MAD MAX GTO

Carlos Arce Macías

La saga de Mad Max, comenzó en 1979, con la primera película australiana, dirigida por George Miller, realizada con un presupuesto ridículo. De ahí siguieron tres películas más, con inversiones millonarias, desarrolladas en un ambiente post apocalíptico, en un contexto hiperviolento, señoreado por la delincuencia.

La próxima película de la hilera, podría tener como entorno a Guanajuato. El argumento sería muy sencillo: el viaje de un viejo tren, cargado con chatarra recuperada de una destartalada zona industrial celayense, que tras el colapso gubernamental, y ya sin seguridad alguna en la región, se enfrenta a toda clase de calamidades mientras trata de cruzar lo que antes se llamó orgullosamente el “Corredor Industrial del El Bajío”.

El tren, debe sortear diversos bloqueos y ataques, incluyendo la incursión del héroe hollywoodense contratado para esta nueva versión, a una zona crítica, entre Irapuato y Salamanca, para proteger a un grupo de desesperados ejecutivos de una empresa asiática, que son acosados por las hordas de delincuentes.

A su paso por la violenta región, tendrá también que evadir un enorme incendio, que se ha desatado a las orillas de la vía férrea, al estallar una toma clandestina de un poliducto de hidrocarburos. Esto causará una enorme nube tóxica que ahogará a todo ser viviente que sea envuelto por ella.

Los efectos especiales están garantizados. Trenes descarrilados porque las vías han sido robadas para venderse como escoria, grandes tumultos de parias, tratando de saquear la chatarra (se dice que antes los ferrocarriles transportaban autopartes, electrodomésticos de última generación y autos de lujo, todo para la exportación); los cuales son contenidos por bombas, gases y ráfagas de metralla lanzadas desde los carros armados con que ha sido protegido el convoy. Las explosiones provocadas por el robo de combustibles, serán enormes, dejando al público boquiabierto, sobre todo cuando alcanzan los restos de una refinería abandonada en lo que era la ciudad de Salamanca.

La trama psicológica de la película se basa en inferir al espectador una angustia constante, producida por una violencia desbocada, en donde nadie se puede sentir seguro. Un flash back, producido a la mitad de la cinta, evocará como toda la región, años antes, fue un potente cluster automotriz e industrial, en donde todo florecía, hasta que un día sus autoridades no pudieron controlar a los delincuentes comunes, y menos a los grupos organizados, armados hasta los dientes. Las policías perdieron su operatividad; los sistemas de seguridad, en los que se invirtió mucho dinero, nunca funcionaron adecuadamente. Los policías no fueron bien pagados, suficientemente capacitados ni dotados de los medios necesarios para hacerle frente a delincuentes cada día mas rudos y desalmados. La inteligencia policial, siempre fue superada por la del hampa, hasta que las organizaciones policiacas, tuvieron que transigir con los capos ante la amenaza de “plata o plomo”. Las escenas que retratan este contraste en el tiempo, son realmente dramáticas. Se advierte el rápido desmantelamiento de la civilización, sumiendo a los sobrevivientes en un ambiente de corrupción, sobornos, caos y muerte indescriptible. Resulta aterrador.

Y es que cuando la seguridad personal se esfuma, el cerebro humano regresa a sus reacciones más básicas, que se producen en su parte más primaria, donde afloran los reflejos de defensa, conservación, miedo y ataque. Lo más primitivo del ser humano, prevalece en la mente, nulificando los procesos de consciencia e inteligencia, necesarios para la construcción de la civilización. Sin seguridad no hay sociedad organizada.

Pues bien, este thriller de superacción, tratará de infundir en los espectadores el pánico provocado por la ausencia de seguridad personal, que hace perder todo viso de humanidad, y que solo encuentra un hálito de esperanza en las posibilidades de un tren que pretende sobrepasar todos los obstáculos que le son impuestos. Todo para terminar, luego de cruzar las ciudades de Silao y León, en medio de un combate épico, a sangre y fuego, contra las bandas de los más temibles delincuentes. Al final, se verá una larga vía que se extenderá miles de kilómetros hacia delante en medio de un áspero desierto en donde abundan más peligros. Pero ese riesgoso viaje quedará para la siguiente película de la serie.

Más allá del guión de tan cautivante cinta, hay que aclarar con determinación, que una política de atracción de inversiones a nivel global, como la que realiza con gran éxito el actual gobierno, no es sostenible si la seguridad no se garantiza. En ninguna parte del mundo se consignan atracos a trenes como los sucedidos en Guanajuato. El imparable robo de hidrocarburos, solo se ve en las zonas más incivilizadas de África. El secuestro de ejecutivos extranjeros, simplemente pondrá la lápida sobre el proceso de expansión industrial de la región. Si esto continúa, todo se acabará. Los propios delincuentes estarán matando a la gallina de los huevos de oro.

