EL PEOR ESCENARIO

Carlos Arce Macías

Si anda deprimido, le aconsejo cortar esta lectura y buscar noticias de deportes o refugiarse en alguna serie de su interés en Netflix o Prime. Absténgase de leernos, no le conviene.

Ya en confianza con aquellos que, incitados por el morbo, han decidido mantener sus ojos sobre estas líneas, comencemos a desgranar la serie de sucesos que constituyen una de las correlaciones más nefastas que pudiéramos haber pensado en combinar.

Todo comenzó con el triunfo electoral en 2012, de un proyecto urdido entre el PRI y una televisora para hacer presidente de la República a un personaje inmoral y corrupto, dispuesto a pagar con contratos y privilegios, los apoyos, entre otros la asignación de una esposa popular y famosa, que se le fueron otorgando para su campaña. Rodeado de un grupo de atlacomulcas, una tribu agresivamente depredadora de las arcas del Estado de México, elevaron al gobierno nacionalel saqueo rutinario de los presupuestos públicos. Sus acciones, convenidas con los principales partidos de oposición, los cuales fueron comprados a través de canonjías presupuestarias para sus diputados (moches) mediante el ramo 23, acabaron con el sistema de partidos, en donde la oposición desempeñaba un relevante papel, desmantelando así nuestra democracia. La liquidaron. Si hoy nos preguntamos por qué no hay una oposición militante, organizada y crítica, la respuesta se encuentra en la conformación de una partidocracia bandolera y pilla.

¿Cuánto quieren?

Producto del hartazgo, en 2018 accedió a la titularidad del ejecutivo federal un personaje singular. Un político resentido, muy violento y vengativo, carente de talentos para desempeñar ese cargo. Siendo un opositor tesonudo, su radicalización, frustrado por haber perdido las elecciones presidenciales de 2006, lo convirtió en un resentido enfermizo, digno de ser tratado por algún especialista. Así, desde el inicio de su gestión, decidió descabezar a todos los funcionarios de los primeros niveles del gobierno federal, limitando inexplicablemente la capacidad de planeación y ejecución de su gobierno. Hoy en la Federación no atinan como hacer las cosas, ni como cumplir sus funciones.

El problema no quedó ahí. Bajo el presagio de que el sexenio arrancaba mal, la demolición sistemática sobre el aparato administrativo se extendió a áreas muy delicadas de la operación gubernamental. Destaco el ataque constante y artero a todas las instituciones ligadas a la ciencia, a la tecnología y la innovación, así como a la educación superior financiada desde el Estado. Pero llamo la atención, especialmente, en el debilitamiento de los servicios de salud, recortando de manera irresponsable personal y equipamiento de hospitales, así como suministro de medicamentos. Pronto los niños con cáncer se quedaron sin recibir quimioterapias, ante la atónita mirada de los médicos tratantes, mientras el presidente acusaba a las farmacéuticas de corrupción; como si no se pudiese resolver el problema con una investigación, seria y profunda, sin necesidad de poner la vida de los infantes en peligro. Frente a desatinos de esa magnitud, cualquier gobierno hubiera sido derrocado de manera fulminante, en un país avanzado.

No hay…

Y en esas estábamos, asediados también por la delincuencia, que cuenta los muertos por miles, y sin verle fin a ese problema, cuando empiezan a presentarse señales de emergencia mundial por la epidemia que se estaba originando en China. La primer reacción oficial fue demeritar la situación, frenando la implantación temprana de medidas preventivas, para evitar entrar a un estado de crisis. La insensatez del propio presidente, se evidenció: continuó viajando y congregando muchedumbres imprudentemente, alegando que todos podíamos abrazarnos y besarnos sin mayor problema.

De pronto, comenzaron a aparecer imágenes terribles en la televisión de Italia y España, en donde la pandemia se salió de control. Poco a poco, quedaba claro que llegaríamos a la situación de tener que parar actividades laborales y empresariales, luego de un pésimo desempeño económico, provocado por las malas decisiones de López Obrador. La situación empezó a agravarse.

Muerte en Venecia

Y henos aquí, ensimismados en nuestros pensamientos, inmersos en nuestro aislamiento y alarmados por los problemas de salud, y con una perspectiva negativa de recuperación económica, cuando… aparece de forma repentina en nuestro reborujado horizonte, el sunami petrolero.

