CUMPLIRLE A LOS ESTUDIANTES

Carlos Arce Macías

 

Terminó la huelga universitaria. Algo parecido a la blitzkrieg (guerra relámpago), utilizada por los alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando los polacos, checos, belgas o franceses comenzaban a pensar en el conflicto, ya habían sido vencidos por la eficacia de las tropas aerotransportadas, conjuntamente con las ofensivas masivas de los nuevos carros de combate Panzer.

 

Algo parecido les ocurrió al Gobernador del Estado, al Rector de la Universidad, al Fiscal General y al Alcalde de Guanajuato. En un par de días estaban atosigados por la imaginación y destreza de un movimiento de protesta, que congregaba todo tipo de agravios, siendo el más serio, el asesinato de una joven universitaria.

 

Los alumnos se movieron con prontitud. El buen uso de las redes sociales, les permitió una sincronicidad en sus acciones, a las cuales ningún político esta preparado para retar. Destacó el orden y respeto mostrado, el apoyo de la ciudadanía, a la vez de que resultaban desgarradoras las denuncias de hostigamiento y acoso sobre estudiantes.

 

Asustados, basta con revisar las fotografías del foro del Teatro Principal, del día en que acudieron a dialogar con los estudiantes paristas, el Ejecutivo estatal, el Rector y el Alcalde; todos con  el rostro ensombrecido por la tensión y el miedo. Se enfrentaban a una pesadilla inesperada.

 

Los políticos están acostumbrados a echar un rollo y controlar la situación. Formar una comisión, es la garantía de que todo quedará en el bote de la basura. Intentan manipular, casi siempre, ante ciudadanos bisoños que caen fácilmente en la trampa. Esta ocasión resultó diferente. Los sorprendidos fueron los políticos. Atrapados a fuego cruzado, fueron obligadosa firmar un convenio, publicado en el Periódico Oficial y en la Gaceta de la Universidad. En sendos actos formales, tanto el Gobernador como el Rector, tuvieron, por razón del convenio suscrito, que pedir disculpas públicas al estudiantado, por sus yerros y faltas en la procuración de la paz social y la erradicación de la violencia.

 

Oímos con atención la reflexión del gobernante estatal, sobre el cumplimiento de esta severa condición. Con humildad, cosa que se celebra en un político mexicano, reconoció la procedencia de la medida. No titubeó en explicitar las disculpas, extendiéndolas al resto de la ciudadanía. El estado se encuentra en una situación de desasosiego intolerable. Hay zonas en donde solo mandan los criminales, el Estado no existe.

 

Inmediatamente se cumplimentó el primer requerimiento. El rector, más barroco en su oratoria, innecesariamente pidió no una, ni dos, sino tres disculpas a los agraviados alumnos universitarios. El alcalde guanajuatense, también lo hizo, aunque fuera más que nada, por su obsesivo protagonismo. No entiende que a él le tocará la peor parte del convenio.

 

Pero el movimiento inicial se  propagó por todo el estado. Y esto implicó a las demás autoridades locales, para comprometerse a brindar seguridad a los jóvenes, tanto en los entornos de sus sedes académicas, como en los transportes urbanos. Muchos alcaldes, conjuntamente con sus ayuntamientos, están involucrados en el cumplimiento de esta ingrata y difícil solución.

 

¿Cómo hacer frente a los reclamos de seguridad de los universitarios? La triste realidad es que los municipios no cuentan con verdaderas policías. En las localidades había gendarmes. Estos eran aquellos míticos personajes dedicados a resguardar el orden que infringían borrachos rijosos, esposos golpeadores, algunos ladronzuelos y jóvenes inmersos en efluvios amorosos, manifestados imprudentemente en sitios públicos. Los gendarmes ponían orden, luego de desvalijar a los ebrios, que siempre acababan «extraviando» la cartera.

 

Como lo hemos explicado, las condiciones para mantener la paz en una comuna, distaban mucho de la violencia que padecemos hoy en día, a través de pandillas rudísimas, aliadas a cárteles poderosísimos que buscan controlar el territorio municipal y con ello la actividad criminal en toda la zona. Contra ellos y su poder de fuego de R-15,  AKA 45 y granadas, nada pueden hacer los tradicionales y maltrechos gendarmes. Muchos acaban aliándose a los malos, hasta que llegan otros peores y los empiezan a asesinar. En esas andamos.

