DEMOCRACIA SIN DEMOCRACIA

Carlos Arce Macías

No atinamos a saber dónde estamos parados durante estos nuevos tiempos que nos ha tocado vivir en México. A partir de finales de los años 80´s del siglo pasado, atestiguamos un cambio de época que auguraba la expansión del  modelo democrático a nivel mundial. Cayó el muro de Berlín, y ante esto, muchas dictaduras perdieron el vital apoyo de la Unión Soviética y se desplomaron. La conquista democrática avanzaba en todo el orbe, institucionalizando el Estado constitucional y garantizando el respeto a los derechos humanos. El futuro se advertía brillante y promisorio.

México no era la excepción, la lucha de 1986 en Chihuahua, el triunfo de la oposición en las gubernaturas de Baja California y Guanajuato, el obligado respeto a los derechos fundamentales, exigido por los acuerdos de libre comercio con Canadá, Estados Unidos y Europa, condujeron finalmente al cambio de partido en el Ejecutivo Federal en el año 2000. La ciudadanía estaba de plácemes.

Pero tras 12 años de gobierno del PAN, el “nuevo PRI” recobró el gobierno federal. Sus promesas modernizadoras que parecían fraguar en el “Pacto por México”, acabaron abriendo paso a la corrupción sistematizada, desde todos los niveles de gobierno, sin distinción de bandera política alguna. El saqueo del dinero público por la clase política (Morena incluida, pues no hay que olvidar que se trata de un desprendimiento del PRD), se convirtió en el atraco más escandaloso del cual se tenga memoria. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Dónde quedó sepultada la añorada democracia?

La respuesta parece atisbarse desde estudios recientes realizados, entre otros especialistas, por dos jóvenes politólogos: Steven Levitsky  de Harvard y Lucan Way de la Universidad de Toronto, que en un interesante libro de 2010, introdujeron el concepto de “Autoritarismo Competitivo o Resiliente”.

Levitsky, es un investigador americano, especializado en el fujimorinismo del Perú y en la historia política del sandinismo en Nicaragua hasta el reciente gobierno de Daniel Ortega; y Way, enfocado en la política rusa y el autoritarismo reinstaurado de Putin, así como su desarrollo y evolución en Bielorusia, Moldavia y Ucrania. Ambos amalgamaron sus investigaciones para auscultar el fenómeno del renacimiento del autoritarismo en pleno siglo XXI, exactamente cuando se auguraba el reinado de la democracia.

Su reflexión es importante para México, ya que a partir de las elecciones de 2012, retornamos a la senda autoritaria, como ha sucedido especialmente en la Rusia de Putin. Se trata de una nueva forma, más sofisticada de este ejercicio a través de la participación electoral, pero controlando subrepticiamente los comicios mediante diversos instrumentos y estrategias, coptando los medios de comunicación a través de un enorme gasto publicitario, y colonizando de incondicionales los demás poderes del Estado, neutralizando así la rendición de cuentas y administrando a contentillo la impunidad.

En la actualidad nos encontramos ante el “ciudadano vacío”, indiferente ante la democracia, e incluso con preferencias por un gobierno autoritario que le prometa ciertas seguridades vitales, aunque carezca de libertad. Esto en contraposición al “ciudadano pleno”, al cual aspirábamos, autónomo y deliberante frente a los problemas de su comunidad. La construcción de ciudadanía fue una de las materias en que los gobiernos panistas fueron omisos y fallaron. Construir democracias plenas requiere de ciudadanos. Y los primeros ejemplos de ciudadanía se forjan en el interior de los partidos políticos.

Voy al caso del PAN. En lugar de acelerar el paso hacia la construcción de una sociedad democrática como lo consigna su ideario, Acción Nacional abandonó sus procedimientos deliberativos, base de la democracia, al tolerar en su interior la formación de sectas teocráticas, de grupos sectarios, conformados muchos por jóvenes ambiciosos y corruptos. Su evolución ha llegado a la aceptación del dedazo (método tradicionalmente criticado al PRI) como procedimiento de designación de candidatos. Incluso, aceptan muchos de sus militantes, y sin autocrítica alguna, la autopostulación de sus mas altos dirigentes a cargos públicos y de representación, violentando la necesaria neutralidad de la dirigencia, para poder conducir con eficacia las contiendas internas de su partido.

