ACOTAR A LOS EJECUTIVOS

Carlos Arce Macías

Tuvieron que rodar las cabezas de varios monarcas absolutistas, para que se abriera la oportunidad al avance civilizatorio, que significó la formación de gobiernos divididos con contrapesos institucionales que acotaran a los monarcas. Luego vino Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, que, en los mediados del siglo XVIII, en su célebre obra “El Espíritu de las Leyes” (1748), presentó la novedosa idea, ya bien acabada, de un gobierno dividido en tres poderes con el objeto de que estos se revisaran y balancearan entre sí, evitando los abusos de cada uno, pero especialmente del Ejecutivo.

Genio al rescate

En estos momentos, el eje de la discusión de la elección del próximo 6 de junio es precisamente la necesidad de limitar al Ejecutivo Federal, que nos presenta un cuadro de franca inestabilidad emocional y mental, conduciendo de manera temeraria al país, hacia zonas de peligro inminente.

Pocas veces se había hecho tan urgente, establecer un cerco a las ocurrencias del presidente de la República, que, respaldado por su mayoría parlamentaria, toma decisiones riesgosas a toda hora, contrarias a las más básicas formas de un gobierno democrático y republicano. Utilizando su control sobre el legislativo, expone la intención de apoderarse del Judicial, a fin de tornarse en un autócrata clásico.

Por eso, una conjunción de esfuerzos multipartidarios, intentan lograr, en la próxima elección la mayoría en la Cámara de Diputados, para evitar el mal uso de los recursos públicos a través de los presupuestos, reformas legales anticonstitucionales, y la exigencia de rendición de cuentas. Apegarse a los postulados de la teoría clásica de Montesquieu.  

El asunto resulta urgente, ya que la economía, la salud, las inversiones y los empleos de los mexicanos, se encuentran amenazados por el delirio de un gobernante casi sin frenos, decidido a ejecutar su voluntad, más allá de la prudencia y el mandato constitucional que le fue conferido.

Cerco a las ocurrencias

Día a día, un grupo cada vez más nutrido de ciudadanos, se percatan del peligro de tener un gobernante sin rienda, que, respaldado en una bancada partidista lacaya, arroje a la sociedad al precipicio, a la violencia y al gasto imprudente en obras innecesarias en plena emergencia sanitaria. Hay que acotar al gobernante, no hay duda al respecto.

Y es entonces cuando surge la interrogante, respecto a otros ámbitos de gobierno, ya que lo que aplica para el nivel federal, vale también para el espacio estatal. Y aquí inicia una importante reflexión para los guanajuatenses. ¿Por qué tan exigentes con el presidente, mientras en nuestro estado se vive la misma condición?

Seamos claros, el gobernador cuenta con una legislatura subordinada, a imagen y semejanza de la federal. Su mayoría partidaria funciona como reloj, a la hora de cumplir instrucciones provenientes del Ejecutivo. ¿Han oído a algún diputado apartarse un ápice del designio del gobernante? La sumisión es preocupante.

Y ahí van tres ejemplos prístinos. El primero tiene relación con la violencia brutal que padece el estado. Luego de muchos años de detentar el puesto de encargado de la seguridad pública, el cuspio secretario continúa en el cargo, sin reclamo alguno, en tanto los ciudadanos agraviados por las desapariciones forzadas, pala en mano, agujeran la tierra guanajuatense en busca de los cadáveres de sus familiares. Tétrico, por decir lo mínimo. ¿Y el Congreso? Silencio.

En busca de sus muertos

Por si no bastara el negro panorama de inseguridad y violencia, el veterano fiscal, encargado de la persecución de delitos, cuya biografía ya se publica en el Washington Post, para vergüenza nuestra, sigue tan campante, sin que los diputados chisten y protesten. No se vaya a molestar el Ejecutivo y los aperciba.

En cuanto al gasto, tranquilamente se decide disponer de cientos de millones de pesos, para intentar comprar un vetusto estadio, al par de pícaros que se lo transaron. Sin embargo, el gobernador persiste en sus ánimos de compra sospechosa. Fíjense bien: mientras el presidente de la República decide comprar estadios de beis bol, el gobernador de Guanajuato quiere comprar estadios de futbol. Iguales ¿o no? Y los congresos… bien, gracias, sin hacer su trabajo de imponer el equilibrio y la sensatez sobre las ocurrencias y abusos de los ejecutivos.

Urge cambiar la composición del Congreso del Estado, para también acotar al autócrata local. Piénsenlo a la hora de votar por los diputados estatales. Quién gobierna sin contrapesos siempre será un peligro.

Sumisión legislativa
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