LA OTRA OPCIÓN

Carlos Arce Macías

El problema que enfrenta el sistema de partidos mexicano, es crítico. El descrédito de los partidos resulta monumental. Recobrar la confianza en alguno, puede resultar un trabajo hercúleo, dificilísimo de lograr. Pongo el ejemplo de Acción Nacional, narrando mi plática con una joven profesionista.

– ¿Cómo quieren que los jóvenes confiemos en el PAN? ¿Van a correr a todos los corruptos que se les metieron?

– Bueno –intento contestar- hay que llevar a cabo procedimientos de expulsión, cumplir el formato estatutario, resolver en el marco formal, solventar los recursos que se interpongan, decretar la expulsión, lograr la ratificación de esta, ante el Tribunal Electoral en un juicio de protección de derechos político electorales. Solo así.

La joven me mira con sorna.

-¿Es neta? ¿Tú crees que así van a lograr convencer a alguien que vuelva a creer en ustedes?

-Bueno, es la única forma legal de hacerlo. Es el Estado de Derecho…

-¡Jajajaja! ¿De verdad consideran tus compañeros de partido que así lograran refundar su organización? No vamos a perder el tiempo con eso, ni a esperarlos. Quién proponga cosas audaces, imaginativas e interesantes, captará nuestro interés y ganas de participar en algo bueno. Aparte al PAN solo le interesa administrar la vida de los ciudadanos de la cintura hacia abajo. ¡Que flojera!

Ahora paso a la charla con un joven milenial.

-De verdad –me comenta-, son bien aburridos. Sus discursos no dicen nada para nosotros, no conectan.

-No entiendo –interrumpo-, ¿qué es lo que les atrae?

-Es que hay que fijarse en nuestros intereses. Nos importa vivir nuestra vida, sin tanta joda del gobierno. Nos preocupa el planeta, la ecología. Que conserven los árboles, el medio ambiente, que respeten a la gente, sus costumbres ancestrales. Que las personas vivan lo mejor que se pueda. El mundo digital, estar conectados. Que eviten el uso del papel, que no nos obliguen a ir a las oficinas a aburrirnos y perder el tiempo. Un buen sistema de transporte público que no contamine, que las áreas urbanas tengan pulmones verdes. El ordenamiento ecológico y territorial, que sea respetado y que no agandallen los privilegiados de siempre, entre ellos los políticos. Que las cosas sean fáciles y no difíciles. Que nos den tiempo para nosotros. Para vivir pues.

Recapacito. ¿Dónde diablos estamos parados en los últimos días de julio del 2018, mientras la canícula nos cae encima? ¿Estamos procesando correctamente el cambio que se nos ha venido encima? ¿Qué quieren los ciudadanos de los políticos? Intento ordenar las ideas.

Una gran parte del electorado, desprecia profundamente a los políticos de cualquier filiación. No les son simpáticos. Los medios digitales, las miríadas de información, hacen que queden al desnudo todas las corruptelas que desde sus curules y escritorios, se diseñan para extraer recursos ilegales de los presupuestos públicos.

Pero también identifico, que los postulados clásicos les son ajenos. Democracia, república, constitucionalismo, Estado de Derecho, no les comunican nada. Probablemente se deba a que han oído tantos discursos repetitivos, que finalmente terminan en la construcción de una nueva farsa, que terminan devaluando los conceptos torales de la civilización, a punta de incumplimientos, dolo, desidia y aburrimiento.

Se requiere una nueva narrativa, potente e interesante para las generaciones que piensan en el futuro. Planteamientos congruentes, verbalizados de forma diferente, con un léxico que logre conectar con estas nuevas audiencias. A estas, las imágenes les dicen más que las palabras. Ese es uno de los problemas para entablar comunicación con ellos. La escaza capacidad de conceptualización, el trabajo mental que se requiere para procesar ideas, expresadas en textos o palabras. La posibilidad de entender sin ver, sin necesitar una imagen, usando el poder descriptivo del lenguaje. La ausencia de lectura y, en su caso, la comprensión de lo que se lee, aún cuando no se trate de textos complejos, complica muchísimo la comunicación. Nada que tarde más de dos o tres minutos, es digerible.