Convencidos de que la vida moderna se resuelve en rededor de un barril de petróleo o de galones de gasolina, el presidente y su secretaria de Energía, apostaron en un juego que desconocen y salieron trasquilados. Con su pésima decisión de bloquear un acuerdo estratégico de la OPEP, se exhibieron como auténticos chiflados, desconocedores del mundo del petróleo y los energéticos.

Ahora, las dramáticas condiciones impuestas por los saudíes, poseedores del crudo más barato, de los centros estratégicos de distribución (Libia) y de la mayor capacidad de transporte marítimo (rentaron hace tiempo casi todos los buques tanque disponibles), aniquilaron en una noche nuestras exportaciones, mientras PEMEX (la empresa petrolera más endeudada del mundo), pierde en cada barril que produce, porque el precio no alcanza a cubrir los costos de extracción. No obstante lo anterior Andrés Manuel insiste: la nueva refinería de Dos Bocas, va.

Llenos de petróleo

Y entre tanto, las empresas familiares, pequeñas y medianas empiezan a cerrar, perdiendo empleos por miles, en la fase 3 de la pandemia, justo durante el peor momento, cuando el proceso de infestación está a la alza. Sin embargo, López Obrador exultante desde su conferencia mañanera, se niega a presentar programas de apoyo a los empresarios, mientras afirma que nuestro país está preparado para enfrentar la emergencia sanitaria. Ahora viene lo peor.

El presidente de México parece no entender mucho de números y estadísticas. Su subsecretario de Salud le ha ayudado a maquillar y subestimar las cifras de contagio, para hacer parecer que todo está bajo control. Pero existe un hecho indubitable, la muerte. Llevar bien esa contabilidad aclara la mortandad de la peste que sufrimos. Ayer ya eran más de 1000 muertos y los hospitales de la Ciudad de México empezaron a saturarse rápidamente. ¿Ya echaron cuentas sobre el desarrollo del índice de mortalidad?

No salen las cuenta

Deseando que esta pesadilla no se haga realidad, los especialistas nos han indicado que una vez desatada la epidemia, los casos se multiplican exponencialmente. Bajo este criterio, predicen los estadísticos, tomando como base los datos oficiales de muertos, que en 27 días llegaremos a 63,000 decesos, pero en solo diez jornadas más acumularemos 250,000, para completar dentro de mes y medio ¡un millón de muertos! ¿Entenderá el significado de estas proyecciones el presidente? Nuestro mandatario no domina las cifras, se confunde y enreda constantemente, quizás no le dé el cacumen para dimensionar el peligro que nos acosa. Nuestro peor escenario está por realizarse. Hasta ahora todo va mal, el presidente empuja al país al voladero.

Anuncio publicitario

MEZQUINDAD EN TIEMPOS DEL COVID

Carlos Arce Macías

México se ha caracterizado por la mezquindad de su clase política. La corrupción rampante que acosa a los diversos gobiernos, solo presenta algunas honrosas excepciones, así lo certifica nuestra obscura realidad. La generalidad es la formación de una casta depredadora de los presupuestos públicos, decidida a medrar indefinidamente de esos fondos y del ejercicio del poder. No paran ni se arrepienten, al contrario, redoblan sus esfuerzos para continuar dañando al prójimo.

Y no es fácil encontrar el motivo de tan lacerantes conductas antisociales. Porque la realidad es que este nefasto clan se reproduce constantemente. Tendríamos que ir a la sociología de la familia para desenterrar las claves íntimas que generaron en ellos, la adopción de pautas personales de completo desprecio por el prójimo, sus necesidades e intereses. ¿Se imaginan la convivencia familiar con un corrupto público? ¿Cómo saludan a sus hijos o a sus esposos? ¿Cómo socializan con sus padres o parientes? ¿Los recriminan o los tratan con normalidad, fingiendo no conocer su detestable conducta pública? ¿O todos, dentro de la generosa familia, están de acuerdo con la sentencia que consigna: el que no tranza no avanza? Todo puede ser posible.

