REELECCIÓN, DIMENSIÓN DESCONOCIDA

Carlos Arce Macías
 

Desde 1933, México había perdido la experiencia en la posibilidad de reelección inmediata de miembros de ayuntamientos y legisladores. Fíjense en el enunciado: “posibilidad de reelección inmediata”. En nuestro país, la reelección estaba permitida, pero no de forma inmediata, sino mediando un período. Por otra parte, como desde hace mucho hemos insistido, se trata tan solo de una po-si-bi-li-dad, sujeta a la convalidación democrática, mediante el voto ciudadano. Debemos acostumbrarnos, cuando de reelección hablamos, a anteponer el condicional “posibilidad”, para que no se malinterprete y entienda como una permanencia automática en el cargo.

 A raíz de las recientes reformas constitucionales, se permitió de nuevo la reelección, en el ámbito estatal, de ayuntamientos y diputados. Los comicios de 2018 reinauguran el mecanismo de potencialización del voto ciudadano, del cual fueron despojados por el PNR (Partido Nacional Revolucionario, el abuelito del PRI) en abril de 1933. Se trata de una figura jurídica, que permite sancionar, a través del voto, el buen desempeño en los puestos púbicos. Y nos interesa reflexionar sobre el tema, ya que identificamos cierta desorientación en la casta política de nuestro estado, que no logra comprender el fenómeno que va a encarar.


 Los partidos políticos poseen la llave de la posible reelección. No se atrevieron a perder ese control. Ellos deben de sancionar las candidaturas de sus funcionarios, y se encuentran en facultad de decidir si sus actuales munícipes y diputados vuelven a ser sus candidatos a los mismos puestos que vienen desempeñando. El instituto político posee la facultad de negarles esta opción.

 Pero lo importante es lo que se ve desde afuera, la percepción de la ciudadanía. Los partidos políticos deben estar conscientes de que la ratio de la elección a cambiado radicalmente. En las próximas campañas electorales, no se disputa primordialmente la mejor opción entre los contendientes, sino la posibilidad de ratificar o no al gobierno municipal actual; o la calidad del ejercicio legislativo de cada diputado. Si un partido político decide cambiar de competidor, estará automáticamente mandando el mensaje de que su gobierno municipal fracasó, o bien, que su diputado no ha rendido los frutos esperados.

 Cuando esto suceda, los partidos que decidan cambiar de caballos en medio del rio, se encontrarán en desventaja. Sus adversarios olerán la sangre, y advertirán a los electores la decepción provocada por el gobierno municipal en turno, o la minusvalía de un diputado en funciones, que no es ratificado por su partido para buscar la reelección. ¿Cómo estarán de mal que hasta la confianza de los suyos han perdido?

 Esta nueva dinámica desatará fuertes presiones en el interior de las organizaciones partidarias, pero también obligará al escrutinio puntual y concienzudo del trabajo de sus representantes populares. Solo los buenos deben de permanecer, y los reprobados deben de ser desechados de la vida pública de la entidad estatal. Muy duro ¿no?


 La situación óptima, para un partido político, indicaría que los mismos miembros de cada ayuntamiento, repetirían en sus puestos, gracias a su meritorio desempeño en el gobierno del municipio. Los diputados, que asumieron el cargo conociendo la posibilidad de su reelección inmediata, deben honrar su condición representativa, intentando su reelección con base en su destacado desempeño. Ya no se vale ir en busca de otros puestos, porque esa actitud significaría el desprecio por la descollante posición que actualmente se ocupa. El chapulinismo será muy mal visto.

 Como pueden observar, el juego político, tendrá matices y contrastes dramáticos por culpa de la posibilidad de reelección. Los partidos estarán inmersos en tensiones y juegos de poder interno, hasta ahora desconocidos. Pero por otra parte, los ciudadanos verán aumentado su poder de voto, al definir si el gobierno en funciones es confirmado o expulsado del cargo. También podrá decidir con crudeza, si su diputado es reelecto. Por ejemplo, analizando su actitud y desempeño para mantener el ejercicio republicano de separación de poderes; o castigarlo si se doblegó mansamente a las instrucciones del ejecutivo.

 La elección estatal de Guanajuato, puede convertirse en una verdadera fiesta democrática. El platillo estará servido puntualmente para los electores. Ayuntamientos y diputaciones podrán ser ratificados en el cargo, o enviados al cesto de los desperdicios políticos. Amargo pero necesario.


Twitter: @carce55

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ELECCIONES SIGLO XXI

  Carlos Arce Macías

 Demos por sentado que la ciudadanía, conceptualizada como el conjunto de ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones, y en busca del desarrollo armónico de su comunidad, es letra muerta. Aceptemos que esa sociedad ha sido fulminada por un sistema de gobierno, al cual solo interesa la conservación del poder, sin importar nada más. Por eso, propongo que analicemos, desde este nuevo hecho, lo que ahora ocurre en nuestro país. Va.

