HARDWARE Y SOFTWARE

Carlos Arce Macías

 

Busco un buen ejemplo para explicar como funcionan los gobiernos… creo que ya lo tengo, lo encuentro en el reciente primer informe del ayuntamiento de Guanajuato Capital, y el supuesto aval a su gestión de su invitado principal, el gobernador del estado; en tanto desde la galería del auditorio, se lanzaban consignas y gritos, que aludían a la mala fama pública de su alcalde.

 

Los gobiernos, como las máquinas de cómputo, se componen de un hardware y, a veces, de un software. Las administraciones pueblerinas están construidas sobre bases analógicas, funcionan como máquinas del siglo XIX. Lo importante es la energía que se les infunde y la eficiencia mecánica con que esta se distribuye para lograr objetivos específicos. Son cacharros que actúan en derredor a sus circunstancias más cercanas, reaccionando a la problemática que les pasa frente a su nariz.

 

Estos gobiernos se dedican a tapar baches, construir obras para mejorar la circulación de vehículos o intentar construir lugares en donde aparcarlos. Con la construcción de calles, abren terrenos al mercado, dotados de una plusvalía, que mezclada con un poco de corrupción y compadrazgo, puede conducir a pingües negocios. Lo que rifa en este tipo de administraciones primitivas es la obra pública, que contrata proyectos ejecutivos y de obra, susceptibles a la corrupción, específicamente mediante el mecanismo del moche, indetectable a las auditorías.

 

Cuando los humanos continuamos con nuestro proceso de evolución, pasamos del maquinismo al trabajo más fino, eficaz y eficiente, bajo el uso del cómputo y ahora la inteligencia artificial. Gobernar se convierte en un trabajo más sofisticado, cosa que entiende muy bien un personaje como Eduardo Sojo, que primero dedica sus esfuerzos a obtener datos y líneas de tiempo, para luego poder planear y distribuir los escasos recursos existentes, en obras verdaderamente impactantes. Un caso claro de ello, se vió en el Puerto Interior de Guanajuato, su concepción y posterior desarrollo. Se trató de una obra pública concebida profesionalmente y ejecutada con precisión. Un éxito.

 

Otro caso, que terminó en un fracaso, fue la propuesta de un visionario como Ernesto Gómez, que planteó al entonces gobernador Carlos Medina Plascencia, la solución de espacio para un centro de gobierno estatal moderno, en el municipio de Guanajuato, cerca de la presa de La Purisima. Este nodo gubernamental sería el percutor de una nueva ciudad moderna y bien planificada. Intereses aviesos torpedearon el proyecto y finalmente lograron su suspensión. Resultado, la expansión urbana desordenada de Guanajuato y el conflicto por impactar los cerros de La Bufa, que pronto desatará un grave conflicto social porque el alcalde no es parte de la solución, sino del problema. Los capitalinos no fuimos capaces de echar a jalar el software y resolver la cuestión. Por eso estamos como estamos.

 

Gobernar y construir una administración de alta intensidad, requiere de software, no solo de hardware. Sin embargo gran parte de nuestra clase política todavía piensa en términos analógicos, que son rudimentarios, sobre todo cuando el poder solo se administra para obtener rentas personales. Hay que compilar información, analizarla, categorizarla y disponerla de forma inteligente, para desde allí planear las acciones de gobierno. El estado de Guanajuato lo hace desde el IMPLANEG, tiene muchos años dedicado a esta tarea. Es en parte el motivo para que haya habido importantes éxitos en materia económica y de construcción de infraestructura.

 

Pero en el caso del municipio capitalino, el análisis de sus acciones son concluyentes: carece de software. No planifica, solo piensa en procesos constructivos y reacciona frente a los más primitivos instintos, como puede ser la construcción de vías para que los autos accedan al centro de una ciudad que tiene únicamente cuatro calles. No entiende por ejemplo, que los estacionamientos deben estar localizados en los accesos primarios de la ciudad, en tanto la movilidad debe de proveerse por un sistema de transporte público urbano de última generación. Se gastaron 150 millones de pesos en un medio puente, ahora gastaran 200 en el complemento. ¿Qué hubiera podido hacerse si esa cantidad se hubiera invertido en la implementación de un sistema de transporte moderno? Falló el software y solo funcionó el hardware.

