación provinciana, distrital pues.

 

Por otra parte, los  dineros de ese fondo deberían estar abiertos a los proyectos ejecutivos de cualquier municipio que cumpla con los requisitos técnicos, y no sujetos al arbitrio de un diputado “apoyador”. ¿Qué es eso? ¿A quién demonios se le ocurrió semejante engendro? Huele mal. Es más, maliciosamente podemos afirmar que estamos ante un mecanismo del gobierno para condicionar o comprar el voto de los diputados, y así lograr las importantes reformas por procesar.

 

Machaquemos pues, los diputados no son ejecutivos, ese es un trabajo a cargo del Presidente de la República, los Gobernadores y los Ayuntamientos. Si quieren pavimentar calles, administrar compras, concursos y licitaciones, reponer focos, levantar basura, hacer canchas deportivas, etc., pues que entonces se postulen para cargos ejecutivos y no legislativos.

 

Legislar no es un chiste. La función requiere conocimiento técnico, mucho sentido común y asesorarse de peritos en temas de alta especialidad. Los diputados también tienen a su cargo la fiscalización del Presupuesto Federal, y esa es una labor esencial para que nuestra democracia funcione bien.

 

Por eso, insisto, no debe de permitírseles las gestorías. Esa es una ilegal suplantación de la función ejecutiva, señalada por la propia Constitución para otras autoridades. También puede interpretarse como tráfico de influencias, promoviendo beneficios a favor de quiénes apoyen su carrera política. Dinero público para sostener proyectos políticos particulares. Tomen nota.

 

Lo peor de todo, es que ésta extraña y aberrante conducta de nuestros representantes, proclives más a la gestoría que a sus obligaciones legislativas, agrede a nuestra débil democracia, y cancela la verdadera función de representar bien a la Nación. Ese es el problema.

carlos.arce.macias@gmail.com

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