Pero por otro lado, los jóvenes presentan un listado de realidades, su realidad, que buscan respuesta. Entender que el dominio del sapiens sobre todo el planeta, ha creado una situación límite que pone en peligro a la especie, tiene mucho sentido. Así todos los temas medioambientales, desde el problema de uso de energías fósiles, la utilización de plásticos, la contaminación del agua, el deterioro de los suelos, la expansión irracional de las áreas urbanas, el consumo de bienes, cobran relevancia para ellos.

En tanto, en México, ni siquiera estamos acostumbrados a pensar en términos de ciudades. Seguimos uncidos a divisiones políticas anacrónicas, de realidades del siglo XIX como el municipio y la entidad estatal. Los sistemas de ciudades, la humanidad moviéndose dentro de ellas, los requerimientos de eficacia y eficiencia de estos sofisticados entornos, no los asumimos como temas prioritarios. La vivienda, como la hemos desarrollado, es un mecanismo de producción de lumpen imparable, que expulsa a las personas a las calles, desintegra a las familias, propiciando el pandillerismo y la violencia.

Los signos que debe producir una entidad política actualizada, de avanzada, sincronizada con el siglo XXI y en armonía con su entorna son diferentes. Control del gobierno desde la sociedad. Liberación de las ataduras al estatus imperante. Maximización de libertades ciudadanas. Respeto a las formas en que las personas deseen relacionarse entre sí. Alfabetismo digital, comunicación total. Nuevos temas.

La otra opción, al final, es dejar el inservible cascarón de una organización maltrecha, colonizada por zafios, maleantes o insensatos, incapaces de comprender los nuevos tiempos. Iniciar un nuevo camino, bajo una convocatoria abierta a consolidar una organización basada en la comunicación digital, la cual permite un intenso dialogo comunitario. Algo que tenga más sentido y futuro, que el vetusto andamiaje partidista tan corrompido y despreciado por los actuales electores.

@carce55

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LA ISLA AZUL

Carlos Arce Macías

Abruptamente, el estado de Guanajuato ha cambiado su condición política, de ser una entidad de tierra adentro, sin costas, situada en el mero centro del país,  se ha transformado en una ínsula, rodeada de un mar bermejo. La jornada electoral de hace tres semanas inundó territorios vecinos, circundando por todas partes a Guanajuato. Ahora queda esta nueva isla azul, sola y a la deriva, en busca de su destino.

Los señalamientos por el reciente resultado electoral no se han hecho esperar. Súbitamente los mexicanos han decidido entregar casi todo el poder a un solo personaje: Andrés Manuel López Obrador. Con varios gobiernos estatales, control legislativo sobre muchos estados y mayorías sólidas en el Congreso Federal, posee todos los instrumentos para hacer lo que le venga en gana.

La isla azul, frente a tales hechos, enfrenta una paradoja. En la reciente conformación de su gobierno, los guanajuatenses, le entregaron al panista Diego Sinhué Rodriguez, condiciones similares a las de López Obrador, para gobernar el estado. Sinhué controlará todo: la mayoría de los municipios, entre ellos los más importantes; el Congreso estatal, con una cómoda mayoría incondicional y con ello, incluso, al poder judicial. A su escala, posee más llaves políticas que el propio López Obrador.

Ante estas circunstancias, la diferencia entre ambos gobernantes radicará en el ejercicio gubernamental que postulen. ¿Para que les servirá las enormes facultades con que han sido dotados ambos políticos? La respuesta a esa cuestión signará el destino nacional y el de Guanajuato.