 

Ante tal situación ¿qué puede hacer un ayuntamiento como el de Guanajuato o Irapuato? ¿Cómo van a garantizar paz y tranquilidad sin una fuerza policiaca suficiente, diestra y capacitada? No podrán responder al compromiso pactado. Tendrían que empezar por neutralizar a la red de pandillas que asolan a las ciudades.

 

Quizás podrían iniciar por ordenar, por fin, el transporte público de pasajeros. Se necesitan unidades nuevas no contaminantes, sistema versátil de pago con tarjeta, cámaras, botones de pánico en las unidades, comunicación inmediata con la policía y seguridad en el cumplimiento de rutas y horarios, implementando apps con geolocalización de unidades. Obligar a los concesionarios a tener choferes en óptimas condiciones para desempeñar su trabajo, prohibiendo sujetar el salario al número de pasajeros transportados. Lo que debe de regir es el horario y la ruta. Solo eso.

 

Y esto es la parte más sencilla. Porque también desde el aspecto político, los actuales ayuntamientos quedaron neutralizados para enfrentar cualquier otro zafarrancho contra los ciudadanos. Imaginemos por ejemplo, que el alcalde guanajuatense se conflictúe con los comerciantes de la zona del Museo de las Momias ante su interés de edificar un nuevo local de exhibición de cadáveres. O bien intente cambiar el uso de suelo de terrenos ecológicos para levantar allí oficinas municipales. Ya no tiene fuerza política para eso. Puede acabar destituido al menor exabrupto.

 

Por eso los munícipes deben actuar con gran prudencia. Los gobiernos municipales deben  atenerse a conducir su administración bajo parámetros de honestidad y transparencia, que antes despreciaban. Los gobiernos no son para hacer negocios, sino para servir a los ciudadanos. No son mandantes, son mandatarios. El pueblo dispone, no se arriesguen, están arrinconados.

 

P.D. Este columnista tomará descanso los dos próximos domingos. Felices fiesta para todos.

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CUATRO SILLAS

Carlos Arce Macías

 

Estamos fuertes, no tenemos miedo y no viviremos en silencio nunca más.

Estudiantes de la UG (La Colmena)

 

Apenas la semana pasada tocaba el tema de lo mal que se veía la Universidad de Guanajuato, conminando a miembros de su comunidad a no intervenir en acciones de organizaciones ciudadanas de reclamo y protesta; cuando el miércoles estalló una huelga estudiantil, a causa del asesinato de una estudiante, que inicialmente se trató de encubrir como suicidio. Desde ese día, todo cambió.

 

El movimiento universitario fue evolucionando, desde la División de Derecho, Administración Pública y Ciencias Políticas, hasta alcanzar a todos los ámbitos de la universidad y lograr el apoyo de otros centros de estudio. Fue un reguero de pólvora.

 

El pasado jueves cinco de diciembre, fueron convocadas por los huelguistas, las autoridades a las que se les reclaman responsabilidades, por sus ineficiencias y omisiones en el desempeño de sus atribuciones. Ante la ausencia de uno de los funcionarios citados, los jóvenes cancelaron el evento bajo la premisa: “sin los cuatro no hay trato”. 

 

Y allí estaban, bajo la luz cenital del Teatro Principal, con caras desencajadas, los normalmente hieráticos funcionarios emplazados, mientras los estudiantes, guardando un excelente orden, abandonaban en completo silencio el recinto. En el foro solo quedabancuatro sillas, a las cuales podríamos bautizarasignándoles un nombre:

 

LA SILLA DEL DESCUBRIDOR: se trata de la que correspondería a Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, gobernador del estado, que estaría descubriendo, apenas, a la capital de Guanajuato y a su universidad pública. Ahora debe enfrentar la sofisticación de un movimiento estudiantil, que plantea un reto descomunal por la inteligencia con que están actuando los jóvenes indignados . Para nuestro actual ejecutivo, la capital es prescindible, la relega, incluso ha trasladado sus oficinas al Puerto Interior, para ahorrarse el viaje a Guanajuato. También es absolutamente ajeno a la UG, que solamente ha sido digna del envío de su esposa como representante, al tradicional y formal acto de inauguración de cursos, que anualmente se celebra, y al que siempre acudía el gobernador. En el caso de la defensa de La Bufa y cerros circunvecinos, no ha dudado en secundar los afanes urbanísticos del alcalde, manifestando un desconocimiento, desprecio y frivolidad lacerantes contra los capitalinos. No hay empatía alguna con ellos.