Pero lo que resulta intolerable es la gandalléz de políticos que en plena contingencia de salud, en los instantes más críticos, deciden desplegar su imaginación para llevar a cabo actos de clientelización a los grupos sociales más ignorantes, vulnerables y necesitados. Van por ellos, por su credencial de elector, por inscribirlos en la lista de deudores políticos del funcionario, por mapearlos con GPS, para estar seguros que en esa colonia o comunidad se benefició a ciudadanos ,y se les cobrará la pinche cajita que contiene aceite, arroz, frijol y galletas de animalitos, en la próxima elección. Deplorable.

¿No les indigna? Porque detrás de la acción, aparentemente bondadosa y sentida de los politicastros, está siempre la mala vibra, su ambición por conservar el poder a cualquier precio. No hay momentos de verdadera apertura a la caridad o compasión. No hay camino transitable para ellos, que recale en una conducta virtuosa. Son tremendos.

Y así lo constatamos por las redes sociales. Rápidamente un diputado federal empezó a regalar bolsitas de gel antibacterial, ostentando su nombre, por supuesto. Otro representante contrató a dos individuos, disfrazados con trajes antivirales, subidos en una camioneta con un aspersor y un altoparlante, anunciando que estaba desinfectando la ciudad arrojando míseros chisguetitos de algún líquido. En otro lugar, bajo la mirada atónita de la ciudadanía, barones urbanos y funcionarios se ponían de acuerdo para intentar comprar, a precio de descuento, una área pública, bajo el pretexto de recabar fondos para programas asistenciales necesarios para la emergencia. Les digo…

¿Desinfectando la ciudad?

Mi ciudad no canta mal rancheras. Faltaba más. Nuestro folclórico y torpe alcalde, apoyado por sus cómplices del ayuntamiento (Un síndico, y siete regidores) decidió donar dos meses de su sueldo, solo para encubrir el reparto institucional de despensas, con su nombre destacado en letras azules, bien bonito, en las comunidades rurales más redituables electoralmente hablando. Ha anunciado también, que pronto, una vez más, volverá a repartir chafa-zapatos. La mezquindad queda otra vez al desnudo. No se da pie a ninguna posibilidad para verificar un acto de nobleza, que dignifique su calidad de conductor de los destinos de su comunidad. Cualquier estrategia debe de ser planeada y ejecutada para lograr réditos electorales. Lo significativo es continuar usufructuando el poder en beneficio propio; al prójimo que se lo lleve el diablo.

Chafa-zapatos

Luego de tanta trapacería, es increíble como el partido Acción Nacional brilla por su ausencia. Ni un pial les tira a los guanajuatenses de la capital que vivimos acosados por un alcalde ruin, que solo piensa en sobre precios para pactar obra pública o tareas que le reditúen beneficios políticos. Constatamos así la hipótesis que consigna la degradación del PAN, en un conjunto de franquicias cedidas al mejor postor, en cada localidad. La de Guanajuato la adquirió Alejandro Navarro.  Don Manuel Gómez Morín debe de estremecerse en su tumba. Muy triste y decepcionante para quienes luchamos por la implantación de un régimen plenamente democrático y un gobierno honesto.

No se diga más, nuestra clase política no entiende. Las necesarias mascarillas, están convertidas en la piedra de toque de la pandemia. Por conocidos muy cercanos, nos hemos enterado de las trácalas de políticos, en contubernio con comercializadoras, que se alistan a vender millones de cubre bocas aumentando tres veces su precio. La nueva burocracia dorada, entronizada por su pastor mañanero, ni de lejos ha combatido el cáncer de la corrupción, cuyas metástasis se han diseminado por todo el nuevo gobierno.

Pues esta es nuestra realidad. Hay que asumirla, y por ello, redoblar nuestros esfuerzos para combatir no solo a la corrupción como fenómeno social, sino a los malos funcionarios que la ejercitan día a día. En Guanajuato Capital no hay que parar hasta destronar a los malos munícipes de sus cargos. Junto con Navarro, están sus secuaces incondicionales que lo apoyan en el ayuntamiento, y por desgracia, varios ostentan credencial del PAN (*). Ellos también están manchados por la corrupción y la deshonra. Sépanlo, en la cañada todo se sabe.

(*) Una cosa es ser panista, y otra poseer una credencial del PAN.

