Carlos Arce Macías
Durante la campaña hacia la presidencia de Acción Nacional de Manuel Gómez Morín, nos hemos percatado, a través de los recorridos por diversos estados y visitas a distintos grupos panistas, cómo se ha ido socializando y esparcido entre muchos militantes, la idea de que la función del diputado consiste en “bajar recursos”, hacer puentes, carreteras, repartir tinacos, láminas y cemento.
El PAN, tiene como objetivo primigenio educar a los ciudadanos, para que estos comprendan a cabalidad la forma en que opera el entramado institucional que nos permita tener una sociedad libre y bien gobernada. Y esto no es fácil, porque se requiere de un proceso de concientización en la sociedad, que privilegie las virtudes cívicas, erradique los impulsos hacia las perversiones y obligue a sus políticos a cumplir, cabalmente, las funciones que tienen encomendadas por mandato constitucional.
Una de ellas, trascendental para que la república funcione, es la función legislativa. Es el coto a los excesos que puedan aparecer en el comportamiento de los ejecutivos. Un gobernante extremadamente poderoso, que concentre demasiadas atribuciones políticas, que le permitan excederse en el ejercicio de sus funciones, es un peligro para los ciudadanos. Por eso sus representantes, los diputados, deben intervenir y evitar los abusos que se intenten perpetrar. Un ejemplo es el reciente y torpe proceso de ratificación del actual procurador guanajuatense, al que se le intenta mantener en el cargo, por mas tiempo, incluso, que a los ministros de la Suprema Corte. El motivo, escandaloso: porque así le acomoda al ex gobernador que designó al actual ejecutivo. Un obsceno pago de favores. Como vamos por acá, en el Bajío, al estilo del emperador Calígula, nuestro gobernante en turno podría nombrar cónsul a su caballo, y el Congreso no respingaría.
¿Entienden como en la política todo se debe concatenar para que el funcionamiento del Estado de Derecho sea el adecuado? ¿Por qué resulta tan importante un sistema de partidos probo que postule buenos diputados? Pues porque la república es frágil y resulta sencillo descarrilarla, alterar el rumbo del gobierno y trastornar una vida pública saludable.
Y es que tristemente, en este caso, los diputados renunciaron a su atribución de ponerle límites al gobernador descarriado. Las diputadas, ¡que triste estreno!, permitieron, sin chistar, la lectura de un tramposo escrito turnado desde el gobierno estatal. Todos, incluida la oposición, se hicieron de la vista gorda, obviaron sus responsabilidades, y dieron por procedente una ratificación envenenada que acabará con la mayoría que hoy controla el poder legislativo. Renunciaron a controlar la sinrazón del gobernante, que es una de sus funciones primordiales para establecer un real equilibrio entre poderes.
Lamentablemente, la escuela de ciudadanía ha fallado. El panismo dejó de trabajar desde hace años con los ciudadanos, para enseñarles cual es la causa que deben perseguir los diputados; en que consiste su trabajo de legislar, autorizar el proyecto de gastos del Ejecutivo, evaluarlo y controlarlo, y ser el contrapeso político de los excesos del “Señor Presidente-Gobernador”. Pero se ha constatado que esta labor ya no se realiza, y no solo eso, sino que ha sido sustituida por prolongadas campañas de desinformación, en las que los candidatos a diputados, lo que promueven son sus sospechosos afanes para negociar fondos en el Congreso, bajar recursos para sus distritos y municipios, olvidándose de todo lo demás.
Allí se encuentra la génesis de los famosos moches. Los norteamericanos han bautizado este fenómeno como “barril de puercos” (pork barrel). Y el problema es que la ilegalidad no solo quedó en una turbia historia de gestión de varios diputados panistas de la LXII Legislatura federal, entrenados por Manlio Fabio Beltrones, sino que, pasmosamente, el PAN convirtió en política normal, la gestión individual de recursos para sus diputados. La simiente de una enorme y extensa red de corrupción política, quedó sembrada y floreció como amapola en la sierra de Guerrero. Bolsillos repletos, mientras la República se desmorona.
Manuel Gómez Morín ha planteado, que al triunfar, propondrá la prohibición a la gestoría individual de recursos a todos los diputados panistas, ante sus congresos y en la Cámara de Diputados federal. El PAN no debe seguir tolerando el deterioro ético al que ha conducido esta maleada práctica. En sus visitas por el país, los panistas de viejo cuño, han comentado abundantemente las tropelías que llevan a cabo muchos malos legisladores, con las bolsas de recursos que se asignan. Bastantes diputados, por ejemplo, son dueños, accionistas o poseedores a trasmano de empresas constructoras. Negocio redondo.
De esta manera, el poder legislativo ha degenerado en un espacio de actividades mercantiles, muy alejadas de las funciones que la Constitución impone a los diputados. Una parte importante del mercado de la obra pública se decide entre los legisladores y una socarrona Secretaría de Hacienda Federal o estatal. La ecuación es nítida: bajo recursos, visito alcaldes, acordamos la ejecución de obras, mando a mi constructora o recibo moches. Siempre ganan mientras se corrompen alegremente.
No por nada, vemos como los precandidatos a alguna diputación, se destazan por acceder a una posición legislativa. Nadie está interesado en hacer leyes, checar gastos o ponerle un alto al ejecutivo, van por el dinero. Así de triste.
El grupo parlamentario de Acción Nacional en la LXIII Legislatura Federal, coordinado por Marko Cortés, recibió 650 millones de pesos durante su encargo, proveniente de un nuevo fondo, nunca antes utilizado, llamado “subvenciones”. Nunca se le rindió cuentas a la bancada, la transparencia campeó por su ausencia. Las posibilidades de meter la mano al cajón, estuvieron abiertas, ante la expectante mirada de la subcoordinadora del grupo parlamentario, y encargada de transparencia: Cecilia Romero. Ahora podemos explicarnos de dónde saca tanto dinero Marko para su campaña. Él, el diputado Cortés, es el prototipo de la nueva camada de diputados panistas. Van de escándalo en escándalo.
En fin. El PAN ha permitido que se pierda la dignidad legislativa. De brillantes tribunos como Miguel Estada Iturbide acabamos en acumuladores de moches y alcancías para la reelección. Una cuestión trascendente en estos momentos obscuros para la democracia mexicana: ¿qué diputado panista subirá a tribuna a encarar a los fanáticos de López Obrador? Con la cola larga, será difícil, pero con la lengua corta y el cerebro dedicado a la contabilidad de utilidades, será imposible. Han convertido a un gran partido, que supo ejecutar con brillantez el debate en tribuna para fraguar una digna oposición, en una contrecha formación política. No son diputados, son comerciantes de obra pública y promotores del soborno, son una vergüenza.
P.D. Ahórrense el reclamo, desde ahora pido disculpas por la generalización que pueda agraviarlos, a aquellos, y solo a aquellos diputados, que con sus acciones y hechos, han constatado el apego a su verdadera función constitucional. Solo a esos.
@carce55
Totalmente de acuerdo, Carlos. Lo mejor que le puede pasar al PAN es que se renueve desde el origen con Manuel Gomez Morin a la cabeza. saludos desde Culiacán, Sinaloa.
As es, amigo ,la triste realidad de lo que paso y sigue pasando en el partido del pan,abrazo y saludos
Interesante muy interesante