GUANAJUATO, RUTA SUICIDA

Carlos Arce Macías

 

Andrés Manuel López Obrador tiene exactamente donde quería a Diego Sinhué: contra la pared y acogotado. Pronto empezará la exhibición de un gobierno estadual oxidado, gobernado por una secta burocrática, imposibilitado para transformarse y cambiar, a fin de enfrentar una nueva realidad. A ello habrá que añadir los datos que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la SHCP, posee sobre exfuncionarios guanajuatenses desleales, alistándose para ponerlos en la picota en cuanto sea oportuno.

 

Poco a poco, nuestro inexperto gobernante estatal va entrando, candorosamente, a la trampa tendida desde el centro a los gobernadores de oposición: el recorte presupuestal. Habrá menos dinero para obras y apoyos a programas sociales en los estados, en tanto se engordan fabulosamente las bolsas presupuestales de la Federación. Para 2021, el reparto de dinero, ya no de dádivas en especie, va a estar canijo. Las masas beneficiadas deberán votar por su benefactor, si desean continuar recibiendo el efectivo, que a su vez sirve para condicionar el voto.

 

Entre tanto, los menos sagaces opositores, como parece ser el caso del gobernador de Guanajuato y del torpe alcalde de la capital del estado, se preparan para aumentar los impuestos, a fin de mantener una maquinaria añeja, poco eficiente, pero que sirve para sostener un aparato electoral desde el gobierno, que le ha permitido a lo que queda del PAN, ganar las últimas elecciones.

 

Acción Nacional se ha transformado. Ya no es un partido político alineado a una ideología y propietario de animosas recetas para transformar a nuestro país en una democracia funcional. Hoy no es eso. Está degradado y destruido, salvo quizás en León, donde todavía quedan resquicios de operación política, basados en la ideología propuesta por Gómez Morín y González Luna. Ahora en casi todo el estado, el PAN es una franquicia asignada a los que han podido pagar por ella, sosteniendo campañas políticas costosísimas, dedicadas a la compra y manipuleo de votos y al mantenimiento de oligarquías locales. 

 

Y allí van mansitos, transitando apacibles hacia el despeñadero. Como ballenas rumbo a la playa, condenadas a quedar varadas y sucumbir. En su mente, el reflejo de peligro está aturdido por la corrupción campeante en las administraciones municipales y en los lastres por desvíos de pasados gobiernos estatales. Quieren pervivir sin recurrir a un cambio radical. No entienden que la ciudadanía está harta de corruptelas organizadas desde los ayuntamientos, y de las tranzas, mecanizadas mediante moches, que son indetectables a las auditorías, pero sí pueden ser documentadas por sus enemigos, desde la temida UIF del gobierno federal. 

 

El ejecutivo estatal es incapaz de atreverse a solicitar un sacrificio político a sus funcionarios y empleados, para moderar los sueldos. Que se caiga el cielo antes que aceptar bajar sus salarios. También se insiste en mantener plazas, aunque sean excesivas e innecesarias. Hay más personal que el requerido, motivado por el pago de apoyos políticos. Tienen que mantener contentos a sus operadores políticos”. Estas circunstancias conforman la naturaleza de un gobierno del estado asimilable a un paquidermo, lento, pachorrudo e ineficaz. En la lejanía quedaron las épocas de una organización comprometida con los ideales, dispuesta a dar y sacrificarse en aras de la consecución de nobles objetivos. Hoy todo es ganar y obtener rentas del presupuesto público, incluso condenándose colectivamente a morir despeñados, antes que arriesgarse a variar radicalmente la conducción política y bajarse los sueldos, para así poder pedirle a la ciudadanía sacrificios fiscales.

 

Ese es el drama de un gobierno que no aprende de la experiencia en Baja California, en donde se sostuvo, contra viento y marea, la administración del corruptísimo Kiko Vega. Creían que nada cambiaría, que todo seguiría igual. El panismo acabó penosamente derrotado. Perdieron todo.

 

Ahora, Diego y Navarro deciden apuntar contra los ciudadanos. Les exigirán más impuestos, para sostener administraciones ineficientes y que muestran claros signos de corrupción. ¡Imagínense! Todo esto sucederá en tanto el irresponsable gobierno federal de AMLO le regala dinero a la gente. ¿Quieren saber quién ganará las elecciones? ¿De verdad no alcanzan a atisbar la trampa que les están tendiendo?

