OPORTUNIDAD TRÁGICA

  Carlos Arce Macías

 El destino presenta claves dramáticas, para componer cuestiones que no presentan solución aparente. Este es el caso que vivimos ahora, ante la tragedia de un terremoto que sacudió el centro de México. Explico el tema.

 Nuestra nación, ha conformado, a partir de diversas reformas legislativas, un sistema de partidos muy fortalecido, dotado de presupuestos cuantiosísimos, que producen una partidocracia excesivamente fortalecida, que controla sin caretas, la distribución de poder y dinero en el país.


 De pronto, caemos en la cuenta que arrebatarles el dinero a los partidos, sería una dura, larga y desgastante lucha, quizás ineficaz, para arreglar, de una vez por todas, el núcleo fundamental de los problemas del país: elecciones libres, en donde se garantice una competencia en términos de igualdad, castigando severamente las trampas de los jugadores desleales.

 Si ponemos atención, es en los procesos electorales en donde se genera gran parte de la corrupción que corroe a nuestra patria. De ahí vienen los acuerdos inconfesables entre partidos para repartirse el poder en diversas regiones y zonas del territorio, como si fuese un pastel; la aceptación de recursos para movilización y compra de voto, con dinero de la delincuencia; las “inocentes y desinteresadas” aportaciones de empresas y corporaciones, para garantizarse contratos y regulaciones a modo; la utilización de medios gubernamentales y caudales públicos, para fabricarse, con anticipación, candidaturas futuras y opciones a la reelección; trafico de influencias de muchos funcionarios para poder conformar “cochinitos” que logren sostener el costo multimillonario de futuras campañas; el sistema de “moches” para la contratación de obra pública y servicios, con vistas a constituir fondos comiciales; el abandono de actividades de fiscalización y rendición de cuentas, en aras de gestorías innecesarias, para capturar clientelas electorales. Me faltarán más, pero solo son algunas, de las perversiones que fomenta la falta de una regulación y verificación eficaz de nuestras elecciones, hasta ahora imposible de corregir por los intereses que lesionaría la reforma que rectificara el modelo actual.

 Hemos permitido la construcción de lo que se denomina un sistema cártel de partidos políticos. Partidos que no requieren de la ciudadanía, porque cuentan con recursos suficientes para contratar grandes burocracias y comprar el voto de los ciudadanos más vulnerables. Por ejemplo, los partidos ya no necesitan de la aportación de sus militantes, les resulta hasta ridícula.


 El sistema acartelado de partidos, que no requiere ciudadanía, se va separando de las causas más sentidas del pueblo, sustituyendo a estas, por su propia realidad: la conservación del poder y el aseguramiento de puestos y empleos de los participantes en el cártel. La democracia queda pulverizada, así como el funcionamiento republicano de las instituciones, especialmente la división de poderes.

 Los caminos para desactivar este entramado de intereses, que complotan contra la vida institucional y democrática del país, destruyendo a sus ciudadanos, es más o menos sencilla: despojar a los partidos del caudal de dinero del que actualmente gozan, incitando la necesidad de retornar a la búsqueda del respaldo ciudadano. Esto obligaría a abrir espacios de participación, ahora exclusivo para las élites partidarias. Al no tener el acceso a dinero, mas que solo para su operación esencial, no habrá más opción que retornar a las aportaciones de los militantes, y la ampliación de su base de seguidores. Y muy, pero muy importante, y contrario al movimiento “#sinvotonohaydinero”, sería el establecimiento del principio de “elección base cero”. Este consiste en que todos los partidos cuenten siempre con el mismo monto de recursos estatales, todos parejos, para garantizar la igualdad de la competencia; la diferencia en la fuerza partidaria, la construirán la cantidad de afiliados involucrados en cada partido, y las aportaciones, con límite, que cada uno pueda hacer. El punto es incentivar la democracia interna de los partidos, hasta ahora oxidada e inhabilitada, que entre otras desastrosas consecuencias, ha acarreado la formación de una clase política mediocre y rentista, cuyos miembros, en un país desarrollado, difícilmente llegarían a representantes vecinales. Este tema no es nuevo, ha sido investigado desde finales del siglo XX, por politólogos de las más prestigiadas universidades, que advertían la descomposición de la democracia interna de los partidos, substituida por una voraz nomenclatura, dotada de una tajada muy importante del presupuesto público.


