Carlos Arce Macías
En total imitación de la política besibolera del presidente de la República, que compra estadios mientras la pandemia de COVID cala hondo entre los ciudadanos y la crisis económica impacta con crueldad; el supuesto gobernador de Guanajuato propone la compra del vetusto estadio de futbol de la ciudad de León y sus terrrenos circundantes. Intenta arreglar asuntos privados con dinero público.

Al tanto de la trágica pérdida, a traves de un largo juicio que tuvo como base la mala fe y la vileza de los actuales dueños, que terminaron arrancando de la propiedad del municipio el preciado inmueble; resulta absurda la propuesta del gobernador, de pagar el rescate exigido para recuperar el bien.
Un gobierno serio, en contraste a lo que hace Morena, no puede cometer el abuso de esquilmar los presupuestos públicos del estado y del municipio, para volver a poseer un estadio caduco. Menos cuando existe un proyecto futurista y moderno, que ya ha sido presentado y festinado, y que se sumará a la nueva era de estadios asimilados a centros de diversión, comercio y compras.
Quizás sea por el remordimiento de conciencia del gobernador Rodríguez el que lo induzca a precipitarse y ser devorado por los tiburones. Todo porque en su tiempo, siendo regidor del ayuntamiento, votó a favor de la extinción del fideicomiso, que resultó ser la causa de la pérdida del estadio. Debe asumir con humildad sus millonarios equívocos, y abstenerse de continuar carganodolos a las cuentas públicas. Sería potenciar y multiplicar su error.
Los dueños del equipo León, a falta de estadio, pueden llevarlo a jugar a cualquier lugar. A la misma ciudad de Pachuca si fuera necesario, y no caer en el chantaje que se le dirige ahora al gobierno local. Es más, sin mayor problema podrían trasmitir sus juegos desde el vecino estadio de Irapuato, cuyo equipo se encuentra actualmente en la tercera división del futbol. Sería un buen negocio para la trinca fresera. Al fin y al cabo, los juegos son a puerta cerrada, y si en algun momento se requiere, el traslado de los inchas panzas verdes a Irapuato no es problema. Que el gobernador hable con el Club Irapuato y fabrique la solución. Seguro se le atenderá.

Salvada la emergencia deportiva, el tiempo pasará. Las condiciones para construir el nuevo estadio iran ocurriendo, mientras el Nou Camp abajeño se torna en ruina, y los hoy felices poseedores del valioso predio, pagan sus impuestos correspondientes, luego de los reavaluos de rigor.
La propuesta de compra en 735 millones de pesos de los terrenos litigiosos, son una trampa mortal para los actuales gobernantes. Así lo han olfateado sin duda el alcalde leonés y sus conpicuos miembros del ayuntamiento, opositores a la ocurrencia del Ejecutivo, que sospechan de obscuros acuerdos entre los dueños del equipo de primera división y el rijoso propietario del estadio. Su postura rebelde dentro del Cabildo, oponiéndose a la compra, ya ha sido avalada con anterioridad, si recordamos que la actual síndica, fue la única en votar en contra de la extinción del fideicomiso envenenado, durante la administración presidida por Vicente Guerrero. Ella sí hizo lo correcto.
De los ingleses, que han sido grandes y ventajosos negociadores, se dice que ellos negocian bajo el fuego de sus cañones, sin dar la ventaja de una tregua en momentos azarosos. Con esa estrategia oportunista, pretenden postrar al ayuntamiento y a un bisoño gobernador, los pícaros que se quedaron con el malogrado estadio. Estamos a un paso de las elecciones, y por torpes, ya le cedieron el saque al principal retador. De los buenos resultados de Morena en el estado, serán responsables el gobernador de León y los funcionarios sumisos a las lerdas decisiones cupulares. Le estan abriendo las puertas de par en par al candidato de López Obrador.

Y para el resto del estado, resultará ser un agravio el uso de recursos públicos, que deben ser utilizados en beneficio de todos los guanajuatenses, en épocas aciagas, para adquirir bajo chantaje, un arcaico estadio para los leoneses. Por eso al actual gobernador, ya se le conoce con el mote de “Gobernador de León”, el resto del estado no existe para él.