Para reencontrar la democracia, un verdadero cambio de régimen debe de empezar por obligar, desde la ley de partidos políticos, a la celebración obligatoria de elecciones primarias, en una fecha definida para todos, y teniendo como árbitro al mismo INE, que deberá asegurar una contienda interna justa. Ese es el crisol de la democracia. La aprenden los pueblos dentro de los partidos políticos, enfrentándose en competencias equitativas, bien organizadas y sin trampas de por medio. Obligar a los institutos políticos a implementar procesos democráticos en su seno, es parte inherente a la educación democrática de todo ciudadano. Reiteramos, no se puede construir una democracia sin demócratas y el camino empieza en los partidos.

De otra forma, el autoritarismo resiliente, continuará al acecho. Disfrazar esta condición como una democracia, no será tan complicado, aunque finalmente, nos gobierne un dictador, rodeado de una funesta oligarquía, como lo estamos viviendo, ahora, en el país. Autoritarismo competitivo y resiliente, como lo describen los académicos de Harvard y Toronto. Autoritarismo como el que funciona en Rusia.

Según el reciente estudio del Pew Research Center,  solo el 6% de los mexicanos, aprueba el funcionamiento de nuestra “democracia”. Se trata de un porcentaje muy peligroso, que puede propiciar,  aún más, el transito a un modelo autoritario consolidado. Estamos en plena regresión.

*Muchas de las referencias de esta columna editorial, se deben a la lectura del texto: “Teoría de la Democracia: Incertidumbres y separaciones” de Colette Capriles.

Texto publicado en AM LEÓN 26/11/2017

@carce55

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LA FIESTA DEL DELFÍN

Carlos Arce Macías

Recuerdo mis primeros años de estudio en Guanajuato. Un joven político, consentido del presidente Luis Echeverría, arribaba a la gubernatura del estado, a la edad de apenas 36 años, lleno de enjundia y confiado en una carrera prometedora, que quizás lo llevaría a las posiciones más descollantes de la política mexicana.

Eran otros tiempos. La democracia era una farsa, y todo se limitaba a un sainete de formalismos y liturgias, para intentar construir cierta apariencia de participación corporativa en la toma de decisiones del monolítico Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Resultaba vergonzoso. La mancillada división de poderes, clave para cimentar un gobierno moderno, equilibrado por los contrapesos que se ejercen sobre los poderes legislativo y judicial, eran inexistentes. El gobernador finalmente palomeaba las listas de posibles candidatos a la diputación local, resultando conformada por un grupo de incondicionales que volvían nugatoria la rendición de cuentas. Cuanta iniciativa era enviada, se procesaba en automático para no provocar la ira del joven ejecutivo. La oposición resultaba testimonial, y sus razones eran ninguneadas por una mayoría aplastante y leal hasta la ignominia, con que contaba el PRI en la Cámara estatal.

Los presupuestos eran ejercidos de manera discrecional. Los subejercicios se manejaban a contentillo, y  la opacidad reinante, permitía la libre disposición de los dineros públicos. La obra estatal era asignada a las empresas que llevaban buenas relaciones con el gobierno. Para efectos prácticos, no existía un sistema de responsabilidades de los servidores públicos, que pudiera establecer sanciones por la negligencia o falta de probidad de los funcionarios.

A sus 36 años, Ducoing era el segundo gobernador más joven de México. Como consecuencia del ánimo por congraciarse con la juventud, luego de los trágicos sucesos de 1968, Luis Echeverría había decidido impulsar a algunos jóvenes a puestos de gran responsabilidad dentro del gobierno. Otro personaje de esos tiempos fue Porfirio Muñoz Ledo, quién a sus 39 años, era nombrado secretario del trabajo, en un gabinete presidencial tradicionalmente maduro.

El delfín de Echeverría en El Bajío, gobernaba a gusto, sin oposición que lo acotara. Su palabra y voluntad, eran cumplidas con rapidez y eficacia. Incluso, recordamos, cuando de la noche a la mañana decidió defenestrar al alcalde de Guanajuato, sin mediar causa justificada alguna. Solo su voluntad. Esa era la forma autoritaria de proceder, en aquélla época.

En pleno fascismo abajeño, siempre, cualquier motivo para celebrar al autócrata estatal, resultaba indicado para manifestar la dicha popular por el talentoso gobierno de tan célebre personaje. De tal manera, su cumpleaños se convertía en el pretexto laudatorio perfecto: ¡Aleluya, aleluya! Celebremos el aniversario del nacimiento de nuestro ínclito gobernante.

