Carlos Arce Macías
En diez días el PAN ha quedado descoyuntado en su versión nacional, en el momento más inoportuno, a solo cinco minutos de comenzar la verdadera competencia por la Presidencia de la República. En estos instantes, un inesperado golpe de mano, acaba de suceder en el Senado, cuando, en contra de la dirección del grupo parlamentario de Acción Nacional, las demás fuerzas políticas nombraron como presidente de esa cámara al senador panista Ernesto Cordero. La ruptura partidista, quedó a la vista.
Un viejo dicho en el argot político reza así: “En política solo se comete un error, lo demás son consecuencias”. Hay que identificar ese error primigenio, que acabó desmembrando a Acción Nacional, ubicándolo en una profunda crisis.
Haciendo un rápido recorrido por los sucesos que marcan el deterioro panista, hay que partir del momento en que Margarita Zavala trocó su participación como candidata a dirigir el PAN, para externar su intención de ser candidata a la Presidencia del país; propiciando el arribo de Ricardo Anaya al timón del blanquiazul. Consideramos que el primer error, el fundamental, se dio en esa elección. Paso a las consideraciones del caso.
Se ha hecho famosa una caricatura de Pepe Gómez de 2011, aparecida en el Diario de Querétaro, en donde se dibuja al joven Anaya abandonando la plaza rumbo a una posición en el gobierno federal, mientras deja un desastre tras de sí, en todos los puestos ocupados, representados por coches estrellados contra postes en el camino. La caricatura tiene como base el negativo desempeño político del queretano como secretario particular del gobernador, coordinador de campaña a la gubernatura, diputado estatal y presidente del PAN-Querétaro. En cada una de las posiciones tuvo descalabros. Hizo manejos discrecionales de fondos desde la secretaría particular, que provocaron fuertes críticas al gobierno de Garrido Patrón. Se perdió la gubernatura, bajo su coordinación, en 2009. Como líder de su grupo en la LVI legislatura estatal, dividió al grupo parlamentario en dos mitades (sic). Ya en la presidencia estatal de Acción Nacional, el partido sufrió profundas divisiones, provocadas por sus maquinaciones y juegos de intereses. Sus coterráneos lo conocen muy bien.
Pero en lo personal corrió con suerte y tuvo el talento de evitar, a través de la intriga palaciega, que el fracaso lo alcanzara. El hecho de que un joven político, en lugar de ser víctima de sus errores, sea premiado con un puesto tras otro, hasta ser elevado a la diputación federal, propicia una peligrosa pérdida del sentido de responsabilidad. Sus actos no constituyen consecuencias negativas para él, labrando un liderazgo proclive a la temeridad y sobre todo irresponsable. Se puede, pues, actuar a contentillo, en pos de las más caras ambiciones personales, sin pagar el costo de los dislates.
Durante la elección del 2015 para elegir presidente del PAN, se dio la oportunidad de ubicar en el puesto a un personaje maduro, bien templado en las andanzas políticas y electorales: Javier Corral. Sin embargo las estructuras estatales, manipuladas desde el Comité Ejecutivo Nacional, así como la utilización de una maquinaria operativa muy costosa, presuntamente fondeada desde el grupo parlamentario del Acción Nacional en la Cámara de los Diputados, propiciaron una contienda totalmente dispareja e inequitativa. Anaya arrasó, sin tener los méritos suficientes para acceder a un cargo que presupone una enorme templanza y sentido de responsabilidad.
El nuevo dirigente, en poco tiempo, se olvidó de la complejísima operación que requiere la conducción de un organismo tan intrincado, como lo es una organización partidista. Conjuntó un grupo de incondicionales, y estos se dedicaron a aglutinar directivos y operadores estatales, a cambio de prometer candidaturas y puestos. Ahora el PAN tiene ante sí un cuerpo de dirigentes ambiciosos, decididos a beneficiarse de los cargos públicos que puedan conseguir.