Entrega de despensas del alcalde Navarro

ABASTO

Carlos Arce Macías

Normalmente no utilizo referencias autobiográficas al escribir un editorial. Resulta chocante. Pero en esta ocasión lo haré, porque tomaré como ejemplo la experiencia personal que tuve en una área de la administración pública federal, que seguramente, desarrollará en los próximos meses, funciones delicadas y trascendentales por la pandemia que nos amenaza.

Durante mi desempeño como Procurador Federal del Consumidor, me tocó enfrentar diversos casos de emergencia por desastres naturales. Tanto en la península de Yucatán como en Chiapas, las cosas se pusieron feas. Un brutal huracán, el Wilma, devastó gran parte de la costa de Quintana Roo en 2005, mientras que el Stan, durante 2006, generó torrentes y deslaves sobre la costa chiapaneca, en la zona del Soconusco, incomunicando toda la región por la caída de puentes en diversos tramos carreteros.

Huracán Stan

Estos fenómenos naturales encendían las alertas del gobierno federal, para prever la contingencia y adelantar acciones de mitigación. La PROFECO, por ejemplo, envió inspectores a la zona de impacto de los huracanes, antes de la llegada del fenómeno. Su función era evitar el acaparamiento y la carestía, porque cuando se desataba la demanda por agua y artículos de primera necesidad, los precios empezaban a incrementarse en forma abrupta.

La emergencia provocada por Stan fue muy crítica, por el aislamiento en que quedó Tapachula y sus alrededores, sin posibilidades de recibir ayuda y abastecimiento. Los primeros aviones militares aterrizaron, sorteando todavía peligrosos vientos huracanados, cargados con despensas, pero insuficientes para paliar el hambre de los habitantes de la zona. El presidente Fox y parte de su gabinete involucrado en la emergencia llegamos en el TP-01, apenas unas horas después de pasado el meteoro. Para eso, entre otras cosas, sirven los transportes aéreos oficiales. Tomen nota.

En Tapachula

La preocupación comenzó a crecer por las condiciones desastrosas en que encontramos la zona. El presidente me pidió que me comunicara con la Asociación de Tiendas Departamentales y de Autoservicio (ANTAD), para verificar las condiciones de abasto de los supermercados de Tapachula. La respuesta de Vicente Yáñez, el histórico y eficiente director de la ANTAD fue contundente: “No escasearán los víveres, las cadenas están dispuestas, de ser necesario, a volar su mercancía. El abasto lo garantizamos.” Y no faltó efectivamente comida y productos de primera necesidad. La emergencia amainó cuando el barco de la Marina, el Usumacinta, pudo atracar en Puerto Chiapas con toneladas de alimentos.

Siempre, en cada evento crítico, la ANTAD ha respondido sin condición alguna en circunstancias adversas, ayudando a contener la especulación y el alza inmoderada de precios. “Somos el departamento de compras de las familias mexicanas” me aclaraba Yáñez en alguna ocasión. Y efectivamente, la red de supermercados y tiendas ha operado con eficiencia, evitando el pánico en los momentos más obscuros de duros trances.

Vicente Yáñez, ANTAD

Hoy el mundo enfrenta un reto descomunal. La pandemia produce afectaciones en todas direcciones. Una de ellas es la logística y el abasto. La odiada y vilipendiada por el actual régimen, empresa privada, jugará un importantísimo papel en estos momentos, al convertirse en la principal vía de abasto de las familias mexicanas. Imaginen ustedes el problema que se generaría en el caso de que su supermercado no estuviera abastecido. Pasaríamos a una dimensión diferente del problema.

Sin embargo, el gobierno puede acrecentar la complicación, en lugar de resolverla. No extrañaría que, desde el miope castrismo ideológico, que manifiesta con mayor virulencia en cada determinación que toma últimamente, se decida implantar control de precios, sobre todo para productos como maíz, frijol y arroz. Una medida así, solo provocaría desabasto automático y la generación de un mercado negro de productos, que seguramente quedaría en manos de la delincuencia organizada. Mas vale que las autoridades eviten esa tentación, porque ante las inéditas circunstancias que vivimos, seguro que varios tipos de mercancías, con referentes internacionales de precio, se incrementarán sin remedio. No hay forma de evitarlo.