 

Lo mismo sucede en los temas de seguridad. Recapitulemos, compra de chalecos, arneses, armas y patrullas. Hardware funcionando. Olvidan el trabajo de inteligencia policiaca profunda. Hay que identificar y mapear los vértices criminales, ubicar a los delincuentes, contratar delatores, infiltrar sus organizaciones y finalmente capturarlos cuando realmente se posean las pruebas contundentes que acrediten la comisión de delitos. También el uso de sistemas de video vigilancia con reconocimiento facial en ciudades “en línea”, vigiladas por cientos de cámaras.

 

El interior de muchos gobiernos es zona muerta en materia de software. Su personal esta mal administrado, abandonado y sin mas motivación, que la sobrevivencia dentro del presupuesto público. La mejora regulatoria es un mito, construido solo para cumplir con ciertas exigencias federales, pero no hay consciencia de las regulaciones con que funciona el gobierno y que encarece la vida de sus ciudadanos, a través de trámites injustificables, innecesarios y absurdos. Solo hardware funcionando. El software requiere encenderse para prefigurar un gobierno que conoce con precisión sus funciones, el número de interactividad con sus gobernados, la calidad de su normatividad, la satisfacción de la gente con los servicios proporcionados.

 

 Guanajuato Capital, por ejemplo, solo posee hardware. Por eso extraña que el gobernador Rodríguez, califique como ejemplar a una administración pública tan rudimentaria. Preocupa que en verdad la tome como referente para el estado, porque ello marcaría el final definitivo del periodo panista para Guanajuato. Aplaudir a los malos gobernantes, echarles porras y abrazarlos, acaba siendo un pesado lastre para el que lo hace. Los malos gobernantes infectan, contagian. Diego Sinhué debe de ser más cuidadoso. Apostar por el software y ponerle neuronas a su administración. Suerte.

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SEGURIDAD IMPROBABLE

Carlos Arce Macías

 

Frente a los hechos de sangre y violencia que hemos vivido en esta última semana, como el ataque directo al personal de la Fiscalía estatal por un grupo de la delincuencia organizada, y los constantes homicidios producidos por la guerra imparable entre los cárteles que pretenden controlar el crimen en esta región, surgen cuestionamientos y reflexiones. Vamos a ellos.

 

Aunque parezca excesivo, hay que seguir repitiéndolo: no habrá seguridad pública eficiente, en tanto no se cuente, a nivel local, con una policía profesional. Y estamos muy lejos de ese objetivo. No contamos con verdaderos cuerpos policiacos, salvo quizás, los esfuerzos de León, con todas la críticas que se le puedan dirigir. El resto de los municipios del estado está en la inopia policiaca.

 

Seguidilla de preguntas.

 

¿Por qué no podemos construir buenas corporaciones de seguridad? Respuesta contundente: porque no tenemos buenos gobiernos municipales. Los malos gobiernos, están imposibilitados para crear buenas policías. Obvio.

 

¿Y por qué no tenemos buenos gobiernos locales? Pues porque los municipios, en su mayoría son gobernados bajo el sistema de gobierno-botín. Este engendro ha sido alimentado por una clase política en constante degradación, y por lo tanto, focalizada en la extracción de rentas producidas desde el ejercicio de las facultades gubernamentales y administrativas que tienen los municipios.

 

¿Podríamos abandonar el sistema de gobierno-botín? ¡Claro! Pero no será fácil. Requiere de decisión política al más alto nivel, y de una organización  ciudadana, que promueva un ambiente de intolerancia, insurgencia y rebeldía frente a todo intento de corrupción, pretendido desde el gobierno comunitario.

 

¿Pero por qué se forma el gobierno-botín? Se da por causa del rompimiento de la representación ciudadana en el seno del ayuntamiento. Regidores y síndicos, forman una camarilla hermética, dedicada a la gestión de intereses privados. Las cuestiones de interés público les son ajenas, secundarias e insubstanciales. No hay contrapesos que permitan el debate natural en un Cabildo. Nuestra clase política lleva lustros actuando en contra de los intereses de los habitantes de su vecindario. Y continúan viviendo entre nosotros sin mortificación alguna. Es una familia feliz.

 

¿Ante el negro panorama se puede reconformar la representación política de los ciudadanos en los ayuntamientos? Sí se puede, pero solo bajo una condición: llevar a cabo una reforma política que promueva una real participación de los electores en la postulación de las candidaturas, en el ámbito intrínseco de los partidos. Habría que abrir la postulación de candidatos internos, a un proceso de elecciones primarias.

