Carlos Arce Macías
Javier Corral Jurado, protestó esta semana el cargo como gobernador constitucional del Estado de Chihuahua. Militante panista de viejo cuño, compañero en la LVII legislatura, comandada desde el PAN, por Carlos Medina Plasencia, Javier es un político de rara manufactura en el pantanal de la vida pública mexicana. Su guía, cosa curiosa, han sido sus valores y convicciones. Nunca vaciló en enfrentarse a sus propios compañeros de partido, cuando de defender la rectitud de una propuesta se trataba. Rompió lanzas, sin consideración alguna, igual con secretarios de gabinetes panistas, que con los mismísimos presidentes Fox y Calderón, cuando desde su perspectiva, siempre legislativa, y en defensa de principios, se requería.
Fue el único, que sin temor, enfrentó al poderoso duopolio televisivo, que con descaro siembra el miedo a una medrosa clase política, imponiéndole, siempre, la dolosa defensa de sus intereses económicos. Con Corral, no han podido, aún cuando han intentado descarrilar su carrera política por todos los medios posibles.
Cuando fue necesario, diputados y senadores de la oposición fueron derrotados en el debate parlamentario por el discurso contundente y bien estructurado, que siempre ha manejado el chihuahuense, exhibiendo las malas mañas y las sinrazones de sus oponentes, y enarbolando siempre, causas justas, propias de hombres de bien.
Pero lo más importante de su larga trayectoria en ambas cámaras, ha sido su determinada lucha en contra de la corrupción, en todas sus manifestaciones. A diferencia de muchos políticos, que han acabado abrevando del pozo de la corrupción, ante las necesidades de los ríos de dinero que se requieren en México para sostener campañas y ganar elecciones; Javier no ha sucumbido ante esa tentación, y ha salido victorioso de diversas lides comiciales, incluyendo la reciente campaña por la gubernatura del vasto estado de Chihuahua.
Este cúmulo de circunstancias, han forjado a un político entrañable para muchos, que destaca, por su rebeldía, frente a un ambiente de descomposición generalizada de la gran mayoría de los dirigentes y representantes partidistas. Pocos, muy pocos de ellos se salvan.
Pues bien, en un histórico discurso de toma de posesión, el nuevo gobernador inició con una rotunda frase: “Creo en la división de poderes, y en la vital tarea de peso y contrapeso que deben de realizar los legisladores”. Destaco estas frases, porque a su convicción, de inmediato añadió la propuesta para modificar el marco normativo a fin de que el gobernador se someta al debate y la deliberación abierta y directa con los legisladores, como un acto de rendición de cuentas. La propuesta entraña un auténtico hito de la política mexicana, tan dada en confundir al conductor del Poder Ejecutivo, con un monarca o tirano de la antigüedad. Bajar del Olimpo para enfrentar argumentaciones críticas de los representantes del pueblo, enriquecerá de forma extraordinaria la vida pública de Chihuahua… y me atrevo a plantear: ¿por qué no la de Guanajuato?
Veinticinco años de gobiernos panistas, incluido un sexenio para el olvido, requieren de una convicción personal por una auténtica democracia, que solo puede ser refrendada por el gobernador, propiciando el debate parlamentario, que tiene un solo objetivo: rendir cuentas de su actuación. En Guanajuato debemos imitar la propuesta de Chihuahua, porque ayuda a desnudar las limitaciones de la clase política y evidencia, sin cortapisas, la realidad de la vida pública de una sociedad. La tierra de conspiradores, se merece algo más que lo que hasta ahora nos han dado legisladores, gobernadores y magistrados de justicia.
Si a ello se añadiera, tanto en Guanajuato como en Chihuahua, la facultad directa de las comisiones legislativas para llamar a comparecer a los distintos funcionarios del legislativos, la intención de imponer un necesario ejercicio democrático a nuestros gobiernos, sería la simiente de un mejor funcionamiento del sistema republicano.
El discurso hay que verlo y oírlo, contiene instantes verdaderamente luminosos y vibrantes. Está en YouTube. En otro momento, Corral trató otro punto delicadísimo del quehacer público: “el contar con un Poder Judicial fuerte, con independencia y solvencia jurídica y moral”. Por ello comprometió una actitud “respetuosa y garante de los principios de independencia de la soberanía del Poder Judicial del Estado». La consigna, resulta ser un clamor en Guanajuato. En varias ocasiones, se ha evidenciado la partidización del Poder Judicial, llegando al ridículo de la búsqueda de padrinos políticos para acceder a las magistraturas. Esto debe terminar de tajo, en el último tramo de la actual administración, para ceñirse al postulado enunciado por Javier Corral para Chihuahua, e imitar su reciente propuesta de ciudadanizar el Consejo Estatal de la Judicatura, introduciendo en el voces críticas con visiones innovadoras, que destierren la perniciosa endogamia que priva en el medio judicial y obligue a la transparencia.
Estamos en un periodo crítico e inestable de fin de régimen. La transición incompleta, tiene que concretarse para el próximo sexenio, rompiendo el pacto de impunidad entre los políticos, y fijando límites a las negociaciones políticas, para supeditarlas al respeto a valores y principios. Desde Chihuahua se marca la nueva pauta para ganar elecciones, a través de la conformación de amplias alianzas ciudadanas, que exigen el establecimiento de prácticas democráticas y republicanas, hasta ahora olvidadas. En Chihuahua las iniciarán, en Guanajuato mas nos vale comenzarlas ya.
Editorial publicado en AM LEÓN el 9 de octubre de 2016
Twitter: @carce55
no soy de chihuahua pero desde la primera vez que escuche disertar o hablar al sr corral en la camara de diputados, me dio gusto el saber que todavia existen politicos que sienten al pais como debe ser todo una mexicano, ojala y no haya cambiado ni cambie, felicito a los chihuahuenses por tener un gobernador que promete cosas buenas para su estado ayundelo a cumplir y felicidades sr corral en hora buena.
Esperamos que así sea.