Y es que una cosa es gobernar y otra administrar. La política es la encargada de dirigir la nave, en este caso, la voluntad del presidente; pero la administración pública es la encargada de operar las funciones otorgadas por ley al ejecutivo. El actual presidente, al expulsar violentamente a la mayoría de mandos superiores y medios de la administración pública federal, eliminó de tajo las capacidades de operación de su gobierno. Se dio un tiro en el pie. Hoy la Federación está postrada, perdió a sus mejores ejecutores: directores generales, adjuntos y subdirectores. Reconstruir ese tejido, llevará muchos años. Con criterios ideológicos estúpidos en solo 12 meses demolieron la estructuras con las aptitudes necesarias para avalar un buen desempeño administrativo.

¡Fuera!

En mi largo trayecto por la administración pública local, estatal y federal, puedo asegurar que no hay mayor reto que conducir la organización federal. Se requiere experiencia y conocimientos técnicos acreditados – véanlo en el caso de salud, que solo se aprenden estando en áreas específicas de la administración, como en los sectores energético, de transporte, comunicaciones, comercio exterior, puertos y aeropuertos, regulación sanitaria; solo por dar algunos ejemplos. Pero cual modernos Atila, todo lo destruyeron.

Hoy, el pueblo de México será quién padezca la atrabiliaria e irresponsable decisión de descabezar a los funcionarios mejor preparados del gobierno; si había corrupción, habría que haber tomado medidas draconianas en contra de ellos, sin necesidad de prescindir de todos. Ahora estamos inmersos en un problema, que pagaremos con vidas, no solo con perdidas económicas. 

Habrá que cuidarse de no utilizar un esquemas de control de precios, mal concebido y peor ejecutado por novatos ideologizados, que no conocen la sofisticada y delicada operación de las cadenas de abasto. Pueden provocar un drama por ignorantes, echando gasolina al fuego. Ya lo han hecho en otras áreas, pero en este momento, sería desastroso.

Control de precios causa desabasto

¿APUESTA POR LA CIENCIA?

Carlos Arce Macías

Corría el año 541, cuando en el Imperio Bizantino se expandía la plaga de Justiniano que mataría en Europa entre veinticinco y cincuenta millones de personas, en tanto los creyentes lanzaban alabanzas al Cristo Pantocrátor, con súplicas para ser salvados de la enfermedad.

Cristo Pantocrátor

Durante 1346, la peste negra, acarreada por los barcos mercantes genoveses, se extendía por el mundo occidental, eliminando durante siete años, a más de cincuenta millones de seres humanos, piadosos casi todos, que se adentraban en las grandes catedrales góticas elevando salmos al Señor, requiriendo de su omnipotencia, para ser amparados contra el mal bubónico que infestaba todo el viejo continente.

En 1545, ya asolados por la viruela, los pueblos primigenios de Mesoamérica eran devastados por el Cocoliztli, la salmonela, que acabó con más de la mitad de la población indígena del nuevo mundo, y no obstante las plegarias de los frailes que convertían a los aborígenes a la fe de Cristo, la epidemia devastó a la Nueva España. Las plegarias fueron desoídas.

Epidemia de Cocoliztli

A finales de la Primera Guerra Mundial, en 1918, se expandió rápidamente la Gripe Española, cuyo origen realmente se dio en Estados Unidos. El contagio finiquitó la vida de cerca de cincuenta millones de gente, en ambos lados del océano Atlántico. Las comunidades católicas y cristianas, continuaron sus alabanzas religiosas procurando la intervención divina para paliar la brutal calamidad, que durante dos años sembró la muerte por doquier. Dios no funcionó, permaneció impasible en su reino celestial.

Luego de una larga colección de enfermedades como el cólera, la gripe rusa, el sida y la influenza, desembocamos en 2020 en el ya famoso coronavirus. La gran pandemia surgida en la ciudad de Wuhan en China, se ha dispersado por el mundo. Las conexiones internacionales, especialmente las aéreas, hicieron que el virus migrara rápidamente a otros países. La información y el internet, mantienen a todo mundo a la expectativa, conociendo su manifestación en los países más remotos. Es algo único de nuestra época.

