FUERO

Carlos Arce Macías

A nivel federal, avanza la iniciativa de eliminación del fuero, consignado en diversos artículos de nuestra Constitución. La postura es claramente populista, dirigida a un pueblo enojado con sus representantes. Confunden el síntoma con la causa. Guanajuato ya eliminó el fuero, especialmente el de sus diputados. Pésima decisión en un ambiente monárquico-provinciano, como el que se ha instaurado en nuestro estado.

Nos dicen los historiadores que todo este asunto comenzó en la Inglaterra de la alta edad media. Hacia el año 1340, Eduardo III, inició contra Francia la llamada “Guerra de los Cien Años”. Esto desencadenó fuertes presiones económicas para su reino, y por lo tanto una confrontación con sus barones. El líder del Consejo Real era el destacado John Stratford, arzobispo de Canterbury, la posición más importante de la Iglesia en Gran Bretaña. El encontronazo entre el rey y su Consejo se tensó mediante estratagemas legales para imputar delitos a Stratford y así neutralizarlo de la batalla política. Fue esa la primera vez, en que un miembro de un proto-parlamento, exigió ser juzgado por sus pares, y no por el monarca. Ahí nació pues, el reclamo de fuero especial para los parlamentarios. La contienda fue ganada por los lores, y la autoridad regia se vio limitada.

Ya en los años 1397, 1459 y 1512, se dieron violaciones a los privilegios de los parlamentarios, por lo que se dictó la primera ley que definió los fueros del Parlamento, y que fue ratificada hasta 1667. Antes Jacobo I, no estuvo de acuerdo en conceder tal poder a los súbditos, Carlos I, su hijo, con aspiraciones absolutistas, menos. Le cortaron la cabeza en 1649.

Finalmente se establecía que cada miembro debía tener garantizado su pleno derecho a expresarse libremente, quedando protegido contra acusaciones, presiones o ultrajes. El principio de que los asuntos del Parlamento y sus miembros se resuelven dentro del propio Parlamento (fuero parlamentario) quedó plenamente definido en el “Bill Of Rights”, signado por Guillermo de Orange en 1689. La larga lucha se cerraba bajo la contundente victoria de los “representantes del pueblo”.

Con ese ejemplo, drástico y brutal, Estados Unidos incluyó en su Constitución (1787) el blindaje parlamentario, así como luego de un excesivo uso de la guillotina y de muchas cabezas que rodaron en su entorno, Francia también lo asimiló en sus constituciones de 1791 y 93.

Desde estos dramáticos momentos de la historia moderna, la mayoría de países con regímenes democráticos, ya sean parlamentarios o republicanos, decidieron adoptar la protección de sus legisladores frente a los titulares del poder ejecutivo o monarcas en funciones. Durante el siglo XIX, México no fue la excepción.

Nuestra historia no está exenta de conflagraciones entre caudillos y representantes populares. En 1822 Agustín de Iturbide disuelve el Congreso y encarcela, entre otros a los diputados Fray Servando Teresa de Mier, Carlos María de Bustamente y a José María Luis Mora. En 1913 Victoriano Huerta ordena encarcelar a 84 diputados que se revelan a consecuencia del golpe de estado del chacal contra Madero. Nunca las relaciones entre los titulares del Poder Ejecutivo y los verdaderos representantes sociales, han sido tersas.

Mediante la reflexión sobre los hechos históricos narrados, y ante la irreflexiva moda de eliminación del fuero, el diputado argentino Sergio Massa; expresa lo siguiente: “Los diputados no pueden ni deben renunciar a sus fueros, porque los fueros no son una prerrogativa personal sino un reaseguro del Parlamento para fortalecer su funcionamiento, libre de presiones del Poder Ejecutivo, y también de los particulares que mediante denuncias judiciales podrían interferir  en la actuación de sus miembros”.

Los mexicanos hemos tomado, con temeridad pasmosa, el sendero rumbo al precipicio. Por eso ante la amenaza de eliminar el fuero constitucional, el doctor Diego Valadés del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, advierte: “los gobernadores/caciques verán multiplicado su poder de control sobre los legisladores y los jueces locales”. Tal parece que la apuesta a favor de un gobierno autocrático se dobla, al tomar una decisión tan trascendente al calor de brindar a la ignorante y vociferante tribuna populachera, la eliminación de un escudo, que solo acabará empoderando al más fuerte frente al débil.

El problema no es el fuero, como neciamente se cree. El problema es la falta de democracia interna de los partidos, que impide el acceso al poder a mejores representantes. El problema es la liquidación paulatina de la oposición en los congresos. Sin fuero, quiero ver a los futuros congresistas, por ejemplo, intentando enfrentar maniobras atrabiliarias de López Obrador. Los va a hacer picadillo. Tontos.

@carce55

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1 comentario en “FUERO

  1. Totalmente de acuerdo Licenciado, lamentablemente es por el desconocimiento de la figura, puesto que el fuero no opera ante demandas de tipo civil y mercantil entre otros, tal vez habría que revisarse si este se dá por exceso de las funciones, como es el caso del abuso de autoridad, la figura ha sido satanizada, porque en ocasiones quien lo tiene ha abusado del mismo, situación que puede concluir en funcionarios todo poderosos, como algunos que así se sienten.

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