 Y en el preciso momento, en el que más obscuro se advertía el panorama político-electoral del país, deviene la tragedia. El planeta se pone de mal humor, y una basta zona del país se estremece, primero con un fuerte sismo de superior a los 8 grados, y luego es asegundado por otro de 7.1, con epicentro muy cercano a la Ciudad de México. Los daños son cuantiosos. Los habitantes de pueblos y ciudades, especialmente en la capital, son los primeros en organizarse y participar en los rescates; se activa el músculo ciudadano. ¿Y qué es lo primero en que se piensa, para hacer frente a la agresiva realidad? En despojar a los partidos políticos de los inmensos montos de dinero que reciben. La indignación es brutal y va en aumento día a día, y con ella la oportunidad de restablecer la democracia intrapartidaria e imponer un sistema que premie las virtudes cívicas de los políticos, y no su oportunismo y amoralidad. Esto nadie lo va a parar. Por eso hay que aprovechar la inesperada y trágica oportunidad, que la manifestación telúrica nos brinda. Los partidos están contra la pared.


@carce55

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SHELL EN GUANAJUATO, LITROS DE A LITRO

 Carlos Arce Macías

 La verdad, no creí verlo nunca. El pasado viernes asistí a la inauguración de la primera estación de servicio de la empresa anglo-holandesa Shell, que es inaugurada en el estado de Guanajuato, precisamente en la capital. Sus colores, rojo y amarillo, que se ven por todo el mundo, cuando alguien busca una gasolinera, contrastan con los conocidos y rutinarios colores verde, blanco y rojo de PEMEX. Los mexicanos, que solo habíamos conocido instalaciones franquiciadas por el monopolio estatal, nos sentimos extraños al acceder a una con diferentes características, colores y sin las tradicionales deficiencias de las estaciones de la controladora paraestatal mexicana.


 Shell es un gigante de la industria energética. Compite cuerpo a cuerpo contra British Petroleum, Chevron y Exxon Mobile en la comercialización de gasolinas. Cuenta con más de 90,000 puntos de distribución en el mundo, y cada segundo, se llenan 30 tanques de combustible, surtidos por ésta firma. Su fundador, Marcos Samuel era propietario de un negocio de mercadeo de conchas marinas en Londres, que importaba desde el mar Caspio, por el año de 1833. Allí detectó la incipiente producción de petróleo, he ideó el diseño de un barco especializado en el transporte de naftas. Así evolucionó su compañía, hasta convertirse en una gran empresa petrolera. De su actividad primigenia, nace su logo: una concha marina.


 México no le es extraño a Shell, ya que en 1921 se concretó el traspaso de lo que era la Mexican Eagle Petroleum Cómpany, mejor conocida como El Águila, a la Shell Mex Limited, una corporación prohijada por Shell, que contribuyó a llevar a México a la segunda posición como productor mundial de petróleo, en aquéllos años. Luego llegó Lázaro Cárdenas, y con él, la expropiación petrolera, apoyada por los Estados Unidos, he ideada para desplazar a las compañías inglesas, propietarias del 70% de la producción, y de esa forma hacerse del control del mercado mexicano. Luego de la expropiación, la empresa se liquidó hasta 1963, cuando el gobierno mexicano terminó de pagar la gravosa confiscación cardenista.


 Como todas las grandes petroleras, la compañía se ha visto envuelta en serios desastres ecológicos, como los del río Níger en África y el proyecto de construcción de plataformas petroleras en el Ártico, que podrían afectar el delicado equilibrio medioambiental del lugar. La voracidad por la utilidad de estas compañías, en su intensa competencia por los mercados de extracción de petróleo, y distribución y venta de energéticos, debe de ser controlada por regulaciones internacionales y la vigilancia puntual de los gobiernos nacionales. Difícil tarea para todos.