La apoteosis iniciaba con el cántico de “Las Mañanitas” por conjuntos musicales, para provocar el retorno del homenajeado a la realidad, bajo el influjo de los corridos de José Alfredo Jiménez. El desayuno congregaba a la clase política mas cercana, ya que ellos constituían la feliz familia gobernante… siempre y cuando no se alterara la sensible voluntad del gobernador.

Luego venía el besamanos. Larga fila de políticos locales, que habían viajado por la madrugada desde lejanos municipios, para estrechar la mullida mano de Don Luis. Con ellos, venía un pequeño séquito de incondicionales, transportando los regalos que la comunidad municipal enviaba, consistente en toda clase de presentes inimaginables, incluyendo, por ejemplo, a un hermoso caballo.

Luego venía el banquete en San Gabriel de Barrera, en donde no había límite al consumo de destilados, whiskey, coñac, ron o tequila. Los “amigos” pululaban por doquier. Nadie había querido tanto al encumbrado personaje, como el compadre o conocido que lo abrazaba eufóricamente. Así es la política, cuando se está en la cima, aparecen amigos por cientos. Mucha hipocresía y simulación.

Luego llegó el reino de las tinieblas. El joven delfín echeverrista, equivocó su apuesta sexenal a favor de Mario Moya Palencia, secretario de gobernación. El ungido por Echeverría resultó su amigo de juventud José López Portillo, el cual sabía de las preferencias del guanajuatense por su adversario político. Ducoing terminó en la cuerda floja, acechado por sus enemigos que olfatearon sus debilidades, y su estrella declinó sin remedio.

Menos mal, que con el tiempo y la enjundia de un partido fresco y democrático como Acción Nacional, la pseudomonarquía quedó liquidada en 1991. Luego de ello, los poderes estatales han sido reivindicados, hasta llegar a la actualidad en donde el legislativo funciona para exigir cuentas a los gobernantes, cernir las iniciativas del ejecutivo sin consideración partidaria alguna, y los presupuestos son verificados puntualmente para cuidar los dineros públicos. No existe la intención de intervenir en el nombramiento de quien encabeza el poder judicial, y los magistrados son nombrados por méritos y no por la relación política con el gobernante en turno.

Pero la felicidad nunca viene completa. Preocupa a los ciudadanos que a diferencia de los antiguos tlatoanis priístas, que no poseían la facultad de nombrar herederos, los últimos gobernadores panistas, no cejan en su intento de endilgar a los guanajuatenses a su delfín. Si se logra, correremos el peligro de que se equivoque la vía republicana y reconstruyamos, con más defectos, un gobierno premoderno. Acabaría así el sueño guanajuatense. Estaríamos de vuelta en el pasado.

@carce55

EQUIVOCARSE OTRA VEZ

Carlos Arce Macías

 Comienza la temporada electoral, en que se renovarán miles de cargos públicos, incluyendo la presidencia de la República. Los cuerpos electorales, pomposamente denominados Organismos Públicos Locales (OPLES), serán los encargados de hacer cumplir la puntual normatividad estatal, en el caso de las elecciones para gobernador, diputados estatales y ayuntamientos. Tendrán que procurar una muy atenta y puntillosa administración y supervisión de los próximos comicios, que auguran alta conflictividad.

 Lo hemos repetido en múltiples ocasiones, y lo seguiremos haciendo: a diferencia de los estados y la federación, en los que existe un diseño de división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), en el caso de los municipios, no se da tal separación, sino que son gobernados por un ente unitario y colectivo denominado ayuntamiento.


Esta significativa diferencia, nos conduce a reflexionar sobre las responsabilidades de los gobernantes. Va un ejemplo acerca de esta problemática: ¿quién es el responsable de la seguridad pública en los estados y la federación? La respuesta no se presta a dudas: los gobernadores y el presidente de la República, que son los titulares del poder ejecutivos en ambos ámbitos de gobierno. ¿Pero quién responde por la seguridad pública en los municipios? El primer personaje que viene a la mente de los ciudadanos y los medios de comunicación es el alcalde, y yerran, porque siendo un gobierno dirigido por una junta de representantes de la ciudadanía, es el ayuntamiento, en su conjunto, quién finalmente debe rendir cuentas de los resultados de esta función.

