TURISMO CON MOCHE
Carlos Arce Macías
Para las principales ciudades guanajuatenses que se sostienen por la afluencia de turistas, el desplome económico es estrepitoso. Una de las áreas más afectadas es el sector turístico. Cerca del 70% de las personas tiene miedo de hospedarse en un hotel, 83% a comer en un restaurante, 84% a subirse en un avión y el 94% a acudir a un bar. Estamos hablando, según la encuestadora Mitofsky de temor, esa vivencia que pone en alerta nuestro cerebro y hace que se activen las zonas más recónditas y arcaicas de la mente, que tienen como finalidad la sobrevivencia. Así que será muy difícil eliminar esas sensaciones primarias, logrando que la gente viaje, se hospede, beba y coma en otro lugar. Por eso es uno de los sectores más golpeados.

El gran tema en estos días aciagos de COVID 19, es la protección frente a la pandemia, al tiempo que nos resguardamos del dramático aumento de contagios por la reapertura de muchas actividades económicas, entre otras el turismo.
Por lo pronto se sabe por los estudios recientes de la consultora Deloitte que solo el 20% de los turistas se sienten seguros de hospedarse en un hotel. En entrevistas a miembros destacados de la industria turística se concluye que el eje de la reactivación consiste en la seriedad con que la hotelería implemente las medidas y protocolos de bioseguridad, como lo son la sanitización de espacios, la venta sin contacto humano, el uso de material de protección, la capacitación de su personal y la comunicación asertiva a los clientes, de los nuevos esquemas que garantizan su seguridad frente a la pandemia.

La reactivación turística requiere un profesionalismo del sector, que hasta ahora no se ha adoptado en Guanajuato Capital. No dudo de que la hotelería de grandes cadenas y los servicios premium de León y San Miguel Allende, logren empezar a atraer a los turistas a esas ciudades. Pero para Guanajuato será complicado.
La hotelería capitalina, salvo honrosas excepciones, opera bajo un sistema de moches para los llamados “guías de turistas”, que acechan a los despistados excursionistas a la orilla de las carreteras de acceso a la ciudad colonial. Primero les ofrecen mapas gratis del pueblo, y luego, cuando el visitante se cerciora del laberinto de calles, callejuelas y túneles, se les ofrece el servicio de guiarlos por la ciudad y acomodarlos en el mejor hotel de acuerdo a su presupuesto. Y por supuesto, el mejor hotel, es aquél que ofrece mejor moche a los improvisados “guías”. Este filtro del mercado de hospedaje en Guanajuato Capital, liquida la sana competencia, necesaria para producir buena hotelería. Los turistas acaban en hoteles mediocres, pero que gastan una parte importante de su ganancia en el moche a los guías que pastorean a los ilusos viajeros a sus instalaciones. Esta es una de las causas que explican la mala hotelería que padece la capital del estado, que podría ser resuelta con un par de anuncios espectaculares a la entrada de la ciudad, advirtiendo a los turistas que las recomendaciones de los susodichos “guías”, están sujetas a los moches que reciben de los hoteleros, no de la acreditación objetiva de sus servicios.

Como sabemos, una actividad comercial que haya neutralizado la sana competencia basada en la calidad de sus servicios y en la innovación de los mismos, está destinada a seguir degradándose, dedicándose solo a la depredación de los incautos consumidores que caen en sus fauces. Es el caso de esta hotelería mediocre, que para sobrevivir deberá transformarse.