Finalmente, la intención del nuevo dirigente nacional, quedó develada: ser el candidato del PAN a la Presidencia de la República. Una pretensión que exigía el inmediato abandono de la dirección del PAN. Distorsionar la democracia, para intentar poseer todas las canicas en juego, y lograr así el control total de la contienda, augura casi siempre algún tipo de rompimiento interno en las organizaciones. Pero se decidió correr el lance, sin importar mancillar el delicado proceso para designar al candidato más adecuado para representar a Acción Nacional en la contienda por el ejecutivo federal.
Hoy, el problema se agiganta, ya que el PAN no posee un mecanismo capaz de garantizar una buena conducción. Su dirigente nacional está inmerso en la contienda interna, y no hay a la vista un personaje con el señorío necesario para poner orden interno, todos están abocados a la contienda intrapartidista, transformada en guerra de lodo. ¿Dónde está el Don Luis Álvarez o el Carlos Castillo, capaz de disciplinar a los rijosos? El presidente del PAN es el principal actor de la refriega.
Sin vacilar podemos identificar que en ese nombramiento se encuentra “el primer error”. La consecuencia es haberse otorgado la venia, de seguir a pie juntillas, el ejemplo del PRI en 2006: la autoimposición de Roberto Madrazo desde la presidencia misma de ese partido, como candidato a la Presidencia de la República. El PAN parece decidido a seguir los mismos pasos, predestinados al fracaso. Nadie ha podido, hasta ahora, atemperar las desbordadas ambiciones del joven Anaya, que lanzarán al caño, los esfuerzos y sueños de miles de leales militantes. Conocemos el resultado del experimento.
No hay fora mas Clara presisa directa para mostrar un verdad pese a quien le pese
Le dieron la autoridad el poder
A un Esquivel inmaduro, pero con muchas ambsiones corrupción
Uso se asoció coludio todo a su beneficio
Que no se dieron cuenta? Su trayectoria y antecedentes
Es hora que vean y oigan los que lo apoyan que no van a NINGUN lado
Menos divididos y sin reflexión, no con las vísceras
Se está hundiendo el PAN
Al artículo anterior podríamos sumar la falta real de atención y la ausencia completa de voluntad política para atender los casos de corrupción interna provenientes de dirigentes estatales, como por ejemplo el caso de los moches ejecutados por diputados federales y dirigentes estatales de todo el país pero especialmente del caso Yucatán (caso denunciado hace más de un año) por varios ex presidentes del PAN local, moches a los presupuestos asignados a obra pública de los municipios más pobres, moches de dinero que fue a parar a las bolsas de unos cuantos, ante la mirada complaciente de la dirigencia nacional del PAN y en especial de Ricardo Anaya.
Los enemigos a vencer es el PRI de Peña Nieto y el Pri-mor de Amlo y quién puede lograr detenerlos, derrumbarlos y vencerlos en un Frente Amplio Opositor Democrático y de Coalición, con un liderazgo fuerte que lo encabece dignamente y la opinión pública y el panismo señalan al Dr. Ricardo Anaya Cortés, como el mejor.
Ricardo Anaya es un hombre de solvencia resolutiva, ganador, es factor de unión, mas no de división; en el escenario político es de los más capacitados, inteligente y comprometido en combatir la corrupción y la impunidad; en sacar adelante los cambios que requiere el país, en materia de desarrollo social y crecimiento económico para beneficio de los que menos tienen. Privilegiando el Bien Común.
En el PAN se respeta la libertad de expresión de la militancia; algunos se excluyen por intereses personales, se van por la libre, casos recientes Cordero, Gil y Lozano. En el pecado llevan la penitencia.
No coincido, Ricardo Anaya ha puesto por delante de su partido, sus personalísimos intereses de ser candidato. Si se hubiese separado de la presidencia del partido hace 6 meses, no le haría reclamo alguno. Diseñó una contienda inequitativa, que terminó en ruptura. Saludos