Y Mientras Andrés Manuel se apresta a iniciar la cuarta transformación del país, luego de la independencia, la reforma y la revolución ¡nada más!, los trazos del futuro gobierno que encabezará Sinhué no son claros ni han sido debidamente socializados. Por lo pronto, los guanajuatenses se encuentran atrapados en la continuidad. Solo parece haber dos problemas para la próxima administración: brindar cobertura al actual gobernador en su final trompicado y tenebroso y la violencia que vive el estado, que amenaza con cancelar el flujo de inversión extranjera que se ha establecido en la isla azul.

A diferencia de López Obrador, el monarca casi omnipotente que impera en esta zona insular, no posee una narrativa poderosa que aliente a sus súbditos a luchar por engrandecer sus territorios y corroborar que la decisión electoral fue la correcta. La promesa de una continuidad anodina, solo acelerará la absorción de la isla por la enorme marea marrón que la circunda. Hacer lo mismo menos mal, como apuesta gubernamental, no dotará al aparato gobernante del ímpetu requerido para sobrevivir la aduana electoral próxima.

El gobernador electo está atrapado. O toma por asalto el gobierno en una acción transformadora, o se ahogará dentro de poco, junto con sus seguidores, en las marismas de la mediocridad. Mantenerse en el poder, luego de ejercerlo por 33 años consecutivos, será una labor harto compleja, después del quiebre político de la magnitud del ocurrido el primero de julio. Todos los momios estarán en contra de las probabilidades de que el PAN logre retener por más tiempo Guanajuato. No tiene lógica ni esperanza un gobierno inercial bajo esas oscuras predicciones.

Al gobierno panista de Guanajuato, no le queda más salida que abandonar la monarquía sexenal que ha construido desde hace 12 años, para transformarse en una nueva y enjundiosa república proclive al método democrático, que sería el contraste con la acumulación de poder unipersonal de López Obrador. El referente histórico no puede ser mas claro: la Atenas heroica frente a Jerjes, el conductor del imperio persa. El reino poderoso y casi omnipotente, contra los ciudadanos que gozan de libertades y que están dispuestos a defenderlas, bajo una tutela democrática. Se trata de construir un gobierno ciudadano vibrante, en substitución de la burocracia  partidista y rentista que ha operado hasta ahora.

Revertir el deterioro que ha sufrido el estado durante la última docena de años, no será fácil. Necesita con premura apostar por la ciudadanía y su participación en los asuntos públicos; desatar el lastre burocrático que impide la navegación gubernamental a mayor velocidad, dejando atrás la corrupción y el montón de intereses inconfesables que esconde por doquier. Hay que permitir el acceso de los ciudadanos a los puestos de mayor responsabilidad en el gobierno, acabando con la distribución condicionada por los apoyos electoreros. Los miembros del PAN, que pertenecen al partido pero no practican los ideales panistas, son los usufructuarios de esas posiciones en el gobierno. Es el momento de ceder el paso a una marea ciudadana con mayores méritos y virtudes. Urge oxigenar el tóxico ambiente gubernamental y elevar substancialmente su calidad, en tanto el gobierno morenista da pasos acelerados para empobrecer su administración. Otro punto de diferencia entre ambos que se debería destacar.

El primer pronóstico de lo que le espera a Guanajuato estará sujeto a las designaciones del próximo gabinete. Los mensajes serán procesados rápidamente por la sociedad. La continuidad, insistimos, no presentará esperanza alguna. Los mismos hombres en diferentes puestos, los manidos métodos, el discurso gastado, la promesa cumplida a medias, la uniformidad política, y sobre todo y todos, la violencia brutal que acosa a los habitantes del islote. Una inservible administración pasmada.

El nuevo gobernante esta solo. Los consejos al ungido, usualmente proceden de grupos de interés que protegen canonjías y reclaman el botín electoral. Desde la soledad de su isla deberá decidir entre ser un gobernante audaz y transformador, impulsor de cambios trascendentes acompañado por una sociedad abierta y participativa, o bien permanecer atrincherado en una Atlántida que desaparecerá en breve, engullida por el potente mar que la circunda. Duro reto para un joven político, atrapado hoy, por los compromisos con su designante.