Pero encontramos diferencias con las legendarias pestes que arrasaron el mundo en otro tiempo, más allá de las inútiles invocaciones a diversas divinidades, implorando su intercesión para poner fin a la acelerada desolación, provocada por las enfermedades. La civilización ha transitado durante el siglos XVII y XVIII, por cambios substanciales para entender el mundo y nuestra realidad. En 1620 Francis Bacon dentro de su obra “Novum Organum”, estableció las reglas del método científico consistente en la observación, medición, experimentación e hipótesis. Luego vinieron Baruch Spinoza, René Descartes y Blas Pascal. La ciencia tomó de la mano al mundo y empezó una nueva época de la civilización que produjo el llamado Siglo de las Luces, descollando entre otros Voltaire, Rosseau, Hume, Smith, Beccaria y Jovellanos. El pensamiento sobrenatural fue frenado por la razón y el método científico comenzó a imponerse lentamente entre las élites de los países más avanzados.

Francis Bacon, Novum Organum

Al día de hoy, la ciencia impone condiciones. Poco a poco, en todos los campos, especialmente por medio del pensamiento de Isaac Newton y Charles Darwin, hemos podido entender a cabalidad nuestra realidad desde explicaciones racionales. Así la medicina transitó del vitalismo producido por “el alma” (Sthal) al mecanisismo (Hoffman), la fisiología (Haller), la anatomía (Morgagni) y la cirugía (Hunter), para devenir en la adopción de políticas públicas de salud, higiene y policía sanitaria (Frank).

Hoy la gran pandemia se encuentra con una ciencia médica avanzada, que en poco tiempo resolverá el reto que se presenta en estos momentos. Grupos científicos de vanguardia en todo el mundo, interconectados en densas redes especializadas, colaboran para compartir información experimental. La empresa privada, animada por las ganancias que se atisban, redobla esfuerzos para obtener vacunas y moléculas antivirales que desactiven el coronavirus. Los laboratorios son de fábula, los presupuestos multimillonarios, de corporaciones, centros de investigación nacionales y universidades, no tienen parangón histórico.

Sin embargo, llama la atención que en ciertos países, se continúe manipulando a la población, proponiendo la oración como medio de protección sanitaria. Peor aún, convoca a risa y pasmo, que nuestro presidente sugiera el uso de escapularios y estampitas para prevenir el contagio. Signo de ignorancia y estupidez supina, o bien de una malévola táctica de manipulación social.

Escapulario

En 1903, una expedición inglesa invadió el Tíbet. El decimotercer Lama, Agvan Dorjiyev ordenó a un improvisado ejército enfrentar a los batallones ingleses bien pertrechados y equipados con armamento moderno. Mientras, los soldados tibetanos fueron proveídos con amuletos de sus lamas, que prometían que su portación les brindaría protección mágica contra las balas. Más de 700 aguerridos tibetanos fueron masacrados por las ametralladoras inglesas, que dejaron de disparar aturdidos y desconcertados por la temeridad de los creyentes budistas que morían como moscas. Los “detentes” resultaron ineficaces frente a la velocidad de las balas.

Ineficacia de amuletos mágicos

Los escapularios y rezos no detendrán el coronavirus. Resulta mejor y más efectivo apostar por la ciencia y la técnica. Desgraciadamente en el caso mexicano, el nuevo gobernante, desarticuló el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), poniéndolo en manos de una ideologizada científica que apuesta por la ciencia ancestral y nacionalista. Los Institutos Nacionales de Salud, encargados de la investigación científica en materia de medicina, han sido irresponsablemente debilitados. La industria farmacéutica nacional y extrajera, mantiene una tensa relación con el Ejecutivo, siendo atacadas continuamente por el presidente. Es decepcionante que uno de los países más prometedores para lograr su desarrollo pleno, apueste por el fanatismo y la superchería.

Mientras otros países cuentan con medios de defensa frente al coronavirus, México se encuentra en el peor de los escenarios. Conducido por un audaz y mezquino demagogo, que desprecia a técnicos y científicos; su desapego por la ciencia y tecnología, nos desbarrancará en el precipicio. Su ignorancia y terquedad costará la vida a muchos mexicanos. Ha desplegado una conducta canalla.