 Dentro de un ayuntamiento se presentan diversos niveles de responsabilidad entre los miembros del cabildo, analicemos: un miembro de esta junta, que no pertenece a la comisión de seguridad, y que ve esta cuestión solo en las votaciones llevadas al pleno, sólo enfrenta una responsabilidad relativa. La cuestión cambia, entre los miembros que constituyen la Comisión de Seguridad, quienes tienen línea directa con los asuntos más importantes sobre la paz pública de su localidad. Y por último el alcalde, que al ostentar el puesto de ser quién preside el ayuntamiento, carga sobre sus hombros el compromiso de dar resultados en la lucha frente a los criminales que asuelan su municipio.


 Así, cuando se incrimina a un alcalde, imputándolo como el directo responsable de los asuntos de seguridad de la comunidad, habría también que enderezar, directamente, las críticas y los obuses, en contra de los miembros del cuerpo edilicio que conforman la Comisión de Seguridad y especialmente sobre quiénes presiden este cuerpo gubernativo. Porque resulta muy cómodo, endilgarle todos los problemas y fracasos en la sensible materia de la seguridad al presidente municipal, cuando es todo el ayuntamiento, en diversos grados, el responsable.

 Luego viene el asunto de la reelección, y se empieza a barajar la posibilidad de la postulación de diversos regidores, síndicos y alcaldes, para repetir en el cargo. En la situación actual, se descalifica, especialmente por los problemas de seguridad pública a muchos presidentes municipales. Opinamos, que casi en el mismo nivel de responsabilidad, deberían señalarse a los demás miembros del ayuntamiento, pero especialmente a los síndicos y regidores que integran la Comisión de Seguridad de un municipio.

 ¿Y qué ha provoca esta confusión? La respuesta está en el hecho de que el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEGG), convertido en OPLE por las recientes reformas constitucionales y legales, permitió, en la pasada contienda local en Guanajuato, que los partidos políticos engañaran a la ciudadanía, permitiendo la promoción de la elección de ayuntamientos, como una simple elección de alcaldes.


 En el pecado llevaron la penitencia los presidentes municipales, tan conspicuos y felices por la publicidad lograda en spots y carteleras, borrando de la publicidad al resto de los miembros del ayuntamiento. Pero ahora padecen las críticas feroces de la ciudadanía, que está desesperada por el incremento de la criminalidad en su entorno vital. En la soledad de su despacho, muchos alcaldes ven con agobio la falta de acompañamiento de su cabildo. Otros se mortifican ante la crítica de sus pares, que reclaman airadamente la rectificación de planes y programas, en el seno del ayuntamiento. La verdad es que la responsabilidad es de todos los ediles, con excepción de los que han sido críticos propositivos, y sus voces han sido despreciadas y ninguneadas por sus pares. Esos salvan cara.

 Finalmente, mal hará el OPLE guanajuatense, si permite que los partidos políticos continúen publicitando la contienda municipal, como si se tratara de la de gobernador o presidente de la República. No es una elección de alcaldes, sino de ayuntamientos. ¿O el candidato a presidente municipal se comprometerá, el solito, a arreglar el rudo e intrincado asunto de la seguridad pública en su municipio? El órgano electoral, de no actuar en consecuencia, y disciplinar a los partidos políticos para que no engañen a los ciudadanos, puede volver a equivocarse otra vez. Sería un mal inicio.


@carce55

LA FERIA DEL ESPÍRITU

Carlos Arce Macías

 La cultura en Guanajuato debería estar desconcertada luego del cierre de la edición número 45, en realidad 44, ya que en 1973 no hubo evento, del Festival Internacional Cervantino (FIC). También los guanajuatenses, todos, deberíamos de sentirnos preocupados por el destino del más importante festival artístico de México. Esta mutando a intracendente pachanga pueblerina.

 Este año, los habitantes de Guanajuato Capital debemos de tener claro una cuestión: el verdadero proyecto cultural del estado, se encuentra en el Fórum Cultural de León, el cual, aún después de las recientes vicisitudes que ha enfrentado por el despido de su rebelde director, ha dejado en claro, que los grandes eventos de teatro, danza, música y ópera, se presentan en esa ciudad. Y solo algunos espectáculos populacheros, tipo Auditorio Nacional, pueden ser disfrutados en el FIC.


 Atrás quedaron los viejos tiempos, en el que el escenario por antonomasia, era el egregio Teatro Juárez de la capital del Estado, en el marco del festival más importante de América. Por su foro pasaron decenas de espectáculos de nivel internacional, que llevaron a la festividad guanajuatense a ser considerada entre los cinco más importantes festivales del mundo.

