REBELIÓN EN LA GRANJA

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Carlos Arce Macías

En recuerdo de Doña Guadalupe Rivera Marín, política, historiadora y diplomática.

Habría que recordar fugazmente la novela de George Orwell, el genial escritor inglés, publicada en 1945. Se trata de una sátira de la lucha contra la tiranía (Stalin), de la complejidad para hacer imperar la sensatez ante las bajas pasiones de la clase política: la ambición, la traición y el engaño. Una estampa de los políticos que habitan nuestro planeta, descrita con crudeza.

Alegoría de la política

El enunciado de rebelión en la granja aplica al momento que vive nuestro estado, en contraste con la forma en que se tomaron las decisiones trascendentes de candidaturas hace seis años. Los invito a recordar que en 2017 el gobernador Miguel Márquez despertó un día, se miró al espejo, consultó con su efigie reflejada en la luna y decidió por sí y ante sí que Diego Sinhué Rodríguez sería el próximo gobernador de los guanajuatenses.

Tal juicio transportó a la política de uno de los estados más modernizados de México a los siglos XVII y XVIII, edad de oro del absolutismo, donde los Borbón iban formando a sus delfines, al igual que lo hizo el gobernador Márquez. No hubo reclamos, dóciles, los antes poderosos e influyentes grupos empresariales aceptaron el dictatum del gobernante originario de los pueblos del Rincón.

Y sucedió lo que acontece cuando las decisiones son resueltas bajo el criterio de la lealtad a toda prueba; las carencias difícilmente se detectan al principio, pero brotan, tiempo después, ante los diversos retos que van surgiendo día a día. La crisis de la conducción unipersonal estalla y las debilidades se evidencian hoy, al momento de intentar conducir el proceso de nominación de candidatos para una elección de alta complejidad, como será la de 2024.

A diferencia de 2018, en la granja hay alboroto. La primera reflexión: imposible volver a imponer un candidato a un colectivo de seis millones de habitantes, muchos políticamente activos, con diversas perspectivas, con altas potencialidades empresariales, con mano de obra calificada, con profesionistas de alto rango y centros universitarios reflexivos. ¿De verdad intentarán imponer un candidato único? Ni lo piensen. La clase política actual, posee menos talento que la ciudadanía comprometida con la construcción de una mejor comunidad.

Esto explica que al partido oficialista, que ha concentrado por varias décadas los hilos del poder, ya se le hayan rebelado diversos personajes que buscan abanderar la siguiente elección. El actual senador Erandi Bermúdez, tiene ya tiempo encampañado, buscando ser la opción. Sus expectativas giran en rededor de su voluntad personal, sin contar con la bendición del gobernador. Tiene derecho a buscar la candidatura. Lo acredita su confianza en sí mismo y no requerir ningún tipo de ayuda oficialista.

La secretaria de Gobierno estaba destinada a solo ser parte del equipo de Jesús Oviedo, el amigo, supuestamente designado por el gobernador para ser su sucesor. Sin embargo el lanzamiento de este personaje resultó anticlimático y la biografía del postulado tan insulsa, que el señor Oviedo se convirtió en una pifia monumental. Mal comienzo que ahora obliga a buscar nuevos caminos más plausibles. Y estos han conducido a Libia Denise García Muñoz Ledo, un cuadro formado en las lides parlamentarias, que ha superado a sus colegas y que muestra madurez y espíritu de cambio. La acción para liberar a nivel administrativo el matrimonio de personas del mismo sexo, ha sido una buena carta de presentación en un ambiente viciado por un ultraderechismo despistado. Ahora tendrá que modernizar y poner en orden el Registro Público de la Propiedad y a los notarios, como cereza del pastel.

El líder del Congreso del Estado, Luis Ernesto Ayala, también se apunta en la lista de candidateables. Con una larga trayectoria en puestos públicos, siente que es su momento de lanzarse al ruedo, luego de convertir el parlamento local en agencia de viajes para solaz y esparcimiento de los diputados turistas. Sin procesar los temas álgidos como la despenalizacióndel aborto ordenada por la Suprema Corte de Justicia, la aprobación ilegal de un endeudamiento autorizado por el diputado Zanella, y perdiendo cuanto amparo le presenta la agrupación “Amicus”, añora tomar la estafeta de la gubernatura.

La alcaldesa de León es una figura que ha ido construyendo su candidatura a través de un desempeño recto y adecuado de cargos administrativos y de la brega parlamentaria. Diputada federal y local, ha construido alianzas sólidas a nivel nacional y estatal. Pero en su horizonte hay borrasca. Entregar resultados positivos en año y medio que le queda de gestión, no es cosa sencilla, requiere de un equipo de trabajo bien aceitado y mucho sentido común, lo que generaría la construcción de una administración eficaz y de alta frecuencia. No debe perderse en el laberinto de una mercadotecnia política fútil. Su apuesta debe de ser por entregar buenos resultados. Está a tiempo.

