CONSAGRACIÓN PELIGROSA

Carlos Arce Macías

 Las cosas no pintaban bien para la Iglesia Católica a mediados del siglo XVII. Como antecedente, descollaban los avances científicos logrados por Galileo y Newton que cambiaban la forma de ver el universo. En lo filosófico, los trabajos de Locke, Bacon, Spinoza y Descartes, retaban a la teología escolástica, poniéndola en apuros al cuestionar sus postulados. En lo político el protestantismo se había consolidado luego de un reguero de sangre por toda Europa, al concluir la Guerra de los Treinta Años. Mientras el médico inglés, establecido en la Universidad de Padua, William Harvey, logra explicar en 1628 el funcionamiento del corazón, sus ventrículos y la circulación de la sangre por el cuerpo.

 Es en 1673, el momento en que se produce en Francia, para beneficio de la Iglesia, las oportunas apariciones de Jesucristo, a la monja Margarita María Alacoque. Más allá de las cuestiones religiosas y místicas que no son objeto de este escrito, habrá que señalar que convenientemente aparece un mensaje para el rey, Luis XIV de Francia, el célebre Rey Sol, en el que a través de la monja, le indica Jesucristo la pertinencia de consagrar a Francia al Sagrado Corazón de Jesús, y que pusiese en sus armas la efigie del Corazón, prometiéndole que si él resolvía atacar a los enemigos de la Iglesia, el Corazón de Jesús lo ampararía y conduciría su reinado a la gloria (Margarita María Alacoque, “Vie et oeuvres” p.p. 335-337).


 Dato curioso, el confesor de la mística era Claudio de Colombiere, un importante estratega jesuita, que entendió la fuerza de las milagrosas “apariciones”. Así la Compañía de Jesús, inició la promoción de la devoción del Sagrado Corazón, fomentando el conocimiento de esta imagen, basados en el famoso cuadro de Pompeo Batoni, que puede admirarse en El Gesú, la sensacional iglesia barroca, construida en Roma por el propio Ignacio de Loyola. Se trata de una imagen más parecida a un rey europeo, de blanca tez y ojos claros, tocándose en el pecho, un brillante corazón.

 Con mente clara, una vez pasado el vendaval de la Reforma, la siempre perspicaz Compañía, trató de iniciar desde la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, la reconquista de lo perdido. Primero en Francia, en 1685, logrando la cancelación del Edicto de Nantes y la aceptación del Rey Sol de declarar a Francia como Estado católico, expulsando a más de 500,000 hugonotes. España y sus territorios de ultramar, fueron rápidamente conquistados por la veneración a la imagen del corazón sagrado, promovida por los propios jesuitas, en plena expansión por todo el mundo, con el apoyo de las principales monarquías.

 Pero la acción fue cortada de tajo, en el siglo XVIII, por la expulsión de los jesuitas de España y la supresión de la orden en 1773 decretada por el Papa Clemente XIV. Pero los jesuitas volvieron a escena en 1814, para enfrentar al liberalismo, de la mano de Pio IX y su larguísimo pontificado. En este trance, el fomento del Sagrado Corazón logró materializarse en la colina de Montmatre, en el centro mismo de París, con la consagración de Francia entera a esta advocación, y la construcción de un gran templo en la cima de la colina, con el objeto de expiar las culpas provocadas por haber sido cuna de la Ilustración y la Revolución francesa.


 Pero ya desde 1733, el seminarista jesuita Bernardo de Hoyos, ya también había mantenido contactos místicos con Jesús, ordenándole la promoción de su Sagrado Corazón: “reinaré en España, y con más veneración que en muchas otras partes”. Luego de la caída de Napoleón, y ante la restauración de las monarquías europeas y de la propia Compañía de Jesús, se prodigaron por todas partes iglesias y monumentos dedicados al corazón de Jesucristo. Las naciones se le consagraron, Bélgica en 1868, Irlanda y Ecuador en 1873, Colombia y Costa Rica en 1902.

 En México, hundido en la conflagración fraterna por establecer un Estado laico, que le permitiera a la nación modernizar sus instituciones colonizadas casi totalmente por el clero mexicano, no fue posible profundizar la veneración del Sagrado Corazón, por dos causas: la primera: el monopolio del guadalupanismo en la nación azteca; la segunda: por el triunfo liberal, que junto con la unificación italiana y el despojo al Papado de sus tradicionales territorios, significaron una derrota importantísima para la Iglesia a nivel mundial. La victoria del liberalismo en México, a partir de 1867 tuvo una gran significación para las causas liberales de todo el mundo. Esto es importante tenerlo en cuenta al estudiar con seriedad la historia de nuestro país.

 Tampoco hay que desconocer que el propio Pio IX, había proclamado en 1864 el Syllabus Errorum, un compendio de 80 proposiciones en contra del liberalismo y otras cuestiones, y la ratificación de que el catolicismo debe de ser “religión de Estado”, condenando la libertad de culto, cancelando toda forma de tolerancia con las posiciones sociales más progresistas.


 Así de radicalizadas las cosas, los liberales mexicanos no permitieron el avance de la promoción del Sacratísimo Corazón de Jesús, sino hasta que la diócesis de León, en 1875, se convirtió en la primera en iniciar las consagraciones en México, gracias al ambiente de tolerancia del porfirismo. Pero llegó la revolución, luego el sacrificio de Madero y el respaldo del clero mexicano al traidor Huerta. Por supuesto, a cambio de establecer la consagración nacional al Corazón de Cristo, el día de la epifanía de 1914. Ya para entonces el Partido Católico Nacional, había dado el apoyo al Chacal, en el golpe de febrero de 1913, y de ahí se derivaron gran parte de los mortíferos odios entre anticlericales y ultramontanos, que finalmente desencadenó la guerra cristera ya por todos conocida.


 Existe un delicado equilibrio en México, para mantener alejado al clero del poder. Muchos aún son seguidores del Syllabus, y desean establecer de nuevo un Estado clerical regido por el catolicismo, a contrapelo de libertades fundamentales, nacidas de la Ilustración y la Revolución francesa. La Iglesia tradicionalmente ha apoyado a la monarquía, frente a la república. Como puede derivarse de este rápido repaso histórico, la carga emocional, provocada por la intrusión del clero en el gobierno de Guanajuato, y la descuidada participación oficial para consagrar al estado al Sagrado Corazón de Jesús, toca fibras por demás finas. No hay que buscarle tres pies al gato. Hay demasiadas pasiones a flor de piel.
 P.D. Recomiendo la lectura del estudio: “Sagrado Corazón de Jesús: imágenes, mensajes y transferencias culturales” del doctor Miguel Rodríguez profesor de la Sorbona-ParisIV. (secuencia.mora.edu.mx/index.php/Secuencia/article/download/1079/953)

Artículo publicado en AM LEÓN el 21 de mayo de 2017.

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