 Pero precisamente de la competencia, que produce acciones negativas, nacen también fenómenos positivos que derivan, por ejemplo, en políticas de mantenimiento y conservación de la clientela, a través de brindar un servicio de calidad a su público. Cuidando y mejorando el rendimiento de sus gasolinas y diesel, el suministro completo de combustible (litros de a litro), la higiene de sus instalaciones sanitarias, así como complementando su giro comercial con una buena tienda de conveniencia. De esa manera, la trasnacional, conjuntamente con sus dinámicos socios guanajuatenses, se disponen a disputarle a PEMEX, la plaza del Bajío. Eso nos gusta.

 Aún recuerdo, cuando en 2002, el Dr. Fernando Sánchez Ugarte, presidente de la Comisión Federal de Competencia (COFECO), invitaba a otras instituciones, entre ella a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (COFEMER), a que diéramos juntos la batalla frente a PEMEX, para que se liberalizara la distribución de combustibles y pudiera haber diversas empresas dedicadas a la comercialización de las gasolinas. La resistencia del paquidermo estatal, fue furiosa y liquidó toda posibilidad de abrir el mercado de combustibles a la competencia. No toleraba la existencia de ningún retador.

 Tiempo después, desde la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), fuimos testigos de las continuas violaciones a la ley, así como de los abusos contra los consumidores. En aquél entonces se estimaron daños cercanos a los 22,000 millones de pesos anuales, en contra de los clientes de las gasolineras de PEMEX, por el despacho incompleto de combustibles. No obstante las continuas denuncias, la empresa estatal jamás ha dejado de esquilmar a los mexicanos, tolerando y encubriendo las malas mañas de muchos de sus franquiciatarios. Lo afirmo con conocimiento de causa.


 Desde aquéllos años, no creí tener la fortuna de ver, con mis propios ojos, la liberalización del mercado de combustibles en nuestro país, producto de la reforma energética. Para fortuna mía, luego de haber conocido la soberbia y violencia con que imponía sus intereses PEMEX sobre el propio gobierno federal, perjudicando a su cautiva clientela; me asumo satisfecho de ver operar en mi propia ciudad, Guanajuato Capital, la primer gasolinera Shell. Ya no tendré que cargar el tanque de mi auto en las franquicias del monopolio. Los litros de a litro, estarán garantizados, porque un escándalo de fraude al consumidor, una empresa internacional lo paga con el precio de sus acciones en la Bolsa de Valores. Eso si funciona, y muy bien.


@carce55

 

 

 

 

 

 

FISCALÍA A MODO

Carlos Arce Macías
 Después del vergonzoso sainete implantado con malas artes en la Cámara de los Diputados, para impedir su funcionamiento, ha comenzado a despuntar el verdadero problema al que nos enfrentamos los mexicanos: una Procuraduría General, que se transformará en Fiscalía General de la República, adquiriendo autonomía constitucional, pero cuyo diseño es disfuncional. Ojalá y el problema se redujera, solamente, al nombramiento del primer fiscal. Cantaríamos aleluya.


 En efecto, la problemática que nos presenta la institución encargada de perseguir los delitos federales, es compleja, porque se enfrenta a una organización administrativa, ineficiente e ineficaz. Es más que sabido, que difícilmente la actual PGR, cumple medianamente su encomienda. La violencia generalizada en el país, motivada por la delincuencia organizada, por ejemplo, es en parte atribuible a su bajo desempeño para castigar los delitos que corresponden al orden federal, propiciando la impunidad.

Los trabajos para desentrañar parte de las debilidades del órgano persecutor, evidencian problemas tan profundos, como la incompatibilidad entre lo dispuesto en la ley y lo marcado por la normatividad interna de la procuraduría. Drástico inicio, para generar un adecuado y legal funcionamiento. Aparte de convertirse en un apetitoso bocado para un penalista medianamente sofisticado, en labores de defensoría de algún inculpado.

 Como si no fuese suficiente el demérito anterior, se han identificado otros problemas, como carencias en los controles internos, indefinición en la delimitación de funciones, así como ambigüedad en el desempeño operativo. Algunos roles se encuentran duplicados, y el contenido de su regulación administrativa es inconexo. Esto resulta del análisis de las funciones, relaciones internas, estructura y procesos de la Procuraduría (*).

