Carlos Arce Macías
El 6 de noviembre de 2016 publiqué mi columna dominical que titulé : “PAN: la clave está en los Moches”. En ella concluía: “Solo si el PAN investiga satisfactoriamente el caso y ofrece a la ciudadanía y a la Procuraduría los datos de sus investigaciones internas, para que los culpables sean indiciados; este instituto político podrá plantear a los mexicanos la conveniencia de darle su voto para que regrese a Los Pinos. La próxima elección presidencial basculará sobre la decisión de partidos y candidatos para combatir la corrupción. ¿Se atreverá el PAN?”.
Pues ya vimos que no. El PAN no solo no investigó, sino que uno de los principales operadores de la red de los moches, resultó auto asignado como su candidato presidencial. ¿Por qué no se investigó? La respuesta institucional será que no hubo denuncia alguna. Esto es que todo mundo tuvo conocimiento de los moches pedidos a los alcaldes por “bajarles” presupuesto de obras públicas, menos Acción Nacional. Pero la verdad es que una investigación habría tocado a gran cantidad de alcaldes y a la dirigencia del grupo parlamentario de los diputados, enlodando al propio Ricardo Anaya.
El PAN ha sufrido un deterioro paulatino de su vida interna, que lo ha llevado al peor desempeño electoral de los últimos tiempos. Lo más grave es la pérdida de confianza que la ciudadanía tiene en él. Y no faltan razones, el desánimo del ciudadano ante un partido infestado por la corrupción, solo suscita una respuesta: negarle el voto.
En lo interno la estrategia para cubrir a los corruptos, fue indignante: fingir que no pasó nada. Nadie se dio cuenta que la LXII Legislatura de diputados, de triste memoria, fue capturada fácilmente por Manlio Fabio Beltrones. Aprovechando la falta de templanza de Luis Alberto Villarreal, líder del PAN, se trocó la sobriedad y seriedad que se requería para asumirse como oposición frente a Peña Nieto, para convertirse, solamente, en el ridículo patiño del pastor priísta. Basta revisar las fotos de la época para darse cuenta de quién controlaba a la bancada del PAN: Manlio. El turbio político sonorense, terminó compartiendo sus constructoras con los panistas para hacer la obra pública que pactaban con los alcaldes guanajuatenses, como lo descubrió el periódico AM, en un interesante reportaje de investigación en ese año. ¡Vergonzoso!
Lo que ahora se sabe es que muchos diputados recibieron “favores” muy suculentos de parte del Ejecutivo Federal, por su disposición para signar el famoso “Pacto por México”. No generalizo, en todas las bancadas hubo representantes honestos cuya honradez es indiscutible. Pero un buen grupo, entre ellos los dirigentes azules, se vieron, de pronto, cargados de dinero, listo para distribuirlo entre sus incondicionales. No había frenos, sobre todo institucionales. En otro tiempo, un escándalo de esa magnitud, habría terminado en una denuncia ante los órganos internos del partido. En cualquier reunión del Consejo Nacional, hubiera ardido Troya, la indignación por la conducta de muchos diputados, hubiera sido castigada y el coordinador parlamentario y su equipo removido. No sería tolerable, poner la probidad panista en entredicho.
Pero en lugar del grito estridente, en el seno de Acción Nacional, solo hubo una reacción: silencio. Unas cuantas voces denunciaron el mal uso de recursos del propio grupo parlamentario, del cual se extrajeron 20 millones de pesos para la campaña de Anaya a la presidencial nacional. Las diputadas Raquel Jiménez y Concepción Ramírez denunciaron el hecho, pero sus reclamos fueron gritos en el desierto panista. Así llego el grupo más corrupto del que haya habido memoria en el PAN, a dirigirlo y a apoderarse de la candidatura a la presidencia de la República. Nadie los iba a poder parar.
Muchos pensamos que la pesadilla terminaría con el derrumbe del PAN en las elecciones presidenciales. Que por fin, ante la derrota y el fracaso, podríamos empezar, desde una nueva dirigencia, renovada y diferente, a rescatar los restos del partido. Pero seguimos de sorpresa en sorpresa. A diferencia de cualquier equipo partidista que es derrotado contundentemente en una elección, los actuales dirigentes ni se inmutan y decide continuar al timón del partido blanquiazul contra toda lógica. Para ello pactan con un grupo de gobernadores, en los que sobresalen algunos de pura cepa priístas como Moreno Valle, Carlos Joaquín y José Rosas Aispuru y un selecto grupo del Yunque, que posiciona a un incómodo Héctor Larios (vean su rostro en las fotografías) como candidato a secretario general.
Los panistas, los cuales pensamos que el rescate del partido se antepone a cualquier prioridad, con el fin de construir una verdadera oposición al nuevo régimen definido en la elección de julio, decidimos, encabezados por Manuel Gómez Morín, nieto del fundador del partido, iniciar una campaña entre los militantes, para arrebatarles, a este agrupamiento de políticos prianistas, lo que nos pertenece: el PAN, el verdadero PAN.
La tarea no es sencilla, pero tampoco imposible. La contrahechura de Acción Nacional que pretenden sostener, no sirve más que a su impresentable dirigencia. No le sirve tampoco a los ciudadanos, porque para construir una verdadera oposición, hay un requerimiento: no tener cola. La debilidad de la planilla de Marko Cortés es esa. Su historia política está manchada por los moches, por el pacto de impunidad que sobre la corrupción, en el seno de los grupos parlamentarios han engendrado estos dirigentes. Óiganlo bien, sin probidad y rectitud en su carrera política, no hay posibilidad alguna de enfrentar con éxito al gobierno de López Obrador.
Seamos claros, lo que pretende esta nuevo cartel directivo, es negociar mendrugos presupuestarios para ellos y sus gobernadores patrocinantes, mientras que a México le urge una verdadera oposición, capaz de encarar, sin el lastre de la corrupción, el duro reto político que hay que enfrentar con convicción y valentía.
Concluyo. No se requiere poseer dotes adivinatorias para otear el futuro. Un simple análisis lógico, permite concluir, como en el caso de los moches y la corrupción interna, que la vida funcional del PAN terminará, si no hay un golpe de timón el próximo 11 de noviembre con la elección de una nueva dirigencia, basada en ideales y valores. Un PAN sin Gómez Morín no sirve, es un pato al agua.
@carce55
Buen artículo Carlos .Conocedor del partido que muchos apoyamos y que hoy reflexionamos sobre suvfuturo frente a una realidad donde como oposición los principios y valores del PAN deben reflejarse y ser la base de la nueva directiva.
Es verdad, tiene usd toda la razón, está generación de líderes del pan es de lo peor. Tengo más de 30 años siendo fiel al pan y jamás había visto un robo de candidatura como la que hizo Anaya. Hay que levantar al pan fuera Anaya