En las semanas recientes, una agrupación muy estridente, flanqueada por políticos interesados en desgastar al gobierno estatal de Guanajuato, han desatado una campaña mediática a fin de exigir que se emita una “Alerta de Violencia de Género” en esta entidad federativa, a causa, afirman, del descomunal aumento de feminicidios que los guanajuatenses perpetramos.
No obstante que las trágicas cifras han sido dadas a conocer con puntualidad, el reclamo no ha cesado, bajo el influjo de la politización y para tratar de sacar raja política y electoral de hechos tan lamentables. Son chacales.
Y es que el tema requiere total seriedad y responsabilidad para ser enfrentado con eficiencia y eficacia. La cuestión es la infausta muerte de mujeres que perdieron la vida al ser asesinadas por sujetos cuyo móvil fue, estrictamente, el odio hacia la mujer. Y es aquí precisamente dónde se requieren aclarar los conceptos, porque de esa confusión se alimenta la nefasta campaña.
Hay homicidios y feminicidios. En la macabra aritmética de contar muertes, no es lo mismo el total de homicidios con víctimas femeninas, que pueden ser muchos, que los feminicidios que son pocos. Si un ladrón es descubierto en el interior de una casa y mata a la dueña, eso no es un feminicido, es un homicidio. Si una mujer es asesinada, dejando expuesto en alguna zona pública su cadáver desnudo y con signos de violencia sexual, estamos ante un caso prototípico de un feminicidio.
La muestra más clara de éste delito, es el caso de las muertas de Ciudad Juárez, que fueron motivo de escándalo mundial, al punto de que nuestro país fue procesado y condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Caso “Campo Algodonero” sentencia del 16 noviembre de 2009).
Una “Alerta de Violencia de Género” es una cuestión grave, y debe de ser declarada por la Secretaría de Gobernación en los términos del artículo 25 de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Por ello no permitamos la dolosa maquinación basada en la estridencia de una ONG ávida de publicitarse. Una alerta de esas características, significa poner a nuestro estado en una situación equivalente a la de Ciudad Juárez. Sería reconocer que en Guanajuato, de manera generalizada, despreciamos la vida de las mujeres y las ponemos en grave riesgo. Piénsenlo, toda viajera, así lo advertirán las embajadas, deberá tomar en cuenta ésta alerta si desea venir a nuestro estado y deberá viajar bajo su propio riesgo.
Primero esta el respeto a los derechos humanos, pero también debemos pensar en el miedo que se generaría en nuestras ciudades turísticas como Guanajuato y San Miguel, y el impacto en el clima de inversión y asentamiento de nuevas empresas en León, Irapuato y Celaya. Superar la imagen de estado feminicida, sería labor de muchísimos años. Andamos jugando con fuego.
Sin titubeos deben aclararse los arteros asesinatos que se hayan cometido por misoginia, el odio a la mujer. Hay que promover la educación y formación de ciudadanos respetuosos de los derechos humanos, y combatir a fondo el pernicioso machismo.
Finalmente, ocho estados, sin “Alerta”, concentran el 61% de los feminicidios en el país. Encabeza la lista el Estado de México con el 20%, le siguen Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero, Baja California, Jalisco, Michoacán y Veracruz (La Jornada, 12 de marzo de 2013, pag. 45, con información de la Secretaría de Gobernación). Guanajuato no aparece en esa lista. Así de claro.
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