 Algunos mexicanos, aún no entienden como el PRI pueda resultar ganador, cuando presenta un enorme lastre de tropelías, opacidad gubernamental y corrupción expansiva. Se trata de una decisión electoral francamente irracional, que no encuentra asidero lógico.

 Y esto nos parece muy raro. Pero planteo que reflexionemos y revisemos cuantas veces tomamos decisiones irracionales y equivocadas. Veamos: ¿cuántas ocasiones compramos productos que no necesitamos? ¿Por qué comemos cosas que nos dañan o continuamos fumando no obstante el conocimiento generalizado de que el cáncer acecha nuestra salud?¿Cómo seguimos creyendo ciegamente en mitos probadamente falsos? Examinemos con atención y veremos que nuestra vida está plagada de decisiones contrarias a la razón. Ante ello, no nos asombremos de que haya millones de personas votando por el PRI.


 Valorando estas curiosas contradicciones, el famoso lingüista del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Noam Chomsky, el acérrimo critico del actual sistema capitalista, ha comentado respecto a nuestra sociedad: “el punto está en crear consumidores (votantes) desinformados que van a tomar decisiones irracionales. De eso es lo que se trata hoy en día la publicidad”. “Si puedes fabricar deseos, haz que obtener cosas que están a tu alcance sea la esencia de la vida”.

 Traducir estos conceptos a la política no es cosa sencilla, pero los avances científicos como el internet y el mapeo de conexiones cerebrales que permite el neuromarketing, pueden lograr progresos espectaculares. A través del internet operan las redes sociales, y con ellas un sinnúmero de datos individuales quedan al descubierto para los expertos en analizar grandes cantidades de datos (Big Data).

 Las campañas modernas, a partir del Brexit y luego Trump, utilizaron esta tecnología para lograr el triunfo. Primero se realiza el mapeo completo de los posibles electores, mediante paquetes de información disponible; no sin razón, se afirma que con un “like” dado en Facebook, quien obtenga nuestros datos puede conocernos; con dos, nos conocerá muy bien; y con tres, sabrá de nosotros, más que uno mismo. Luego viene la psicometría, la técnica de segmentar votantes de acuerdo a su personalidad: sincero, concienzudo, extrovertido, afable, neurótico (Modelo OCEAN). Y finalmente el targeting, la creación de mensajes especiales para cada objetivo, midiendo las reacciones neuronales para ubicar los reactivos más potentes, especialmente el miedo y la necesidad de seguridad familiar. Estas emociones anidan en el cerebro límbico, en dónde se produce la dopamina, la cual incrementa la frecuencia cardiaca y la presión arterial, impactando las conexiones motivacionales. De esta manera el votante se decide por la opción que le ofrezca la utilidad más inmediata: tarjeta rosa, tarjeta roja, compra de voto, programas asistenciales, desechando las propuestas abstractas y de largo plazo más valiosas. Lo irracional, sorprendentemente, se transforma en racionalidad pura. ¡Magia electoral!


 El PRI, para estas elecciones, contrató a una de las empresas internacionales más destacadas en el análisis de datos de potenciales electores. Aparte de sus viejos trucos, diseñó con precisión quirúrgica su campaña, y utilizó todas las maniobras necesarias para lograr el triunfo. No reparó en gastos para completar su modelo estratégico.

 Los demás partidos, especialmente el PAN, continuaron en la vieja estrategia de finales del siglo pasado, de enviar mensajes generalizados de cambio y hartazgo, que están desgastados, que ya no inspiran a los electores y solo funcionan para ciertos sectores. Acción Nacional se ha anquilosado reproduciendo, incluso, algunos formatos del PRI, como el acarreo, el regalo de chácharas y las designaciones de candidatos por dedazo; pero también padeciendo una escasez preocupante de ideas renovadoras que permitan la construcción de agendas innovadoras, que impacten y motiven a los ciudadanos. Por el momento ha perdido su llama inspiradora.

 Y por si esto no fuera suficientemente crítico, la actual dirigencia panista ha estado muy ocupada en la obtención de la candidatura presidencial de su presidente. Sospecho que esto les impidió concentrarse en el diseño de estrategias de alta sofisticación, que presentan requerimientos estadísticos y organizacionales muy complejos. Han preferido centrarse en el control político de las dirigencias locales, para intentar asegurar su éxito en la contienda interna que se aproxima. Así no se pueden ganar elecciones en el siglo XXI. Ni modo, quedarán rebasados por la competencia.