 Y no para ahí el desgarriate, la institución también ostenta una mala fama, que pesa demasiado en su interior, y evita la conformación de un espíritu de cuerpo, generador del orgullo de pertenencia a una institución vital, para garantizar la vida, segura y pacífica, en sociedad. Pocos se enorgullecen de pertenecer a la PGR.

 El órgano encargado de hacer valer el Estado de Derecho, despide un tufo a corrupción que atemoriza a casi todos los hombres de bien, que pretendieran colaborar en ese espacio gubernamental. Pocos son los audaces que atienden a su llamado. Conozco a algunos.


 Pero el momento más crítico que se enfrentará, es el período de transición, en dónde el reto fundamental es controlar a la nueva institución. Hoy, bajo el influjo del Ejecutivo Federal, rodeado de instituciones castrenses, de inteligencia y otra dedicada a la seguridad, propician un entorno que conserva ciertos resortes de control sobre el enclave federal de procuración de justicia. Sin embargo, la nueva entidad, será arrojada a las procelosas aguas, para iniciar su navegación solitaria. El nuevo Fiscal General, tendrá que ponerse al timón, y gobernar una nave, acostumbrada a estar en poder de marineros, que controlan secciones completas del barco, y despliegan el velamen a contentillo. No hay control.

 Para acrecentar la dificultad de la mudanza, el cambio de procuraduría a fiscalía, empieza a concretarse precisamente en el momento en que transitamos del sistema penal inquisitivo al adversarial-acusatorio. Una verdadera revolución en el campo del derecho penal mexicano, dónde la autoridad debe de conducirse con singular cuidado para comprobar la culpabilidad del imputado, sujetándose a las reglas del debido proceso y respeto a los derechos humanos. Las capacidades de investigación de los detectives y científicas de los peritos y médicos forenses, deben acrecentarse, de la mano del nuevo fiscal general.


 De esta forma, encontramos la clave del asunto: se puede nombrar a un personaje de destacada trayectoria profesional, intachable objetividad, linaje ciudadano y carente de herencia partidista alguna, que sustituya a un procurador “a modo”; pero que quede al frente de una estructura contrahecha, incapaz de cumplir con la delicada función de garantizar el Estado de Derecho. Así las cosas, de nada servirá un fiscal impoluto, con una fiscalía a modo… de los delincuentes.

 (*) Reestructura Orgánica Funcional para la Procuraduría Federal de la República. PGR-CIDE. Diciembre de 2013

@carce55

EL PRIMER ERROR

Carlos Arce Macías
En diez días el PAN ha quedado descoyuntado en su versión nacional, en el momento más inoportuno, a solo cinco minutos de comenzar la verdadera competencia por la Presidencia de la República. En estos instantes, un inesperado golpe de mano, acaba de suceder en el Senado, cuando, en contra de la dirección del grupo parlamentario de Acción Nacional, las demás fuerzas políticas nombraron como presidente de esa cámara al senador panista Ernesto Cordero. La ruptura partidista, quedó a la vista.

 Un viejo dicho en el argot político reza así: “En política solo se comete un error, lo demás son consecuencias”. Hay que identificar ese error primigenio, que acabó desmembrando a Acción Nacional, ubicándolo en una profunda crisis.

Haciendo un rápido recorrido por los sucesos que marcan el deterioro panista, hay que partir del momento en que Margarita Zavala trocó su participación como candidata a dirigir el PAN, para externar su intención de ser candidata a la Presidencia del país; propiciando el arribo de Ricardo Anaya al timón del blanquiazul. Consideramos que el primer error, el fundamental, se dio en esa elección. Paso a las consideraciones del caso.