 

¿Se ha advertido interés de establecer elecciones primarias obligatorias, abiertas a la ciudadanía, por el presente gobierno? No. No existe ninguna señal esperanzadora a ese respecto. Más bien se identifica una postura tendiente a conservar la partidocracia existente, que finalmente es la causante del desastre de las administraciones públicas, tanto las locales como la estatal. Seamos claros: la partidocracia liquidó a la democracia. Y Guanajuato es el reino del gobierno de camarilla y de la partidocracia más exquisita, dirigida por una sola voluntad… y no es la del actual gobernador. 

 

Así la seguridad pública, que permita una vida en paz para el pueblo de Guanajuato, está más lejana que cualquier galaxia del universo. La conclusión es lacerante y dramática: no quiere (lo pongo en singular). La apuesta es que todo siga igual. Nada importa la violencia brutal que padecemos. ¡Terrible!

FRONTERA ECOLÓGICA, PRÓXIMA BATALLA

Carlos Arce Macías

 

El estado de Guanajuato, ha tenido un crecimiento acelerado y constante durante los últimos lustros. Eso se verifica en la progresión de las áreas urbanas que conforman una red de ciudades muy dinámicas, en una zona conocida como el corredor industrial del Bajío. Allí crecen León, Silao, Irapuato, Salamanca y Celaya. Ninguna entidad federativa presenta un fenómeno similar de urbanización explosiva como la vivimos, día a día, en esta región.

 

Conceptualmente, la ciudad moderna presenta un reto especial para ser gobernada, se trata de codificar una relación diferente entre los habitantes de localidades intercomunicadas, con sistemas de movilidad y una inmensa densidad de redes de toda índole, con los personajes encargados de la gestión gubernamental. Hoy, los gobernantes no generan confianza porque se encuentran más ocupados de sus carreras políticas, que por el buen desarrollo de su comunidad.

 

Frente a este fenómeno pernicioso, en el caso de la sustentabilidad citadina, es violentada constantemente, acicateada por gobiernos dedicados al botín, y no a la procuración de una buena interrelación con el medio ambiente. Guanajuato hoy, mantiene un inmenso déficit con la ecología. Y pocos pasos se dan para paliar esta carencia, que ya perjudica a todos.

 

Siendo la ciudad un “centro de civilización”, como lo definía el urbanista y geógrafo inglés Peter Hall, desde su cátedra en el University Collage de Londres; llama la atención que la comunidad urbana no reaccione convenientemente al deterioro del entorno de nuestra red de ciudades, atapadas en el vergonzoso record de metrópolis mexicanas con la peor calidad de aire y con ríos contaminados. Un asco.

 

La creación de una Secretaría del Medio Ambiente, aún no da testimonio de sus delicadas y vitales funciones. Las presiones de la expansión industrial y urbana, continúan sin ser reguladas con efectividad, su contención se advierte cada día más distante. No hay punch ni presencia política significativa. No bascula dentro de la agenda del nuevo gobierno, y los problemas continúan acumulándose.

 

El respeto a las áreas restringidas al crecimiento urbano, sufre la desenfrenada ambición de unos pocos individuos, decididos a comprar voluntades gubernamentales, a través de cualquier medio, incluso apoyando campañas políticas. Corrupción descarada. Por eso, en esta columna, describía, la semana pasada, como se ganan las elecciones. Un estercolero.

 

¿Dónde queda pues el carácter creativo, innovativo y culto de un centro urbano? ¿No suponían los científicos sociales, que las propias ciudades irían generando las soluciones de gobierno y sustentabilidad por sí mismas? Pues parece que todo está fallando, por lo menos en Guanajuato.

 

Y en su capital (no estamos seguros que aún lo sea), inmersa en una profunda cañada, rodeada de zonas de protección ambiental y paisajística, en sincronía con su calidad de ciudad Patrimonio de la Humanidad, padecemos uno de los peores gobiernos de su historia, que ya es decir. Nuestra red de organizaciones sociales, tendrá que librar, próximamente, una batalla trascendental para garantizar una parte de la frontera ecológica del estado: el respeto a los cerros de La Bufa, Los Picachos y El Hormiguero, así como la exigencia de conformar un área natural protegida, en el corazón mismo del estado de Guanajuato. Una acción de conservación, buena para toda la región.

