Carlos Arce Macías
La ciudad patrimonio de la humanidad languidece. Poco a poco, el capricho urbano que es Guanajuato, se convierte en una mancha confusa y degradada de construcciones de todo tipo y en todos los cerros y lomeríos. No hay planeación urbana y medioambiental. Uno de los tesoros turístico del centro del país se desmorona en nuestras propias manos.
¿A que se debe tal catástrofe? ¿Cómo hemos llegado a esto?
Guanajuato Capital ha sido moneda de canje político. Desde la gubernatura de Juan Carlos Romero Hicks, quién por razones de localía se interesó por el cuidado de la monumental ciudad, para los siguientes gobernadores les ha sido intrascendente su continuo deterioro. A fin de lograr una oposición amansada, no han tenido empacho las autoridades panistas, en concederle al PRI una ínsula política en la capital del estado, a fin de que, desde esa posición, puedan satisfacer su voraz apetito presupuestal, sin más límite, que los recursos de que disponga el ayuntamiento cuevanense.
Para lograr la mediatización priísta en la entidad federativa, no se han obviado negociaciones inconfesables para distribuir en esta región, el gobierno municipal, la diputación estatal y la curul federal correspondiente. En el último trienio, así sucedió, al pactar el PAN con los priístas, la cesión del municipio y de la diputación federal, a cambio de la curul estatal. En Guanajuato, tierra de conspiradores, todo se sabe finalmente, hasta esto intrincados secretos.
De esa manera, desde hace varios trienios, se ha entregado la joya colonial de América a uno de los grupos políticos más depredadores de que se haya tenido historia. El ayuntamiento guanajuatense ha sido convertido en un nodo de negocios, del cual, salvo destacadas excepciones, los miembros del cabildo extraen rentas ilegales, a través del tradicional sistema del “moche”. Así los miembros de este concejo municipal se convierten en cabilderos de todo tipo de intereses, como el de los desarrolladores inmobiliarios, las mineras extranjeras, los diversos negocios que tratan de establecerse en el municipio y de los compradores o contratistas del gobierno. Nadie se les va vivo. El tránsito tramitológico o la omisión planificada de aplicación de reglamentos, tienen un costo, por fuera por supuesto, y por lo tanto indetectable para los acotados fiscalizadores, que se quedan chiflando en la loma.
Las obras públicas han acabado en manos de constructoras que prestan su membrete a los propios políticos encumbrados en el gobierno local, las compras las gestionan regidores, como las de alumbrado público, con empresas a modo, que ceden parte de sus ganancias a los munícipes en contubernio.
Y ellos creen que nadie sabe y nadie supo. Cuando por la cañada corren los rumores que se esparcen por las callejuelas, constatándose los hechos por medio de testigos, amistades y parientes, que de alguna manera se enteran de las tranzas. Pueblo chico infierno grande, que conoce con puntualidad a los propietarios originales de una propiedad en conflicto, y como a trasmano de un prestanombres, es despojada por algún hábil tinterillo, colocado en significativas posiciones gubernamentales. El negocio descarado, a costa de violentar el derecho de propiedad en el municipio.
Con administraciones como estas, marcadas por la voracidad rampante de su clase política local, desvergonzada e irresponsable, no hay municipio que aguante un embate de esta naturaleza. De ahí, que este proceso de corrupción acelerada y profunda, devenga en el exterminio implacable de la gallina de los huevos de oro, que es la capital del estado.
Pero el pecado de omisión, también esta presente en la dura realidad guanajuatense. El gobierno estatal, ha actuado con lenidad, al tolerar, frente a sus ojos, las diversas maquinaciones para extraer rentas indebidas del presupuesto público local. No pueden pretextar que lo desconocen. El propio secretario particular del gobernador, esta muy cerca de núcleo que gobierna la comuna, como para no conocer las maquinaciones e intrigas de los torvos personajes que mueven los hilos del municipio. El gobernador está al tanto y su pasividad es inexplicable, salvo por la existencia de algún pacto de impunidad o cálculo político.
Pronto, la realidad se les vendrá encima, como avalancha, cuando se den cuenta de los enormes costos que tendrá el haber tolerado semejante saqueo y desgobierno en la capital estatal. El pecio de reorganizar toda la administración; imponer una planeación pertinente; ordenar la expansión urbana de la parte sur del municipio; implementar un sistema eficiente de recolección de basura; fichar a expertos en iluminación, que se encarguen de alumbrar la ciudad profesionalmente; y acotar a los empresarios de la vía pública para dar prioridad a los transeúntes. También se deberá contratar un plan de movilidad, que quizás debería ser desarrollado por una consultora internacional, que se emocione ante un reto de singulares características; así como el diseño e implementación de un sistema de transporte que evite el uso del automóvil en el casco histórico de Guanajuato. Finalmente, construir una policía municipal que controle a la delincuencia y no balee a los ciudadanos; y garantizar el abastecimiento de agua de la ciudad, ya que las promesas de tranquilidad en ese rubro, cada día parecen más lejanas.
La realidad es dura, no permite concesiones, y pronto reventará en las manos de estos políticos, unos nefastos y otros omisos. La ciudad patrimonio de la humanidad agoniza, mientras la desangran sus gobernantes.
@carce55