 

LA SILLA DEL SORPRENDIDO: era la destinada para el rector de la Universidad de Guanajuato, sorprendido desde la madrugada del martes, por una huelga que marca el fin del silencio y la inactividad en los campus universitarios. Acomodaticio con un gobierno en franco estado de decadencia, se ha dedicado a intentar construir una carrera política, en lugar de dedicarse a edificar una comunidad libre, abierta a las ideas y capaz de contribuir a la formación de la juventud a su encargo. Rodeado de un séquito de burócratas incondicionales, poco profesionales, que no aportan y mucho destruyen, ha pretendido erigir un claustro universitario en donde impere la dictadura de suburocracia, sobre la importancia de los alumnos, que son la esencia de cualquier universidad. Hoy retorna a una dura realidad de enojo y reclamos. Se las verá duras para salir del pantano que ha contribuido a crear.

 

LA SILLA DEL TORPE: es la que le tocaría al pésimo alcalde del municipio, que debería estar en las aulas universitarias aprendiendo algo, en lugar de desgastarse al intentar gobernar desde la ignorancia y la estulticia. Sobre él, que encabeza el actual gobierno-botín, instalado en la capital del estado, recaerían las principales acciones para imponer un ambiente seguro para el alumnado de la UG. No hay como. No existen en Guanajuato capital las condiciones mínimas para cuidar a los ciudadanos que allí radican. Carece de una policía profesional, aparte de ser insuficiente para los requerimientos que le exigen los huelguistas. Su interés, acompañado por los de algunos súbditos de su ayuntamiento, es el nodo de negocios en que han convertido el cabildo. Lo importante para ellos son los bisnes que desde allí se pueden impulsar. No cuenta el municipio, ni siquiera con una contraloría funcional, que lo llame a cuentas ante sus desatinos. Las patullas de la policía, las utiliza para que lo transporten, acompañado de sus amigos, a los partidos de futbol en la ciudad de León. Es impresentable.

 

LA SILLA DEL AUSENTE: frío, lejano, inconmovible, encontramos finalmente el asiento del  Fiscal General del Estado, nombrado a sangre y fuego, por la mayoría constituida por los diputados del PAN. Carente de méritos para ocupar esa posición, el personaje ni siquiera acudió, inicialmente, al llamado de los universitarios, plantando al gobernador y dejándolo colgado de la brocha. Seguramente creyó, que anunciando la captura del presunto homicida de la joven asesinada, ya todo se calmaría y las aguas recobrarían su cauce. Se equivocó. Si no puede con los cárteles que asesinan a diario por todos los rincones del estado, la seguridad continuará ausente en el terruño. No nos engañemos.

 

Frente a esas cuatro sillas, nos encontramos a un nutrido grupo de estudiantes, que reclaman lo más elemental de un gobierno: paz y seguridad. El reclamo contrasta con los ánimos de una administración municipal, cuyos retos son la construcción de un estacionamiento, un nuevo museo para exhibir cadáveres (momias) y un edificio, ubicado en una zona ecológica, para instalar cómodamente a su burocracia. La contratación es lo que le interesa a al alcalde, no la formación de un buen cuerpo policiaco. Los malos gobierno, no crean buenas policías, entiéndanlo.

 

Mientras, a la universidad sus alumnos le gritan y reclaman, que ponga fin al acoso de maestros y funcionarios en contra de sus estudiantes. ¿Resulta muy complicado explicar que entre quienes están en la nómina de la universidad y quienes forman parte de las listas de asistencia no puede haber ni intentarse una relación de índole personal? ¿No comprenden que la potestad del maestro sobre el alumno, al ser el calificador de las pruebas del educando, expone a peligros innecesarios cualquier intento de relación que no sea estrictamente académica? ¡Carajo! ¿No entienden? Las mujeres, especialmente, están hartasde tanta agresión machista.

 

Por lo pronto, las autoridades involucradas en este enredo, han sido sujetas a un ultimátum por los estudiantes universitarios, para que signen un convenio en que se comprometan a pedir perdón y trabajar en la seguridad de los estudiantes. Consideramos que el primer punto lo podrían cumplir, el segundo lo dudo, vean como está el estado.

UG, CASA DE LIBERTADES

Carlos Arce Macías

 

En el correr de la historia, las universidades han tenido grandes cambios. Desde la conducción religiosa basada en un eje teológico originado en el Imperio Carolingio, desarrollado con la escolástica y reafirmado durante los periodos absolutistas, hasta arribar a los movimientos independentistas y revolucionarios, para terminar en conmociones tan profundas como la de 1968, a nivel mundial, en dónde la libertad de cátedra, de investigación y de participación cívica plural, conformaron el carácter de la universidad moderna.