@carce55

TRANSICIÓN

Carlos Arce Macías

A diferencia de otros lugares del mundo, México posee un calendario que extiende largamente el periodo de transición entre la elección y la toma de protesta como Presidente de la República del candidato ganador. Se trata de cinco largos meses de interregno, en los cuales el presidente saliente ha perdido todo el poder, en tanto que el ejecutivo electo no dispone aún de facultades de gobierno.

Durante esta nebulosa época, se da una romántica luna de miel del gobernante designado, con sus votantes, en donde las promesas de campaña comienzan a transformarse en planes de gobierno. Los nombramientos a los principales puestos comienzan a conocerse y la especulación se sublima a niveles inconmensurables.

En estos momentos, los colaboradores cercanos al nuevo presidente descubren que tan apreciados son por la sociedad. Las invitaciones menudean, todos los escuchan con atención y celebran lo visionario de sus planes. Muy pocos critican, y de seguro, quienes lo hacen, son impulsados por la mala fe, son los ardidos que perdieron la elección. Se viven momentos de plenitud; las horas aciagas de la campaña electoral, con sus vuelcos inesperados, las urgencias y ataques de toda índole, han quedado atrás. Cada sílaba, cada frase, cada oración, es celebrada por las multitudes ganadoras en festejo continuo. Es más, pronto, la columna de aplaudidores automáticos, se incrementará con los nuevos desertores de otras formaciones políticas, que de pronto descubren haber vivido en el error, para sumarse a los vencedores y de ser posible, con un poco de suerte, lograr algún cargo o posición.

No falta quién refiere ser amigo cercano de un primo, a su vez amigo íntimo de quién ha sido nombrado para ocupar algún importante cargo. De manera pasajera, los nubarrones se disipan y el futuro aparece esperanzador. “Diosito, no me des, solo ponme en donde haya”, se reza entre los cultivadores de la suerte sexenal, que se juega periódicamente en nuestro país. No hay méritos, solo los milagros existen.

También los psicólogos clínicos, van dando cuenta de los cambios en la personalidad de los encumbrados miembros de la futura camarilla gobernante. De la noche a la mañana se advierten dueños de una inteligencia desproporcionada y una apariencia física, agradable a todos. Pocos resisten la lluvia de halagos constantes que cae sobre ellos. Su personalidad muta, y tanto la soberbia como la vanidad, comienzan a anidar en su subconsciente.

Mas temprano que tarde, aparecen las ideas transformadoras que convertirán al país en un nuevo paraíso. Los sueños se echan a volar. Los problemas atávicos, serán resueltos en base al simple recambio de funcionarios, que ahora sí saben como resolver el nudo gordiano que atenaza a la administración pública.

También hay lugar para las promesas de campaña. Es momento de fraguar planes para que aquellos postulados que provocaban el aplauso estruendoso en la plaza pueblerina, se conviertan en realidad. Hay que cumplirle al respetable público. Por lo pronto, no se utilizará el avión presidencial, se disminuirán significativamente los sueldos de los burócratas y se descentralizará todo el aparato federal, destinando dependencias y entidades a diversas regiones del país. Pura ocurrencia.

Problemas habremos de encontrar para la venta del jet presidencial. Un primer inconveniente es que el aparato no es propiedad de la presidencia, sino de una arrendadora. Esta ha firmado con Banobras un contrato de arrendamiento financiero del avión de última generación, y luego se ha entregado en comodato al Estado Mayor Presidencial, según información que ha podido verificarse. La única posibilidad de devolver la aeronave, será incumpliendo el contrato de leasing con el arrendador, ocasionando con ello fuertes sanciones por el incumplimiento del pacto. Se perderá mucho dinero y finalmente se necesitará un transporte similar.

