Carlos Arce Macías

El día de hoy se cumplen treinta años de la toma de posesión del ingeniero Carlos Medina Plascencia como gobernador del estado de Guanajuato. Al mismo tiempo, conmemoramos la salida del PRI del gobierno estatal y el ingreso del partido Acción Nacional a conducir el destino de los guanajuatenses.
En su discurso ante el pleno del Congreso del Estado, el 26 de septiembre de 1991, Medina Plascencia destacó los siguientes puntos para lograr el cambio que se buscaba percutir en Guanajuato: respeto a la dignidad de la persona humana; ser autoridades honestas y trabajadoras, servir al pueblo, no servirse de él; ser promotores de la participación solidaria y subsidiaria; impulsar el fortalecimiento y autonomía de los municipios; establecer un sistema de trabajo basado en la confianza; impulsar la democracia y la justicia; lograr eficiencia y calidad; rematando con promover el bien común.
En su arenga, el nuevo gobernador de treinta y seis años de edad, planteaba las malas condiciones económicas del estado: la concentración poblacional en solo cuatro ciudades, y la enorme dispersión rural; un crítico binomio de un elevado índice de emigración desde la zona rural, contra una fuerte inmigración a zonas urbanas; un ingreso para los trabajadores, equivalente a las dos terceras partes del ingreso promedio nacional; distribución injusta del ingreso en 32 de los 46 municipios; y una agricultura en franco declive.
Describe también los retos sociales: una grave situación educativa que nos posicionaba en el lugar 24 a nivel nacional; más del 25% de los guanajuatenses sin servicios básicos; impacto en la calidad de vida por la contaminación; concentración del desarrollo en unos cuantos municipios y extrema pobreza de los habitantes del norte del estado.
En lo político había que salvar el encono electoral, provocado por las recientes elecciones, mediante cambios que permitieran contiendas dentro de un ambiente de equidad y verdad, que respetaran la decisión del pueblo. Quizás se trataba del reto más urgente.
Luego de tres décadas hagamos una revisión del tema económico. La entidad dejó atrás la agricultura tradicional y la fabricación de calzado basada en mano de obra baratísima. Hoy se ha consolidado la manufactura a un nivel de competencia global, con producción exportadora. Pero sobre todo destaca el sector primario de manufactura de alimentos, que se ha detonado como altamente exportador y generador masivo de empleos, muy por encima de la industria automotriz. El desarrollo ha sido difícil de desconcentrar del corredor industrial, sin embargo, más zonas del norte y sur del estado se han integrado a la nueva economía.
En lo social, se advierten los más serios retos para el estado. En 1990 nos encontrábamos en el último lugar en el importantísimo “índice de cobertura de educación media superior”. Hemos avanzado solo 7 lugares en seis lustros. Este rezago educativo, es el dique que impide a muchos guanajuatenses acceder a mejores empleos, especialmente en el área de la industria. El rezago en servicios básicos se ha ido estrechando al pasar del 25 al 11%. Pero la contaminación de agua y aire, se encuentran en una circunstancia crítica, que no ha sido enfrentada adecuadamente.
Para lo político, se logró crear y consolidar una institución independiente encargada de organizar profesionalmente elecciones equitativas y verdaderas, sin ficción en los resultados. Por desgracia, los afanes para lograr comicios limpios han sido infructuosos. Especialmente por la negligente Fiscalía para Prevenirlos Delitos Electorales, y la lenidad de funcionarios del IEEG, que permiten, impunemente, el condicionamiento, la compra de voto y una clientelización rapaz de los ciudadanos más vulnerable, por parte de políticos corruptos.
Por lo que respecta a los principios que guiaban inicialmente al gobierno, en cuanto a subsidiariedad y solidaridad, promoción de la autonomía municipal, trabajo basado en confianza, eficiencia y calidad, ha habido avances trascendentes e importantes. Pero en algo toral como el respeto a la dignidad, conducción honesta de la sociedad, servicio al pueblo, impulso a la democracia y promoción al bien común, los treinta años de panismo aún le salen debiendo a los guanajuatenses. El impulso de sus tres primeros gobiernos en estos rubros fue convincente. Pero las últimas tres administraciones han obviado esos compromisos. Se han ubicado en el lado obscuro de esta saga.
