Carlos Arce Macías
Empiezo con una respetuosa reconvención para mis amigos del Observatorio Ciudadano de León (OCL): dejen tranquilo al gobernador de nuestro feliz estado de Guanajuato, no lo disturben ni molesten, tiene por lo menos dos cosas trascendentes que meditar y decidir respecto al futuro de todos nosotros. Sean prudentes.
El pasado miércoles, el gobernador Rodríguez Vallejo le asestó al OCL rudo descontón. Mediante una carta pública, el organismo ciudadano y su nueva presidente, Rocío Naveja, convocaron al mandatario estatal a sostener una reunión para dialogar sobre el candente tema de la seguridad. Sorpresivamente, el convocado respondió, palabras más palabras menos, que si saben contar, que no cuenten con su asistencia, y de pasada advertía sus dudas sobre la legitimidad de dicho Observatorio. “No quiero show político”, replicó con inusitada astucia. Así las cosas con Diego.
Y es que tiene razón, está hasta la coronilla del asunto de la seguridad, cuando ya todo se ha dicho y aclarado para los guanajuatenses. Tiene hartas mesas donde lo mortifican con el tema, y una más resulta insubstancial, sobre todo en León, sede de la Feria Industrial de Hannover. ¿A que más aspiran los leoneses? Por lo pronto, seguro se avoca a planear una sofisticada estrategia para dotar al estado de niveles de seguridad escandinavos. Tal vez se trata tan solo de subir el switch, para que empiece a operar la moderna plataforma “Escudo”, que siendo tan costosa, tan buen servicio debe brindar a los guanajuatenses, proveyéndoles la añorada seguridad. No disturben por favor.
El otro tema que debe de tener de mal humor a nuestro joven gobernante, es el relativo a la decisión existencial que plantea la bifurcación entre ser gobernador o solo conservarse como un simple dios griego: Hermes. Este dios era reconocido como el “heraldo de los dioses”, el que mensajeaba entre el Olimpo y las demás criaturas. Y es que la decisión, lo sabe bien el gobernador formal del estado, es de profunda trascendencia. Si decide ejercer el poder a plenitud, debe de romper las ataduras y restricciones que los maniatan hasta hoy. Esto sería crítico para la estabilidad de un gobierno sin el enraizamiento necesario. Y si no lo hace, deberá conformarse con el papel secundario de mensajero de lujo, dedicado a implementar las instrucciones superiores.
¿Ya ven queridos ciudadanos que forman el OCL la impertinencia en que han caído al disturbar la tranquilidad de nuestro insigne gobernante? Mejor sería cambiar de estrategia. La gestoría no debe de ser el motivo de sus andanzas. Los organismos sociales gestores, deben de asumir ese rol. Los conglomerados ciudadanos ecologistas, los dedicados al servicio social, los que se zambullen en los problemas de la seguridad y la paz pública. Un observatorio debe dedicarse a observar, a mirar con detenimiento los diversos acontecimientos que ocurren a su alrededor, analizarlos, sacar conclusiones y lanzar posicionamientos sobre temas concretos HACIA LOS CIUDADANOS, NO PARA LOS GOBERNANTES. Solo así se garantizará el buen desempeño de la instancia. No habrá batallas que ganar ni que perder. Solo háblenles a los ciudadanos, expresen sus problemas y anhelos, conviértanse en su voz, en la neurona de León. No gasten su energía en convocatorias inútiles, pongan sus talento en el análisis de la realidad del gobierno de su comuna y región. Solo eso.
Pero para obtener la legitimidad necesaria para formular críticas duras, deben de atenerse también a otro principio fundamental: no acepten dinero de los gobiernos, de ninguno. Aténganse a sus recursos, desarrollen sus capacidades y concéntrense en orientar a su comunidad sobre los problemas que enfrenta y sus posibles soluciones.
Caminemos de la mano otras sendas. Es urgente promover la estructuración de genuinos observatorios ciudadanos en más ciudades del estado. Urge una convocatoria amplia para construir una red ciudadana consagrada a la observación y para hacer más eficiente la comunicación con los guanajuatenses. La clave está en construir ciudadanía. Aléjense del gobierno y no se preocupen, de todas formas los escuchan… aunque no quieran.