Sin gobiernos eficaces para controlar a la delincuencia, las sociedades se empobrecen y destruyen. El gobierno federal no es confiable, es más, es un ente agónico, imposibilitado para ayudar. Espero que nuestras autoridades estatales y municipales entiendan que están solas para hacer frente al problema, y que la eficacia policiaca depende de dos factores: inteligencia y operatividad. En Guanajuato, es obvio que no están funcionando bien. Se puede contar con información valiosa, pero en cuestión de operatividad, las corporaciones policiacas no están rindiendo los frutos esperados. Repartir patrullas nunca será suficiente, se requieren verdaderos PO-LI-CI-AS. ¿Entienden?

Twitter: @carce55

Artículo publicado en AM LEÓN el domingo 16 de octubre de 2016

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UN COCTEL, UN ASALTO Y UNA IDEA

UN COCTEL,UN ASALTO Y UNA IDEA

Carlos Arce Macías

Hace diez días me encontraba en Silao, en la famosa marisquería de Reyes, en donde se manufacturan los mejores cocteles de camarón y pulpo del mundo. Es curioso que sea en una ciudad ubicada a 1500 metros sobre el nivel del mar, donde suceda esta especie de milagro gastronómico al que los guanajuatenses nos hemos acostumbrado. Una visita a Reyes, es pues una parada obligada para cumplir con un buen anfitrionazgo, cuando me visitan amigos queridos e inteligentes, que no sean alérgicos a los mariscos y que posean un sentido del gusto digno de tales placeres.

Ese fue el caso de mi querido Enrique Garza, un destacado académico del CIDE, que se encontraba en Guanajuato atendiendo una cita con una dependencia del gobierno estatal. Una vez finiquitado el compromiso profesional, decidí revelarle el más preciado de los secretos gastronómicos silaoenses a mi docto colega.

Y pues ahí nos encontrábamos, el jueves 26 de mayo, a eso de las dos y media de la tarde, en el interior del establecimiento, saboreando al armónica mezcla de pulpo bien pelado, camarón, salsa de tomate en su punto ideal de acidez, chile serrano bien picado, aguacate, cebolla, cilantro y unas suculentas gotas de aceite de oliva, todo bien mezclado y preparado en las medidas correctas por el propio Reyes, cuando de pronto…

Sentí el movimiento inesperado de personas que entraban al local, un joven nervioso hablando a gritos con el dueño del establecimiento, una mujer afirmando: ¡lo vi todo, lo vi todo! No entro en mas detalles, afuera del local habían asaltado, a plena luz del día, a alguien que acababa de hacer un retiro del banco. Dos camionetas lo venían siguiendo, y de ella se apearon unos tipos empistolados que, luego de lanzar un par de tiros al aire, le requirieron la entrega del dinero al sorprendido ciudadano. En un par de minutos, el robo a mano armada, había terminado con éxito, y los delincuentes huían en sus camionetas rumbo a Guanajuato Capital.

Los parroquianos que poblábamos el restaurante, nos tranquilizamos, todo había concluido, y aún quedaba la mitad del coctel por terminar. Eso nos llevo al doctor Garza y a mi a continuar nuestra comida, aunque el tema de la plática pasó de los problemas que presenta la ingeniería moderna, al problema de la delincuencia, específicamente su incremento en el área del Bajío, impactada por bandas profesionales de delincuentes, como la que acababa de visitarnos.

Mi amigo es un ingeniero industrial, con doctorado en Sistemas Económicos e Investigación de Operaciones, en la famosa Universidad de Stanford, en Estados Unidos. La investigación de operaciones, es una disciplina de origen militar. Se dice que comenzó con el sitio de Siracusa, en el 214 A.C., cuando los romanos asolaron la ciudad griega, defendida con la ayuda del gran científico Arquímides, que diseñó armas para la protección de la polis.

La utilización de científicos para analizar operaciones bélicas, fue utilizada al máximo durante la II Guerra Mundial. Por ejemplo del análisis del movimiento de submarinos, y las capacidades de estos para sumergirse velozmente, se llegó a la conclusión de que las cargas de profundidad, programadas para explotar a 30 metros, en realidad deberían ser reprogramadas para 7 metros. La efectividad creció el 700% y la fuerza de submarinos nazis fue destruida con más facilidad.

Si bien la disciplina continua en plena expansión en el área militar, es aplicable a situaciones de todo tipo. Consiste en analizar problemas de operación de cualquier índole, y optimizar estos sistemas a través de modelos matemáticos, para obtener un funcionamiento óptimo. Eso es lo que hace Enrique.

-Mmmm… – se quedó meditando el doctor Garza- para atemperar la incidencia delictiva, se podría modelar un sistema de optimización de patrullaje policiaco.

-¿Cómo se hace eso? – le pregunté.

-Si tenemos la información suficiente, se pueden hacer los cálculo matemáticos necesarios y obtener los algoritmos indicados. Es parecido a la operación de Uber, solo que en lugar de clientes, son delincuentes.

La idea no es mala, las matemáticas aplicadas, y la ingeniería, que es la ciencia dedicada a resolver problemas, pueden ayudar a combatir la lacra de la delincuencia y permitir que la gente coma sin sobresaltos un buen coctel en Reyes.

Twitter: @carce55