 

El alcalde de Guanajuato intentará mordisquear a los ciudadanos manipulando el impuesto predial, estableciendo altos valores de referencia a la tierra y revaluando estrepitosamente los predios para así aumentar la  recaudación. Solo falta que también se aventure aincrementar la tasa. Y todo porque añora sostener sus sueños constructivos, que le permiten negociar sobreprecios. Aparentemente, Diego ha escogido la misma senda.  Al enojo por la incontrolable violencia, originado todo en el empeño en mantener al mismo procurador ineficaz, ahora retará la furia ciudadana, que desatará el incremento de la presión fiscal. ¿Qué tal si condicionamos los aumentos a la baja substancial del crimen y la violencia? Sería lo justo.

 

Con una ingenuidad pasmosa están conformando el espacio ideal para ser derrotados por la cuatroté. Observen la ecuación política: un gobierno estatal que presiona y fustigaa los ciudadanos con altos impuestos, frente a un López Obrador, generoso (con los fondos públicos, claro) y dadivoso, que reparte dinero a manos llenas. Es obvio el resultado.

 

En tanto, indolente, el Titanic azul mantiene el rumbo frente al iceberg, se resiste a cambiar su ruta suicida. Se van a hundir. 

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LA CASA DE EVO EN MÉXICO

Carlos Arce Macías

 

Los cachorros de la Revolución no fueron especialmente austeros ni modestos. Más bien actuaron con proclividad a la exuberancia y sin recato a mostrar sus lujos en un México empobrecido y con una sociedad que mostraba aún las cicatrices de la Revolución. La revuelta que apenas terminaba en los años treinta del siglo XX, dejaba al país con una sola clase social: la depauperada, y en la cima, una camarilla de dirigentes, que al más puro estilo estaliniano, disponía a plenitud de los pocos recursos de la nación.

 

Solo así se explica el capital amasado al final de su gobierno, en 1946, por el general Manuel Ávila Camacho, quién no tuvo empacho en reproducir para sí, una residencia en el mismo estilo que la casa principal, la Miguel Alemán, del ahora museo de “Los Pinos”. Contrató al mismo arquitecto, nada más y nada menos.

 

Para su construcción escogió la hacienda de su propiedad, ubicada en el Estado de México: La Herradura, en los límites con el entonces Distrito Federal. El diseño correspondió a Manuel Giraud y la decoración del inmueble fue asesorada por Harry Bloc. Para ilustrar un poco el estilo de la casa, de acuerdo con la información presentada por el excepcional Blog Grandes Casonas de México, su amueblado y los ajuares, son el resultado de la combinación de la tradición «conservadora» con la ecléctica, en alusión al periodo Dorée del siglo XIX. Gran parte del mobiliario es estilo Louis XV y XVI y ostenta porcelanas de las célebres marcas Severés y Meissen.

 

El gran salón es extenso, 140 metros cuadrados a doble altura, en el cual sobresale un aparatoso candil de 60 bombillas, que despejan la obscuridad de la zona. Su piso esta cubierto por un gran tapete Abusson y ahí se exhiben porcelanas azules y piezas de bronce. La perspectiva desde la salida al jardín, enmarca una delicada copia, de muy buena manufactura, del Apolo de Belvedere, cuyo original se exhibe en el museo Pio-Clementino del Vaticano.

 

El majestuoso predio, también cuenta con una capilla diseñada por el famoso arquitecto Juan Sordo Madaleno, cuyo frontispicio plateresco fue labrado por Isidro Martínez Coava, como réplica de la Iglesia del Convento de San Agustín de Acolman. La idea era que allí reposaran los restos del general y su esposa, a la usanza de los Reyes  Católicos, bajo el altar mayor de la capilla. Pero están enterrados en el Panteón Francés.

 

Los caballos eran la pasión de Don Manuel. Por lo tanto, cuando se encariñó de una escultura ecuestre que adornaba una glorieta de la ciudad, se ordenó trasladarla al predio presidencial. Ahora adorna su jardín.

 

La gran mansión se terminó de construir en 1947. Manolo, así llamaba Doña Soledad Orozco a su marido, murió en 1955. De tal forma que Soledad y la soledad habitaron la casa por largos 41 años, hasta que la viuda falleció en 1996 a los 92 años de edad. Quienes hemos estado en ese lugar, pudimos constatar esa sensación de enormes espacios, todos bien mantenidos, limpios, muy lujosos, pero con un tufo a triste, solo, inhabitado, colmado de soledad en la opulencia.

 

Los recuerdos llegan al rememorar la entrada al elegante comedor, y encontrarnos con  el gran cuadro de Diego Rivera de “La Vendimia de las Flores”, que enmarca la belleza de Dolores del Río. Sencillamente espectacular y delicioso.

