PANDEMIA, EXPERIENCIA ADQUIRIDA

Carlos Arce Macías.

En los peores momentos vividos por la ciudad de Nueva York, en donde los hospitales se saturaban con enfermos críticos por coronavirus, el analista de CNN Fareed Zakaria, clamó: “si Nueva York se hunde, no será por la pandemia, sino por el mal gobierno”. Apunto esta durísima imputación, porque es válida no solo en la ciudad de los rascacielos, sino en cualquier comunidad, como lo puede ser el corredor industrial guanajuatense y la propia capital del estado. Frente a la grave amenaza del COVID, los gobiernos son los responsables de sacar adelante a sus comunidades.

La pandemia nos presenta retos que ya ha experimentado la humanidad, nos advierte el historiador hispano Enrique Ruiz Domènec. Y da como referencia la Gran Peste del siglo XIV, que aniquiló al 50% de la población europea, pero que posteriormente produjo el Renacimiento. Nuestra civilización ha vivido de epidemia en epidemia. No hay siglo en donde no se hayan vivido las consecuencias de varios eventos de esta índole. Pueblos completos, como el mexica, fueron prácticamente borrados de la faz de la tierra.

Pandemia de viruela 1521

Nos podemos quejar de la mala ventura con la cual ha iniciado el siglo XXI. Pero no olvidemos que el XX padeció, durante su primera mitad, las dos guerras mundiales más devastadoras que hayan diezmado a la especie humana, e inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, la gran pandemia de influenza española de 1918, que produjo más muertes que esa conflagración. La causa, no solo fue la pandemia en sí, sino la negligencia de muchas autoridades, que creyeron que todo volvería a la normalidad con el tiempo, que se daría la actuación todopoderosa de la divinidad, y la negligencia e irresponsabilidad de políticos torpes y criminales, que poco hicieron para evitar los contagios, provocando una mortandad tremenda, más de 50 millones de defunciones.

Existe en los anales, una recopilación de prácticas llevadas a cabo por las ciudades estadounidenses contra la gripe: suspensión de clases escolares, prohibición de aglomeraciones, cuarentenas y aislamientos, levantamiento oportuno de medidas, uso de cubre bocas y estricta aplicación de todas estas acciones. Aquellas localidades que fueron disciplinadas y rígidas en la aplicación de las recomendaciones, son las que primero recuperaron la normalidad, las demás se rezagaron. La enfermedad mató especialmente a los pobres. Un ejemplo dramático: en septiembre de 1918 Filadelfia promovió y organizó un concurrido desfile multitudinario, San Luis, optó por cancelar esa celebración. Un mes después 10,000 personas habían muerto de gripe en Filadelfia, mientras menos de 700 fallecieron en San Luis durante el mismo periodo.

Rompieron el distanciamiento

La experiencia de 1918 enseña que “políticas de contención sostenidas en el tiempo son beneficiosas y deben de mantenerse después de que el pico de letalidad haya pasado”. Los actuales políticos sobre los cuales recae esta responsabilidad, deberían tomar nota y actuar en consecuencia para evitar más muertes.

La pandemia de gripe de 1918, cambió al mundo. Se asumió lo poco que se sabía sobre enfermedades virales. Se desarrollo una apuesta definitiva por la investigación científica: se inventaron los antibióticos, se descubrió el virus de la influenza en 1931, y entre 1941 y 42 se comenzaron las pruebas para obtener la vacuna. Se organizó en la Liga de las Naciones, el antecedente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mortandad entre varones, provocó la apertura del mercado laboral para las mujeres y se les debió conceder el voto. A raíz de estos sucesos, se formaron los sistemas públicos de salud y se les inyectaron muchos recursos, no como lo hace nuestro actual gobierno, que le reduce presupuesto a la salud, en plena crisis epidémica. Perverso.

La Sección Salud, Liga de las Naciones

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