En tanto los precandidatos del oficialismo avanzan en sus sueños, la realidad limitará sus aspiraciones. Esta consiste en la confianza que sean capaces de generar hacia los ciudadanos, que son quienes deben tener la última palabra, y no una militancia domesticada dentro de la burocracia. A los guanajuatenses no se nos impondrá una vez más un candidato. Ya entendimos la dolorosa lección. Hoy la ciudadanía deberá estar dispuesta a imponerle la mejor opción al oficialismo. La partidocracia debe autocontenerse, porque la ciudadanía no está jugando, finalmente sabe que hay otros caminos. Así funciona la democracia.

Empoderamiento ciudadano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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ALIANZA OPOSITORA, SOLO SIN PARTIDOS CÁRTEL

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CARLOS ARCE MACÍAS

El cambio de siglo trajo consigo una transformación profunda de las organizaciones políticas que no hemos sabido entender a plenitud. Ya los politólogos Richard Katz de la Universidad John Hopkins y Peter Mair del Instituto Universitario Europeo, desde 1995 identificaban los cambios profundos que estaban sufriendo los partidos políticos en su libro “Democracia y Cartelización de los Partidos Políticos”. En este texto, los autores desgranan los tipos de partidos existentes: partidos de cuadros, masas y catch-all (atrapa todo).

Mair y Katz

El partido de cuadros es el modelo que siempre tuvo, por ejemplo, el Partido Acción Nacional. Está organización procuró una cuidada selectividad de sus miembros, para convertirlo en ejemplo vivo de ciudadanía activa, decidida a llevar al poder a personas con alta preparación técnica (uno de los postulados más importantes de Gómez Morín) y de rectitud ética que garantizaran buenos gobiernos. Llama la atención que su fin principal no es ni siquiera la obtención del poder ganando elecciones, sino el reconocimiento de la eminente dignidad de la persona y por consecuencia, el reconocimiento de sus derechos fundamentales y la construcción del bien común.

Por otra parte, el partido de masas se propone organizar políticamente a amplios sectores de la sociedad. Se trata de una estructura de corte popular, construida para intentar mediar entre el Estado y la sociedad civil. Es el modelo seguido por el PRI y el PRD. Incluso recordemos los sectores tradicionales: campesino, popular y la clase trabajadora. El nacionalismo revolucionario fue la ideología sobre la que se sustentó el Revolucionario Institucional, durante setenta años.

Al paso del tiempo, los partidos se fueron escorando hacia las tácticas de la mercadotecnia y la comunicación política, con la finalidad de adaptarse a las aspiraciones de la sociedad, pulsadas hacia el momento de la elección. ¿Qué quería el partido? Lo que las encuestas marcaran como interés de la sociedad. Así se construyeron programas y se diseñaron las campañas. Lo importante era ser convincentes y atrapar al mayor número de votantes posible. Había zanahorias para todos. Esa es la táctica catch-all. Y allí quedaron posicionados todos. Escrutando los intereses de los votantes, para rápidamente prometerles la satisfacción de estos. Los principios de doctrina y programas de acción política acabaron en el bote de la basura, en aras de un empirismo galopante.

Pero los autores Katz y Mair identificaron un naciente fenómeno: el sistema de partidos cártel. Y aquí es dónde el asunto comienza a ponerse caliente el asunto. Los académicos se dieron cuenta que paulatinamente los partidos se fueron convirtiendo en una maquinaria electoral y administrativa, que fue siendo subsidiada desde el gobierno, de forma cada vez más profusa. Carretadas de dinero llegaron a los institutos políticos, para profesionalizar a sus cuadros y sustentar las campañas electorales. Se convirtieron en empresas electorales y de gestión del poder.

Esta burocratización partidaria fue produciendo cúpulas con capacidades presupuestarias cada vez más grandes. De esta manera, se fueron haciendo del control de los partidos, excluyendo a las militancias y consolidando una partidocracia inamovible. Hoy, los partidos políticos no necesitan militantes, y menos sus discretos recursos. Son autónomos de los ciudadanos, por eso hacen lo que les viene en gana.

Así la política del día a día, fue construyéndose a través de acuerdos cupulares entre los liderazgos de cada organización. Pronto se establecieron pactos entre los partidos, zonas de control específico, amistades, respaldo y negocios particulares entre la élite política. La definición de cártel es “el convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la producción, venta y precios de determinado campo industrial” (Diccionario RAE). Como en la industria, este fenómeno se implantó en la política mexicana. Los arreglos cupulares substituyeron a la frágil pauta democrática.

El momento estelar de la cartelización de los partidos se evidenció en la LXII Legislatura Federal. La legislatura de los moches y de los acuerdos inconfesables entre los principales partidos gobernantes. Donde la oposición se sustituyó por la negociación. La administración peñanietista repartió concesiones, privilegios y fondos a todos sus aliados.