 

Doña Soledad, quién no procreó descendencia con el general, dispuso desde 1987 la donación de la mansión a favor del Gobierno Federal. Es un inventario compuesto por un terreno de 5 mil metros cuadrados, el conjunto residencial, 63 obras de arte y 1390 objetos, muebles y accesorios decorativos. Se trata de un lujosísimo palacete.

 

Frente al asilo concedido por México al depuesto presidente de Bolivia, sorprende la decisión asumida por el gobierno mexicano de alojar al ex presidente boliviano Evo Morales en una lujosísima residencia, en total incongruencia con la posición ideológica de nuestro ejecutivo federal y del propio ex mandatario de Bolivia. Nada más contradictorio para un personaje del Foro de Sao Paulo, que transcurrir sus días comiendo en finísimas vajillas de Limoge o Haviland, rodeado de obras de arte, cortinajes de brocado y terciopelo, caminando sobre mullidos tapetes persas, y conciliando el sueño en la recamara del presidente Ávila Camacho, de fino cedro. Sus jardines con grandes extensiones de pasto inglés, enmarcados por un gran pinar que circunda la propiedad, hará extrañar a Evo, el indígena aimara del altiplano boliviano, la aridez y lejanía de sus parajes habituales. Entre oro, arte y porcelana fina, el exilio seguirá siendo duro.

 

En 1987, Doña Soledad Orozco García de Ávila, donó su propiedad valuada entonces en 14 millones de pesos. Su función es, establece la escritura, alojar a visitantes distinguidos, en visita oficial en el país. Ahí se han hospedado 14 presidentes hasta 2007, sin embargo desde hace años no ha operado de acuerdo a la finalidad pactada con el gobierno federal. Los herederos de Doña Soledad han trabado litigios al respecto, demandando el incumplimiento gubernamental en cuanto a uso y destino del inmueble. Hoy López Obrador les pone en bandeja de plata la motivación para exigir la devolución del bien a la familia: el nuevo habitante de la egregia mansión, no se encuentra en México en “visita oficial”, sino que es repudiado por gran parte de sus coterráneos, poniendo en peligro, incluso, las relaciones diplomáticas entre nuestro país y Bolivia. Se viola flagrantemente el acuerdo de donación. 

 

Nada le sale bien a López Obrador. Coloca a Evo en la peor de las incongruencias, en la mansión de un ex presidente mexicano, que dispuso a contentillo de los caudales públicos, como muchos otros de ese período, que tanto le gusta a nuestro presidente actual. El emplazamiento asignado a Evo, es la negación de la austeridad republicana. Y finalmente, al incumplir el convenio de donación, abre la posibilidad de que el gobierno pierda un valioso inmueble. No da una.

 

LA BUFA, VERDE, VERDE,VERDE

Carlos Arce Macías

 

El presidente municipal de Guanajuato, señor Alejandro Navarro, agarra vuelo para intentar imponer sus sueños guajiros: construir un centro administrativo municipal con la mejor vista sobre La Bufa y cerros adyacentes. Ya se ve despachando en oficina de cristal, no por lo transparente de su gestión, sino para admirar la diversas facetas de las escarpadas montañas, según transcurre el día, hasta extasiarse con el disfrute del crepúsculo diario, que nos regalan a los guanajuatense los cerros circundantes. Les digo, ya se vio.

 

No obstante que el Programa Municipal de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Ecológico y Territorial(PMDUET) de la capital del estado, se encuentra en consulta pública, en donde se advierte claramente el interés de los capitalinos por preservar las montañas sureñas como zonas de preservación ecológica, nuestro aventurero alcalde, antes recio defensor de estos parajes, decide proponer cambios de uso de suelo en las áreas restringidas. Planea así, impactar el Acceso Diego Rivera, para luego, pretextando el trasiego que generen las oficinas públicas ahí instaladas, dar pie para múltiples cambios de uso de suelo, que tengan como resultado el desarrollo urbano en esa zona.

 

Los guanajuatenses de Guanajuato, no tenemos paz, desde que se construyó la Vía Diego Rivera, para comunicar la zona sureña de la capital, con La Presa de la Olla. Maldita la hora en que se realizó, con la mejor intención, esta carretera. Mejor hubiera sido no construirla. Las ambiciones de una empresa constructora, se desbordaron, la corrupción e intercambio de favores entre los miembros de un ayuntamiento de triste recuerdo, hicieron posible la intentona de cambiar el uso de suelo a diversas parcelas, para tantear establecer en ellas zonas comerciales y habitacionales.