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ELECCIONES 2017, DESTRUYENDO CIUDADANÍA

Carlos Arce Macías
 

Uno de los grandes estadistas registrados por la historia, fue Winston Churchill. Es identificado como uno de los grandes políticos del siglo XX, por convocar a su pueblo a luchar contra el nazismo que se esparcía por Europa, y para ello les prometía unas cuantas cosas: sangre, sudor y lágrimas.

 Los estadistas trascendentes, desde Grecia, Roma, los diversos imperios, han sabido convocar a sus pueblos a luchar, a organizarse y a contribuir a la grandeza de su nación. La ciudadanía se construye a partir de la convocatoria al esfuerzo común, a la contribución desinteresada por la mejora de la comunidad. Requiere dejar a un lado el beneficio personal, para sumarse a la energía social y lograr un desarrollo más equilibrado y justo para todos.


 Se trata de confrontar esa lucha interna del ser humano, entre egoísmo y generosidad. Los estadistas, incentivan a los ciudadanos a ser generosos, con el fin de conformar sociedades mas organizadas y potentes, relegando el egoísmo como opción secundaria en la toma de decisiones. Así se explica, en esos entornos sociales, la solidaridad comunal y el combate a la corrupción. Esta no es otra cosa, mas que la decisión egoísta, de poner por delante el interés personalísimo e ilegal, en detrimento de toda la comunidad.

 No obstante toda la narrativa histórica que nos enseña los diversos caminos para formar una sociedad más justa y colaborativa, los partidos políticos mexicanos, muchos politólogos, así como la comentocracia, se han embobado por un maquiavelismo tercermundista, que se justifica como “natural a la política” y se asume como condición para ser exitoso en ella. De esta manera se ha sublimado al político traidor, egoísta y ambicioso, como el referente del éxito, contribuyendo de esta manera a la formación de una joven clase política más depredadora que la que le antecedió.

 El mejor ejemplo, lo vemos en la formación del sistema de partidos políticos acartelados, como se describen en el interesante estudio de los politólogos de Oxford y John Hopkins University, Peter Mair y Richard Katz, en “Organización Partidaria, Democracia Partidaria y la Emergencia del Partido Cártel” (Googleénlo). Siguiendo este texto académico escrito en l995, se corrobora el fenómeno mexicano. Partidos que no requieren de ciudadanía, porque los votos se compran, se condicionan o se logran por el temor; todo esto gracias a una exaltada mercadotecnia y a los recientes sistemas de Big Data, en dónde a través del análisis en las redes sociales, se puede capturar a los votantes, de la misma forma como se les condiciona a comprar un Smartphone, un producto milagro o una golosina cargada de azúcar.

 Esto lo permite el dinero, grandes cantidades de recursos ilegales, obtenidas de los mismos presupuestos públicos, con total descaro, y con base en el pacto de impunidad existente entre todas las fuerzas políticas… todas.


 Así las promesas de campaña en los comicios de Nayarit, Coahuila, Estado de México y Veracruz, solo aluden a compromisos para entregar beneficios a los ciudadanos. No hay acciones de concientización, no hay convocatoria al esfuerzo, nunca reclamos a la inacción ciudadana por permitir tanta corrupción o invitación a alcanzar un ideal.

 Prometer, prometer, prometer, dar, dar, dar; ha sido desde hace tiempo el eje de las campañas de todos los partidos. Es en resumen, una acción generalizada de compra y obtención de votos, a través de dádivas de toda clase: tarjetas bancarias, despensas, láminas, excusados, tinacos, camisetas, delantales, cachuchas, cemento, varilla, transporte público gratuito, etc..

 Analicemos los actos de campaña. Son circos itinerantes, que convocan a las masas, porque presentan un variado menú de espectáculos: box, lucha libre, conciertos y baile. Los ciudadanos no van a oír a los candidatos, van a divertirse con el programa de esparcimiento que les proponen los partidos políticos, a condición de soportar unos cuantos discursos aburridísimos. Luego, la distribución de tortas, jugos y refrescos. Probablemente habrá también sorteos de electrodomésticos y rifas de viajes. Para el votante, entregar la credencial para sufragar, o sus datos para aparecer en una lista de compra de voto, no resulta un mal negocio.


 Con estas desvergonzadas conductas se está destruyendo, a velocidad del rayo, el poquísimo avance en construcción de ciudadanía que presenta nuestro país. No hay concientización, no hay crítica seria y fundamentada, no hay ideales en juego, no hay sustentación democrática, no hay convocatoria a la educación cívica, solo promesas y dádivas al por mayor: chucherías, frijol, aceite y galletas de animalitos. Ciudadanos maiceados, inconscientes, sin amor a su patria. Así no se construye un país. Por eso, el precipicio está tan cerca.


Twitter: @carce55