Carlos Arce Macías
Una de las previsiones que debe medir muy bien un político avezado, es su capital político, que le permita mantenerse en su encargo. Para conseguirlo, conviene ser ahorrador, no manirroto, para evitar malas experiencias. La política es una actividad desgastante. Luego de ganar una elección, difícilmente se incrementará la confianza y satisfacción por el desempeños de las funciones encomendadas. No sin razón, alguien afirmaba que gobernar es el arte de decepcionar.
Vean el caso de Sonora, donde Claudia Pavlovich resultó triunfadora en 2015, venciendo al candidato panista que era el favorito. Su campaña fue un éxito rotundo… que duró poco. Hoy se encuentra avasallada por Morena. El partido de López Obrador controla todo el estado del noroeste. Perdió los municipios más importantes comenzando por Hermosillo, la capital. En el Congreso estatal, Morena ubicó 22 diputados de 33 posibles, mientras que el PAN obtuvo solo 3 y el PRI 4. Bastó muy poco tiempo para sufrir un derrumbe generalizado de su opción política. El ejemplo resulta un buen referente de cómo, en poco tiempo, los ciudadanos pueden mutar sus preferencias electorales.
En el caso de Guanajuato, el próximo gobernador panista, debe de jugar con mucha inteligencia sus fichas. Sus nombramientos deben de responder a las enormes expectativas que se ventilan sobre su gestión. Cada designación acertada otorgará puntajes positivos, en tanto que una mala postulación, tendrá un costo muy alto.
En este sentido, existe un tema fundamental en donde Diego Sinuhé se jugará una gran porción de su capital político: el nombramiento del nuevo fiscal. Con la pesada carga de un estado acosado por el crimen organizado, disputado por diversos cárteles, paraíso del robo a ductos de PEMEX y con una prolija estructura para el lavado de dinero, convierten la postulación del procurador, en el centro de atención y tensión, de todo el gabinete. En caso de optar por la continuidad, es posible que Diego gaste totalmente el capital político que posee. Seríamos testigos de un harakiri político de dimensiones espectaculares. ¿Por qué? Sencillo, por ir en contra del sentido común. No existe mérito alguno, de un funcionario cuyas cuentas están teñidas de sangre y que tropieza con fosas repletas de cadáveres, para aspirar a repetir en el cargo por 9 años más.
De iniciar su gobierno bajo la pesada carga del mismo procurador, los escasos recursos con que contará el nuevo gobernante, lo ubicarán al filo del abismo. Cada trimestre en el cual la criminalidad no disminuya, será un agobiante lastre para el gobierno panista. Difícilmente sortearía la complicada aduana electoral que se plantea en 2021, con un López Obrador de nuevo en campaña, bajo el pretexto del referéndum al que sujetará su gobierno. ¡Idea genial! Acotado por los recortes presupuestarios que se vislumbran, con un estado sumido en la violencia y frente a un equipo retador mejor organizado y apoyado desde la presidencia de la República, el Congreso y los principales municipios estarán fuertemente amenazados por Morena. El efecto Pavlovich sería una realidad. El resultado de la derrota electoral será la inmersión de Diego en el limbo político, inhabilitado por haber perdido todo su capital político en la primer jugada importante. Dramático.
Así las cosas no queda más que administrar las fichas correctamente, arriesgando lo mínimo posible. La designación de un fiscal “no carnal”, y una procuraduría apoyada presupuestariamente, enviaría señales positivas, al comprobarse que se trata de un nuevo esfuerzo persecutorio, diferente al del sexenio anterior, que resultó ineficaz. También abonaría un mensaje nítido a la burocracia estatal, de que las reglas del juego han cambiado, y una fiscalía autónoma será un doberman que estará atento y olfateando cualquier intento de expolio de los presupuestos públicos.
La misma prescripción aplica al nuevo ayuntamiento que gobernará Guanajuato Capital, que inicia con el pié izquierdo, involucrándose en el conflicto de intereses producto de la relación entre miembros del ayuntamiento entrante y el saliente. Esa será la acechanza continua de un cabildo configurado a modo, para mantener bajo la custodia de un grupo político, el gobierno local.
Sin mediar rechazo público a la conformación de un nuevo gobierno-botín, prescindiendo de la autentica ciudadanización del IMPLAN, sin un Plan de Ordenamiento Ecológico y Territorial socializado, sin plan profesional de Movilidad; los haberes políticos del nuevo cabildo también serán escasos y no bastarán para llegar a la otra orilla. Naufragarán.
Por eso, extendemos receta, a los nuevos gobernantes, caligrafiada con pulso firme: usen bien su exiguo capital político. Absténganse de hacer negocios desde los puestos públicos. No acepten ni pidan moches. Sean sobrios y no ardan en la hoguera de las vanidades. La ciudadanía guanajuatense ya agotó su paciencia. ¡Entiéndanlo!
@carce55
Y esto aplica para todos los gobiernos de todos los partidos. Esperemos que en León se responda de manera adecuada a la «segunda oportunidad» que se le da a HLS. Será interesante ver el tema del City Manager, que en realidad haga la función de Gerente Municipal, y que no solo sea un despacho más.