 

Sin embargo, cuando se tomó la decisión de construir el nuevo acceso a la ciudad, el planteamiento fue congruente. Todo sucedió en Los Pinos allá por los años 2004 o 2005, en una comida con el presidente Vicente Fox, del gobernador Juan Carlos Romero Hicks, el presidente municipal Arnulfo Vázquez Nieto y José Luis Romero Hicks. Allí se definió el gran proyecto de perforar un largo túnel que desembocaría frente al edificio de la Escuela Normal, y una ancha carretera que iría desde la Glorieta Santa Fe, hasta el acceso del túnel. Cuenta José Luis Romero Hicks la sincera y explicable preocupación del presidente de la República por el impacto urbano que pudiera producir el proyecto. Ante su insistencia, las autoridades, tanto municipal como estatal, se comprometieron a garantizar que las áreas colindantes a la nueva carretera, quedaran preservadas de cualquier impacto urbano, conservando la vía como un acceso exclusivamente panorámico y escénico. Esa es parte de la razón por la que toda esa zona ha sido marcada como de preservación ecológica.

 

Y todo pintaba fenomenal. Los guanajuatenses y los visitantes, tendrían oportunidad de gozar de una vista fantástica sobre los cerros de La Mesa, La Lechuguilla, La Bufa, Los Picachos y el Hormiguero, que son parte integral del paisaje de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Bajo la tutela de buenos gobernantes, las cosas caminan bien, para todos. 

 

Pero pronto mudamos de gobernador. En 2006 llegó Juan Manuel Oliva, arribando con él, el compadrazgo a la gubernatura. La empresa constructora de la carretera, subrepticiamente había adquirido, de los antiguos propietarios de la Lotificación Granja La Bufa a precio de ganga, un área estratégica de 50 hectáreas. El cambio de uso de suelo, que se tramitaría ante el ayuntamiento presidido por el inefable Nicéforo Guerrero, lograría multiplicar el valor del terreno de forma estrepitosa; el negocio sería redondo, aparte de que se había cambiado el trazo de la carretera para que coincidiera con los terrenos adquiridos. No solo eso, el resague de los cortes de lomeríos, realizados para la construcción del camino, fueron depositados exactamente a la salida del túnel, formando un extenso terraplén, ubicado en la propiedad del voraz constructor, y que ha propiciado el azolve de la  presa de Pozuelos.

 

Habiendo adoptado Oliva, a la compañía constructora como una de las favoritas de su gobierno (quién sabe cuantas tropelías más habrán armado) , ordenó a los regidores panistas del ayuntamiento que votaran a favor del cambio de uso de suelo y apoyaran la urbanización de La Bufa, en tanto el presidente municipal, conseguía el voto de los priístas. En una Semana Santa, cuando todo mundo está distraído, se intentó el cambio de uso de suelo, aprovechando el contubernio empresarial con autoridades municipales y estatales. Esta es una prístina historia de corrupción, pensamos que el novel Sistema Anticorrupción, haría bien en documentarla y mapearla paso a paso, para ejemplo de la ciudadanía. Vale la pena.

 

Hoy, los guanajuatenses de la capital,  debemos celebrar que luego de ocho años del conflicto desatado por la intentona de cambio de uso de suelo en los cerros de La Bufa, por fin, una autoridad estatal, ha hablado duro y contundente, para poner las cosas en claro. La secretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial, María Isabel Ortíz Mantilla, ha respondido a la pretensión de Alejandro Navarro de construir sus oficinas dentro del entorno de áreas verdes. Le advierte que el trámite que deberá realizar, para cambiar la categoría del suelo, será largo y tedioso, e implica cambios a planes estatales ya aprobados. Se ve difícil que lo consiga.

 

Y es que finalmente, el estado tiene en sus manos la resolución del problema nacido de actos de corrupción, que nos atribula cada trienio a todos los capitalinos. Si el gobernador y sus funcionarios lo desean, solo deben de declarar como vía escénica la carretera Diego Rivera, prohibiendo cualquier conexión a ella, como si esta no existiera. Así de golpe, eliminarían la cauda de ambiciones y abusos desatados por la plusvalía que el conflictivo camino, otorga a terrenos que deben de continuar siendo verdes, verdes, verdes.

 

Ojalá y así se procediera. Por lo pronto va nuestro agradecimiento a la secretaria Ortíz por su animosa y contundente declaración. Hacía mucho que los guanajuatenses no nos encontrábamos con un funcionario público estatal, que saliera a la defensa de nuestros cerros y crestones. Gracias.