Ahora analicemos la disminución de sueldos. Imagínese usted, como asegura mi amigo Alfredo Acle, a un general frente a su ejército. Están a punto de entablar una batalla trascendental. Comienza la arenga final, y el líder les informa a sus combatientes que les reducirá el sueldo a la mitad, que no dispondrán de seguros de gastos médicos mayores, tampoco del seguro de separación, los oficiales no tendrán chofer ni secretarios particulares; pero el enemigo está encima, la batalla será dura y deberán exponer su carrera para lograr la IV Transformación de México. Seguramente, con la moral exultante, generada por tan buenas noticias, ganarán la decisiva y feroz batalla. ¡Sorprendente!

Pero quedaba pendiente otra noticia. Las dependencias serán descentralizadas, para mudarse a diversas zonas del país. Se trata de una dispersión colosal. La burocracia tendrá que abandonar a sus familiares, retirar a sus hijos de las escuelas, dejar sus hogares, para ir a buscar la tierra prometida en otros lares. El costo de semejante decisión será monumental. Aparte habrá que construir la infraestructura para recibir, en muchos destinos, a los miles de burócratas en éxodo. Se trata de una extravagancia irracional.

Por último, el período de transición puede elevar, aún más, la animosidad transformadora de los nuevos gobernantes y desatar más propuestas ingeniosas, imaginativas, pero finalmente absurdas. Total, ellos sienten que son el cambio y a México lo transformarán. Chivos en cristalería. ¡Agárrense!

@carce55

ADIÓS A LA DEMOCRACIA

Carlos Arce Macías

Después de despertar con la apabullante victoria del candidato Andrés Manuel López Obrador, los mexicanos se han decantado por despedirse del método democrático para ser gobernados por los próximos años. Se entregó México al designio de un solo hombre.

Con jolgorio disimulado, muchos politólogos, comentaristas y políticos han festinado la “fiesta democrática” que ha vivido el país durante la reciente jornada electoral. Pero más bien se trató de los últimos palazos del sepulturero para enterrarla varios metros bajo tierra a la democracia. Clarifiquemos los resultados: no se parecen a la cerrada votación entre Trump y Hillary (46-48%), tampoco al sufragio por el Brexit (51-48%) o la reciente elección en Francia en donde Macron ganó (65-34%) en segunda vuelta. La elección mexicana, más bien se parece a la de Rusia (76-11%) ,Turquía (52-30%) ó Venezuela (67-20%). El candidato de Morena ha obtenido la Presidencia de la República con el 53% contra el 22% de los votos de su más cercano contendiente. Inquietante resultado.

Con esos datos, el perfil electoral de AMLO, combina mejor con políticos como Vladimir Putin, Tayyip Erdogan o el tristemente célebre dictador venezolano Nicolás Maduro, que con el de cualquier mandatario occidental, sujeto a intensa competencia para ganar cada elección. El resultado fue arrollador, saliendo victorioso en treinta y un entidades federativas, con excepción de Guanajuato.

Tan solo una reflexión: las condiciones imperantes en el Congreso de la Unión y en los congresos estatales, son a tal grado favorables para el candidato morenista, que podría sin resistencia alguna, modificar la Constitución Federal para permitir la reelección del presidente. A partir de diciembre no habrá contrapesos al ejecutivo, lo cual seguramente generará una atrofia en la rendición de cuentas, la transparencia y el combate a la corrupción. El debilitamiento institucional, está a la vista.

Los primeros escarceos del ganador, apoyado por sus treinta millones de votos, ya han permitido el deslinde de un manojo de importantes promesas de campaña por lo pronto: la baja en el precio de la gasolina, la cancelación del aeropuerto, la venta del avión presidencial, la amnistía a delincuentes y el cuidado del Estado Mayor Presidencial a la figura presidencial. Paradoja, la marejada de votos, conseguida a través de promesas ridículas, ahora lo sobre legitima y le permite desmentir sus ofrecimientos, sin rubor alguno. Ese es el tipo de descaro que propiciará el neopopulismo ramplón en el que nos iremos hundiendo poco a poco.