 En nuestra juventud, vivimos el momento en el que el telón del teatro se levantaba para presenciar una producción original: “La Era Romántica” con las tres mejores bailarinas clásicas del mundo, de aquéllos años: Eva Evdokimova (Suiza), Carla Fracci (Italia) y Alicia Alonso (cuba).

También fuimos testigos de la interpretación de la 5ta. Sinfonía de Beethoven, con la Orquesta Filarmónica de Viena, dirigida por el fantástico Carlos Kleiber, uno de los mejores conductores del siglo XX. Su interpretación de esa partitura bethoveniana, quedó inmortalizada en la finísima grabación realizada por la firma discográfica alemana Deutsche Grammophon.


 No menos emocionante resultó la actuación del Ballet de Maurice Bejart, uno de los más insignes en la danza moderna, en la que presentó una puesta en escena novedosísima del Bolero de Ravel con el excelente bailarín Jorge Donn, que posteriormente se convirtió en una coreografía clásica.

 Apostados en la escalinata de la Alhóndiga de Granaditas, presenciamos con una multitud expectante la representación del “Exodo”, por el Teatro Stu de Cracovia (Polonia), que terminó en un acto de rebeldía temeraria: al desdoblar, al final de la obra, ayudados por la compañía completa, una manta que predicaba: “Solidarnosc”. Se trataba de una referencia al sindicato Solidaridad, presidido por Lech Walesa, que luchaba contra el gobierno títere, establecido en Polonia con el apoyo del régimen soviético. Plena guerra fría, teniendo como marco las montañas y cañadas guanajuatenses.


En la iglesia del La Compañía, resonó uno de los más hermosos “Jesús Alegría de los Hombres” de Bach, tecleado por el legendario pianista francés de origen búlgaro Alexis Weissenberg. Junto a él, desfilaron en el foro del cervantino, grandes prodigios del piano como Caludio Arrau, Cyprien Katsaris y Martha Argerich. No faltaron tampoco las guitarras de Narciso Yepez y Paco de Lucía, la flauta de Jean Pierre Rampal y el arpa de Nicanor Zavaleta.

Fantásticas orquestas como las de Nueva York, Israel, Dallas, Lepzig y Washington, dirigidas por Zubin Metha, Leonard Bernstein, Eduardo Mata, Kurt Masur y Mitoslav Rostropovich… nada mas y nada menos, estuvieron presentes en diversos programas cuidadosamente preparados para celebrar el espíritu de Cervantes. No faltó tampoco el ballet El Quijote, de Petipá, bailado por Rudolf Nuréyev. En fin, las emociones se agolpan conforme van presentándose los recuerdos.


Total, que desembocamos, hace unas semanas con una edición más del famoso festival, clausurado por la Orquesta Juvenil del Edomex y el canto vernáculo de Eugenia León. Clausura estilo feria de pueblo, que contrasta con la delicada programación que se realizaba en otros años, desde un patronato conformado por las principales áreas del gobierno federal, bancos y empresas muy importantes, así como por personalidades de leyenda, como Dolores del Río y Fernando Macotela, que presentaban en Guanajuato, lo mejor del arte mundial disponible en esos momentos.

Quizás la carpa de la cerveza Corona en la plazuela del Quijote, sea la imagen que signe las últimas versiones de un festival descuidado, que ya solo sirve como pretexto para la pachanga juvenil, y que revela el nulo interés de los gobiernos federal, estatal y municipal por preservar tradición y fama de un esfuerzo que llevó décadas de trabajo para consolidarlo y mucho dinero invertido para ello.


Por desgracia, también contribuye al deterioro en la calidad del programa del FIC, una imagen urbana descuidada, chamagosa, pletórica de puestos de garnachas, tacos, churros y papitas, que pueblan una ciudad poco estimada por sus habitantes, que permiten gobiernos deficientes, enfocados a los negocios personales y tráfico de influencias.

 La ciudad de Guanajuato, está pasando por uno de sus peores y más dramáticos momentos. Descuidada y en el olvido, con pésimos servicios públicos y congestionada de vehículos, se ha convertido en destino de un turismo desenfrenado, cuya meta es el alcohol y otras substancias narcotizantes, y no la cultura. La Feria Internacional Cervantina ha comenzado en Guanajuato ¡salud!


Artículo publicado en AM LEÓN  el 5/11/2017

@carce55