 

La combinación de un gobierno corrupto con un puñado de ambiciosos, decididos a urbanizar el área más significativa y preciada para los guanajuatenses, pondrá en pié de lucha, una vez más, a muchos habitantes  de la capital. Mientras el gobierno estatal, mira impasible como la convivencia se deteriora y la confrontación de ánimos se extiende por las callejuelas de la ciudad. El gobernador ni se inmuta, tampoco la secretaria del medio ambiente y menos el secretario general de gobierno, interesado apenas en su ciudad de origen: León.

 

Esperamos, por lo menos, el acompañamiento de la Universidad de Guanajuato, que teniendo una corresponsabilidad con la ciudad y siendo centro de pensamiento crítico y científico, presenta rasgos positivos como la propuesta de formar una área natural protegida, los análisis de lixiviados de un criminal tiradero de basura a cielo abierto, el impacto de los jales producidos por la industria minera y la propuesta técnica del nuevo Programa de Ordenamiento Ecológico y Territorial (POET). ¿Tendrá consciencia la universidad de su trascendente posición política en la batalla que se avecina?¿U optará por dejar sola a la ciudadanía? Ya veremos.

 

La consulta ciudadana al POET, está marcada por una estrategia del gobierno local, sincronizada con los intereses de los pretensos urbanizadores, con el objeto de permitir la devastación de los cerros, y empezar a asentar fraccionamientos y  oficinas administrativas en las faldas de La Bufa. Habrá que frenarlos. La red de organizaciones sociales, deberá reaccionar a la acechanza e impedir cualquier intento de comercializar terrenos tradicionalmente ecológicos.

 

Los guanajuatenses, si no cuentan con la UG, irán solos a esta justa, no hay temor. Con el gobernador no contamos, ni siquiera se para ya en Guanajuato, ha trasladado sus oficinas al Puerto Interior de Silao, lo que significa que su prioridad son los parques industriales, no el tema ambiental. La secretaria de Medio Ambiente, no considera que el tema requiera de su interés, quizás ni lo conoce. Le vale. En tanto el secretario de gobierno, parece haberle cedido amablemente la franquicia política de Guanajuato Capital, al patético alcalde que obscurece nuestro futuro. Lanzas en ristre.

¿CÓMO GANAR ELECCIONES SIGLO XXI?

Carlos Arce Macías

 

Así lo viví. Faltaban minutos para las dos de la tarde del dos de julio del dos mil, cuando el candidato Fox había recibido la batería de encuestas de diversos medios, que confirmaban su triunfo inobjetable. Una de sus primeras reflexiones, recuerdo, fue esta:

 

 De ahora en adelante, ningún candidato que no traiga un buen montón de votos tras de sí, podrá ganar una elección.

 

Efectivamente la primera contienda presidencial del siglo XXI, cancelaba las tradicionales trampas electorales, en donde los candidatos del partido oficial realizaban prestidigitaciones extraordinarias, para que urnas vacías, aparecieran retacadas de votos a su favor, en el momento del cómputo. En otros casos, las actas de casillas consignaban datos inconsistentes, que normalmente eran respetados, y acababan dando el triunfo al candidato tricolor.

 

Ahora, en el momento culminante de una lenta y penosa transición democrática, el pensamiento del nuevo presidente, indicaba que se acababan los triunfos sustentados en votos de mentira, fantasmas, nunca emitidos. Desde los albores de una nueva democracia para México, Vicente Fox oteaba la necesidad de obtener votos reales, verdaderamente emitidos, de cada candidato en contienda. Los electores, desde ahora contarían y serían el elemento definitorio del triunfo de cualquier postulante a puestos públicos. Nacía así el mercado de votos en nuestro país. Parecía que la democracia entraba, radiante, a nuestro terruño. Nos equivocamos.

 

Ahora, en momentos de plena democracia electoral ¿cómo se gana una elección? Encontramos dos caminos, los explicaré.

 

PRIMERA RUTA: El candidato debe de poseer una ambición desmedida, que lo convierta en una persona dispuesta a todo, con tal de salir triunfante en la contienda política. No debe de reparar en estrategias, ni recular en echar mano de cualquier forma de obtener recursos para sostener una campaña triunfadora. El fin justifica los medios.

 

Si ya se es funcionario público, cualquier método de captación de recursos es válido. Recuerden: todos lo hacen. De tal forma, que si no lo haces tú, quedaras en desventaja en la batalla y perderás.