Así las cosas, el único atisbo de esperanza de reconstrucción democrática para el país, está en la restructuración del partido de oposición menos debilitado: el PAN. Es importantísimo reflotar la institución ante el inminente riesgo de consolidación de un largo régimen autoritario, similar a los que operan en los países con votaciones similares y de corte casi totalitario.

Sin embargo Acción Nacional enfrenta una profunda crisis interna que solo puede ser solucionada bajo la eliminación de radicalismos de su interior y una reconstrucción pactada que implique la instauración de métodos democráticos en contiendas internas, una reeducación de sus miembros y un intenso combate a la corrupción en su seno.

Y es que con pasmo, los panistas permitieron ser mezclados con el PRI, cuando de corrupción gubernamental se trataba. Todos quedaron etiquetados bajo el mismo rubro: PRIAN. La acusación no se pudo descalificar, porque diversos hechos confirmaban el involucramiento de funcionarios y representantes azules en una corrupción galopante. El caso más sonado, fue el de los célebres “moches”. Los recuerdos de la trágica LXII legislatura, en que los principales personajes de la reciente campaña participaron, modeló un prototipo del político panista, interesado solamente en beneficios económicos y cochupos de toda índole. Hagamos el recuento de la diversas biografías que de ese grupo parlamentario devienen y saquemos conclusiones. El otro asunto significativo fue el caso Padrés. El costo que tuvo para Acción Nacional el gobierno padrecista, provocó su inclusión en el selecto club de los gobernadores corruptos, encabezado por los impresentables Javier y César Duarte. Así, azules y tricolores acabaron en la misma bolsa pestilente, señalada con índice de fuego, en las plazas públicas por López Obrador.

La reciente elección fue colonizada por los sentimientos de hartazgo contra los gobiernos deshonestos. Una reconstrucción panista, solo transita a través de la fijación de estrictas normas que persigan la corrupción entre sus miembros y el compromiso de inclusión de funcionarios probos, en el servicio público de los distintos gobiernos que encabece el PAN. De otra forma no habrá futuro.

Para el estado de Guanajuato es vital la recomposición interna de Acción Nacional. La fuerza que retome el partido a nivel nacional apoyará y propiciará la sobrevivencia del único estado de la federación que le dijo “no” a López Obrador. Es al fin, y con todas la serias deficiencias internas que ya hemos descrito en diversas columnas, el único resquicio para iniciar la reconquista de la democracia perdida.

Por eso consideramos, que es urgente el cambio inmediato de la dirigencia actual, que permita parar la hemorragia producida por venganzas y recriminaciones fraternas; desactivar radicalismos y pactar una transición que permita hacer frente a este nuevo gobierno con capacidades autoritarias. Mientras tanto reinstauremos la democracia en los pequeños espacios, otorgados por los electores, a Acción Nacional, bajo la promesa, esa sí firmada con sangre, de combatir eficazmente la corrupción. Sea pues, solo si la inteligencia y la buen fe, anidan en los actuales dirigentes del PAN. Esa será su trascendente decisión.

@carce55

PAN, EL DÍA SIGUIENTE

Carlos Arce Macías

No debe de ser carnicería, ni leña del árbol caído, tampoco canibalismo político. Se trata de actuar con inteligencia, prudencia y buena fe, a fin de reconstruir una institución fundamental para la democracia mexicana.

Pero la iniciativa debe de proceder, para evitar confrontaciones estériles, de la propia dirigencia nacional. En estos días, deberían estar anunciando sus renuncias, tranquilos, sin pasmo, sabiendo que ganar o perder es parte del juego electoral. En esta ocasión tocó perder… y por mucho. Una situación así es insostenible para cualquier comité ejecutivo de un partido.

Si por iniciativa propia, la actual directiva renunciara a sus posiciones, cancelaría un espacio de confrontación, casi letal para la organización partidista. Ayudaría a restañar profundas fracturas internas que solo agudizarían, de no hacerlo, el encono reinante. Se trata de testimoniar generosidad y evitar un cisma.

