Carlos Arce Macías
En el capítulo anterior: Antes de las vacaciones, escribí un editorial titulado “Urbanismo Negro”, en el que relataba la conferencia del doctor Manuel Castells sobre su próximo libro “La Corrupción del Estado en América Latina”. En el identifica las fuentes que producen corrupción y destaca, entre otras, la explosión urbana y el crecimiento de las ciudades. Con claridad expone como desde los instrumentos de planeación y regulación urbana, se genera gran parte de la corrupción que nos envicia.
El artículo lo construí complementándolo con el ejemplo de la problemática urbana de Guanajuato Capital, en donde la voracidad comercial, por desarrollar áreas que deberían ser respetadas como preservación ecológica, y la degradación de las últimas administraciones municipales, capturadas por los magnates locales, mantienen en vilo a las organizaciones de la sociedad civil, listos para reaccionar políticamente. Entonces prometimos que en esta pieza editorial, compartiríamos la forma en como la tecnología puede ayudar a controlar el grave deterioro de la función pública y frenar la corrupción dentro del gobierno, para permitir la generación de bien común. Aquí va.
Nueva tecnología: En 1969 el hombre llegó a la luna. A raíz de la exploración espacial se desarrollaron un serie de adelantos tecnológicos que hoy son parte de nuestra vida diaria. Entre estos avances se encuentrala capacidad de cómputo automatizado y las telecomunicaciones inalámbricas.
Con el paso de los años, fuimos testigos de cómo las tecnologías evolucionaron, substituyendo edificios enteros destinados a equipo computacional, por pequeñas máquinas personales capaces de almacenar, en solo una parte de su memoria, toda la programación de una misión espacial. Al mismo tiempo, se expandió el uso de la comunicación celular, evolucionando de grandes aparatos del tamaño de un ladrillo, a pequeños artefactos que caben en la palma de la mano, y desde los cuales operamos una red sofisticada de redes sociales. El culmen ha sido la integración del cómputo con la transmisión de datos, en un aditamento denominado Smartphone o teléfono inteligente. Con eso, el mundo ha cambiado radicalmente.
Lo más curioso es que mientras la civilización avanza a pasos agigantados, en estos lares, continuamos uncidos a viejos modelos que pueden ser superados tecnológicamente de tajo. Uno de ellos es el control de la regulación (normas y disposiciones que operan sobre los ciudadanos) a través de la política pública de Mejora Regulatoria. Allí se encuentra una clave, muy importante, para empezar a disolver las prácticas de corrupción que tanto nos dañan, y que mantienen postrados a nuestros gobiernos locales.
Los trámites para lograr permisos y licencias que deberían democratizar la generación de negocios para todos, en pueblos y ciudades, han sido privilegio de unos cuantos. El trámite es la manija que abre y cierra mercados, entre otros el del desarrollo urbano. Mientras menos burros, más olotes, reza el refrán. Así operan los mercados y se controlan las ganancias. Mientras menos desarrolladores urbanos y constructores, se concentra más el ingreso y la fuerza en unas cuantas empresas. En Guanajuato por ejemplo, desde hace 30 años solo existen tres corporaciones capaces de construir obras importantes de infraestructura ¡Inusitado! Eso corrobora el esquema perverso que denuncia el sociólogo Manuel Castells en su nuevo estudio.
Consideramos que ha llegado el día de cortar de tajo la competencia desleal, a fin de que los mercados se abran y el desarrollo de las ciudades se ciña a los intereses comunes y se respete estrictamente la planeación urbana y sus medidas de protección ambiental, por el bien de todos y el futuro de nuestras comunidades.
Esto se puede hacer desde la introducción de nuevas plataformas para gestionar trámites, que se han desarrollado a partir, no de distribución de flujos de trabajo (BPM), sino de generación de células de información. Hasta ahora, las administraciones públicas se sentían cómodas, operando a través de los ya vetustos sistemas en los que el funcionario seguía habilitado para tomar decisiones y definir el resultado de los procesos a voluntad, caldo de cultivo para la corrupción.
El nuevo salto tecnológico, consiste en la introducción de un nuevo método de operación a través del proceso de gestión del conocimiento, denominado en inglés “Case Based Reasoning” (CBR), que sustituye a los añejos BPM‘s, basados en administración de flujos de trabajo.
La adopción de estos cambios, hace toda la diferencia. El nuevo sistema se basa en establecer un diálogo hombre-máquina, emulando al funcionario, y por sí resuelve todos los problemas que un trámite puede presentar. También cuenta con capacidad para formular automáticamente los oficios correspondientes, debidamente motivados y fundamentados legalmente. Así la participación del funcionario se reduce significativamente. Su espacio de discrecionalidad se acota, y con ello las posibilidades de corrupción. Más allá, los nuevos sistemas comprenden la capacidad de aprender, por medio del proceso de “machine learning”; esto es, que el sistema va aprendiendo de los casos que se le van sometiendo para ser tramitados, convirtiéndose en el funcionario más experto en el proceso que realiza. De plano, la inteligencia artificial, llegó a la administraciónpública. Lo de hoy es comunicarse con un robot, que administra y resuelve la petición, conforme a Derecho. No es ciencia ficción, es ya operación habitual en muchas administraciones locales en diferentes partes del mundo.
Con estos avances nos sumergimos en una nueva era política: la ciudadanía digital, mediante la cual, podremos resolver casi cualquier trámite, vía nuestros dispositivos celulares. ¿Qué necesidad tenemos de acudir a oficinas públicas a hacer colas, gastando tiempo, dinero y esfuerzo? Ninguna. En países como Estonia, solo tres trámites, requieren de presencia física: matrimonio, divorcio y compra-venta de inmuebles.
La buena noticia: Estos nuevos sistemas que anticipan el futuro, están al alcance de nuestra mano. De hecho, el municipio de León, único en el estado, los adquirió desde hace varios años. Solo falta sacarles provecho, para ponerse a la vanguardia, en la competencia para lograr ser la administración más eficiente de México, consiguiendo controlar la corrupción, siempre presente en las administraciones gubernamentales, pero también multiplicando su eficiencia y mejorando su recaudación.
Conclusión: Si bien el hombre pudo llegar a la luna, nosotros aún no hemos podido resolver en nuestro entorno más próximo, el problema de tramitología y corrupción. El área más frágil del gobierno municipal es la de Desarrollo Urbano. Las nuevas tecnologías son el antídoto para el control de la corrupción y el logro de la eficiencia gubernamental. Se abre la puerta a la ciudadanía digital, la interacción entre ciudadano y gobierno se debe hacer mediante teléfonos inteligentes. Los novedosísimos sistemas ya fueron adquiridos y pueden operar a plenitud en muy breve tiempo. Ya estamos en condiciones de hablar con el robot. Este es el instrumento más potente para garantizar el imperio del bien común, sobre los intereses particulares. ¿Qué esperan entonces?