Carlos Arce Macías
No debe de ser carnicería, ni leña del árbol caído, tampoco canibalismo político. Se trata de actuar con inteligencia, prudencia y buena fe, a fin de reconstruir una institución fundamental para la democracia mexicana.
Pero la iniciativa debe de proceder, para evitar confrontaciones estériles, de la propia dirigencia nacional. En estos días, deberían estar anunciando sus renuncias, tranquilos, sin pasmo, sabiendo que ganar o perder es parte del juego electoral. En esta ocasión tocó perder… y por mucho. Una situación así es insostenible para cualquier comité ejecutivo de un partido.
Si por iniciativa propia, la actual directiva renunciara a sus posiciones, cancelaría un espacio de confrontación, casi letal para la organización partidista. Ayudaría a restañar profundas fracturas internas que solo agudizarían, de no hacerlo, el encono reinante. Se trata de testimoniar generosidad y evitar un cisma.
La política tiene la virtud de que siempre presenta nuevas oportunidades. Lesiona y hiere, pero no mata. Es tiempo de puentes de plata y no de guillotinas. Pero la iniciativa queda exclusivamente en manos de la actual dirigencia partidaria.
Hay un dato dramático y revelador: el centro derecha de la política mexicana, fue devastado en esta elección, consiguió solo el 18% de los votos bajo la bandera del PAN. Es la peor derrota de la historia moderna de Acción Nacional. Ese solo número, ese ominoso porcentaje, no posibilita la permanencia del actual grupo, en sus cargos directivos.
A diferencia de otras actividades humanas, la política evidencia su desempeño de forma muy clara y contundente: ganar o perder elecciones. No todas las derrotas requieren cambios, pero las debacles electorales, tras divisiones internas, separaciones dolorosas y expulsiones apresuradas, sí.
Ahora toca actuar con sensatez, pactando un recambio sin venganzas. Debe haber templanza y sosiego de parte de los muchos agraviados, como también de los dirigentes derrotados. Despedida silenciosa pero sin más arañazos y querellas. A todos nos conviene.
Coincido en que deben renunciar, sin embargo, las primeras señales indican que lejos de ello, pretenden mantenerse en el poder y el propio Ricardo Anaya, al parecer, desea retornar a la presidencia del CEN.
De acuerdo, Carlos, y yo completaria la propuesta de hacer el análisis de como estamos viviendo nuestros principios de doctrina, tanto al interior como en los lugares donde somos gobierno. La propuesta sería de analizar como hacer el bien común en este tiempo y circunstancias. La solidaridad, hasta dónde entendemos como ser solidarios con los que tienen menos y hasta dónde vivimos la subsidiaridad como gobierno. Y por último hasta donde respetamos la dignidad de las personas independientemente si piensan diferente a nosotros. Gracias