La política tiene la virtud de que siempre presenta nuevas oportunidades. Lesiona y hiere, pero no mata. Es tiempo de puentes de plata y no de guillotinas. Pero la iniciativa queda exclusivamente en manos de la actual dirigencia partidaria.

Hay un dato dramático y revelador: el centro derecha de la política mexicana, fue devastado en esta elección, consiguió solo el 18% de los votos bajo la bandera del PAN. Es la peor derrota de la historia moderna de Acción Nacional. Ese solo número, ese ominoso porcentaje, no posibilita la permanencia del actual grupo, en sus cargos directivos.

A diferencia de otras actividades humanas, la política evidencia su desempeño de forma muy clara y contundente: ganar o perder elecciones. No todas las derrotas requieren cambios, pero las debacles electorales, tras divisiones internas, separaciones dolorosas y expulsiones apresuradas, sí.

Ahora toca actuar con sensatez, pactando un recambio sin venganzas. Debe haber templanza y sosiego de parte de los muchos agraviados, como también de los dirigentes derrotados. Despedida silenciosa pero sin más arañazos y querellas. A todos nos conviene.

ESPERO EQUIVOCARME

Carlos Arce Macías

En abril de 2017 escribí mi columna dominical que titulé “2018 y el Ejemplo Venezolano”, en la cual preveía la llegada de López Obrador, si no se tomaban medidas radicales para evitar su arribo. Ahora a solo unas horas de la elección, las encuestas lo marcan como favorito para ganar la presidencia.

El camino que ha seguido el sistema de partidos en México, parece una copia fiel, del deterioro que se dio en Venezuela, y eso es lo que más preocupa, porque podríamos acabar, de cumplirse el presagio,  sin oposiciones articuladas, que acoten un gobierno autoritario. Reproduzco para su comprensión, aquél editorial:

“La izquierda latinoamericana, de acuerdo con los estudios recientemente realizados (Hugo Pipitone, La Esperanza y el Delirio), se conformó con las peores ideas pizcadas entre las corrientes más extravagantes del socialismo. Destaca sobre todo el estalinismo, y sus fieles seguidores, los castristas. Estas izquierdas, entre ellas gran parte de la mexicana, han intentado imitar, hasta el delirio, al comandante tropical, y sobre todo el férreo dominio ejercido sobre el pueblo cubano. Se trata de un izquierdismo que se hace seductor, solo como respuesta a la soberbia norteamericana y a su constante deseo de regir sobre toda la región, a cualquier costo, aliados, incluso, a las peores causas.

Octavio Paz, denominaba a esta clase de izquierda “el helado paraíso policiaco”, y el canadiense Saul Bellow, también Premio Nobel de literatura, calificó al izquierdismo radical como la “comunidad penitenciaria”. Esta casta de políticos, son alérgicos a los procesos democráticos; se asumen como justicieros, que de llegar al poder, reivindican el derecho de premiar o castigar a aquéllos que su personal juicio decida. Activan la guillotina política a contentillo.

Otra de sus características, es que desde el poder reforman la constitución vigente, para continuar en el cargo por varios períodos, con el fin de continuar imponiendo su justiciero camino. Aparte, intentan conducir la economía a punta de necios voluntarismos y ocurrencias, provocando un deterioro, profundo y continuo. Algunos han asentado su poderío en la formación de violentos grupos porriles, para amedrentar a cualquier organización opositora. Un puñado de países de América del Sur, han sufrido estos procesos.

El caso más estridente de este fenómeno, ha sido Venezuela. El país se ha venido a pique de una forma estrepitosa, y la izquierda chavista ha ido degradándose, en conjunto con los militares, al punto de amenazar así a la oposición: “Se nos irá la vida, pero antes se les van las vidas a los traidores que traicionan la patria de Bolivar y Chávez”, Diosdado Cabello, jefe militar bolivariano. La amenaza está pues, cernida sobre todo aquél que ose oponerse al proyecto de Nicolás Maduro y su control sobre el país.

