GUANAJUATO Y LA REINA

Carlos Arce Macías

Lo que ahora es México, posee una tradición republicana construida durante los últimos 200 años, a partir del derrocamiento del emperador Agustín de Iturbide. Antes este extensísimo territorio fue un reino: Nueva España, que estuvo vigente durante 300 años. Nuestros monarcas pertenecieron a las casas de Habsburgo y Borbón. La monarquía está menos lejana de lo que parece para nosotros.

Nuestro último rey

Sin embargo, en América hoy somos poco sensibles a entender el sistema monarquíco, que está acotado por una Constitución y un parlamento. Este tipo de organización ha evidenciado superioridad sobre estructuras republicanas, si analizamos que los países más desarrollados poseen regímenes monárquicos, como Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, España, Japón y el Reino Unido (Gran Bretaña).

Los reyes simbolizan a su país, y es por ello, por lo que sus actuaciones son tan cuidadas y vigiladas. Sin lugar a duda, la realeza británica destaca por la importancia histórica y geoestratégica de este imperio. La fama, especialmente de la reina Isabel II, no tiene parangón. Los medios electrónicos, las imágenes digitales, la comunicación instantánea de nuestros días, hizo de la imagen de Isabel II, la más potente entre todos los monarcas de la historia. Ha habido otros más importantes y trascendentes sin lugar a duda, pero la más reconocida es su efigie, su historia y la de su familia.

La reina de Inglaterra visitó la ciudad de Guanajuato en abril de 1975, invitada por el presidente Luis Echeverría. Su estancia resultó trascendental para la ciudad que luego sería declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO. Desde el punto de vista turístico la presencia real, difundió la belleza de la ciudad minera por todo el mundo, desatando el interés por conocerla. Ese es el vínculo poco apreciado entre nuestra comuna y la reina recientemente fallecida. Ninguna campaña publicitaria se acercó siquiera a la noticia de esta regia visita: las imágenes de la reina contemplando la ciudad desde El Pípila, las estudiantinas rodeándola, el pueblo volcado en las calles, su recorrido por el Mercado Hidalgo… incluso su interés por un pequeño perro callejero que displicentemente se le acercó, quizás olfateando su cariño por ellos.

La reina y el perrito

El gobernador Luis Ducoing preparó con esmero la visita. El licenciado José Santibañez, director de turismo en esos años, fue enviado a Londres para obtener a través del secretario privado de la monarca, toda la información protocolaria que requería la gira de la realza inglesa por las tierras del Bajío. Doña Irene Buchanan, colaboradora cercana de Julio Hirschfeld Almada en la recién creada Secretaría de Turismo federal, fue designada para coordinar hasta los más pequeños detalles. Desde la presidencia municipal, el alcalde Juan Villaseñor y su oficial mayor Fausto Alzati hermosearon la ciudad arreglando parques, jardines, la Explanada de la Alhóndiga, el mirador del Pípila, y todo el trayecto de la carretera panorámica. La ciudad relucía.

Las autoridades locales y estatales entendían muy bien el significado y ventaja que se obtendrían de la estancia de la reina Isabel en la ciudad. Sería la mejor campaña promocional y el inicio de una época de esplendor para Guanajuato, que había comenzado en 1974 con la reunión de científicos, intelectuales y estadistas de todo el mundo en el Club de Roma (instigador de la OCDE). Luego vino la visita de la reina, el inicio del Festival Internacional Cervantino y del Coloquio Cervantino.

Meses después de la visita, la reina invitó a una cena en el Palacio de Buckingham a los altos funcionarios, encabezados por el secretario de Relaciones Exteriores Emilio O. Rabasa, que estuvieron encargados de organizar su visita a México. Allí recordó el pollo en pipián que la empresa “Zonura”, había cocinado para el gran banquete que se ofreció en su honor, precisamente en el “Jardín de la Reina” de San Gabriel de Barrera. Fue un reconocimiento a la hospitalidad mexicana reafirmada en Guanajuato.

Se inició una nueva era. Pero el destino juega malas pasadas. Ahora a casi cincuenta años de estos eventos, el paisaje y la fisonomía de la ciudad peligran, el FIC apenas se sostiene, y el Coloquio agoniza. Su gobierno local naufraga, sin aquilatar la joya que administra y el pasado que atesora. Esperamos que pronto un nuevo ciclo comience y la urbe vuelva a florecer. En tanto aprovechamos para despedir de este mundo a Isabel II reina del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de sus otros Reinos y Territorios, Jefa de la Mancomunidad de Naciones; agradecidos por su histórica visita a nuestra ciudad.

Más curiosos que monárquicos

 

 

 

 

 

 

 

 

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