CIUDAD, DESORDEN Y DESCUIDO

2013-01-03 17.52.36

CIUDAD, DESORDEN Y DESCUIDO

Carlos Arce Macías

Comienza un nuevo año y aprovecho para vagar por algunas zonas de mi ciudad, Guanajuato. Esta urbe entrañable que se recorre a pie en cuestión de minutos, hay que verla con detenimiento, decodificarla visualmente, entenderla en cada mirada, e ir descubriendo su sentido estético, su motivo histórico. Quizás los que habitamos en ésta cañada perdemos el ojo crítico respecto al estado en que se encuentra nuestra ciudad, por eso es bueno desintoxicarse de la localidad y regresar a ella para mirarla diferente.

Con sinceridad, comento con los lectores de ésta columna el descuido que se advierte en nuestro pueblo. Está sucio, cochambroso, las banquetas tienen manchas por los lixiviados de los depósitos de basura de mano, que requieren bolsas de plástico, y como no las ponen, escurren sobre la banqueta. Muchos jardines y prados están en mal estado, con la tierra apisonada y las plantas moribundas, se nota que ningún jardinero municipal ha rondado por ahí. Hay partes de la calle Subterránea que deben ser repintadas, se ven sucias.

La ciudad no esta debidamente balizada (pintura de pretiles de banquetas y señalamiento de pasos de peatones), en esos sencillos detalles se nota la carencia de cuidado. El mercado Hidalgo está destartalado y su pintura descarapelada.

Los anuncios comerciales son un desastre. Letras, colores, carteles, tipografía y dimensiones no fueron debidamente revisados y aprobados. Existen anuncios de todo tipo, que desentonan gravemente con la arquitectura del casco histórico, como los carteles colgados en la Basílica y en la fachada del Museo del Quijote. No hay orden. El colmo, la Plazuela de los Ángeles se convirtió en armonioso entorno a un anuncio de grandes dimensiones: “Men´s Fashion”. De pena.

La señalética es deplorable. Guanajuato está repleto de placas con señales que no conducen a ninguna parte. La contaminación visual es extensa; el trayecto de mi domicilio al centro y regreso (3.5 Kms), presenta más de 100 diversas placas indicativas. Pero los señalamientos también están mal planeados. Pongo un ejemplo, los letreros frente al estacionamiento del Patrocinio, que intenta proporcionar, a un tiempo, siete diversas rutas. Las flechas indican que se puede ir a la derecha, izquierda, hacia arriba y ¡hacia abajo! Pero lo más extraño es que el anuncio no se encuentra en la visual del conductor  que transita por la calle subterránea, ya que se encuentra ubicado paralelo a ésta, de flanco. Retaría a cualquier turista a que, siguiendo los actual letreros, pudiera llegar al sitio, monumento u hotel deseado. Resulta imposible.

El comercio informal está desbordado. Falsos indígenas, vendedores ambulantes, puestos semifijos y fijos, están establecidos por toda la ciudad y sobre todo en su casco histórico, patrimonio de la humanidad. Los espacios públicos han sido brutalmente expropiados a los ciudadanos, a favor de vivales y en detrimento de los comerciantes formales. Eso no es comercio, es gandallismo tolerado.

Y de obra pública ni hablemos. La calle Sangre de Cristo se re urbaniza “al pasito”. No se trabaja el fin de semana ni doble turno. Al cabo nos sobran calles a los guanajuatenses, y luego del descocado “arreglo” de Belaunzarán, ésta vía ya no se puede utilizar en doble sentido cuando era imprescindible. ¡Patético!

Nuestra ciudad contrasta con el cuidado que se nota en San Miguel Allende, en donde el tejido social, fuertemente influido por la colonia de extranjeros que ahí habita, presiona fuertemente a la autoridad local para que haga valer las reglas de operación de la ciudad, y para que se atenga todo mundo a ellas. Aquí no sucede lo mismo. La autoridad ni administra ni pone orden, y tal parece que ya todos le tomaron la medida. ¿Acaso alguien gobierna por aquí?

carlos.arce.macias@gmail.com

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