Y es que ese izquierdismo tropical, es mesiánico; y por lo tanto repele cualquier tipo de matiz democrático. Es esencialmente unipersonal y autoritario. La más reciente locura ha sido desaparecer la Asamblea Nacional. Es muy molesto tener oposición y escuchar voces disidentes. ¡Al diablo!

Ante estas circunstancias, conviene estar muy atentos a los programas y temperamento del más adelantado de nuestros candidatos a presidente de la república para el año 2018, ya que ha dejado en claro, que la democracia no es su mayor interés.

Nos preocupa por eso, la similitud del caso de Venezuela con México. La patria de Bolivar, venía desde los mediados del siglo XX, funcionando dentro de un sistema democrático, cimentado en un sólido bipartidismo; convenido en el acuerdo llamado de Punto Fijo, en donde los partidos Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Independiente (COPEI), se convirtieron en los protagonistas de la vida política venezolana, con dirigentes como Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, Luis Herrera Campis y Arístides Calvani, entre otros. Pero para principios del siglo XXI, el ambiente se tornaba muy difícil para la democracia del país. La corrupción había sentado sus reales entre la clase política, y todos los partidos aparecían tocados por ese mal. Los ciudadanos estaban hartos. Se identificaban delitos, pero nunca había culpables. Fueron cuarenta años de un sistema político rentista, en el que los beneficios se repartían entre connotados empresarios y los politicastros, en tanto las cargas negativas eran asumidas por el pueblo, en una economía en declive acelerado, y sin futuro a la vista.

Para 1998, el Polo Patriótico, una naciente agrupación, liderada por un militar golpista, Hugo Chávez; ganaba la elección, con lo votos de ciudadanos hastiados de los corruptos y desesperados por encontrar, en “algo diferente”, la salida a las continuas crisis y sobre endeudamientos que se padecían. Así pasaron de lo malo a lo peor, al entregarse a las manos del chavismo. Hoy no hay medicinas, ni papel sanitario en el país; tampoco democracia.

Los tradicionales partidos políticos, como el socialdemócrata AD ó el democristiano COPEI, son solo una pálida sombra de lo que fueron en el siglo XX. Hoy AD, suma el 7% de los votos, en tanto COPEI captó solo el 5%. La enseñanza histórica consiste en que el hartazgo popular puede destruir todo un sistema político a causa de la corrupción, pero que el ánimo democrático, corre también el riesgo de ser suplantado por un autoritarismo mesiánico, que resulte mucho peor.

La política basada en el rentismo, en la economía de compadres, es la base de la corrupción, que nos corroe, ¡sépanlo! Por eso acaba agraviando a todos. Una definición de política pública que propicie una economía funcional, requiere de accesos abiertos, para todos, a los mercados y un fomento apasionado de la competencia. Eso nunca pasó en Venezuela, la economía se desmoronó y Chávez se les apareció.

En México, a diferencia de Venezuela, se establecieron zonas competitivas en su economía, gracias al Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), esto ha permitido que ciertas áreas funcionen bien; mientras que el rentismo y la protección de intereses ha prevalecido en todo lo demás, sustentando la corrupción galopante que nos lacera, profundizando la desigualdad. Estas son las condiciones que debemos de cambiar a fin de compartir los beneficios que genera el país, con todos sus habitantes. Por eso el objetivo del buen gobierno es diversificar y no concentrar la economía en unas cuantas manos. Se deben de combatir este tipo de concentraciones de negocios y abrirlos a la competencia. Ojalá lo entiendan los gobernantes mexicanos, y dejen de diseñar negocios desde el gobierno, para repartirlos entre ellos y sus cuates. Si no lo hacen, se nos va aparecer nuestro Chávez, no lo duden.”

Espero equivocarme, de verdad.

Twitter: @carce55