Carlos Arce Macías
Si las elecciones guanajuatenses para elegir diputados las proyectáramos al ámbito federal, Morena tendría como 400 diputados de 500, y las minorías no pintarían. El ganador tendría la capacidad de cambiar la Constitución y el ejecutivo (Diego Sinhué Rodríguez) podría mantenerse en el puesto por otros seis años, controlando a contentillo al resto de los poderes y órganos autónomos.

Un Congreso tan desequilibrado no es una buena noticia para los ciudadanos, ya que solo habrá una oposición testimonial, sin capacidades de acotar al Ejecutivo, que podría comprar estadios de futbol, gastarse cientos de millones en acicalar la Feria de León, hacer campañas publicitarias y de imagen costosísimas, mientras el resto de los municipios languidecen sin recursos.
Bajo la condición de hipermayoría, Guanajuato está condenado a continuar ensangrentado y oliendo a muerte. La economía se verá en problemas porque será difícil atraer inversiones en una región conquistada por los criminales, y bajo la advertencia de la embajada estadounidense de no viajar al corredor industrial. Más políticos serán asesinados, jóvenes y niños seguirán en peligro, en tanto la mayoría oficialista, bien instruida, continuará protegiendo a la pareja policiaca que ha convertido al estado en su propiedad. Los diputados no serán capaces de increparlos y citarlos a que rindan cuentas de su deplorable desempeño, y en su caso despedir al fiscal. La tragedia criminal proseguirá.
Pero también profundizaremos el rezago legislativo municipal, especialmente en el diseño de las contralorías locales, que no sirven para nada y así las mantendrán en beneficio de sus alcaldes. La arquitectura del ayuntamiento no será modificada para establecer sindicaturas independientes, que velen por los intereses municipales. Guanajuato seguirá atrofiado en las políticas de reivindicación de minorías como en el caso del matrimonio igualitario, ya sancionado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la cual desoyen los religiosísimos diputados de nuestro estado.
Los resultados son tan parecidos a los del régimen priísta de los años ochenta, que avergüenzan. No pienso que los guanajuatenses tengamos un pensamiento y características tan uniformes. Este tipo de mayorías son tóxicas e insanas y afectan también al partido dominante: lo amodorran, lo pasman y finalmente lo evaporan. Solo sus jefes serán reales.
Pero de la reciente elección, también llaman la atención algunos números referentes a la participación de los ciudadanos. ¿Saben cual fue el municipio con mayor participación? Atarjea, el más alejado y pequeño. Allí votó el 80 por ciento del padrón. En Xichú el 69 y en Victoria el 61. En todas estas alcaldías ¿quién creen que ganó?
En tanto en Acámbaro solo votó el 38%, en Irapuato el 39, Silao el 40, y Celaya el 41. León tuvo una mayor participación: 45%. Así las cosas, de infiere que el sistema de partidos en Guanajuato no funciona, no es capaz de hacer votar a la mayoría de los ciudadanos. Esto daría pie a obligar a los partidos, mediante una reforma legislativa, a elegir en votaciones abiertas y simultáneas en todas las organizaciones políticas, a sus candidatos. Porque por el momento, las elecciones siguen sin entusiasmar a nadie. La democracia se diluye y no rinde frutos.
Otros resultados que vale la pena revisar son los comparativos entre los candidatos ganadores en algunos municipios: Carlos García ganó en Silao con un porcentaje del 31% de los votos, Julio Prieto de Salamanca con el 35, Javier Mendoza en Celaya con el 41, Lorena Alfaro, Irapuato con el 45. Sobresale Alejandra Gutiérrez de León con ¡el 60! Con esos números y un buen gobierno, sus aspiraciones políticas se pueden ampliar con toda seguridad.
Recordemos que por un caprichoso dislate el IEEG permitió que los partidos solo promocionaran a sus candidatos a presidentes municipales, obviando al resto del cabildo, por ello, los ganadores son exclusivamente los presidentes municipales. Por lo tanto, solo hay alcaldes triunfantes, el instituto nos hizo el favor de eliminar la figura constitucional que gobierna el municipio. En la información oficial, así aparecen, solo los presidentes. Elemental, tampoco tendremos cambios legislativos para mejorar el órgano regulador de nuestras elecciones, que tan mal desempeño ha tenido. Otra condena sobre Guanajuato e infeliz presagio para el 2024.