Se ha hecho famosa una caricatura de Pepe Gómez de 2011, aparecida en el Diario de Querétaro, en donde se dibuja al joven Anaya abandonando la plaza rumbo a una posición en el gobierno federal, mientras deja un desastre tras de sí, en todos los puestos ocupados, representados por coches estrellados contra postes en el camino. La caricatura tiene como base el negativo desempeño político del queretano como secretario particular del gobernador, coordinador de campaña a la gubernatura, diputado estatal y presidente del PAN-Querétaro. En cada una de las posiciones tuvo descalabros. Hizo manejos discrecionales de fondos desde la secretaría particular, que provocaron fuertes críticas al gobierno de Garrido Patrón. Se perdió la gubernatura, bajo su coordinación, en 2009. Como líder de su grupo en la LVI legislatura estatal, dividió al grupo parlamentario en dos mitades (sic). Ya en la presidencia estatal de Acción Nacional, el partido sufrió profundas divisiones, provocadas por sus maquinaciones y juegos de intereses. Sus coterráneos lo conocen muy bien.


Pero en lo personal corrió con suerte y tuvo el talento de evitar, a través de la intriga palaciega, que el fracaso lo alcanzara. El hecho de que un joven político, en lugar de ser víctima de sus errores, sea premiado con un puesto tras otro, hasta ser elevado a la diputación federal, propicia una peligrosa pérdida del sentido de responsabilidad. Sus actos no constituyen consecuencias negativas para él, labrando un liderazgo proclive a la temeridad y sobre todo irresponsable. Se puede, pues, actuar a contentillo, en pos de las más caras ambiciones personales, sin pagar el costo de los dislates.

Durante la elección del 2015 para elegir presidente del PAN, se dio la oportunidad de ubicar en el puesto a un personaje maduro, bien templado en las andanzas políticas y electorales: Javier Corral. Sin embargo las estructuras estatales, manipuladas desde el Comité Ejecutivo Nacional, así como la utilización de una maquinaria operativa muy costosa, presuntamente fondeada desde el grupo parlamentario del Acción Nacional en la Cámara de los Diputados, propiciaron una contienda totalmente dispareja e inequitativa. Anaya arrasó, sin tener los méritos suficientes para acceder a un cargo que presupone una enorme templanza y sentido de responsabilidad.


El nuevo dirigente, en poco tiempo, se olvidó de la complejísima operación que requiere la conducción de un organismo tan intrincado, como lo es una organización partidista. Conjuntó un grupo de incondicionales, y estos se dedicaron a aglutinar directivos y operadores estatales, a cambio de prometer candidaturas y puestos. Ahora el PAN tiene ante sí un cuerpo de dirigentes ambiciosos, decididos a beneficiarse de los cargos públicos que puedan conseguir.

Finalmente, la intención del nuevo dirigente nacional, quedó develada: ser el candidato del PAN a la Presidencia de la República. Una pretensión que exigía el inmediato abandono de la dirección del PAN. Distorsionar la democracia, para intentar poseer todas las canicas en juego, y lograr así el control total de la contienda, augura casi siempre algún tipo de rompimiento interno en las organizaciones. Pero se decidió correr el lance, sin importar mancillar el delicado proceso para designar al candidato más adecuado para representar a Acción Nacional en la contienda por el ejecutivo federal.

Hoy, el problema se agiganta, ya que el PAN no posee un mecanismo capaz de garantizar una buena conducción. Su dirigente nacional está inmerso en la contienda interna, y no hay a la vista un personaje con el señorío necesario para poner orden interno, todos están abocados a la contienda intrapartidista, transformada en guerra de lodo. ¿Dónde está el Don Luis Álvarez o el Carlos Castillo, capaz de disciplinar a los rijosos? El presidente del PAN es el principal actor de la refriega.


Sin vacilar podemos identificar que en ese nombramiento se encuentra “el primer error”. La consecuencia es haberse otorgado la venia, de seguir a pie juntillas, el ejemplo del PRI en 2006: la autoimposición de Roberto Madrazo desde la presidencia misma de ese partido, como candidato a la Presidencia de la República. El PAN parece decidido a seguir los mismos pasos, predestinados al fracaso. Nadie ha podido, hasta ahora, atemperar las desbordadas ambiciones del joven Anaya, que lanzarán al caño, los esfuerzos y sueños de miles de leales militantes. Conocemos el resultado del experimento.


@carce55