 

Ese claustro es un relicario de la libertad. Es un espacio libre para el pensamiento y la acción desde postulados críticos. Nunca una verdadera universidad compaginará con los gobernantes en turno, porque su misión educadora parte del análisis concienzudo de la realidad, evitando la injerencia del Estado en sus estudios y opiniones. Una universidad estará siempre abierta al mundo y las ideas que van surgiendo. Es un mecanismo de rompimiento de zonas de confort y de ambientes acomodaticios.

 

Aún recordamos los años universitarios, en que nuestra alma mater, se encontraba sitiada por el priísmo local. Hasta las mesas directivas estudiantiles, debían contar la bendición del gobierno. Así empezó por los años setenta una sorda lucha por vencer al PRI en los espacios universitarios, buscando la pluralidad y el cambio. 

 

Frente a las formaciones tricolores aparecía el oficialismo convenenciero que reinaba en aquélla época. Estudiantes hambrientos de oportunidades políticas, que sabían que sus carreras comenzaban en una posición en la mesa directiva estudiantil, para luego empezarle a cargar el portafolio a algún politiquillo local o pasar información a los jerarcas del tricolor, sobre los movimientos que pudieran darse en el seno universitario, eso era lo usual: espionaje ramplón y ocioso.

 

El modelo empezó a agonizar, cuando se dieron las primeras alianzas entre la izquierda y la derecha estudiantil, para vencer a los priístas. Las derrotas condujeron a excesos como apedrear la sede del partidazo en Guanajuato. El remate fue la aparición de un movimiento inesperado, denominado “Anarquía Feliz”, que clausuró en la Escuela de Derecho, las tradicionales mesas directivas, sustituyéndolas por un sencillo Consejo de Representantes, elegidos en cada grupo. Durante diez años, se cancelo la ridícula imitación de la realidad imperante, con un partido hegemónico que imponía sus designios en todas partes.

 

La modernización de la Universidad de Guanajuato, se produjo luego de la caída del PRI en el estado. Concretamente en 1994 con una de las reformas más profundas, para garantizar libertades y condiciones académicas de forma óptima, promoviendo del desarrollo de la dignidad humana y garantizando su autogobierno. 

 

 

A partir de ese punto, la universidad ha padecido la embestida de una sobre burocratización alarmante, en donde los empleados administrativos se han convertido en los modernos mandarines del campus universitario. Sin razón alguna, más que por ambiciones extravagantes, su comportamiento ha sido acomodaticio con el poder, escaseando la crítica y la propuesta. 

 

La universidad está dotada de una arquitectura institucional que le garantiza su autonomía. Pero ha sido incapaz de controlar internamente los abusos de su burocracia y personal académico, permitiendo atropellos que desembocan en injusticias, especialmente en cuestiones de género.

 

La UG, ha perdido brío. Ahora parece encaminarse a un espacio parecido al de los años setenta del siglo pasado, en dónde prevalecía la cercanía al poder y el juego político sincronizado con el gobierno en turno, a tal grado, que se ha conminado a algunos alumnos y empleados a no levantar olas, no ser excesivamente activos en acciones ciudadanas, a evitar participar en  protestas y reclamos y… a portarse bien. Tranquilitos para no tener problemas o ser despedidos. Se trata de una agresión a los derechos políticos de los estudiantes y trabajadores universitarios, intolerable en el ámbito de una institución como la UG.

 

¿Qué peligrosa aventura desean emprender? ¿En que rifa política quieren participar para preferir agraviar a los universitarios en lugar de garantizarles su dignidad y derechos? Que respondan rápido, antes que el asunto escale y acabe peor que los problemas de género que ahora agobian los días del rector. 

 

Del otro lado, desde el gobierno,  debemos conminar al panismo a recordar sus orígenes universitarios. Manuel Gómez Morín, fue el paladín de la lucha por la autonomía de la Universidad Nacional, en el lejano 1936. Esa confrontación descarnó la realidad de un gobierno autocrático. Solo nos falta que ahora se intente controlar políticamente la casa universitaria, imitando las más vergonzosas, torpes e ineficaces prácticas tricolores. Atemperen a sus personeros en ese ámbito. Alumnos y trabajadores poseen derechos a la participación política, que son sagrados. Las elecciones se deben ganar gobernando bien, no impidiendo el activismo ciudadano.