 

No hay lugar a indecisiones. Desde el primer día en un puesto electivo, se deberá conformar una sesuda estrategia para recaudar fondos con el fin de sufragar los gastos de la siguiente campaña, aunque falten años para que esta inicie. Como buen gubernamentalista, la sabia sentencia que pontifica que: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, debe de asumirse a plenitud. Hay que garantizar, al costo que sea, mantener una posición en el gobierno, seguir extrayéndole rentas, expoliando los presupuestos públicos y recibiendo pagos extraoficiales. Esto no es para timoratos, menos para ilusos y románticos de la democracia y sus virtudes. Esto es la guerra y hay que ganarla al precio que sea.

 

Actuando con la crudeza recomendada, aumentarán las posibilidades de lograr un cargo público o bien de conservar el que se posee. Eso, es vivir en la gloria. Es la posibilidad de continuar en ascenso, de relacionarse con gente importante, que permita crecer en los negocios que se gestan a la vera de la administración pública. Porque hacer amigos, es una de la principales funciones de un político. De esa forma, no hay que olvidar que los favores se pagan, y uno no sabe cuando hay que cobrarlos.

 

El plan es siempre tener una enorme bolsa de efectivo, de dinero contante y sonante, para ser utilizada en la siguiente campaña. Hay que pagar a los “operadores electorales”, esas finísimas personas, dedicadas a identificar y liderar grupos de votantes, dispuestos a vender su voto y su alma al diablo, si es necesario. Ya “convencidos” ($), los deberán conducir a las urnas, y verificar el cumplimiento del compromiso, para de inmediato pagar la suma convenida. En recientes elecciones, cuenta la leyenda urbana, que se ha saldado, en ciertas zonas, hasta $5000 pesos por voto, en contiendas muy cerradas.

 

Fox tenía razón, ahora el voto es necesario. Lo que no se avistó entonces, es que el método más usual y práctico, sería el mercadeo del voto, por dinero. En ese resbaladizo espacio, entre las clases depauperadas, se puede, incluso, ir midiendo a los contendientes, para ver quién es el que da más ¡Que suban las apuestas! Quien más recursos invierta, porque es una inversión seria, tendrá más chance de ser el ganador.

 

Lo bueno es que el órgano regulador de las elecciones, siempre llega tarde y nunca identifica irregularidades, porque comprar el voto está prohibido por la ley ¿eh? La autoridad nunca ha podido evitar la venta de votos. La impunidad es total. Hay incluso una figura dentro de las fiscalías, denominada pomposamente “Fiscal Especializado en Delitos Electorales” (FEPADE), que nunca ha atinado a identificar, perseguir y sancionar ejemplarmente el trafique de votos, a cambio de dinero. La impunidad está garantizada.

 

SEGUNDA RUTA. Hay otra manera, inusual, exótica y muy extraña de intentar ganar elecciones. Está en desuso. Su referente son legendarias teorías que rememoran patrones democráticos, hoy en el olvido. Me refiero a algo muy asombroso: convencer a los ciudadanos de que den su voto a un candidato, para ocupar un puesto público, con base en su idoneidad. Algo insólito.

 

Se trata de conducir a los electores a convencerse, de que, quién se postula, realmente posee los atributos requeridos para desempeñar bien su función. Algo también rarísimo se evalúa: la honestidad. Se trata de una curiosa característica, referente a quién se conduce con decencia y rectitud. Explora la conducta de las personas, privilegiando las cualidades morales que estas poseen. Una verdadera extravagancia, en esta época.

 

Quien ya desempeña un puesto público, debe de ser refrendado por sus resultados. Hay que juzgar su gobierno por su orden, planeación, sujeción al marco normativo y sobre todo por el cuidado en invertir el dinero que han puesto los ciudadanos en sus manos, de forma razonable y apegada a las reglas vigentes.

 

Se invita a valorar la conducción gubernamental con base en la construcción de ciudadanía que se haya propiciado en ese gobierno, de la gobernanza y participación de la comunidad en las decisiones torales. Por su proclividad a transparentar toda su gestión y rendir cuentas; valorando una conducta sujeta a la congruencia y a parámetros austeros y de moderación, en el desempeño del cargo. Que los dineros públicos hayan sido cuidados más que los propios. Que se haya gobernado sin mentir, siempre hablando con la verdad.

 

Como pueden constatar, se trata de una forma de intentar elegir un futuro gobernante por demás ingenua  y naif, propia de románticos. Es un método poco práctico, farragoso, lento e inseguro. Por eso, ha quedado prácticamente descontinuado en México. Se prefiere ser prácticos y corruptos. Ese es, hasta ahora, nuestro negro porvenir.