La forma de romper esta sólida alianza, amalgamada por la corrupción, fue a través de un movimiento o partido, ajeno al cártel, con características populistas y contestatarias. Una organización dispuesta a prometer todo, sin mayor recato. Decidida a disponer de los fondos gubernamentales para repartirlos alegremente entre sus apoyadores y lidereada por un agitador social. Estas circunstancias y el hartazgo provocado por los abusos y corrupción de los partidos cártel provocaron los cambios de 2018.

Ahora, confrontar al movimiento populista, requiere un replanteamiento total para una alianza partidaria de oposición. Lo primero que hay que garantizar es que no vuelva a reconstruirse el sistema de partidos cártel que terminó en una red de corrupción de alcance nacional. Para ello es necesaria la intervención de grupos externos a la clase política, de ciudadanos organizados, que impidan el renacimiento del cártel y garanticen la reconstrucción democrática de la vida pública de México. Significa una lucha frontal contra la demagogia y la corrupción. Esto le saca alergia a la clase política tradicional. Los enemigos están adentro y afuera.

¿Como construir confianza?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POLÍTICA, UN RAYO DE ESPERANZA

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Carlos Arce Macías

Comienza el año de manera ajetreada. Los políticos mexicanos se pusieron nerviosos y decidieron rápido pasar a la actividad, unos desesperados intentando imponer a su candidata y otros proclamando a los cuatro vientos su unión. El futuro está por alcanzarnos a todos, la hora de la verdad se acerca y conviene poner los puntos sobre las íes, para no acabar engañados por nuestra insigne clase política.

Nuestra clase política

Hacia el 2024 la Cuatro Te promete continuar con su cauda de programas y acciones suicidas para terminar con los despojos de gobierno federal que aún subsisten. Su plan es la construcción de una utopía ideológica totalmente locuaz, de un México feliz, sostenido por las dádivas gubernamentales para los pobres, en tanto nuestro barco se hunde, porque así no funciona la economía del siglo XXI.

En la otra esquina se anuncia el pacto oposicionista(Va por México) de reconciliación entre sus tres fuerzas electorales, cuya imagen provoca desánimo. Identificar a los tres líderes, uno emocionado de que le presten el micrófono, otro sonriendo de ladito y el tercero con cara de enfado, no anticipa buenas expectativas. El llamado PRIAN es un acertijo inescrutable. Plagado de intereses inconfesables, que han sembrado discordias y mala fama en casi toda su clase política. Muy pocos se salvan.

Sin organizaciones ciudadanas

Bajo tan desalentadora perspectiva, si seguimos así, frente a frente quedarán las efigies del Peje y Peña, como próximos destinos a elegir en México. ¿Cuál prefieren? Refrendar el desgobierno o revivir los negocios sucios y los moches, o ambos, revueltos entre unos y otros como las únicas opciones al voto libre de los ciudadanos.

Pero sin embargo en la alianza opositora, hay una tenue esperanza todavía. Se trata de Unidos, una coalición de organizaciones civiles dispuestas a participar y romper el círculo vicioso que ha consistido en designar candidatos impresentables en todas las opciones, para que el ciudadano no tenga motivos para votar (abstencionismo), y si vota, de todas maneras, el que resulte ganador será una pifia, y finalmente todo se decida por la compra de votos y las tranzas. Todo mundo jodido, menos ellos.

Organizaciones como Poder Ciudadano, Sociedad Civil México, Sí por México, Unidos por México y Causa Común, pugnan por imponer un freno a las oligarquías partidarias que tan nefastas han sido para nuestro país. Intentan establecer un filtro ciudadano que logre disciplinar las ambiciones de personajes que han poblado de deshonra el páramo nacional, para abrir cauce a nuevos prospectos, responsables, comprometidos con la vida democrática y decididos a participar por la alianza opositora y a ganar contiendas electorales limpiamente y sin trampas. La fórmula: la movilización de las clases medias, preocupadas por su destino y decididas a librar una batalla crucial para restablecer instituciones, e impedir abusos y corrupción de las diversas redes políticas que venían actuando hasta antes de 2018.

Parece complicado, pero esta sinergia cívica fue la impulsora de la victoriosa marcha en defensa del INE, dentro de la cual, los políticos tradicionales fueron neutralizados y desbordados por el llamado de las organizaciones civiles. Partidos políticos chiquitos frente a agrupamientos civiles potentes, activos y sin complejos.

Pura fuerza ciudadana

No suena mal, menos si es posible replicar el modelo a niveles estatales, Poder Ciudadano ya lo intenta en Coahuila, pero también municipales. La problemática citadina, especialmente los problemas de las ciudades mexicanas, crisol de las clases medias, es el espacio propicio de actuación de estas nacientes formaciones, con capacidad para impactar en la vida política. Su primera exigencia: no a la corrupción. Veremos que sucede, la moneda está en el aire.

Movilizar a las clases medias